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En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 23: Cesino (Pontedecimo)-Paso della Bocchetta (Alta Via Liguria)

La travesía va tocando su fin. Avanzamos un poco más este último día de nuestro periplo en bici desde Bilbao y hasta la Alta Via Liguria. Superando los Pirineos del lado frncés y llegando a los Apeninos en Italia.

De regreso pararemos aún a pedalear la Côte d’Azur, Niza, Altibes, Cannes.

Este último día de ir más allá, más hacia el oriente, desde Cesino, el caserío donde acampamos en los escarpados prados de Claudio y Sonia, salimos por la Alta Via Liguria hacia el afamado Paso della Bochetta.

El camino es arduo para pedalear por lo que hemos subido caminando buena parte del camino.

Ibamos en las nubes. El día era brumoso y no pudimos apreciar las vistas que en días despejados serán fantásticas. Sí pudimos hinchar nuestros pulmones y purificar nuestra sangre respirando con voracidad un oxígeno  único.

Arriba hay espacio para acampar, hay fuente de agua y merendero. También hay algunos refugios de piedra, abiertos, donde se puede descansar o pernoctar. Uno de estos refugio se encuentra en Pierta Lavezara, se ve muy confortable. Junto al merendero hay también una casita de piedra con un hogar que se nota ha estado encendido.

Nosotros escogimos llegar a nuestra meta. Regocijarnos del camino y la altura de la Bocchetta con toda su bruma y bajar al albergue familiar en Cesino.

Para acceder a la Via Liguria desde Cesino se toma la Via Paese la iglesia de Notre Dame de la Vigne. Desde allí sale un sendero angosto. La marca para esta ruta son tres círculos rojos.

Durante el trayecto apreciamos que hay algunas flechas amarillas que nos señalan la Via Postumia que habíamos creído perdida. Hay pocas marcas, pero allí. Al final, todos los caminos nos condujeron a nuestro destino sin tanto pensar. Como en otras oportunidades. Llegamos perdidas adonde teníamos que llegar.

La Alta Via Liguria tiene más bifurcaciones y más trazado apto para seguir a pie. Parece ser una bonita e interesante ruta de trekking. Otra que se apunta para una próxima vez.

Una travesía más con abundantes cosechas. De principio a fin nos llenamos de experiencia, aprendizaje. Descubrimos nuevas sensaciones que colmaron todos nuestros sentidos y nuestra alma además de los sabores locales que tan generosamente nos han acompañado todo este viaje. Hasta este último día de andar en el que, a cada paso, saboreamos los dulces frutos  rojos del camino, moras, frambuesas, ciruelas y a punto los higos de todas las higueras.

 

 

 

En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 22: Spotorno-Pontedecimo

Seguimos desde Spotorno rodeando la ruta costera para llegar a Génova. El encanto del mar se diluye entre un tráfico muy concurrido y los puertos comerciales e industriales. Las ciudades, del mismo modo, no son pintorescas. Son barrios habitacionales de las periferias de los lugares turísticos y de una ciudad tan grande como Génova.

Pasamos Savona y recorrimos su casco histórico. Luego retomamos la carretera transitada y, llegando a Génova, nos desviamos hacia el interior.

Tuvimos la idea de meternos a hacer otra ruta debido a que la Eurovelo brilla por su ausencia hacia Torino. Encontramos una Vía del Camino de Santiago que se llama Via Postumia. Sin embargo al ser poco conocida y poco transitada, hay pocas señales de ella.

Al llegar a Pontedecimo, un simpático poblad0 de la Liguria por donde pasa la Via Postuma, el albergue de peregrinos estaba convertido en pensión de trabajadores.

Gracias a la gentil ayuda de algunos lugareños, Isabelletta, Ciro y algunos parroquianos más, nos dirigimos hacia una casa en el campo.

Llegamos así a  lo de una familia muy simpática y amable: Claudio, Sonia, Michelle y Giulia. Viven subiendo de Pontedecimo, en un paraje rural llamado Ceriso. Bastante cuesta arriba. Así que tras un día complicado y largo de pedaleada nos tocó subir una gran cuesta.

Valió la pena como siempre lo vale el subir. Las vistas desde donde acampamos fueron preciosas y compartir un par de jornadas con la familia italiana, también.

Practicamos nuestro rudimentario italiano y anduvimos de cosecha de verduras. Zuchinnis al por mayor comimos. Estuvo muy bien parar allí. Nos quedaba a mano para transitar la Alta Vía Liguria, un camino montañero de senderismo, trekking, bicicleta, duro pero nada que nuestras piernas ya entrenadas pudieran arremeter. Así que arremetimos.

En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 21: Impera-Spotorno

Desde Impera hemos tomado la ruta SS1. La carretera sigue la sinuosa línea de la costa. Tiene desniveles ya que va sorteando bahías y las elevaciones que separan una de otra.

Las playas están llenas de gente. Apiñados. Las vistas desde la ruta son muy bonitas. Vamos entre el azul del mar y luego las ciudades costeras enclavadas en las laderas verdes con muchos árboles. Entramos en algunas ciudades a visitar.

Hay ciudades modernas y coquetas y otras antiquísimas como Albenga. Una ciudadela medieval, llena de edificios de piedra, callejones, pasadizos, arcos y callejuelas empedradas. Allí volvimos a encontrarnos con la pareja vasca de Tolosaldea, Marisol y Deivid. Compartimos una breve charla con ellos y continuamos nuestro periplo hasta Spotorno.

En Spotorno, tras unos 70 kilómetros pedaleados por una carretera con mucho movimiento, decimos descansar. Encontramos un camping cerca del centro de la ciudad.

El camping cuesta 13 euros y no es de los más bonitos que hemos estado pero está bien. Cuenta con todos los servicios y las duchas calientes funcionan con un token.

 

En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 20: Menton-Impera

Entramos a Italia. Un lío bárbaro la circulación. Típico.

Desde Menton, Francia a Ventimiglia seguimos la ruta de la costa, en medio de un tránsito vehicular intenso y concurrido. Las vistas de las playas son espectaculares. Muy veraniegas y vacacionales. Repletas de sombrillas de colores y gente sobre la arena o bañándose.

La ruta discurre de bahía en bahía subiendo y bajando las laderas de las penínsulas que separan flanquean dichas bahías. De un lado el mar y, del otro, los barrios con sus casitas encaramándose en las laderas.

Llegamos a San Remo y el quilombo de autos es apabullante. Las motos que se cruzan desde cualquier parte, suben a las aceras. Embotellamientos. Coches tratando de zafar. Un desastre aunque bastante gracioso.

Al mismo tiempo, el mar está azul turquesa. Mucha gente camina con sus bolsos playeros y su parsimonia turística.

En San Remo tomamos el bidegorri. Una ciclovía que nos ayudará a llegar de manera más holgada y tranquila hasta Impera. Esta pista ciclable recorre 24 kilómetros entre el mar y las ciudades costeras. Se ingresa a la pista poco antes de Ospedilatta. Vale la pena escoger alguna de las playas durante el recorrido y hacer una pausa de mar. Relajarse en la arena si hay hueco y darse un chapuzón.

La ciclovía acaba en un pueblo llamado San Lorenzo. Está trazada sobre las antiguas vías del ferrocarril como muchas otras ciclovías de Europa. Pasamos por las antiguas estaciones renovadas ahora como estaciones de paso y descanso de los ciclistas. También se atraviesan túneles larguísimos a través de las montañas de la costa italiana. Es un recorrido ameno y agradable.

En Impera encontramos el camping Los Eucaliptus. Allí conocimos a una pareja de vascos, Marisol y Deivid, a quienes después, durante el camino, volveremos a cruzar casualmente. Son de Dima Arratia.

El camping está bien. Fuimos al super y a distendernos en las playas. Lindo lugar.

 

Revista Biciclub(diciembre 2019)-De los Pirineos a los Apeninos

https://drive.google.com/file/d/184Y0J-XE6jsbrQjBVY_zzu3FQ74XWL1q/view?fbclid=IwAR2QK5-QX0FeVdvyTvLds2FXKdPckKLns88jqPtEogctXv9EhbnvU6wMn1Y