Día 15: Simena-Demre (2018)

Hermosos paisajes, bellísimas vistas. Playas encajonadas entre penínsulas, bahías de piedra. Agua cristalina. Mar verde verde mar.

El recorrido no es nada difícil. Para comenzar cruzamos varias ovas, praderas muy húmedas y llanas, con un pasto al ras, como un musgo. Pasamos por algunas ruinas mezcladas entre las piedras y la maleza y un castillo genovés gemelo de Kalekoy en Simena. Pasamos también algunos enclaves veraniegos, semiabandonados ahora en invierno, muelles con bares fantasmas donde durante la temporada atracan barcos con turistas. Las playas, paradisíacas, son accesibles sólo por agua o por el sendero.

No encontramos agua dulce en el camino. Hay pozos cuyas bocas están cubiertas con ramas, nada más. No hay baldes ni sogas. El agua no huele mal pero está muy abajo y se ve que los pozos, en desuso. Pudimos cargar agua recién en Kapakli, a dos horas de camino de Simena. Antes de llegar aquí hicimos una parad de descanso en una explanada tipo muelle de desembarco. Abandonado todo. Hay restos de alambres, plásticos, algunos materiales desperdigados y algo de basura. Desde ahí fuimos a Kapakli donde fue posible cargar agua. No es necesario subir al pueblo. Se pasa sólo por sus suburbios, ahí nomás, apenas llegamos, hay una escuela y afuera de la escuela una fuente de agua. Después el sendero va rodeando la montaña y a más de una hora, desemboca en la playa de Çakil. Çakil merece un chapuzón o, al menos, una parada de descanso. Es una playa de piedras prístinas, blanquísimas, y aguas tan cristalinas que ni siquiera se sospecha que pudiera tener algo de sal. Ideal para meditar un rato, es la paz.

Desde aquí ya vemos el puerto de Andriake y allá vamos; llegamos en una hora más tras cruzar el río Sura por un puente muy rústico hacia la playa de Çayagiz. Amplia y de arena dorada y suave.

El camping de Andriake también está cerrado y en completo abandono así que continuamos hacia Demre a casi 4 km más por la carretera de pavimento. En Demre nos alojamos en la Pensión Kent, cerca de las ruinas de Myra. Una habitación grande, para tres personas, con desayuno, cuesta 100 liras. Nos permiten usar la cocina. El agua caliente no es muy buena y la habitación es una heladera, pero la casa está bien ubicada para la Ruta Lycia, tiene un lindo porch donde tomarse unos mates. Es una pensión familiar, compartimos la cena y el desayuno con ellos, principalmente con Sali que es un buen anfitrión, trekker, y conoce los caminos de la zona.

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