Panamá-Panamá – 7 de diciembre

,






Noche, día, tarde de amigos. Anoche en el patio del hotel se empezó a sumar gente. Una alemana que vivió en Argentina, encantada con volver a tomar mates, un italiano que vive en Alemania, un venezolano, un siciliano. Hoy apareció Julia, la alemana de Santa Fe. Está en el mismo dormitorio, también Sandro, el tano siciliano. Alí, venezolano, que admira la política exterior del gobierno de Chavez y habla de la recuperación venezolana pero critica muchas facetas del pueblo que se deja caer en la corrupción y ante la distribución del ingreso no lo derivan correctamente a las áreas de destino o se quedan con una tajadita, es difícil de controlar y dice que hay que insistir en la educación del pueblo para que adquiera esos valores morales. Bien.
En la mañana fui al supermercado que me recomendaron los chicos argentinos de Valle, que estuvieron antes acá, y fui a comprar yerba. Tengo dos paquetes más de abastaecimiento. Taraguí. Si hay mate no desespero y siento que tengo todo el tiempo del mundo y en cualquier lugar del mundo, porque total, puedo tomar mate. Adicta. Y como dijo Moroca, el mate cada vez más chupeteado, es un mate hippie, comunitario y muy internacional, ese sí que si hablara… en este momento, justamente, Zoraida, colombiana artesana se está degustando un matecito.
Además del mandado, esta mañana anduve en varios barrios de la metrópoli. Caminé mucho. Desde el Casco Viejo a Caledonia, desde Caledonia a Bella Vista y desde ahí hasta Cangrejo que es una zona nueva, comercial. Vi de todo. Variado. Cosas que me gustaron y otras que me parecieron horribles. Lugares donde me sentí tranquila y lugares donde me sentí insegura
Ahora tengo muchos amigos en este hostal. No puedo hilar el blog. Vienen los viajeros. Quieren charlar. Ahora es Bruce, un señor mayor, gringo, pero se disculpoa. Pobre. Me da pena.
En fin. Más tarde saqué a los chicos a pasear porque Alí tenía antojo de shisha y Sandro necesitaba comprarse unos pantalones, así que como en un día me conocí buena parte de la ciudad y me muevo con autoridad en las calles les anduve haciendo de guía.
Tea, de la naviera, me escribió. Tengo un barco con disponibilidad para el día 15. Si no consigo nada para antes, buscaré cómo entretenerme en los alrededores mientras, con calma, saco fotocopias y hago el papeleo. Tengo información de otra naviera. Y hoy unos mexicanos me vinieron a buscar para que les cuente de cómo es mi viaje porque les gustaría hacer algo parecido. Me hice un poquitito popular.
Panamá está bien, pero no es tan, tan… El Casco Viejo es bonito, pero yendo más allá de la iglesia de La Merced se acaba el encanto. Esta zona, reducida, es como estar en un paquetito, custodiado por muchos pares de policías, en todas las esquinas. Hay una consigna que te exigen respetar y es no transitar de La Merced hacia el sudeste. El barrio de El Chorrillo es impenetrable. Está cerca. Parece que hay invitación a la pasta bolgnesa. Otro venezolano llegó a nuestro cuarto. En mi cucheta, arriba, duerme el siciliano. Buena onda.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *