Aburrido y sencillo. Sin contratiempos, ni adrenalina. El único problema es distraerse pensando en cualquier cosa y seguir de largo donde no corresponde. No me pasó. Voy bastante atenta porque me conozco y ya sé que soy una desorientada, pero siempre está la brújula, aleluya.
La Huella arranca apenas cruzando el puente del arroyo Llodconto si uno ha dormido en el camping más cercano que es La Querencia, es ahí nomás, a pocos pasos de la puerta de la Querencia. Me despedí de mis amigos nuevos a quienes espero volver a encontrar en próximas travesías. Charlé mucho con JuanPi, y conocí a Gabriela y a Catalina. Saliendo de La Querencia, se camina hasta el puente que cruza el arroyo. Se sube por un camino de autos, donde no transitan autos, y es un camino arenoso. Es largo. Son más de dos horas por este camino que sube y baja pero con tranquilidad. Desde el camino hay vistas bonitas del lago Mascardi que vamos dejando a nuestras espaldas. Se llega a una chacra que se llama Puesto Boock. Se entra al corral de las vacas. Sí, no estoy mintiendo. Se abre la tranquera del corral, con cuidado de que no se escapen las vacas, se cierra bien con los dos alambres y se sale del corral por otra tranquera. Guarda con el toro, parece que anda alzado, y yo justo con la remera roja de la Fede. Saliendo de lo de Boock el camino de autos, en breve se convierte en una senda. Es tranquilo. Había leído que había mallines y que debíamos pasarlos por la izquierda, pero afortunadamente no están, se deben haber secado, o deben haber sido absorbidos como por sopapa cuando ayer un mallín me chupó la pìerna. No hay que cruzar grandes barriales. Pequeños, y están bastante secos. Hay unas cuantas vertientes de agua, y arroyitos que se pueden cruzar sin vadear, y un río que hay que vadear, pero que no es ni muy ancho, ni muy profundo.
El camino total son 15 km, está programado para caminarse en 8 horas, yo llegué en 7 y descansé varias veces, además de hacerme un pic-nic en el camino.
La última parte es la más tranquila y linda para caminar ya que se adentra en un bosque. Es suave y fresco. Antes, discurre por entre cañas y no hay casi nada de sombra.
Al final se llega a un área de acampe frente al Lago Steffen. El área es grande y da la vuelta a toda la playa. De frente tenemos barro y algas, pero apenas a unos pocos metros comienzan playas de piedras y también hacia el otro lado. Hay una proveduría. El camping cuesta 40 pesos y para rematarlos, en la proveduría me compré un flor de salamín, un buen cacho de queso, galletiras express, y dos bananas. Esta noche, no cocino.