Archivo de la categoría: Albania

Las mejores playas de Albania, Cañón de Gjipe y retazos del paraíso

Rematando un viaje fenomenal nos fuimos al pueblo de Vuno. Un pueblo con un encanto especial. Encaramado en las laderas de la montaña, un balcón natural hacia el azul marino ilimitado de las mejores playas de Albania.

Nos alojamos en lo de Alex, desde allí, las vistas del mar son infinitas. El atardecer es incomparable y pasar horas en la terraza del cuarto no tiene precio.

En el pueblo de Vuno hay dos restaurantes. Frugales pero con gente buena onda. Es más caro que comer en la ciudad y por eso es aconsejable llevar algo de comida. En Vuno no hay supermercado, sólo se puede comprar algo en la proveeduría del bar.

En Dhermi, otras de las ciudades que goza del elixir de las mejores playas de Albania, a algunos kilómetros de Vuno, sí hay supermercados y más servicios. Dhermi también es pintoresco pero más movidito. Para hacer el sendero del Cañón de Gjipe creo que está mejor quedarse en Vuno.

Desde el pueblo caminamos un poco por la carretera hasta encontrar el sendero del Cañón. Está bien señalizado y es espectacular. Tanto el sendero como las panorámicas impresionantes del cañón que se abre entre las montañas y la playa de Gjipe, constituyen un espectáculo relevante. Hay que hacerlo y si es posible tomarse todo el día porque cuando lleguemos a Gjipe que es sin duda quien lidera las mejores playas de Albania, no nos vamos a querer ir enseguida. Es un paraíso!

Nosotros hicimos mucho en un solo día. Llegamos a las arenas de Gjipe pasado el mediodía y luego, para regresar a Vuno, tomamos otro sendero que sale del otro lado del cañón. Se puede hacer sin dificultad. Está bien señalizado, aunque como nos agarró la noche, nos perdimos un rato en la oscuridad y en el bosque pero finalmente, subiendo, subiendo, llegamos a Vuno.

El lugar nos gustó tanto que decidimos quedarnos un día más para visitar otras de las mejores playas de Albania. Al día siguiente fuimos a Dhermi y para no perdernos nada, de regreso, fuimos también a la playa Jalës. Bajamos caminando y de regreso hicimos dedo.

Varias veces hicimos dedo para ahorrarnos algunos kilómetros de curvas por la carretera y siempre nos llevaron enseguida y con la mejor buena onda.

Estos dos días fueron de playa y a pleno. Hace calor. Nos hizo un clima fantástico durante todo el viaje.

Ahora ya tocaba volver a Tirana por un día y tomar el avión de regreso. Los buses pasan por Vuno y paran cerca del bar-café-proveeduría. La gente en Vuno, al igual que en toda la Albania que recorrimos, es súper amable, amigable y siempre nos respondieron con generosidad y sonrisas. Incluso, ya en Tirana, pasamos por una anécdota que si no fuera por la buena predisposición de los albaneses, hubiera sido peor que un molesto dolor de cabeza. Martín perdió el pasaporte pero ni se había dado cuenta. Pocas horas antes de ir al aeropuerto para regresar a casa. Un buen albanés Emir Topi, supo como comunicarse para devolver el pasaporte. Lo llevó hasta donde estábamos y terminamos tomando una cerveza con él y su esposa y forjando una linda amistad. Cosas que pasan..,

Algo imprescindible que ver en Albania, las ruinas de Butrint

Las ruinas de Butrint o Butrinto constituyen un hito imprescindible que ver en Albania. Se encuentran a cinco kilómetros de Ksamil por lo que podemos hacer una combinación perfecta de historia y playas albanesas. El autobús que recorre toda la costa desde Sarandë nos llevará hasta allí.

Dícese que las ruinas son de una antigua ciudad griega, sin embargo, si observamos los muros que rodean a los edificios, una muralla que bordea la costa, veremos que, evidentemente, las enormes piedras de la parte inferior del muro son muchos más antiguas, de tamaño diferente y encastradas unas con otras como sólo lo hacían las civilizaciones más antiguas y misteriosas de la humanidad.

Existe una leyenda acerca del nombre, Butrint, que significa «toro herido» en griego antiguo. Según esta leyenda la ciudad fue fundada por los troyanos sobrevivientes del incendio de su ciudad. Aeneas, el hijo del rey sacrificó entonces un toro. El toro era fuerte, se negó a morir y escapó hacia el mar. Por eso dicen que llamaron Butrint a esta ciudad. Otra historia diferente nos cuenta Virgilio en la Eneida, donde describe que esta ciudad, Buthrotum, fue fundada por Heleno, hijo de Príamo y hermano de Paris y Héctor, que había huido de la Troya.

El recorrido nos puede tomar más de medio día. Las ruinas son muy interesantes y hay muchos edificios y zonas para explorar. Además las vistas panorámicas son muy bellas.

Las primeras construcciones se han catalogado como de épocas prehistóricas. Hay yacimientos del siglo X y III antes de Cristo y edificaciones sucesivas y posteriores de otros dominios, como romanos, bizantinos, normandos y  venecianos. De estos últimos se conservan algunas de sus construcciones típicas.

Por el siglo IV antes de Cristo, la ciudad se transformó en un centro de culto, donde tuvo especial importancia Asclepio, dios de la medicina. En el 220 antes de Cristo fue invadida por los romanos y ya en el siglo I formó parte de la provincia romana de Macedonia.  El emperador Augusto enriqueció los templos, las fuentes y termas y el remodelado teatro que se encuentra completamente mantenido, restaurado y eventualmente se efectúan allí representaciones. Posee una acústica espectacular.

De los primeros cristianos la ciudad conserva el gran baptisterio y la basílica, del siglo VI. Ya en este siglo y en el VII, Butrint redujo su tamaño y se convirtió en un puesto fortificado que peleaba por su supervivencia frente a normandos y búlgaros. Después de 1700 llegaron los franceses y después los turcos que construyeron dos castillos.

La mayoría de las edificaciones conservan su estructura y ornamentación. También hay pasadizos y túneles que aún están sin explorar, y hay escenas paganas y otras cristianas graficadas en mosaiquería.

Fue una visita estupenda que completó la postal de lo que hay que ver en Albania, una visita disfrutada a pleno y con sumo interés.

Se recomienda llevar agua y un picnic para hacer una pausa y que la jornada sea perfecta.

Para cenar, nada mejor que un buen pescado fresco comprado al paso en el asador del centro de Ksamil por 1100 leks que es la moneda de Albania. ¡Delicioso!

Playas de Albania, Ksamil: entre el Adriático y el Jónico

Dejamos Gjirokastër con la satisfacción de haber colmado un deseo que si bien se había gestado de una novela, no resultaba ser pura ficción. El relato por más fantástico que pudiera resultar a un lector realista, traduce la magia de una ciudad increíble. Partimos entonces buscando el mar, las playas de Albania. Siempre buscamos el mar para aliviar el calor o las emociones demasiado fuertes. El mar es siempre una promesa infinita.

Salimos hacia Sarandë, ciudad frente a la cual se encuentra la isla griega de Corfu. Para ir a Sarandë tomamos un bus y luego, allí, cerca de la oficina de turismo, otro bus que hace el recorrido hasta las ruinas de Butrinto.

Como teníamos tiempo, al llegar a Sarandë, comimos algo, dimos unas vueltas, fuimos hasta el mar.

Sarandë es una ciudad concurrida. De allí salen y vienen los ferrys a Grecia todo el tiempo. Es fácil hacer una visita de uno o un par de días a la isla.

El bus hacia Butrint tiene varias paradas en los accesos a playas de agua turquesa y arenas claras. No nos deja en la mera costa sino que hay que caminar un poco y bajar alguna ladera por un camino sinuoso y más o menos largos según las playas de Albania que elijamos visitar.

En Ksamil las playas están cerca. Es una población turística veraniega.

Nos alojamos en un estudio súper confortable a dos cuadras del centro y cuatro cuadras del mar.  Allí teníamos refrigerador, cocineta, aire acondicionado, una mesa en una pequeña terraza con jardín. Fue muy cómodo y barato.

Estuvimos dos noches. Recorrimos las playas cercanas. Se puede ir tomando el autobús y bajarse en Pulebardha, y después caminar un poco hasta otra playa o tomar el autobús otra vez. No son muchos kilómetros pero hace calor, los caminos no son llanos sino que suben colinas que separan las diferentes bahías. Se pueden visitar también Shpella e Pullebabe, Kalami, Isolle Gemelle y hay muchas más.

Las playas son parte de un Parque Natural y Reserva. Son de aspecto paradisíaco pero demasiado atiborradas de reposeras y sombrillas de alquiler. Casi no queda hueco libre para tirarse en la arena. Aunque siempre logramos encontrar un lugar.

También hicimos dedo para bajar hasta la playa y por supuesto nos llevaron. Caminamos bastante entre playa y encontramos un montón de búnkers y túneles con inscripciones extrañas que se conservan desde la segunda guerra mundial.

Desde Ksamil y con el mismo bus que hace el recorrido desde Sarandë, visitamos las ruinas de Butrint, pero eso es otro capítulo de este viaje.

Viajar a Albania: Gjirokastër o Ciudad Piedra según Ismail Kadaré

Desde hace mucho tiempo quería viajar a Albania, enamorada -entre otras cosas- de este párrafo de «Crónica de la ciudad de Piedra» o simplemente «Crónica de Piedra»:

«Era una ciudad sorprendente que, como un ser prehistórico, parecía haber surgido bruscamente en el valle en una noche de invierno para escalar penosamente la falda de la montaña. Todo en ella era viejo y pétreo, desde las calles y las fuentes hasta los tejados de sus soberbias casas seculares, cubiertos de losas de piedra gris semejantes a escamas gigantescas. Resultaba difícil creer que bajo aquella formidable coraza subsistiera y se renovara la carne tierna de la vida.

El viajero que la veía por primera vez sentía el impulso de establecer una comparación, pero pronto comprendía que era una trampa, pues la ciudad las rechazaba todas; no se parecía a nada. Soportaba tan mal las comparaciones como las lluvias, como el granizo, como el arco iris o las multicolores banderas extranjeras que desaparecían de sus tejados del mismo modo que llegaban, tan efímeras e irreales como perdurable y concreta era ella. Era una ciudad empinada, quizá la más empinada del mundo, que había desafiado todas las leyes arquitectónicas y urbanísticas. La viga del tejado de una casa rozaba, a veces, los cimientos de la siguiente y sin duda se trataba del único lugar en el mundo donde, si uno se caía a un lado del camino, podía aparecer sobre el tejado de una mansión elevada. Esto lo sabían mejor que nadie los borrachos. 

Era ciertamente una ciudad asombrosa. Se podía ir caminando y, de desearlo, alargar un poco la mano y colgar el sombrero de la aguja de un minarete. Muchas cosas eran aquí increíbles y muchas otras como salidas de un sueño.
Si la ciudad albergaba a duras penas la vida humana en sus miembros y bajo su caparazón de piedra, tampoco evitaba causarle incontables dolores, arañazos y heridas a esa vida, y era algo natural pues se trataba de una ciudad de piedra y todo contacto con ella era áspero y frío.
No resultaba fácil ser niño en esta ciudad.»  (Ismail Kadaré)
 
Tanta fatalidad me sedujo sin remedio; finalmente logré llegar a ella y la vivencia superó a todas las elucubraciones de mi imaginación.

Al fin estoy aquí, donde la realidad de la ciudad dura y vertical supera la exactitud máxima del texto de Ismail.
Para llegar a Gjirokastër salimos desde Berat donde caminamos un par de kilómetros por la ancha avenida hasta la gasolinera donde el día anterior nos dejó el minibús. No hay muchos transportes hacia Gjirokastër pero al menos dos o tres por día. Salimos apenas pasado el mediodía. El minibús iba completo, incluso con banquetas en el pasillo.
En Gjirokastër nos quedamos en la casa de una familia maravillosa. Tiene apartamentos tipo estudio, con una habitación amplia con cocineta, jarra eléctrica, nevera. En el exterior, varias terrazas escalonadas y jalonadas de parras y otros frutales, ofrecen vistas completas de la ciudad y la fortaleza.
Esta fortaleza a la que subimos poco después de llegar, se eleva estratégicamente sobre una colina. Las primeras piedras han sido fechadas en el siglo XI. Luego la construcción fue ocupada por bastiones de distintos dominios, sobre todo en 1812 bajo las órdenes del gobernante Ali Pasha.
El casco antiguo y el bazar, constituyen un ramillete de callejuelas adoquinadas coloridas. El encanto contrasta con la dureza de la piedra. Las sonrisas amables de la gente completan lo paradójico. Lo vivo se hace más blando en la ciudad de piedra.
Visitamos mansiones otomanas como la casa Skenduli y Zekte en el barrio Dunavat. Estas antiguas residencias tradicionales son unas de las maravillas que nos vamos a llevar en la memoria al viajar a Albania. Las viviendas conservan sus dependencias originales tal y como eran hace cientos de años.

Nos dejamos llevar una y otra vez por las pendientes empinadas y disfrutamos cada metro. Las vistas nos sorprenden con edificios que parecen inalcanzables, sin embargo, tras trepar embarulladamente uno o dos callejones, ya estamos donde no habíamos creído llegar.

Gjirokastër es así de increíble y mágica. Andando por allí me sentí cercana, hermana de Ismail Kadaré. Una sincera bendición haber vivido este día tal y como ha sido.

Viajar a Albania y estar en Gjirokastër es un sueño más hecho realidad.

Ojo Azul, una fresca laguna escondida entre montañas

Ojo Azul, “Syri i kaltër”, a menudo denominado Blue Eye en inglés. Se trata de una laguna profundamente azul cuya visita no podemos dejar de lado. A pesar de encontrarse un tanto aislada, viajar a Albania no es peligroso y siempre encontrarás personas dispuestas a explicarte el mejor camino para llegar. Aunque no hablemos el extraño idioma albanés, nos entenderemos igual.

Esta laguna se encuentra junto al pequeño poblado Ndërlysa. Si hemos llegado de Valbona a Theth, definitivamente debemos caminar hasta allí. El camino para llegar es pedregoso y no esta muy preparado para los caminantes. La señalización es poca y confusa, pero preguntando se llega igual.

Saliendo de Theth y pasando cerca de su emblemática iglesia debemos encontrar el río y cruzarlo por alguna parte. Vadearlo quizás. No está indicado. Sin embargo hay que cruzarlo y del otro lado del río encontraremos el camino hacia el Ojo Azul. Se puede llegar en vehículo por una ruta de escabroso ripio hasta Ndërlysa; luego hay que caminar todavía más por un sendero angosto y sinuoso que sube y baja.

El Ojo Azul es un pozón de agua transparente y muy fresca. El color es de un espléndido turquesa con un brillo especial por las rocas ocres del fondo y de los alrededores. La caminata, bajo un sol calcinante sobre las piedras, ameritan seguramente un chapuzón gratificante.

Lamentablemente, como la laguna y cascada son tan bonitas, llega mucha gente, y como el espacio alrededor del pozón es reducido, no se suele encontrar un sitio tranquilo. Es conveniente salir muy temprano, por el calor, ya que son más de dos horas de caminata y para aprovechar el lugar antes de que llegue el resto de la multitud.

Regresando entramos a un cañón con varias cascadas y pozones por donde también es gratificante a los sentidos dar una vuelta. En esta oportunidad también hicimos dedo y nos llevaron en una combi que iba repleta pero nos llevaron igual y como había una guitarra, cantamos un rato para los albaneses.

En el bar de abajo, donde se encuentra la aldea, contactamos con al chofer que Mama Rosa había tenido la gentileza de llamar. Esto sucede a menudo cuando uno viaja a Albania. Si bien no entendemos nada de su lengua, siempre se las arreglan para ayudarnos.

El chofer y su furgón nos estaba esperando y pusimos rumbo de retorno a Shkodër.

La carretera, salvo el primer tramo, está pavimentada recientemente. Es una seguidilla de curvas cerradas. Sin embargo dejarse llevar y viajar en Albania no resulta peligroso, es seguro porque los conductores son tranquilos y respetuosos, además de conocer muy bien los caminos.

Al llegar a Shkodër y como ya no había lugar en My hostel de Bruno, fuimos al Taraboush donde fueron muy amables y nos cocinamos un arroz con brócoli. El viaje desde Blue Eye a Shkodër nos costó 10 euros. El hotel fueron 20 euros y estuvo muy bien, muy cómodo y muy buena gente.

Prokletije, las montañas malditas: Valbona a Teth y los fiordos del Koman

Nosotros y la inmensidad, a través del lago Koman hacia más montañas y más allá

Se prevé un día largo. Aún no lo sabemos aún pero la belleza será deslumbrante y el desafío casi nos deja sin aliento. Hacer trekking en Albania es un deber. Dónde hacer trekking, en los Alpes albaneses, las montañas malditas o «Prokletije».

Aunque hemos leído que hacer la caminata de Valbona a Teth o viceversa, es la travesía más popular donde hacer trekking en Albania, en nuestro andar no nos cruzaremos tantos caminantes.

Encarar este sendero implica varios movimientos previos. Ir a Shkodër y desde allí tomar un minibús hasta el Lago Koman, luego cruzar este lago enorme que fluye entre las escarpadas montañas y sinuosas costas y, a continuación, tomar otro transporte hasta Valbona. Se precisan varias horas para hacer todo esto y aunque no estaría mal pasar una noche en Valbona, hemos decidido caminar el mismo día.

Nos levantamos antes del amanecer. El muhazir de las 5 de la mañana nos despierta con su seductor llamado. A las 6.30 salen los furgones hacia Koman donde tomaremos el ferry. Los furgones tardan 2 horas y cuestan 6 euros. El camino no es de un buen pavimento pero es de una terracería estable y se pasa bien. Al llegar a Koman hay un par de ferries esperando. Cuesta entre 5 a 6 euros el viaje. Son 3 horas de navegación entre montañas. El lago es inmenso y las vistas sorprenden y nos maravillan por todos los costados. El paisaje no da tregua durante las tres horas que dura el viaje. Tan sólo hacer la navegación por el Lago Koman, vale la pena.

Cuando llegamos a Fierze, final de recorrido por el lago, desembarcamos y nos tomamos un taxi colectivo a Valbona. Los taxis colectivos estarán esperando allí. Son otros 6 euros.
Ya en Valbona y siete horas después de haber arrancado de Shkodër, buscamos el sendero de trek para cruzar las montañas, altas, hacia Teth.

La caminata es otra parte alucinante de la jornada. No tiene desperdicio. El sendero arranca a un kilómetro de la Oficina de Turismo de Valbona. Caminamos por la carretera buscando el sendero y esa puede ser la única parte densa de la caminata, porque va por el asfalto; sin embargo, las vistas de las Prokletije en todo su esplendor nos seducen a cada paso. Avanzamos de frente hacia ellas con una mezcla de emoción, alegría y temor. ¿Llegaremos? ¡Son tan altas! ¡Tanta roca!

Malditas, ¡allá vamos!

A las 14.15 estamos junto al primer cartel del camino: Teth, 12 km. Estimamos por lo tanto llegar ya entrado el anochecer.

Los primeros 4 kilómetros son por el lecho pedregoso de un río seco. No podemos avanzar ágilmente por la pesada viscosidad de tanta piedra amontonada y floja. Piedras blancas que se extienden hacia los costados. Poca vegetación alrededor, mucha piedra blanca y las siluetas impresionantes de los Alpes albaneses. Empinados y escarpados. Verticales, grises, salpicados de manchones de bosque verde. Sorteamos estos primeros y engorrosos 4 kilómetros mientras yo me quejo con Martín que no doy más. Y aún no hemos comenzado.

A las 15.15, una hora después, llegamos al segundo cartel a las 15.15: Thet, 9 km, 6hs 40.  Enfrente se elevan las montañas. Son un muro compacto. Tratamos de adivinar por dónde será el paso. Imposible descifrarlo. ¿Habrá que subir todo eso? ¿Tanto y tan empinado? La única respuesta es seguir el camino. Siempre subiendo pasamos por algunas casas y una casa de té. La dueña nos invita a quedarnos y nos señala en el reloj que es muy tarde para caminar a Teth pero no titubeamos. ¡Allá vamos!

El sendero no deja de subir. No tiene mucho sombra de este lado pero ayuda que esté nublado. Hacemos una sola parada de 10 minutos durante la subida en punto que resulta un buen mirador natural. Pasamos por una casa de té donde cargamos agua riquísima y sin detenernos más, a las 17 hs alcanzamos el paso.

Es el momento espectacular. La conquista del collado. El sabor de la gloria. El encuentro de los vientos donde sucumben las alturas. Está fresco, sopla ese aire gélido y familiar que tienen los aires puros y vírgenes de las cumbres.  Nos quedamos un poco disfrutando del paso de Valbona, y comenzamos el descenso que para mí es siempre lo más duro.

Al principio ayuda que sea por un hermoso bosque de hayas. Tras una hora de descenso por el bosque el camino se vuelve más pedregoso y menos amable pero no nos podemos detener porque la noche se nos vendrá encima. A las 19 ya estamos llegando a Thet pero aún falta un buen tirón hasta la «guesthouse» donde descansaremos. Seguimos caminando en dirección al centro de Teth.

Antes de la travesía, buscando dónde hacer trekking en Albania, intenté mirar cuáles eran las posadas más cercanas a la llegada del sendero, sin embargo no es fácil preverlo antes de estar ahí. Nuestra posada está en el mero centro y para llegar faltan aún un par de kilómetros. Se hace de noche y antes de llegar al centro le hago señas a una camioneta y nos para y nos lleva. Son un chico y una chica que tienen una casa de té, creo que la última del camino. Los vimos al pasar. La casa está justo en una curva y junto a un arroyo donde nosotros paramos a tomar agua. Más adelante ese mismo chico y la chica bajaron con una mula y pasaron delante nuestro. Luego fueron los que venían en la camioneta.

Ya en el centro de Teth, sin alumbrado público, dimos varias vueltas hasta dar con la entrada de la guesthouse donde nos quedamos. Llegamos de noche. Mama Rosa, la anfitriona de la posada, nos obligó a comer algo y me dio un calentador para el agua para el mate. Nos duchamos y ya estábamos reconstituidos al 100 cien por ciento tras una jornada intensamente bella.

Valbona y Teth son los dos enclaves donde hacer trekking en Albania, se puede comenzar desde ambos y, los dos lugares están rodeados de otros rincones paradisíacos adonde se puede caminar. Nosotros, desde Teth, visitaremos la laguna y cascada Ojo Azul.

Shkodër, la puerta a los fiordos y a los Alpes albaneses

Shkodër: rumbo a las montañas malditas

Vamos a recorrer parte de las montañas Prokletije, palabra que significa «maldito» y a la que encuentro familiaridad con la palabra rusa «proklinat», maldecir. Nada que deba asustar, si hay una conclusión que sacamos de este viaje, es que viajar a Albania es seguro, además de hermoso en muchos aspectos.

Para iniciar esta caminata salimos desde Tirana hacia Shkodër. La travesía es un verdadero trajín con sabor a aventura y paisajes increíbles. Desde Tirana a Shkodër salimos de la Terminal capitalina del Norte. Para llegar hasta allí tomamos el bus número 5, desde el centro de Tirana, en dirección Institut. Nos bajamos a pocos metros de la Terminal.

El bus a Shkodër demora normalmente dos horas pero con tráfico, que es normal, tomará al menos media hora más. Llegamos a Shkodër y buscamos un lugar para quedarnos y organizar la salida a las montañas. Las salidas hacia el Lago Koman y los ferries sólo parten temprano por lo que, a nuestra llegada a Shkodër, no nos queda más remedio que quedarnos a recorrer esta ciudad que tiene una simpática peatonal y un camino de 4 kilómetros hasta una fortaleza.

Todo se puede recorrer en bicicleta. Alquilan en varios lugares y es un lugar donde el hábito de pedalear está muy arraigado. Además viajar a Albania es tan seguro que ni siquiera se necesita candado.

Las vistas desde la Fortaleza están muy buenas. Hay que subir un trecho hasta allí pero vale la pena. Las bicicletas se pueden dejar sobre las veredas y sin candado. Al parecer la gente es muy honesta.

Para dormir en Shkodër conseguimos el «My hostel». Nos resultó barato, 15 euros para dos, muy cómodo ya que tiene varias salas de estar bien ventiladas, una buena cocina, refrigerador, lavarropas en un baño y la vista desde nuestra habitación que es enorme, abarca todo lo más colorido de la peatonal. El muhazir de la mezquita le da un toque musical a la tarde.

Tirana, una capital amigable y cientos de miles de búnkers

Cómo llegar a Tirana capital de Albania

Esta vez nos dirigimos a descubrir un país insólito, sorprendente y que resultó maravilloso: Albania. Para ir ir a Albania, desde la Península Ibérica, lo que se necesita es tomar un vuelo desde cualquier ciudad con aeropuerto hacia Tirana que es la capital de Albania.

Los vuelos no son caros. Los más baratos suelen salir desde Barcelona o desde Santander a través de Vueling -evitando Ryanair que siempre es un dolor de cabeza- y combinando después. Nosotros tomamos Santander a Bologna y desde allí  hasta Tirana.  De regreso hicimos escala en Bérgamo, ciudad que pudimos recorrer ya que el trayecto es accesible y sencillo desde el aeropuerto y Bérgamo valió la pena una visita.

Ya en Albania nos alojamos en Tirana Traditional Home que reservamos previamente por booking.com sin pagar nada. El lugar es una casa bien preparada. Amplia, con sala, cocina, comedor, refrigerador. Todo lo necesario, limpio y cuyos anfitriones son muy buena onda. Muy amables nos esperaban con un té y una galletita aunque nuestra llegada fue casi medianoche. Hay dos habitaciones. En una habitación hay dos camas individuales y en la otra una cama grande, placar, sillón. Está cerca del centro y la puerta de entrada se deja sin llave.

Cómo llegar desde el aeropuerto de Tirana al centro de la ciudad?

Para llegar desde el aeropuerto al centro de Tirana tomamos el bus Luna, 100 lek que es la moneda de Albania, equivalen a 1 euro. El bus Luna se puede pagar con euros. La combi es visible a la salida del aeropuerto. Hay a cada hora hasta las 23. Llegamos justo.
Lo que se necesita para ir a Albania, sin importar las circunstancias y restricciones que imperen en la actualidad internacional, es sólo pasaporte en vigor. Aún en tiempos de pandemia, y no se exige uso de mascarilla.
Desde el alojamiento recorrimos toda la ciudad a pie. El centro neurálgico y los parques. El centrocentro es la plaza (shisha) Skanderbërg. Todo gira alrededor. Se trata de un centro lleno de vida. Calles peatonales, bares, música en vivo, edificios modernos y mezquitas antiguas.

La gente es amable todo el tiempo. No se molestan si uno no les entiende y hacen un simpático esfuerzo para explicarnos mejor.

Albania, de principio a fin se ha destacado durante nuestro viaje por la honestidad y cordialidad de su gente. Es un país seguro, más que otros, y los albaneses son solícitos y generosos sin abusar del viajero sino todo lo contrario.

Cientos de miles de bunkers

Puede resultar exagerado pero es la pura verdad. Durante la guerra fría a lo largo y a lo ancho de Albania se construyeron más de 173mil y pico de bunkers. El proyecto inicial era de más de 242mil. Los hay en todo el subsuelo del país. Cuando recorrimos la costa, en la región que rodea las playas de Ksamil, caminando y sin buscarlo, caímos en varios de estas redes subterráneas.
Fuimos a visitar uno de los más grandes, 3 hectáreas de construcciones subterráneas que albergan desde oficinas, habitaciones hasta un teatro que no tiene nada que envidiar a las salas urbanas.
Para llegar al BunkArt -así le llaman- tomamos un bus a Linzë desde la plaza del centro. Le preguntamos al chofer «Linzë, Bunkart?» y nos responde «po» que significa «sí». Si dijera «io» que se escribe «jo», es «no».
Desde donde nos dejó el bus ascendimos unos 10 minutos y nos metemos en un extenso túnel que es el acceso al búnker.
Los autobuses urbanos en Tirana cuestan 40 lek. La entrada a BunkArt cuesta 500.
Dentro de las habitaciones del búnker se ha constituido un museo histórico enorme y con muchísima información. Imposible leer y grabar en la memoria tantos datos.
La exposición está muy bien, muy completa y muy bien montada.

Finalizada la visita al búnker que en este momento está abierto hasta las 16 hs, se puede subir un poco más y tomar el Dajti Express, el funicular que sube a más de 1600 metros en 15 minutos. Arriba hay un merendero, parrillas y senderos que se adentran en el bosque.
El funicular cuesta 800 lek ida y vuelta y el horario de funcionamiento cambia según la temporada. Suele acabar entre las 16 y las 19.

Los albaneses, un pueblo amigable

Bajando a tomar el bus para regresar a Tirana, entramos a una verdulería a comprar tomate y aguacate y en mí afán de preguntar cómo se dice, nos regalaron unos tomatitos cherry deliciosos y dos tipos de rúcula espectacular.
Todas las personas que nos vamos topando son amables, agradables, simpáticas y generosas.
También son alegres y se ve que les gusta leer porque hay multitud de ventas de libros de segunda mano, muchos libros y muy interesantes. Música en la calle todo el tiempo y gente bailando también.
Anduvimos callejeando hasta cerca de la medianoche. Cenamos kebab, döner, abundante y sabroso, con cerveza kosovar y albanesa.
La noche es tranquila y segura en las avenidas y callejones de la capital.