Ojo Azul, “Syri i kaltër”, a menudo denominado Blue Eye en inglés. Se trata de una laguna profundamente azul cuya visita no podemos dejar de lado. A pesar de encontrarse un tanto aislada, viajar a Albania no es peligroso y siempre encontrarás personas dispuestas a explicarte el mejor camino para llegar. Aunque no hablemos el extraño idioma albanés, nos entenderemos igual.
Esta laguna se encuentra junto al pequeño poblado Ndërlysa. Si hemos llegado de Valbona a Theth, definitivamente debemos caminar hasta allí. El camino para llegar es pedregoso y no esta muy preparado para los caminantes. La señalización es poca y confusa, pero preguntando se llega igual.
Saliendo de Theth y pasando cerca de su emblemática iglesia debemos encontrar el río y cruzarlo por alguna parte. Vadearlo quizás. No está indicado. Sin embargo hay que cruzarlo y del otro lado del río encontraremos el camino hacia el Ojo Azul. Se puede llegar en vehículo por una ruta de escabroso ripio hasta Ndërlysa; luego hay que caminar todavía más por un sendero angosto y sinuoso que sube y baja.
El Ojo Azul es un pozón de agua transparente y muy fresca. El color es de un espléndido turquesa con un brillo especial por las rocas ocres del fondo y de los alrededores. La caminata, bajo un sol calcinante sobre las piedras, ameritan seguramente un chapuzón gratificante.
Lamentablemente, como la laguna y cascada son tan bonitas, llega mucha gente, y como el espacio alrededor del pozón es reducido, no se suele encontrar un sitio tranquilo. Es conveniente salir muy temprano, por el calor, ya que son más de dos horas de caminata y para aprovechar el lugar antes de que llegue el resto de la multitud.
Regresando entramos a un cañón con varias cascadas y pozones por donde también es gratificante a los sentidos dar una vuelta. En esta oportunidad también hicimos dedo y nos llevaron en una combi que iba repleta pero nos llevaron igual y como había una guitarra, cantamos un rato para los albaneses.
En el bar de abajo, donde se encuentra la aldea, contactamos con al chofer que Mama Rosa había tenido la gentileza de llamar. Esto sucede a menudo cuando uno viaja a Albania. Si bien no entendemos nada de su lengua, siempre se las arreglan para ayudarnos.
El chofer y su furgón nos estaba esperando y pusimos rumbo de retorno a Shkodër.
La carretera, salvo el primer tramo, está pavimentada recientemente. Es una seguidilla de curvas cerradas. Sin embargo dejarse llevar y viajar en Albania no resulta peligroso, es seguro porque los conductores son tranquilos y respetuosos, además de conocer muy bien los caminos.
Al llegar a Shkodër y como ya no había lugar en My hostel de Bruno, fuimos al Taraboush donde fueron muy amables y nos cocinamos un arroz con brócoli. El viaje desde Blue Eye a Shkodër nos costó 10 euros. El hotel fueron 20 euros y estuvo muy bien, muy cómodo y muy buena gente.