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Las mejores playas de Albania, Cañón de Gjipe y retazos del paraíso

Rematando un viaje fenomenal nos fuimos al pueblo de Vuno. Un pueblo con un encanto especial. Encaramado en las laderas de la montaña, un balcón natural hacia el azul marino ilimitado de las mejores playas de Albania.

Nos alojamos en lo de Alex, desde allí, las vistas del mar son infinitas. El atardecer es incomparable y pasar horas en la terraza del cuarto no tiene precio.

En el pueblo de Vuno hay dos restaurantes. Frugales pero con gente buena onda. Es más caro que comer en la ciudad y por eso es aconsejable llevar algo de comida. En Vuno no hay supermercado, sólo se puede comprar algo en la proveeduría del bar.

En Dhermi, otras de las ciudades que goza del elixir de las mejores playas de Albania, a algunos kilómetros de Vuno, sí hay supermercados y más servicios. Dhermi también es pintoresco pero más movidito. Para hacer el sendero del Cañón de Gjipe creo que está mejor quedarse en Vuno.

Desde el pueblo caminamos un poco por la carretera hasta encontrar el sendero del Cañón. Está bien señalizado y es espectacular. Tanto el sendero como las panorámicas impresionantes del cañón que se abre entre las montañas y la playa de Gjipe, constituyen un espectáculo relevante. Hay que hacerlo y si es posible tomarse todo el día porque cuando lleguemos a Gjipe que es sin duda quien lidera las mejores playas de Albania, no nos vamos a querer ir enseguida. Es un paraíso!

Nosotros hicimos mucho en un solo día. Llegamos a las arenas de Gjipe pasado el mediodía y luego, para regresar a Vuno, tomamos otro sendero que sale del otro lado del cañón. Se puede hacer sin dificultad. Está bien señalizado, aunque como nos agarró la noche, nos perdimos un rato en la oscuridad y en el bosque pero finalmente, subiendo, subiendo, llegamos a Vuno.

El lugar nos gustó tanto que decidimos quedarnos un día más para visitar otras de las mejores playas de Albania. Al día siguiente fuimos a Dhermi y para no perdernos nada, de regreso, fuimos también a la playa Jalës. Bajamos caminando y de regreso hicimos dedo.

Varias veces hicimos dedo para ahorrarnos algunos kilómetros de curvas por la carretera y siempre nos llevaron enseguida y con la mejor buena onda.

Estos dos días fueron de playa y a pleno. Hace calor. Nos hizo un clima fantástico durante todo el viaje.

Ahora ya tocaba volver a Tirana por un día y tomar el avión de regreso. Los buses pasan por Vuno y paran cerca del bar-café-proveeduría. La gente en Vuno, al igual que en toda la Albania que recorrimos, es súper amable, amigable y siempre nos respondieron con generosidad y sonrisas. Incluso, ya en Tirana, pasamos por una anécdota que si no fuera por la buena predisposición de los albaneses, hubiera sido peor que un molesto dolor de cabeza. Martín perdió el pasaporte pero ni se había dado cuenta. Pocas horas antes de ir al aeropuerto para regresar a casa. Un buen albanés Emir Topi, supo como comunicarse para devolver el pasaporte. Lo llevó hasta donde estábamos y terminamos tomando una cerveza con él y su esposa y forjando una linda amistad. Cosas que pasan..,

Algo imprescindible que ver en Albania, las ruinas de Butrint

Las ruinas de Butrint o Butrinto constituyen un hito imprescindible que ver en Albania. Se encuentran a cinco kilómetros de Ksamil por lo que podemos hacer una combinación perfecta de historia y playas albanesas. El autobús que recorre toda la costa desde Sarandë nos llevará hasta allí.

Dícese que las ruinas son de una antigua ciudad griega, sin embargo, si observamos los muros que rodean a los edificios, una muralla que bordea la costa, veremos que, evidentemente, las enormes piedras de la parte inferior del muro son muchos más antiguas, de tamaño diferente y encastradas unas con otras como sólo lo hacían las civilizaciones más antiguas y misteriosas de la humanidad.

Existe una leyenda acerca del nombre, Butrint, que significa «toro herido» en griego antiguo. Según esta leyenda la ciudad fue fundada por los troyanos sobrevivientes del incendio de su ciudad. Aeneas, el hijo del rey sacrificó entonces un toro. El toro era fuerte, se negó a morir y escapó hacia el mar. Por eso dicen que llamaron Butrint a esta ciudad. Otra historia diferente nos cuenta Virgilio en la Eneida, donde describe que esta ciudad, Buthrotum, fue fundada por Heleno, hijo de Príamo y hermano de Paris y Héctor, que había huido de la Troya.

El recorrido nos puede tomar más de medio día. Las ruinas son muy interesantes y hay muchos edificios y zonas para explorar. Además las vistas panorámicas son muy bellas.

Las primeras construcciones se han catalogado como de épocas prehistóricas. Hay yacimientos del siglo X y III antes de Cristo y edificaciones sucesivas y posteriores de otros dominios, como romanos, bizantinos, normandos y  venecianos. De estos últimos se conservan algunas de sus construcciones típicas.

Por el siglo IV antes de Cristo, la ciudad se transformó en un centro de culto, donde tuvo especial importancia Asclepio, dios de la medicina. En el 220 antes de Cristo fue invadida por los romanos y ya en el siglo I formó parte de la provincia romana de Macedonia.  El emperador Augusto enriqueció los templos, las fuentes y termas y el remodelado teatro que se encuentra completamente mantenido, restaurado y eventualmente se efectúan allí representaciones. Posee una acústica espectacular.

De los primeros cristianos la ciudad conserva el gran baptisterio y la basílica, del siglo VI. Ya en este siglo y en el VII, Butrint redujo su tamaño y se convirtió en un puesto fortificado que peleaba por su supervivencia frente a normandos y búlgaros. Después de 1700 llegaron los franceses y después los turcos que construyeron dos castillos.

La mayoría de las edificaciones conservan su estructura y ornamentación. También hay pasadizos y túneles que aún están sin explorar, y hay escenas paganas y otras cristianas graficadas en mosaiquería.

Fue una visita estupenda que completó la postal de lo que hay que ver en Albania, una visita disfrutada a pleno y con sumo interés.

Se recomienda llevar agua y un picnic para hacer una pausa y que la jornada sea perfecta.

Para cenar, nada mejor que un buen pescado fresco comprado al paso en el asador del centro de Ksamil por 1100 leks que es la moneda de Albania. ¡Delicioso!

Playas de Albania, Ksamil: entre el Adriático y el Jónico

Dejamos Gjirokastër con la satisfacción de haber colmado un deseo que si bien se había gestado de una novela, no resultaba ser pura ficción. El relato por más fantástico que pudiera resultar a un lector realista, traduce la magia de una ciudad increíble. Partimos entonces buscando el mar, las playas de Albania. Siempre buscamos el mar para aliviar el calor o las emociones demasiado fuertes. El mar es siempre una promesa infinita.

Salimos hacia Sarandë, ciudad frente a la cual se encuentra la isla griega de Corfu. Para ir a Sarandë tomamos un bus y luego, allí, cerca de la oficina de turismo, otro bus que hace el recorrido hasta las ruinas de Butrinto.

Como teníamos tiempo, al llegar a Sarandë, comimos algo, dimos unas vueltas, fuimos hasta el mar.

Sarandë es una ciudad concurrida. De allí salen y vienen los ferrys a Grecia todo el tiempo. Es fácil hacer una visita de uno o un par de días a la isla.

El bus hacia Butrint tiene varias paradas en los accesos a playas de agua turquesa y arenas claras. No nos deja en la mera costa sino que hay que caminar un poco y bajar alguna ladera por un camino sinuoso y más o menos largos según las playas de Albania que elijamos visitar.

En Ksamil las playas están cerca. Es una población turística veraniega.

Nos alojamos en un estudio súper confortable a dos cuadras del centro y cuatro cuadras del mar.  Allí teníamos refrigerador, cocineta, aire acondicionado, una mesa en una pequeña terraza con jardín. Fue muy cómodo y barato.

Estuvimos dos noches. Recorrimos las playas cercanas. Se puede ir tomando el autobús y bajarse en Pulebardha, y después caminar un poco hasta otra playa o tomar el autobús otra vez. No son muchos kilómetros pero hace calor, los caminos no son llanos sino que suben colinas que separan las diferentes bahías. Se pueden visitar también Shpella e Pullebabe, Kalami, Isolle Gemelle y hay muchas más.

Las playas son parte de un Parque Natural y Reserva. Son de aspecto paradisíaco pero demasiado atiborradas de reposeras y sombrillas de alquiler. Casi no queda hueco libre para tirarse en la arena. Aunque siempre logramos encontrar un lugar.

También hicimos dedo para bajar hasta la playa y por supuesto nos llevaron. Caminamos bastante entre playa y encontramos un montón de búnkers y túneles con inscripciones extrañas que se conservan desde la segunda guerra mundial.

Desde Ksamil y con el mismo bus que hace el recorrido desde Sarandë, visitamos las ruinas de Butrint, pero eso es otro capítulo de este viaje.

Ojo Azul, una fresca laguna escondida entre montañas

Ojo Azul, “Syri i kaltër”, a menudo denominado Blue Eye en inglés. Se trata de una laguna profundamente azul cuya visita no podemos dejar de lado. A pesar de encontrarse un tanto aislada, viajar a Albania no es peligroso y siempre encontrarás personas dispuestas a explicarte el mejor camino para llegar. Aunque no hablemos el extraño idioma albanés, nos entenderemos igual.

Esta laguna se encuentra junto al pequeño poblado Ndërlysa. Si hemos llegado de Valbona a Theth, definitivamente debemos caminar hasta allí. El camino para llegar es pedregoso y no esta muy preparado para los caminantes. La señalización es poca y confusa, pero preguntando se llega igual.

Saliendo de Theth y pasando cerca de su emblemática iglesia debemos encontrar el río y cruzarlo por alguna parte. Vadearlo quizás. No está indicado. Sin embargo hay que cruzarlo y del otro lado del río encontraremos el camino hacia el Ojo Azul. Se puede llegar en vehículo por una ruta de escabroso ripio hasta Ndërlysa; luego hay que caminar todavía más por un sendero angosto y sinuoso que sube y baja.

El Ojo Azul es un pozón de agua transparente y muy fresca. El color es de un espléndido turquesa con un brillo especial por las rocas ocres del fondo y de los alrededores. La caminata, bajo un sol calcinante sobre las piedras, ameritan seguramente un chapuzón gratificante.

Lamentablemente, como la laguna y cascada son tan bonitas, llega mucha gente, y como el espacio alrededor del pozón es reducido, no se suele encontrar un sitio tranquilo. Es conveniente salir muy temprano, por el calor, ya que son más de dos horas de caminata y para aprovechar el lugar antes de que llegue el resto de la multitud.

Regresando entramos a un cañón con varias cascadas y pozones por donde también es gratificante a los sentidos dar una vuelta. En esta oportunidad también hicimos dedo y nos llevaron en una combi que iba repleta pero nos llevaron igual y como había una guitarra, cantamos un rato para los albaneses.

En el bar de abajo, donde se encuentra la aldea, contactamos con al chofer que Mama Rosa había tenido la gentileza de llamar. Esto sucede a menudo cuando uno viaja a Albania. Si bien no entendemos nada de su lengua, siempre se las arreglan para ayudarnos.

El chofer y su furgón nos estaba esperando y pusimos rumbo de retorno a Shkodër.

La carretera, salvo el primer tramo, está pavimentada recientemente. Es una seguidilla de curvas cerradas. Sin embargo dejarse llevar y viajar en Albania no resulta peligroso, es seguro porque los conductores son tranquilos y respetuosos, además de conocer muy bien los caminos.

Al llegar a Shkodër y como ya no había lugar en My hostel de Bruno, fuimos al Taraboush donde fueron muy amables y nos cocinamos un arroz con brócoli. El viaje desde Blue Eye a Shkodër nos costó 10 euros. El hotel fueron 20 euros y estuvo muy bien, muy cómodo y muy buena gente.