Una de las vías verdes en el País Vasco más larga y variada es la vía verde del Ferrocarril Vasco Navarro que recorre el trazado del antiguo «Trenico». Este era un tren de vía estrecha que unía Navarra con Gipuzkoa a través de Álava. Un proyecto que comenzó en 1882 y cuya construcción fue muy laboriosa ya que cruza varias cadenas de montañas.
La ruta discurre entre Lizarra (Estella) y Mekolalde, donde el ferrocarril se enlazaba con la línea Maltzaga-Zumárraga, perteneciente a los Ferrocarriles Vascongados, conectando así con toda la red métrica del Cantábrico. Además del itinerario principal, este ferrocarril sumaba dos ramales más: uno que desde San Prudencio daba acceso a la histórica villa de Oñati y otro al Santuario de Estibaliz desde Andollu,
¿Cómo llegar al inicio de la vía verde?
Hicimos esta ruta con Martín y arrancamos desde mi morada en Errigoiti en el mes de octubre.
Bajamos a Gernika con las bicis ya equipadas para un viaje que planificamos hacer en tres días y tomamos el Euskotren hacia Bilbao para combinar en Lemoa y llegar a Eibar.
En Eibar comenzamos a pedalear hacia Bergara y ya estábamos sobre la vía verde.
Es una gran ventaja que esta vía verde arranque tan cerca de varias estaciones de Euskotren ya que esto nos permite viajar hasta allí sin problemas y con todo listo para sólo bajarnos del tren, montarnos en la bici y comenzar a pedalear.
Si se desea comenzar desde Lizarra, en el sentido inverso, también puede hacerse. Los autobuses de Alava Bus también llevan las bicicletas en sus bodegas. Sólo hay que sacar las alforjas.
Recorrido y etapas de vías verdes en el País Vasco
El recorrido es bastante largo. Nosotros hicimos 150 km ya que salimos desde Errigoiti y nos desviamos al centro de Gasteiz-Vitoria, para dormir en el camping. Lo positivo de esta longitud es que los diversos paisajes del País Vasco rompen la monotonía y van exponiendo su esplendor a lo largo del recorrido.
Hay momentos en los que cruzamos bosques frondosos, otros campos sembrados de cereal , después montañas, ríos, gargantas y ciudades y poblaciones encantadoras e interesantes. Todo ello aderezado con las edificaciones de las antiguas estaciones, viaductos, pasarelas y túneles que componen el patrimonio ferroviario.
Etapa 1, desde Eibar a Gasteiz-Vitoria
Desde la estación del Euskotren de Eibar, por carretera, vamos hacia Soraluze. A nuestra derecha discurre el río Deva que cruzaremos varias veces por puentes acondicionados.
Normalmente las vías verdes en el País Vasco surcan entornos agradables. Esta vez comenzamos por un camino enmarcado de árboles y vamos pasando antiguas estaciones de tren y merenderos donde descansar o parar a hacer un picnic.
Después, al llegar hasta un túnel que no está recuperado como vía ciclística y que esta inundado, debemos tomar la carretera que sube al puerto de Arlabán.
Más adelante atravesamos Arrasate-Mondragón, Aratxabaleta y Eskoriatza, para comenzar a subir el alto de la virgen de Dorleta, donde tenemos un monumento a los ciclistas. Llegamos bajando a Landa y saliéndonos de la vía verde rodeamos el embalse hasta llegar a la presa del mismo.
Como no hay posibilidad de pernocte cerca de la vía verde y no parece seguro acampar sobre las lagunas de, nos dirigimos a la ciudad de Gasteiz y tras cruzar toda la ciudad, ya de noche, vamos al camping.
Etapa 2, desde Gasteiz a Lizarra-Estella
Gasteiz es una ciudad amable con las bicis. Hay mucho bidegorri, camino rojo, pista ciclable. Por estas sendas se puede transitar por todo el espacio urbano, atravesando además enormes espacios verdes y parques y llegar al inicio de la vía verde.
Retomando la vía verde del Ferrocarril Vasco Navarro llegamos, ascendiendo paulatinamente, hasta el túnel de Laminoria. Este túnel, cuando hicimos la ruta, en octubre de 2022, estaba inundado por lo que se debe continuar pedaleando por carretera hacia el puerto de Gereñu.
La pendiente a Gereñu es fuerte aunque asequible. Subimos pedaleando con calma. Una alternativa es cruzar esta ruta por un paso subterráneo y subir por el puerto de Ullibarri cuyas pendientes son más suaves pero con más tráfico. Nosotros subimos por Gereñu y las vistas valen la pena.
Desde el puerto de Guereñu la ruta presenta toboganes, sube y baja constantemente y exige un poco de esfuerzo. Llegamos a una ermita, San Toribio, y desde allí volvemos a tomar la vía verde pasando el túnel de Leortza. Llegamos a Maeztu y hacemos un alto para reponer fuerzas.
Luego comienza la deliciosa bajada. Pasamos por el centro de información del ferrocarril de Antoñana donde se exponen algunos vagones del antiguo tren. Antes de llegar a Acedo pasamos el viaducto y luego cruzamos el túnel de Arquijas. Este túnel tiene más de 1 km y la iluminación es deficiente por lo que, antes de entrar, es importante controlar y encender las lámparas.
Nuevamente tenemos un tramo de subidas y bajadas de 5 km hasta el poblado de Zufia. Desde Zufia, por la pista ciclable del trazado ferroviario llegamos a la antigua estación de Lizararra-Estella. Allí mismo, al día siguiente, tomamos el autobús a Gasteiz y, desde allí a Bilbao culminando una de las vías verdes en el País Vasco más completa y rica.
En Lizarra dormimos en un camping cerca de la ciudad.
Portugal es un país que regala variedad de paisajes, mar, sierra, montaña, lagunas, además de ciudades históricas y coloniales, fortalezas y castillos, pueblos pesqueros y reservas naturales que preservan el lado salvaje de la geografía y sus riquezas. Recorrer Portugal en bicicleta es además ideal para alejarse de los lluviosos otoños o inviernos del interior de la Península Ibérica. Para quienes solemos residir en el Cantábrico con sus humedades y sus vientos marinos eternos, escapar a Portugal por unos días, es la mejor opción.
Hemos hecho esta ruta entre enero y febrero con Iñaki Gurmindo que se reveló como un compañero de viaje perfecto. Era su primera experiencia de travesía en bici con carga y, no sólo mantuvo un ritmo envidiable y sorprendente en nuestras jornadas de entre 60 a 80 km, sino que, además, concordó espontáneamente con el ajetreo atípico que suelo llevar yo, hacer muchos kilómetros sin parar y sin comer, optando por carreteras cómodas aunque esto exija, de vez en cuando, circular con tráfico. Como si fuera poco, asumió el stress del GPS ante mi desorientación habitual, y elaboró menús gourmet malcriándome el paladar poco acostumbrado a las delicias de la vida cotidiana. Además de pedalear, recorrer Portugal en bicicleta y, en fin, vivir la vida de viaje, hemos comido y bebido como dioses, saboreando además conversaciones filosóficas y existenciales insospechadas para alguien tan joven y contemporáneo.
El Algarve y la Costa Vicentina, dos emblemas de Portugal en bicicleta
Tanto el Algarve como la Costa Vicentina, discurren cerca de la línea costera. De nuestra elección dependerá incursionar más hacia el interior, si es que en algún momento decidimos tomar estas variantes.
En esta ruta nos beneficiamos de una guía Bici-Map, de ediciones Petirrojo. Nos ayudó muchísimo más que Google maps totalmente desactualizado en Portugal. Las veces que intentamos guiarnos con la tecnología digital terminamos en caminos cerrados o inexistentes, propiedades privadas o barrancos sin sendero a la vista. A partir de la guía se impuso como meta la ciudad andaluza de Sevilla, ya en España. Hasta allí son 720 km divididos en 12 etapas para las que se sugiere disponer de 14 días.
El primer sector que hicimos ni bien arrancar de Lisboa, lo constituye el Alentejo y la Costa Vicentina, sobre cuya ribera atlántica predominan extensiones amplísimas de simpáticos alcornoques. Parecen baobabs y son unos árboles muy bonitos. Algunos tramos de la ruta se hacen largos y solitarios, abunda la paz. Las carreteras que tomamos y que describiré en cada etapa fueron rutas tranquilas, con relativamente poco tráfico. Podíamos ir conversando, cantando, escuchando música y, en general por asfalto muy cómodo. Algunos tramos sobre los acantilados sobre firme de arena, pero en general, ciclable.
La línea costera nos exigirá detenernos ante las bellezas de acantilados, faros y cabos que nos dejan sin aliento y sin palabras. El mar se entromete abruptamente y el oleaje enfurece y espuma entre rocas gigantes.
Debido a las caudalosas rías y estuarios, en las primeras etapas deberemos además tomar dos ferries para avanzar. Finalmente llegaremos hasta el Cabo de San Vicente, la nariz de la península ibérica, su saliencia más occidental atosigada por vientos perennes y desde allí, virando el rumbo por la costa sur de Portugal hasta entrar en Sevilla lo que exige un par más de cruces en barcazas.
Toda la primera parte de la ruta completa acarrea pendientes asequibles. Son unos 3000 m de desnivel total, cruzaremos la Sierra de la Arrábida y luego montes menores. Los últimos tramos, a partir de Faro, es todo plano.
1era etapa: Lisboa a Camping Picheleiros, aventura garantizada
Bautizamos nuestro comienzo con tempestad, viento, lluvia, carreteras que escupen charcos y enmarañados caminos de arena y lodo.
Nuestro recorrido de Portugal en bicicleta empezó de manera fantástica. Llegamos a Lisboa en autobús pasadas las 3 de la madrugada y tuvimos el privilegio de circular plácidamente por las carreteras, avenidas y plazas de una capital dormida. Fue genial. Llegar a la Terminal Oriente que es la más alejada del centro, armar ahí mismo las bicis, y encarar al centro.
Habíamos reservado un alojamiento comodísimo y muy lindo cerca de la Plaza Marques de Pombal al que llegamos por la Rua Liberdade. El recorrido fue sencillo e incluyó algunas pistas ciclables, parques y una ineludible visita a la Plaza de Comercio y sus alrededores céntricos. Todo a la luz de candilejas y con el murmullo del mar.
Descansamos algunas horas en el confortable departamento y arrancamos esta travesía de Portugal en bicicleta. Dimos una vuelta diurna por Lisboa, con un amanecer magnífico y luminoso.
Para comenzar hay que tomar un ferry. Las opciones son dos según vayamos a pedalear por asfalto o rutas más precarias de tierra y gravilla. Para la primera opción, la nuestra, iremos hasta Cais do Sodre y tomaremos el ferry a Seixal. Nos costó en total para los dos con las dos bicicletas, 6.60 euros.
Al llegar a Seixal, rodeando el estacionamiento, tomamos la rotonda a la derecha y vamos contornando la costa de la ría. Vamos a cruzar Amora y llegar a Ferrao Ferré. Hasta allí fue todo más o menos bien. Aún un poco más, hasta llegar a Fontainhas. Luego empezaron las pérdidas.
Quisimos tomar rutas asfaltadas o al menos firmes pero no lo conseguimos. Todos los caminos se convertían en arenales intransitables. Uno de ellos terminó en un terreno alambrado hasta el infinito y sin ni un mínimo hueco para continuar. Tuvimos que pegar la vuelta. Comenzó a llover.
Bajo la lluvia, pertinaz y molesta, pedaleamos por la ruta EN 10 hasta Vila Nogueira de Azeitao. Desde allí, con lluvias esporádicas, intentamos llegar hasta el camping Picheleiros. Nos metimos en un berenjenal de caminos cerrados. Una especie de country donde un hombre se sorprendió al vernos y, tras indicarnos que no podíamos andar pedaleando por allí, nos escoltó hasta una salida de ese predio privado de muchos kilómetros cuadrados.
Parecían pocos kilómetros los que nos faltaban hasta el camping, pero se hacían eternos. Ya era de noche. El camino de tierra, arena, pozos y piedras, tenía desnivel y nada de iluminación.
Al final por milagro, hechos sopa, mojados hasta el caracú, llegamos al camping Pichileiros que no olvidaremos jamás, sobre todo los cálidos y amplios baños donde unos mates y una «polenta a la nada» sabían a «todo» con concierto en vivo.
2da etapa: Picheleiros a Setúbal, relajado y con sol
Había que secar todo. Lo puesto, lo empacado en las alforjas, las alforjas, la carpa. Todo estaba mojado. Por eso este día decidimos avanzar poco y alojarnos en un lugar cálido y con comodidades.
El departamento en Setúbal no pudo ser mejor. Estaba cerca del muelle donde al día siguiente debemos tomar otro ferry. Teníamos un patio amplio donde colgamos todo. Lavadora. Y una cocina donde degusté la cazuela de mariscos más deliciosa del mundo.
El buen tiempo nos permitió pedalear. Recorrer el Parque Outão en bici. Recorrer las peatonales de la ciudad pesquera decorada de redes y aparejos. Paseamos por la costa de Setúbal, por sus callejas desparejas y empedradas. Descansamos sobre los portales de la Praça Bocage y el Largo de Misercordia y compramos ingredientes frescos en el Mercado do Livramento y algunos otros elementos que necesitábamos.
Este descanso en Setúbal fue glorioso. Valió muchísimo la pena.
3era etapa: Setúbal a Lagoa de Melides, entre dos aguas y arrozales
En Setúbal embarcamos en el segundo ferry de esta ruta de Portugal en bicicleta aunque con algunos cruces de ríos y estuarios que exigen montarnos en algo que flote. Tomamos el ferry en la dársena de Comercio, muy cerca de donde hemos descansado, y desembarcamos en Cais Sul. Desde allí vamos a pedalear 20 km por una lengua angosta de tierra, la península de Troia, entre dos aguas y tentadoras playas desiertas de arena fina.
El camino es muy agradable, una carretera donde se van alternando los bosques de eucaliptus, pinos, alcornoques, con estrechas huellas entre campos inundados de arroz que de repente se convierten en dunas que convergen en el mar.
Pasamos pueblos de casas blancas, Carvahal y más adelante Melides, en cuya plaza, cerrada por la iglesia y rodeada de barcinhos y bancas, hicimos nuestro habitual picnic de desayuno tardío.
Intentamos seguir hacia Lagoa de Santo André cruzando desde Lagoa de Melides. Sin embargo, todos los caminos que cruzan de lado a lado, son de arena, impracticables, por lo que decidimos pernoctar en el camping de la Lagoa de Melides. Este camping no está muy bueno pero tiene la ventaja de tener acceso al mar por lo que, entrada la noche, hacemos una hermosa caminata hasta allí. El incipiente cuarto creciente se refleja en las crestas de espuma. Hay algunos pescadores y paseantes. La temperatura y la compañía, no podrían ser mejor.
4ta etapa: Melides a Vila Nova de Milfontes, la Trilha dos Pescadores marca la senda de Portugal en bicicleta
Como no es posible cruzar entre Lagoa de Melides hacia Lagoa de Santo André por la cantidad de arena que se acumula en estos caminos, vamos en reversa en dirección al pueblo de Melides donde ayer desayunamos. Antes de llegar tomamos el desvío por la ruta nacional 261 y vamos hasta Santiago de Cacem para conocer su castillo.
Subimos a conocer esta fortaleza alentejana bien conservada. Diez torres vigías hacia todos los puntos cardinales de la mano de un muro infranqueable dentro del cual se ha establecido un cementerio. Las vistas de la sierra de Grânola por un lado, y la llanura litoral por el otro, conforman un espectáculo tridimensional fabuloso.
Recorremos las callejuelas enrevesadas del casco histórico y vamos hasta un enclave donde supo haber un asentamiento celta luego romanizado. Este lugar se llama Miróbriga. Volvemos atrás para retomar la ruta.
A partir de Santiago do Cacem decidimos pedalear por la Trilha dos Pescadores. No puede haber elección mejor para este tramo. Está señalizado con líneas verdes y turquesas y transcurre por una ruta hermosa y tranquila bordeada ampliamente por alcornoques. Luego, en un cruce, nos desviamos a la cómoda ruta regional 120 hacia Sonega y Cercal y vamos hasta Vila Nova de Milfontes donde acampamos.
El camping que elegimos está en el centro de la ciudad. A simple vista parece precario, como abandonado, sin embargo lo tiene todo. Aquí, pudimos hacer un asado regio sobre amplias parrillas junto a las cuales hay además una canilla de agua. También tiene mesas y bancas. Así que todo muy cómodo.
5ta etapa: Vila Nova de Milfontes a Odeceixe, el Cabo Sardão y una jornada inolvidable
Este día constituye una de las etapas más memorables del viaje por Portugal en bicicleta. Desde que comenzamos a pedalear y cruzamos el estuario del río Mira, las vistas son espectaculares.
Durante un rato, rodamos por la carretera regional 323. Desviamos hacia Longueira y en la rotonda de Almograve, tomamos hacia Cavaleiro. Desde allí nos dirigimos directamente a Cabo Sardão desde donde retomando la Trilha dos Pescadores vamos a pedalear -y a veces a caminar- sobre un acantilado impresionante.
Son senderos, angostos, de arena bastante firme, a veces con charcos de agua de lado a lado, pero firme al fondo. Se puede pasar con la bici o si se tienen dudas, bajar y bordear. Este tramo medio escabroso, agreste, salvaje, no dura más de 7 a 8 kilómetros y vale mucho la pena visitarlo. Se disfruta a pesar de los charcos. No podemos dejar de encandilarnos y detenernos a contemplar tanta belleza.
Sobre el Cabo Sardão que es el punto más occidental del Alentejo, hay un faro. Acercándonos a la costa, los peñascos y el oleaje son alucinantes y, sobre los roquedos, bandadas de cigüeñas que sobrevuelan o custodian sus nidos. Un espectáculo impagable de la naturaleza.
Las rocas oscuras de estos acantilados, son la radiografía de un pasado geológico de 300 millones de años, cuando Pangea se quebró durante el Jurásico y el Océano Atlántico estalló con todo el furor de sus mareas. Sobre este suelo fósil que es como la página abierta de la historia del planeta, avanzamos sin aliento.
Terminado este sendero costero, tomamos la ruta hasta Puerto das Barcas, cuya abrupta orografía entre acantilados, sólo puede albergar un puñado de cáscaras de nuez y sus tambaleantes pescadores. Desde allí, cantando alegremente, nos pasamos de Zambujeira do Mar hacia Azenha do mar, que no era necesario pero fue divertido. Hay una bajada deliciosa hacia un mirador que da a una pequeña y seductora cala.
Como el tramo siguiente, por la costa, se presume muy arenoso, remontamos hasta la ruta de asfalto, la nacional 120, y le pegamos duro y parejo hasta Odeceixe donde acampamos en São Miguel que está antes de subir al blanco poblado y planificamos dejar para el día siguiente la visita al castelo de Aljezur.
6ta etapa: Odeceixe a Sagres, más de 80 kilómetros pueblos blancos, mercados, castelos
Una etapa larga y llena de placeres.
Para empezar subimos hasta Odeceixe, el primer pueblo blanco del Algarve. Una postal encaramada en la colina y coronada por un antiguo molino de cereal aún en funcionamiento. La ribera del Seixe desemboca en el mar y la playa se reduce a una lengua de arena donde se forman varias lagunas.
Pasamos por el pueblo que me identifica, «María Vinagre» y pedaleamos de una, hasta el Castelo de Aljezur, subimos hasta la fortaleza por las calles empedradas y empinadas del pueblo. Si bien las murallas están ruinas, vale la pena subir hasta allí por el amplio panorama que ofrece. Desde las alturas es posible dar un rodeo a los antiguos muros y divisar las estribaciones de la Serra do Monchique. Cerca del castelo está la iglesia.
En el centro de Aljezur hicimos una parada estratégica en su mercado municipal para abastecernos de sabrosos higos secos y dátiles. Todo muy energizante y delicioso.
Más adelante, durante la jornada, hicimos una parada en Carrapateira donde aprovechamos unas bancas en la plaza del pueblo para almorzar y de paso secar un poco la ropa húmeda al sol de la tarde.
Dormimos en un camping de Sagres que está tomando un desvío hacia la ruta asfaltada que, por las playas, va hasta el Cabo San Vicente. Dejamos pendiente para el día siguiente visitar el Cabo y la ciudad y fortaleza de Sagres.
7ma etapa: Sagres a Lagos, una de las ciudades con más encanto de la travesía
Esta es una zona ventosa. Estamos a pocos kilómetros de la nariz de la península ibérica, el Cabo de San Vicente. Allí confluyen las mareas y los vientos del sur y de oriente y poniente. Suele ser un remolino de rachas que se enredan y confunden el rumbo.
Encaramos hacia el Cabo. Se puede pedalear un tramo por un camino asfaltado paralelo a la ruta nacional 268. Nos detuvimos en Playa do Beliche a disfrutar del panorama de los acantilados y el mar turquesa y divisamos el faro desde una excelente perspectiva. Luego seguimos a Sagres.
Sagres es una ciudad un poco más turística que las que venimos atravesando en Portugal en bicicleta. Representa la puerta de bienvenida a otros enclaves urbanos en los que se dan cita los viajeros cada vez con más afluencia. Por sus calles, empedradas, pasean plácidamente los visitantes.
En uno de los vértices de la ciudad está la antigua fortaleza del siglo XV donde funcionó una escuela de navegantes.
Desde Sagres, un poco en reversa, pasamos por Vila de Obispo. Esta ciudad tiene un mercado nutrido, sobre todo de crustáceos y frutos marinos. Sin embargo no faltan otras delicatessens, así que hicimos una parada obligatoria para reponer la dotación de dátiles y frutos secos.
A continuación seguimos en su mayoría la ruta asfaltada nacional 125. Es una ruta bastante tranquila para pedalear, al menos en invierno. Antes de llegar a Lagos por esta carretera tomamos un desvío para acercanos a la costa y pedaleamos bordeando Praia da Luz hasta Lagos donde establecimos nuestro campamento en Trinidade. Viene muy bien este lugar ya que está cerca de las Playas de Dona Ana y al mismo tiempo del Fuerte y el Casco Viejo.
Llegamos con tiempo para salir a pasear con las luces del día. Caminamos con nuestro infaltable mate por el Paseo Fluvial que comienza en la fortaleza Ponta da Bandeira e ingresamos al Casco Viejo a través de las murallas de la Praça Infante Dom Henrique.
En el centro de Lagos se mezclan antiguos palacetes renacentistas y con iglesias recargadas de barroco, calles bulliciosas de bares y restaurantes y varias góndolas con coloridos souvenirs.
A la caída de la tarde y con una hermosa luna reflejada en mar, anduvimos sobre los acantilados de la Ponta da Piedade y las praias de Dona Ana y Pinhao. Todo muy recomendable e idílico.
8va etapa: Lagos a Armação de Pêra, ambiente pesquero y reservas de aves
Tanto en esta etapa de Portugal en bicicleta como en anteriores también, vamos eligiendo las mejores variantes para no sofocar a nuestras ruedas. Sobre todo a las mías que, si bien tienen un poco de relieve, son angostas. En toda la ruta por Portugal hemos encontrado muchos tramos muy arenosos. Imposibles de ciclar, para las ruedas de Iñaki que son más gruesas, igual. Imposible. Por eso vamos eligiendo prudentemente los caminos. Para no tener que volver atrás. Muchas veces corremos el riesgo de elegir el «camino ancho» o de tierra, si vemos que no son muchos kilómetros y que, en todo caso, podremos avanzar caminando y empujando las bicis. A veces esto también se pone muy pesado.
Lo más destacable de esta etapa es la reserva de aves que se forma en el estuario del río Alvor, donde un extenso arenal constituye una marisma impresionante convertida en reserva natural. Nos detuvimos un rato a observar un millar de flamencos que conformaban manchones blanquecinos en medio del agua o sobre los islotes. Un lugar lleno de vegetación autóctona, muy agradable.
Otras de las atracciones del día es el Puerto de Portimão, una ciudad que supo ser el centro pesquero más importante de la región y que aún conserva su ambiente marinero. En esta ciudad hay un pequeño pero interesante museo.
Saliendo de Portimão hay que cruzar un puente sobre el río Ardae. A partir de allí se puede escoger una variante que va por el interior, por São Bartolomeu de Messines y la Ecovía del Litoral. Nosotros elegimos seguir por la costa y paramos un momento más a apreciar las encantadoras vistas de Ferragudo, una aldea bella, que en invierno se nota tranquila y que conserva su fisonomía auténtica y tradicional.
Acampamos en Armação de Pêra para retomar al día siguiente hacia Albufeira que es una ciudad un poco más grande. En Armação hay una pequeña fortaleza. Es una ciudad que se llena de turistas en verano. Sin embargo en invierno no había casi nadie; cerca del camping tampoco hay comercios y tuvimos que salir un poco por la carretera para comprar vituallas para la cena.
9na etapa: Armação de Pêra a Faro, capital de la región
Al final Albufeira no era ni tan grande ni tan complicada como lo hacía suponer la guía que seguimos. Es una ciudad amplia, extendida y con desniveles para visitar el centro que se encuentra en la parte alta subiendo de la Praia dos Pescadores. Sin embargo, aunque hay escaleras, puede hacerse bien. Este fue nuestro primer objetivo saliendo de Armação.
Albufeira es bastante dinámica y concurrida y, entre las antiguas construcciones blancas y las iglesias, se erigen edificios y viviendas modernas. Hay muchos comercios de distinta índole por toda la ciudad y muchos bares y restaurantes. Los más atractivos, están sobre las playas y a la vera del malecón costero.
Salir de la ciudad es más enrevesado que entrar a ella. Como está construida en dos niveles, la ruta señalada parecía querer ir por la costa, pero la intuición, y de hecho la carretera, se iban por la parte alta de la ciudad. Seguimos varias ciclovías que continuaban por las calles en flechas azules y después terminaban en nada. Al final logramos salir y fuimos en dirección Olhos de Agua.
Desde Olhos de Agua hasta Vilamoura, los caminos alternativos están cercados por acantilados y campos de golf. Es una zona tranquila, entre verde y playa, y hay varias ciclovías que podemos ir tomando, sobre todo si vamos hacia el norte y cruzamos la Ribeira da Quarteira. Esto hicimos, para de paso, asegurarnos más caminos asfaltados.
En Quarteira circulamos por la costa. Es un pueblo de orígenes pesqueros aunque se nota la afluencia turística. La calle principal corre paralela a la costa y si continuamos por ella, hay una seguidilla infinita de playas.
Subiendo hacia el norte, entre rotondas, buscamos la ruta asfaltada hacia Faro. No es de lo más bonito pero para nosotros resultó lo más cómodo ya que, las demás rutas se cortan con tramos de arena o tierra donde hay que empujar. Llegamos lo más bien a Faro y alquilamos una casita en pleno centro.
Fue una casa muy cómoda donde encontramos más de lo necesario, ingredientes y condimentos, velas y sahumerios, productos de limpieza, y pudimos lavar la ropa que se secó perfectamente bien en una ventilada terraza. Esta casa, la casa de Ana, en Faro, lo tenía todo. No podía ser mejor.
10ma etapa: Faro a Vila Real de Santo António, la última de Portugal en bicicleta
Empezamos la jornada saliendo a recorrer la ciudad de Faro, capital de la región. Es una ciudad amurallada que sufrió conquistas romanas, arábigas y asaltos de corsarios. A pesar de su historia cosmopolita, conserva la vida tradicional y autenticidad ya que, al no estar sobre el mar, ha logrado escapar a la vorágine del turismo.
El Casco Viejo es interesante. A través de la Puerta Nova de las murallas, ingresamos a la plaza Largo do Sé donde se distribuyen los atractivos edificios del Palacio Episcopal con su seminario y, junto a él, la catedral con aspecto de castillo. Si damos la vuelta a este conjunto llegaremos a la Plaza Dom Alfonso III donde hay un convento del siglo XVI que sobrevivió a los terremotos.
Volvemos a la carretera bordeando la costa de Faro y el Parque Natural da Ria Formosa . Hay marismas y reserva de aves. Avanzamos hasta Olhão donde aprovechamos su bullicioso mercado para abastecernos de vituallas y delicatessens para nuestro habitual desayuno tardío.
El recorrido que elegimos para este día va fundamentalmente por la ribera. Además de las marismas y reservas de aves, se aprecian grandes salinas y praias de mar tranquilo ya que, las costas, están aisladas del océano Atlántico por la Ría Formosa.
Pasamos por Tavira, una ciudad cortada en dos por el río Gilão. Hay varios puentes para enlazar ambas márgenes, algunos de ellos muy antiguos, de la época romana. Entramos al Casco Viejo por la Puerta de Dom Manuel y damos una vuelta por la Praça República.
Retomamos la ruta, haciendo un tramo por la nacional 125 que sigue tranquila y entramos a Cacela Velha a comer algo. Este pequeño pueblito de pescadores con sus típicas casas claras de postigos azules, tiene un encanto especial y unas vistas sobrecogedoras sobre la playa. Desde allí hacemos el último tramo del día con el alma plena, el estómago lleno y el corazón contento, hasta el camping Monte Gordo donde pernoctamos.
11va etapa: Vila Real de Santo António a Huelva, marismas y vías verdes
Salimos del camping en Monte Gordo y nos fuimos primero a visitar la última ciudad del tramo Portugal en bicicleta: Vila Real de Santo António. Esta ciudad, después del terremoto, fue construida por el marqués de Pombal, siguiendo el patrón de Baixa de Lisboa, por eso las calles son completamente rectas y confluyen en una plaza central con un obelisco. Una ciudad diseñada arquitectónicamente en cuya ribera se destacan algunas mansiones de estilo colonial.
Para salir de Vila Real de Santo António tenemos que tomar un ferry y cruzar el río Guadiana hacia la población andaluza de Ayamonte. Desde aquí podemos seguir por la costa hasta la Isla Cristina o tomar la Vía Verde del Litoral que va más al interior por carril bici y bordeando las marismas. Empezamos por esta variante y pasando el Molino mareal (funciona con las mareas) bajamos hacia la costa para seguir bordeando las playas por la ruta 5054. Estuvo bien. Al no ser verano, no hay tanto tráfico.
Más adelante pasamos por La Antilla, un barrio de barcas y pescadores ahora con algunas construcciones para el turismo y buscamos salir nuevamente por asfalto hacia Lepe ya que, por la costa hay muchos tramos arenosos difíciles de ciclar. Intentamos, pero tuvimos varias patinadas y caídas así que regresamos al cemento.
Nos dimos una vuelta por Cartaya y su castillo de los Zúñiga. Una construcción del siglo XV con varias torres y una decorada puerta en estilo mudéjar.
Encaramos a Aljaraque siguiendo un canal. Tuvimos que hacer algo de este camino en reversa ya que, el canal, es ciclable por ambos lados sólo al principio. Luego, sólo por la derecha. Es importante comenzar a bordear este canal por la derecha si no se quiere terminar como nosotros en un predio privado donde hay una especia de clínica terapéutica.
Una vez en Aljaraque buscamos el carril bici que nos lleva sin pierde hasta Huelva. Tiene algunos desvíos, por otros carriles bici, por eso es importante prestar atención para no desviarnos por la carretera del Espigón ya que por ahí, no es. Hay que subir sobre la izquierda, todo por ciclopista que discurre cerca de la ruta principal, y cruzar el río Odiel.
Llegando a Huelva, el carril bici nos traslada junto a las marismas del Odiel hasta el muelle del Tinto. Llegamos de noche, así que nos alojamos en un hotel del centro y salimos a caminar un poco por la ciudad dormida. Al día siguiente la recorreríamos de día.
12va etapa: Huelva a El Rocío
Huelva es una ciudad agradable y amable con las bicis. Hay varios carriles para circular pedaleando.
De día, las calles se llenaron de gente, las innumerables peatonales estaban concurridas. Aprovechamos que ya estaban los comercios abiertos para abastecer alimentos y dimos una vuelta por lo más emblemático de esta ciudad cuyo corazón central es la llamada Plaza de las Monjas.
Pasamos por la casa de Colón, hoy un hotel, y por el enorme monumento en su honor. Cristóbal Colón está muy presente en Huelva donde reunió a la tripulación para zarpar desde el Puerto de Palos, supuestamente ubicado en cercanías de estas costas.
Luego salimos fácilmente de la ciudad por carriles bici escoltados de dunas fósiles y respirando el aroma delicioso de los pinos. Nos vamos hacia el Parque Natural Doñana, dejando atrás las playas vírgenes de la costa andaluza.
El primer carril bici que tomamos sigue el Paseo Fluvial y cruza pasarelas sobreelevadas de madera. Lo cómodo y bonito acaba cuando debemos sortear el puente sobre el río Tinto. Es un puente largo, lleno de tráfico de camiones que circulan rápido. A pesar de la temeridad de esos motores raudos, tuvimos que pasarlo. No encontramos otra variante. Lo logramos exitosamente.
Terminado el puente, seguimos la indicación de la guía, por la derecha, nos metimos en un lugar que evidentemente no era, pero pegamos la vuelta enseguida y tomamos la carretera. Luego vimos que, paralelo a la ruta nacional 442, iba un carril bici. Nos metimos para circular por allí y lo seguimos con placer un buen rato hasta que se puso feo de pozos y tierrilla y decidimos retomar por la ruta.
Seguimos por la carretera hasta Matalascañas, un lugar soñado. Allí bajamos a hacer un picnic en un lugar ideal sobre el mar. El camino nos ofreció justo lo que deseábamos, una especie de kiosko o pérgola con una mesa y bancas de cara al mar con todo su horizonte disponible a nuestras miradas. Mejor no pudo ser.
Acampamos en El Rocío. Allí también hay lagunas, marismas, muchas aves. Anduvimos contemplando el Paseo Marismeño antes de alejarnos al camping. Desde la vera de la laguna enceguece la blancura de la ciudad y se destaca un curioso santuario, blanco también, cuya cúpula es una pirámide de intercalados arcos abiertos.
El pueblo encandila de tanta blancura. Parece de película. Una especie de Comala de Pedro Páramo. Anchas calles desiertas de arena y soledad y construcciones enormes de cofradías misteriosas por todas partes. Es algo diferente a todo lo que venimos viendo. Y está allí. En invierno, al menos, mudo y cerrado por completo. Apenas un par de mercados donde comprar comida y donde había gente que no sé de dónde salió o dónde se metieron después porque de verdad que, las insólitas construcciones de la ciudad sólo parecían habitadas por fantasmas.
13va etapa: El Rocío a Sevilla, ¡misión cumplida!
Hemos llegado al destino de la travesía. ¡Misión cumplida! Exitosamente. Con alegría. Ricos de experiencia y también de nuevos sabores. Con mucho más de lo que partimos en nuestra alma, en nuestra mente y en nuestro corazón. Con lo aprendido y lo compartido. Super alimentados y nutridos de cada palmo del camino y lo que, al ritmo acompasado de la bici, pudimos ir llevándonos de él. De sus arboledas, olores, playas, dunas, acantilados, voces, pájaros y todo eso conjugado con nuestra música, con nuestras canciones, con las eternas charlas con Iñaki y los silencios necesarios en los que cada uno navega.
La ruta desde El Rocío a Sevilla es plana. Una planura llena de nostalgia. Nos alegra, claro, alcanzar el objetivo. Pero no nos alienta suponer un final. Por eso inmediata y espontáneamente, empezamos a soñar con otros caminos. Total no cuesta nada. Nos reconforta saber que la lista que sigue es larga y hay ilusión en nuestras vidas.
Desde el Rocío seguimos la carretera de la fresa. Es cómoda y, como su denominación lo hace sospechar, son kilómetros y kilómetros de cultivos e invernaderos de frutillas.
Terminada esta ruta se siguen las indicaciones al Centro de Visitantes Valverde. Sigue siendo un trazado cómodo y tranquilo para pedalear y disfrutar de la charla, la música, y también delinear y compartir ideas, pensamientos y proyectos.
Pasamos por Puebla del Río y llegamos a Coria del Río donde está el embarcadero desde donde una balsa -«algo que flota» según Iñaki-, nos cruzará el Guadalquivir.
Seguimos pedaleando en dirección Sevilla. La gran ciudad se impone y empieza a haber más tráfico. Desviamos a un lateral y seguimos un poco por allí. Entrando por Bellavista encontramos ya carril bici y por este carril bici vamos sin problemas hasta el Casco Viejo de Sevilla.
Nos encanta. Nos encandila con sus luces. El Guadalquivir y sus puentes. Los frentes enormes barrocos. Mudéjar. Los bulevares. Las fuentes. La alegría de haber llegado. ¡Lo hicimos!
Hemos alquilado un precioso departamento y nos quedaremos un par de días para recorrer un poco más la capital andaluza.
Tenemos mucha suerte. Damos vuelta buscando un tablao flamenco y el tablao y las bailaoras zapatean a nuestro paso.
Hacer Portugal en bicicleta, el Algarve, la Costa Vicentina y más, y más, ¡hasta Sevilla! fue fabuloso. Todo. GRACIAS.
Para esta etapa me preparé psicológicamente. Algo que no suelo hacer ya que, habitualmente, me mando sin más. Quizás me sobró tiempo en la previa logística como para preocuparme. El tema es el Paso de Orteig, un paso aéreo de unos 100 metros de largo a una altitud considerable sobre el precipicio.
El paso de Orteig es una cornisa angosta que abrió el montañista y cazador apellidado Orteig en 1883. Actualmente está equipado con un cable para sostenernos, pero su angostura contra la pared vertical, me hacía temer por nuestra seguridad debido a las mochilas cargadas que solemos llevar y que entorpecerían el margen de movimiento giratorio.
Salimos del refugio de Pombie. El tiempo estaba nublado, húmedo y frío.
El primer tramo es un descenso suave y agradable por bosque hasta una enorme campa donde se encuentran las cabañas dispersas del Caillou de Soques. Allí cruzaremos una carretera ancha, la D 934 que, desde el Portalet se interna en Francia.
La agradable bajada sigue el curso del arroyo Pombie que cruzamos un par de veces. Se camina por una u otra margen según vaya el sendero. Pasamos la cabaña Pucheoux y cruzamos el arroyo girando a la izquierda. Y una vez más, por una pasarela, cruzamos el río y caminamos por un placentero bosque de hayas. Precioso.
Finalmente tendremos que atravesar el río Brousset y subir hasta las cabañas de Soques que se dispersan desde un parking cerca de la carretera. Hasta aquí, hemos hecho 5 km y descendido 675 metros desde el refugio. Este primer panorama de esta etapa de trekking en Pirineos contrasta drásticamente con lo que nos espera.
Cruzamos la carretera y localizamos, unos metros hacia el norte, el sendero que sube por la ladera de enfrente. De entrada lo vemos, lo perfilamos con la mirada, y nos damos cuenta que no es joda. Es trepar y trepar por una dura pendiente.
El arroyo Arrious discurre por nuestra izquierda. Lo cruzaremos más adelante. Primero vamos por un bosque y luego dejamos el bosque para subir por prados donde pastan animales.
Debajo de una roca gigante veremos que aparece la cabaña La quèbe d’Arroius. Le hacemos una visita como de costumbre y aprovechamos a reponer energías.
La subida que retomamos hace zig-zags y caracoles intentando suavizar el esfuerzo de los pasos. Hay varios neveros por delante pero no nos presentan inconveniente.
A través de un falso llano avanzamos paulatinamente a un falso collado ya que, para alcanzar Arrious, a 2259 mestros, todavía falta un esfuerzo más.
Las vistas se disfrutan. Son cada vez más espectaculares. Cercado por cimas imponente de más de 2700 metros de altitud y de evidente origen glaciar, las aguas azul profundo del lago Artouste son como un ojo luminoso custodiando el valle.
Desde el collado seguimos el sendero en descenso durante algunos metros y llegamos a la temible intersección: el Passage o Paso de Orteig. La hora de enfrentarlo se ha cumplido. La suerte está echada. Allá vamos, Animal!
Desde el mismo collado d’Arrious y sin franquearlo, giramos a la derecha (sureste) y nos dirigimos hacia el picacho (Pic du Lac d’Arrious) que destaca delante de nosotros. En su falda oeste hay un precioso lago en deshielo, el Lac d’Arrious.
La senda se dirige hacia la enorme pared norte del pico. Allí, aunque parezca que no va a estar, súbitamente aparece: el pasaje de Orteig. Abierto, excavado en la pared de la montaña, en 1883 por este montañista legendario Jacques Orteig.
Lo tomamos con precaución. Yo, más preparada piscológicamente, lo paso ateniéndome a la circunstancias previstas y con seguridad y confianza, mientras que, mi compañero de ruta, que no tiene miedo a nada, jamás, se da cuenta de que el paso representa un verdadero desafío a la ley de la gravedad, a nuestro equipamiento rústico y a nuestros pasos a menudo torpes.
Si nos atrevemos un segundo a las vistas, éstas son espeluznantes y hermosas. La adrenalina y la respiración agitada nos corretean por la médula y nos sostienen en vilo casi en el aire. Es temerario y siento una felicidad inmensa. Es algo superior a mí, pero puedo aferrarme a ello sin dudar. Sin trastabillar y sin miedo. Ser un miembro más de esa exageración de altura y vacío que constituye la pared de piedra de una montaña. Viendo a nuestro mundo con el corazón latiendo alto sobre un halo de nube. Me encanta. Soy adicta a esa sensación.
Cruzamos. Lo demás deviene sencillo. Aún con la emoción en la piel, subimos y bajamos con algún nevero en el camino. Desde una colina, alcanzamos a ver, junto a su lago encantador el refugio de Arrémoulit.
Antes de bajar de hecho hacia él, pasamos un rato contemplando el majestuoso circo de cadenas que nos rodea. Los picos de Arriel, el Balaïtous, el Palas. Empieza a nevar. El espectáculo del que somos protagonistas es sencillamente soberbio y magistral.
Luego de un receso laboral, continuamos este caminar en Pirineos por la llamada Alta Ruta o Haute Randonnée Pyrénéenne. Si bien habíamos dejado en Arlet, del lado francés, por comodidad desde el punto de origen, vamos a encarar en dirección collado de Peyreget desde el lado español subiendo por Escalar y Moines.
Para retomar nos acercamos en vehículo (bus, blablacar y a dedo) hasta la estación de ski de Candanchú vía Jaca. Llegar hasta allí, desde Errigoiti, combinando transportes nos demora casi el día completo.
Sobre la caída de la tarde, desde Candanchú, caminamos por la carretera hasta la siguiente estación de ski, Astún. Pasando el hotel y debajo del cable de las telesillas, localizamos la huella para iniciar la subida al Ibón de las Truchas. Oscurece pronto y acampamos sobre una colina en una campa muy hermosa.
A la mañana siguiente, con los primeros resplandores del alba iniciamos la travesía. Seguimos un corto tramo el sendero inicial y nos desviamos hacia la derecha por otro que nos indica: Escalar.
Desde el İbon, en cuya orilla nos detenemos a contemplar un momento el paisaje, comenzamos a trepar el barranco de Escalar. Lo rodeamos por la derecha y subimos. Las vistas del ojo de agua que se empequeñece a medida que ascendemos, dan respiro a la sostenida pendiente.
Seguimos en ascenso hasta llegar al Collado des Moines o Puerto de Jaca a 2119 metros. En breve nos encontramos con un cartel que nos indica nuestro ingreso al Parc National des Pyrénées.
Las presencia del Midi d’Ossau, quien nos acompañará imponente durante un par de días, es impresionante. Todas las aristas y muros del coloso en contraste con el valle salpicado de lagos, nos impactan a cada paso.
Pasamos junto al lago Castérau dejándolo a la izquierda y bajamos hasta la Cabane de la Hosse, junto al torrente de Bious. Como me fascinan estas cabañas y refugios abiertos del Pirineo con su calor acogedor de hogar dulce hogar, nos acercamos a visitarla.
Cruzamos el Bious por un puente y vamos hasta la Cabane de Cap de Pount que también visitamos. Como hay una cocina con gas, aprovechamos a calentar agua para el mate. Junto a la cabaña arranca un sendero hacia el este por el que comenzamos a ascender.
Tenemos por delante una trepada larga y empinada hasta el Collado de Peyreget. Hay mucha roca y también algunos neveros. Nos orientamos siguiendo las pircas.
Estamos entre dos macizos emblemáticos, el Ossau, como un faro a nuestra izquierda y el Peyreget a la derecha. Antes de llegar al Collado de Peyreget, a 2300 metros, avanzamos por una campa con hierbas en falso llano.
Desde allí sólo resta la bajada al refugio de Pombie por un camino zigzagueante entre las rocas. A nuestra derecha quedará un precioso lago helado y, luego de despedirnos de su reflejo, comenzaremos a ver más abajo aún, nuestro destino de este día.
El bonito chalet de Pombie, guardado en temporada, mantiene un sector abierto y gratuito con cocina con mesada, mesas, bancas y un dormitorio con unas diez literas durante el otoño-invierno. Completamos esta etapa a fines de octubre y pasamos la noche allí.
Continuamos una etapa más de la alta ruta pirenaica desde Belagua. Dejamos el refugio caminando por el valle en dirección a la frontera. Como referencia, podemos tomar el pico Arlas con su destacada forma cónica. Los senderos que acceden a él son obvios, vamos subiendo poco a poco de manera considerable.
Una vez alcanzada la base del Arlas, lo faldeamos por el oeste hasta llegar al Collado de Pescamou. A partir de aquí hay un sendero balizado que atraviesa primero una vaguada ancha, pasa por la caseta que ocupan espeólogos durante sus investigaciones y, poco mas adelante, alcanzamos el Collado de Baticotxe. Junto a nosotros se presenta el Pic Murlong.
A medida que avanzamos la roca del macizo reemplaza a las colinas verdes. Una tormenta fría y precoz, ha pintado el final de octubre con algunos manchones de nieve que le aportan entusiasmo a la caminata. El escenario es perfecto. Los muros calizos se elevan verticalmente a más de 300 metros y el macizo de Larra, es tan espectacular como la mayoría de los kársticos.
Atravesamos toda esta amplia incertidumbre kárstica vigilando la dirección para no desviarnos y midiendo nuestros pasos sobre los manchones de nieve que suelen emparchar simas y huecos profundos entra las rocas. Por un lado llegaremos al Collado de Anies y, por el otro, la esbelta postal del valle de Lascun. Vamos a descender por este valle precioso, pero antes, decidimos subir el Pic d’Anie.
El Pic d’Anie es una montaña de 2507 metros de altitud. Está justo en la muga entre el Pirineo francés, País Vasco y Navarra. Se la llama también Auñamendi. En días sin niebla se puede subir sin preocupación desde Lascún, aquí, por el norte, evitando confundirnos con ante la monotonía kárstica de Larra. Otra ruta más fácil de seguir es por el flanco sudoeste por el que accederemos a un desfiladero no muy largo entre las cotas 2234 y 2228 metros.
Para llegar a la cima debemos superar un desnivel empinado de 320 metros. Al final se hace un zig-zag necesario. La cumbre en sí misma y las vistas desde allí son impresionantes.
Una vez saciado el ímpetu y el deseo, con un empacho de cadenas montañosas en la mirada, bajamos hacia Lescún. Vamos girando hacia el sur y atravesamos los farallones del impresionante Billare.
El tramo final de la etapa es ascendente y finaliza en la cabaña de Ansabere bajo las famosas agujas del mismo nombre.
Otras variantes interesantes que se ofrecen para disfrutar esta etapa son los picos de Añelarra, La Mesa de los Tres Reyes y el Pico Petrechema.
La Cabaña de Ansabere es un refugio libre con 10 plazas en literas para dormir, una fuente de agua, y todas las comodidades y calidez para acoger al caminante.
El Bizkargi es un monte ideal para hacer senderismo en el País Vasco. Se encuentra en la confluencia de varios municipios, Amorebieta, Larrabetzu, Morga y Muxika. Y si a ellos añadimos los municipios colindantes de Arrieta, Ajangiz, Berriz, Dima, Durango, Errigoiti, Fruiz, Galdakao, Gamiz-Fika, Gernika, Igorre, Iurreta, Lemoa, Lezama, Mendata y Munitibar, tenemos un gran abanico de posibilidades para iniciar la caminata.
Como estoy viviendo en Errigoiti, arrancamos desde aquí por el camino que, pasando la Iglesia en Elizalde Auzoa, gira hacia la derecha justo luego de pasar delante del caserío del txoko social.
El camino, asfaltado y angosto, asciende con bonitas vistas del valle coronado por la torre de la iglesia, y no demora en llegar a un desvío. Tomamos por la izquierda, donde un cartel indica: Morga.
La carretera, prácticamente desierta, trasciende varias curvas, bosque bonito que crece sobre empinado desnivel y algunos caseríos. Luego veremos el mojón de intersección con el camino de Santiago y llegaremos al Albergue de Peregrinos de Pozueta.
Continuamos sin desviarnos hasta la carretera principal que debemos cruzar por un túnel. Del otro lado de la carretera, hay dos opciones: Si salimos hacia la izquierda, llegaremos al camino que va hacia Gerekiz, sentido que toman los peregrinos a Santiago. Si salimos a la derecha, subiremos por Igertu, desde la Bodega Tellería. Cualquiera de las dos opciones presentadas, son viables. Nosotros elegimos la segunda, por Igertu y la Bodega, y luego bajaremos por la otra.
Vamos a pasar por el llamativo edificio de la bodega para tomar la pista asfaltada que pasa ante ella y en la primera bifurcación seguimos llaneando por la arteria de la izquierda. Nos adentramos así en el barranco por el que discurre el río Butron que tiene su nacedero en la vertiente norte del Bizkargi.
El itinerario de esta salida de senderismo en el País Vasco, continua por la carretera hasta una curva a la izquierda donde la abandonamos para elegir una pista forestal, frente a nosotros. Nos dejamos llevar por el curso de un río en un agradable paseo. Más adelante, en una zona abierta, nos desviamos por un camino visible que se desprende de la ruta principal y remonta a la derecha por una loma. Atraviesa un pinar donde se respira deliciosamente y, más arriba, desemboca en una amplia pista que recorre la vertiente norte del Bizkargi uniendo los barrios Igertu y Eskerika.
Hacia la derecha nos topamos con un ramal del Camino de Santiago y los seguimos monte arriba. La poplar ruta de senderismo en el País Vasco, se vuelve a menudo más transitada en este tramo. Badea el Butrón, que aquí es tan sólo un arroyo, sale a la pista que recorre el cordal occidental del Bizkargi desde el alto de Aratxebalegana y pasamos a visitar el nacedero de Butrón, señalizado unos metros más arriba, hacia la izquierda. Dicho nacedero es tan sólo un manantial entre las ramas, una pequeña vertiente.
Regresamos hacia el camino principal y enfilamos directo al Bizkargi obviando un par de desvíos. Al final nos tocará un duro repecho que salva más de 200 metros desnivel.
La cumbre de Bizkargi, honor a los gudaris y un Cristo de 500 años
Las panorámicas que ofrece este la cima de 565 metros de altitud son excelsas. Las vistas a 360 grados, no tienen desperdicio. Claramente tenemos enfrente el Anboto, el Gorbea y todo el circo de cadenas y picos del Txorrieri.
En la cumbre amesetada de Bizkargi hay también una ermita: Santikurutze, en la que se conserva un Cristo tallado en el 1500. En la cima también hay un monumento que homenajea a los gudaris abatidos por el franquismo en 1937. Bizkargi es símbolo de resistencia. Fue la útima en caer de la llamada Guerra de las Cumbres cuando Bizkaia se defendía desde las trincheras del Cinturón de Hierro. No fue nada fácil para el invasor fascista hacerse con estas tierras defendida por patriotas vascos. Sólo con el apoyo de los bombarderos italianos y alemanes pudieron abatirlos.
Contemplamos esta postal completa de belleza natural y cargada de historia y bajamos por la trocha que, al norte y balizada como GR-98, (Urdaibaiko Bira, la Vuelta de Urdaibai), desciende vertiginosamente. Si hay barro, podemos patinar, por lo que es conveniente contar con un palo o bastón.
Por la derecha, seguimos perdiendo altura en amplios zizgags hasta salir a una pista de cemento que desemboca en la carretera. Unos metros más adelante volvemos a tomar el Camino de Santiago el cual en el barrio Landotz nos devuelve a la carretera. Bajamos por ella atentos a las hitos del Camino.
Antes de llegar a la siguiente carretera veremos el Albergue de Peregrinos de Gerekiz y la ermita del mismo nombre. El origen de este emplazamiento religioso es uno de los más antiguos de Bizkaia. En las paredes del templo fueron encontradas lápidas del año 300 y pico. Junto a la puerta hay réplicas de estas lápidas. Los originales están en un museo.
El regreso desde Gerekiz y tras cruzar el túnel bajo la carretera, lo hacemos por el mismo camino que hemos venido, por Pozueta y Elizalde.
Tbilisi o Tiflis es la capital y uno de los mejores lugares de Georgia. Además, haciendo base aquí o en la ciudad de Kutaisi, se pueden recorrer los lugares más bonitos y las ciudades más destacadas en las «marshrutkas», combis o vans que viajan todo el tiempo de un lado a otro.
Llegar a Tbilisi es posible en vuelo, a través de su aeropuerto internacional o desde Armenia, por vía terrestre. Estando en Erevan, en nuestro curso de ruso de la Universidad de Moscú, aprovechamos unos días para escaparnos al país vecino.
Viajamos en «marshrutka», combis que hacen este trayecto de unas seis horas, varias veces por día. Los pasajes se pueden comprar con anticipación y los precios son muy variados, desde 10 hasta 60 euros. Los lugares de salida y llegada de los minibuses, también son variados. Hay que ver de dónde parten las combis y adónde te dejarán. Además de la «marshrutka», hay un tren Erevan-Tbilisi y viceversa.
Nos alojamos en un departamento antiquísimo que alquilamos a través de airbnb. Estaba a pocos pasos de la emblemática Plaza de la Libertad y desde allí pudimos caminar toda Tibilisi. Una ciudad con aires del romanticismo de la Belle Époque, muchísimos edificios Art Nouvea y preciosos balcones, frentes y callejuelas desordenadas por las que uno se pierde en un viaje a través del tiempo.
Nuestro departamento era enorme. El baño era de la época soviética y también muchos elementos de la cocina y un piano de la CCCP. El edificio, anterior aún, había sido residencia de personajes destacados del arte y la cultura cuyas placas conmemorativas están en el ancho y pesado portal de madera. Dormir en un lugar así, es el primer paso para sumergirse en un viaje hacia los mejores lugares de Georgia.
Recorrido a pie por Tbilisi, la capital y uno de los mejores lugares de Georgia
Desde la Plaza de la Libertad, se bifurcan dos caminos esenciales. Si nos desviamos hacia la derecha, entraremos al Casco Antiguo con sus calles empedradas y su collage de altibajos y verandas. Si siguiéramos derecho, entraríamos en la Avenida Rustaveli que comienza allí, donde una altísima columna, eleva a San Jorge y el dragón.
Para comenzar, elegimos irnos hacia Kote Abkhazi, punto de inflexión entre lo nuevo y lo viejo. Nos dejamos llevar por las calles sinuosas, pasamos por la Torre del Reloj cuyo espectáculo al dar las horas justo comenzaba así que nos detuvimos admirarlo.
La Torre del Reloj es un icónico monumento de formas torcidas junto a un antiguo teatro de marionetas.
Caminamos siguiendo las riberas del Río Kurá apreciando cómo la arquitectura clásica se conjuga con la moderna y, sin pretenderlo, empezamos a subir hacia la Antigua Fortaleza Narikala, del siglo IV. Dentro de ella, se erige la iglesia de San Nicolás, otra de las joyas del estilo ortodoxo.
La fortaleza Narikala, está situada en lo más alto de una de las colinas que vigilan la ciudad. Colinas y colinas que muestran y esconden los encantos de Tbilisi. Las vistas son fabulosas, abarcan toda la capital. Se distingue el diseño arquitectónico del azar y las oportunistas rutas de los comerciantes de la Seda, la plaza de Meidan y el barrio turco de Abanotubani. Pero también se ve la parte más antigua, el río, la estatua ecuestre del Rey Vakhtang, a su lado la iglesia de Metekhi y el barrio de Avlabari.
A la izquierda de Narikala se encuentra la estatua de la Madre de Georgia. Un monumento de dimensiones masivas. Luego de saciarnos con las vistas desde la altura, emprendimos el descenso por senderos empinados y pasajes angostos que se ciñen con balconadas dignas de besos furtivos entre vecinos.
Fuimos a la Plaza de Meidan, punto neurálgico de la ciudad. Un rincón que nunca duerme poblado de bares y restaurantes. Debajo de la Plaza está el antiguo Bazar Meidan, de la época de la Ruta de la Seda, con una estructura abovedada con ladrillos. Actualmente, dentro, se venden artículos gastronómicos, y algunos recuerdos de artesanía típica.
La Plaza del Meidan es un punto significativo. Aquí se efectuaba la intersección de los caminos de la Ruta de la Seda. Un sitio de descanso de la caravanas e intercambio de mercancías. Muchos turcos otomanos se establecieron aquí y por eso alrededor de Meidan, se explaya el barrio de Abanotubani .
En este barrio, veremos una bonita mezquita de azulejos azules y muchos baños termales. Los georgianos visitan diariamente estos baños de purificación, curación y relajación.
Otro de los mejores lugares de Georgia se encuentra tan sólo caminar por la Avenida Rustaveli. Si bien padece de mucho tráfico y consecuente ruido, si logramos abstraernos un poco, lograremos deleitarnos con edificios de extravagante belleza y riqueza de estilos.
A lo largo de tan sólo un kilometro y medio nos toparemos con los imponentes edificios palaciegos del Museo Nacional de Georgia, el Museo de Bellas Artes, el Parque 9 de Abril, la Ópera y el Museo de Arte Moderno.
Si decidimos continuar nuestro paseo y cruzar el río, podemos visitar la moderna Catedral de la Santísima Trinidad, de construcción moderna pero soberbia. Desde el otro lado del río, regresamos hacia la zona del Parque Europa, acercándonos a nuestro ampuloso departamento. Cruzar el Puente de la Paz, de noche, fue el broche de oro. Un show de luminarias, que resalta el espíritu joven de la ciudad capital y todo su esplendor.
Naturaleza salvaje y extravagante, cañones y cuevas
Para aprovechar intensamente nuestro breve paso por Georgia, decidimos contratar una expedición de todo el día hacia el cañón de Martvili y las cuevas de Prometeo. Ambas atracciones nos dejaron sin aliento y con muchas ganas de volver a explorar la naturaleza de la región.
Nuestro paseo inició en Tbilisi antes del amanecer. Para llegar a las cuevas y el cañón, hay que pasar por Kutaisi, a 122 km de la capital y seguir aún, 50 km más. Un día intenso y lleno de emociones fuertes. Hay que armarse de coraje y paciencia para el largo viaje y entregarse a disfrutar. Vale muchísmo la pena, toda esta zona que fuera territorio del reino independiente de los Imereti y que se extendía sobre el Cáucaso hasta el Mar Negro. De hecho, la costa se encuentra a 80 km de aquí, con la ciudad de Poti, y la popular Batumi, a 150 km.
Cueva de Prometeo, uno de los mejores lugares de Georgia
La cueva de Prometeo está en el pueblo de Kumistave. Adoptó este nombre ya que, este personaje, fue encadenado en los cercanos acantilados de Khvamli, donde es torturado perpetuamente por un cuervo.
Se trata de un sistema subterráneo increíble y aún desconocido en su totalidad. Fue descubierto en los años 80 aunque su formación comenzó hace entre 60 y 70 millones de años en el macizo kárstico de Sataphlia-Tskaltubo.
Hay 22 corredores descubiertos y que se abrieron al público durante la Unión Soviética. Tras su disolución y el colapso económico de Georgia se cerraron. Durante varios años un ciudadano local estuvo protegiendo una cueva de los vándalos. Ahora en la entrada de la cueva hay instalado un monumento a él y a su perro.
A partir de 2010, se abrieron a los visitantes 6 de estos corredores: Argonautas, Kolkheti, Medea, Amor, Hall e Iberia. A través de ellos, durante una hora, gozamos de un espeluznante espectáculo de estalagtitas y estalagmitas, nunca visto antes. Su colorida iluminación combinada con una suave música clásica nos transporta a un universo misterioso. La inusitada aventura culmina con el broche de oro de la navegación subterránea por el río Kumi, a lo largo de angostos y temerarios túneles entre piedras imponentes labradas por el agua y el tiempo.
El cañón Martvili, sumergido en la jungla y enmarcado de cascadas
Dentro de la geografía georgiana abundan los cañones. Entre ellos podemos mencionar a Okatse, Dashbashi, Yupsharskiy, la garganta Chernigovka y varios más. Sin embargo, uno de los más llamativos por su exuberante vegetación selvática y la cantidad de cascadas que sucumben en sus profundidades es el cañón Martvili.
Este cañón se formó por el fluir profundo y constante del río Abasha. Está ubicado a 5 km del pueblo de Martvili y a 2 km de Gachedili que, a su vez, da nombre a cañón. Los orígenes del Martvili se remontan a los periodos mesozoico y paleozoico y al colapso de cuevas kársticas. Era la época de los reptiles gigantes, mamíferos y aves. Vestigios de ello, huellas de dinosaurios, huesos, restos de invertebrados, fueron encontrados en en esta zona. También se rescataron huesos fosilizados de animales prehistóricos, que vivieron hace 65 a 75 millones de años, lo que determinó el establecimiento de una zona protegida.
El cañón siempre constituyó uno de los mejores lugares de Georgia, tal es así que, aquí, solían bañarse los Dadiani. Los Dadiani fueron nobles ancestrales cuyos nombres aparecen históricamente desde el año 1046 y cuya familia fue una de las más poderosas de Georgia y de la Rusia imperial. Hay un sendero, que lleva el nombre de esta legendaria familia. Está construido con escalones de piedra caliza y, según la historia, por aquí transitaban personajes definitivos del devenir georgiano, como Jorge el Hagiorita y David IV de Georgia. Cerca de aquí, podremos visitar el Monasterio Martvili del siglo VII. Es un antiguo monasterio pagano, de la era precristiana, dedicado a la fertilidad de la diosa Adgilis Deda.
Navegamos plácidamente por las aguas mansas e intensamente verdes del cañón. Los muros de roca caliza se elevan por más de cuarenta metros de los que, al mismo tiempo tiempo, se precipitan estruendosas cascadas. Tras el agradable paseo, caminamos por senderos, puentes y plataformas que flotan sobre el vacío regalando vistas panorámicas hacia dimensiones imposibles. Esas vistas más el sonido del agua combinando las tesituras de los diferentes caudales, el murmullo del arroyo, el manso susurro del río, y el estruendo de la cataratas, hechizan el momento. Sólo despertamos para volver a soñar con volver.
Otra ciudades para visitar entre los mejores lugares de Georgia
Kutaisi, antigua capital y actual centro legislativo
Kutaisi es la segunda ciudad más grande de Georgia, dispone de aeropuerto internacional y, en la actualidad, constituye la capital parlamentaria legislativa del país. Esta en medio de la preciosa región de Imereti y resulta el punto de partida ideal para organizar excursiones a las regiones naturales más paradisíacas.
En Kutaisi estaremos a 50 km del Cañón Martvili y a 30 minutos en coche de las Cuevas de Prometeo. Además, es una localidad muy práctica para, desde aquí, recorrer el parque de Cuevas Satapila, con enormes e intrigantes pisadas de dinosaurios, el Cañón Okatse con su increíble puente suspendido en un precipicio y sus vertiginosas vistas y, en sus cercanías, la Cascada Kiinchkha.
Kutaisi fue la capital del legendario Reino de Cólquida (Colchis). El mito del Vellocino de Oro encuentra una de sus interpretaciones aquí, debido a que las aguas de río Rioni, eran exploradas en busca de oro utilizando bastidores con tamiz de piel de oveja.
Caminando por la ciudad de Kutaisi, recorremos su encantador Casco Antiguo y llegaremos al Parque Central y a la Plaza David Agmashenabeli frecuentada por los parroquianos que se reúnen allí para conversar y discutir con ironía y humor. Si cruzamos el Puente Blanco que une los dos sectores de la ciudad escindidos por el río Rioni, podremos además hacer un paseo por el aire remontando la altura y el tiempo en un antiguo teleférico soviético. La sensación y las vistas son únicas e indescriptibles.
Merece la pena visitar la Catedral Bagrati, de estilo medieval de los siglos X y XI. Su presencia monumental se evidencia desde cualquier sector de la ciudad. También, debemos pasear por el Gran Bazar.
Alejándonos unos 6 km del centro, escondido en un profuso follaje, descubriremos el Monasterio Motsameta. Otro monasterio que también vale la pena, es Gelati, Patrimonio de la Unesco y donde descansa la tumba del Rey David Agmashenabeli.
Gori, la ciudad natal de Stalin, donde lo aman incondicionalmente
La ciudad de Gori no es muy grande, pero allí nació Stalin y eso le otorgó relevancia y reconocimiento. La avenida principal se llama Stalin, el parque principal, también. Hay un pedestal altísimo con una estatua que fue removida una vez pero debió ser reubicada ante la insistencia de sus ciudadanos.
La casa donde en 1878 nació Iósif Vissariónovich Dzhugashvil, Stalin, es una vivienda muy humilde que desde 1957 funciona como Casa Museo. Allí fue criado como hijo único ya que, sus tres hermanos, murieron víctimas de la miseria y el hambre. No tenían nada. Los padres eran sirvientes y la injusticia y crueldad de la que eran víctimas, encendió en el joven el fervor rebelde.
Una escalinata que enarbola su silueta nos da la bienvenida al recinto que lo conmemora. Las estancias están dedicadas a su infancia en la aldea, su compromiso político y sus últimos días. Se pueden observar bustos, centenares de fotos o retratos, cartas con otros mandatarios internacionales, prendas de ropa e incluso paquetes de tabaco que quedaron sin fumar. Se exalta su humildad y su compromiso de hijo pródigo, su capacidad para dirigir la nación más grande del mundo y el mayor intento hacia la utopía del que fuera capaz nuestra egoísta humanidad.
El lugar tiene un exterior austero en el estilo clásico socialista y un interior lleno de pinturas, fotografías y pertenencias personales. A pesar de las historias de persecución, purgas y gulags, ampliamente difundidas y fomentadas por el capitalismo occidental, en Gori, no encontraremos más que amor, reconocimiento y respeto por el líder.
Iósif Stalin cantaba bien. Escribía poemas. Durante su gobierno se inauguraron nueve mil empresas estatales, se electrificó la nación más grande del mundo, se construyó el ferrocarril más largo del planeta y también el más difícil por las condiciones del terreno y se ganó la guerra al fascismo nazi que aterrorizaba a la humanidad entera.
En el exterior de la Casa Museo, está el vagón de tren que transportó a Stalin a Potsdam, Alemania, con sus cortinas intactas.
«Era un hombre sencillo que creció y se convirtió en el líder de un gran país”, dice Mera B’chatadze, un trabajador de la construcción jubilado, de 70 años, que estaba sentado en un banco al lado del Museo. “Era un genio”, agregó su amigo Givi Lursmanashivi.
Para subir el Sollube desde Errigoiti, nos encaminamos hacia la subida a Bizkaigane. Si bien el camino de ascenso más atractivo es por Madalen, teniendo en cuenta que la jornada hasta Sollube es larga, elegimos subir a Sallobante y Bizkaigane por la carretera que sale frente a la parada de autobús de Errigoiti.
A buen ritmo podemos tardar dos horas y media desde Errigoiti hasta la cumbre de 684 metros de este monte, el primero de los cinco montes bocineros de donde se convocaba a Juntas Generales y se daban diferentes avisos mediante toque de bocinas y cuernos y el encendido de hogueras en su cumbre.
Geográficamente el Sollube está en la localidad de Bermeo, marca uno de los límites de la Reserva de Urdaibai sobre la orilla izquierda de la ría de Mundaka. La cumbre, queda enmarcada en el distrito de Arrieta.
Empezamos a subir desde Errigoiti por el borde de la ruta asfaltada que se dirige a Bizkaigane. Es agradable y el tránsito es reducido.
A llegar a Sallobante tomamos el desvío a la izquierda hacia Bizkaigane. Una vez allí podemos elegir visitar la ermita si aún no la conocemos y disfrutar de las vistas que valen mucho la pena.
Desde la intersección donde hay un poste que indica Gorbeia, bajaremos y, en breve, dejaremos el edificio amarillo de la quesería a nuestra derecha. Caminaremos por un bosque agradable y tranquilo y un cartel nos anunciará el ingreso a Arrieta.
Continuamos por este camino principal y observamos a nuestra izquierda y a lo lejos los tejados y la iglesia de Arrieta que vamos dejando atrás.
Cuando llegamos a la intersección con una carretera que se va interpone en nuestro paso, transitada y con un espacio de parking enfrente, cruzamos dicha carretera e iniciamos el ascenso a Sollube.
Al principio vamos por hermosos caminos de bosques y, al final, por una ruta en zig-zag que pasa por unos merenderos y termina en las antenas que están en la cima del Sollube.
En la cumbre hay dos vértices geodésicos de primer nivel. En la ladera norte, en el alto de Tribisburu, hay una necrópolis romana de incineración de los siglos I a III.
Desde todas las posiciones, las vistas son inmejorables. Por la izquierda vemos hacia el lado de Gastelugatxe y Bakio y del lado derecho de las antenas vemos Bermeo.
El regreso podemos concretarlo por el mismo lado, o bien, en el cruce del camino de Arrieta y Jainko Oleaga, bajar por este hacia Olabarri y luego, regresar a Errigoiti siguiendo el Madalen Erreka o por el sendero de Bekobaso que pasa por la cascada de las Libélulas.
Conocido como el país de los milagros y donde encalló el Arca de Noé, sobre un territorio agreste y una naturaleza imponente y tentadora, de la que emergen monasterios antiquísimos que tenemos que visitar en Armenia.
La oportunidad de visitar este país, llegó de la mano de un curso de ruso. Hasta entonces, no había tenido intenciones, más que muy esporádicamente, de viajar allí. Dada la oportunidad de una beca con profesores de la prestigiosa MGU, Universidad de Moscú, decidí ir sin dudarlo ni un segundo. Como había dos plazas vacantes, invité a Martín, mi «poputchik» y allá fuimos.
El curso de ruso incluía clases teóricas por la mañana, que además incorporaban danzas y coro y, tras un receso para almorzar, excursiones por todo el país y todo lo que hay que visitar en Armenia.
Antes de continuar, quiero aclarar que los armenios tienen su propio idioma y un alfabeto incomprensible. A mismo tiempo, todos hablan ruso. Es un país cosmopolita, sobre todo su capital, Erevan o Yerevan, donde además de rusos, viven muchas personas originarias de otras repúblicas tales como Tayikistán, Kazajistán, Uzbekistán y demás -tán. La mayoría de ellos, no habla armenio y se maneja sólo en ruso por lo que, el idioma local, se resigna a la población autóctona y, sobre todo, a la conversación familiar.
Recorrimos Erevan, de punta a punta, todos sus museos y edificios históricos y construcciones modernas y llamativas. También fuimos a monasterios que existen desde el año 303 y nos relajamos en enclaves naturales entre montañas, manantiales de agua bendita y el lago Sevan, que no puede faltar en la lista de lugares que visitar en Armenia.
Erevan, una ciudad con museos imprescindibles
Casa Museo Sergey Paradzhanov
Sergey Paradzhanov o Parajanov fue un cineasta georgiano-armenio-soviético con una visión muy particular e íntima de la realidad. De acuerdo a uno de sus críticos, Parajanov «hacía películas no sobre cómo son las cosas, sino cómo serían si él hubiese sido Dios».
Además de cineasta, fue un artista visual completo y nos ha dejado una profusa herencia de obras de arte, collages, montajes y grabados que podemos ver en su Casa Museo, uno de los sitios infaltables que visitar en Armenia.
Para sus montajes, Parajanov se valía de pequeños objetos como muñecas, botellas de leche, balanzas, quincalla, papel de estaño, plumas, lápices, hilos, etcétera. Y, para sus collages, recortes de periódicos y revistas. Los significados de estas obras son casi inescrutables. Pero tal como el mismo artista manifestó una vez: «Prefiero dejar a la gente que contemple mis trabajos y le ayuden a fantasear, imaginar, o descubrir algo personal que pudiera serles familiar, sin importar lo que yo hubiera querido expresar».
Casa Museo Martiros Saryan
Saryan nació en la ciudad de Nor Najicheván y se estableció definitivamente en la capital de Armenia tras el triunfo de la Revolución. Se destacó por el uso de colores estridentes y, al igual que muchos otros intelectuales y artistas armenios contribuyó al proceso de renacimiento nacional y social del pueblo armenio.
Fue un asiduo viajero desde su adolescencia. A los 17 años se fue a estudiar a la Escuela de Artes de Moscú y recibió la influencia Gaugin y Matisse. Después decidió que era menester conocer todo aquello que visitar en Armenia y pintó una enorme cantidad de paisajes. Luego estuvo tres años entre Turquía, Egipto e Irán.
En la Casa Museo ubicada cerca de la Ópera y la Plaza de la Libertad en Ereván, se exponen la mayoría de sus obras y pertenencias personales.
Museo de Historia: otro de los museos que visitar en Armenia
Recorrer este museo constituye una excelente manera de conocer la historia y cultura de Armenia.
Está ubicado en el edificio del ayuntamiento y distribuido en tres plantas que representan tres etapas históricas bien definidas. En este museo se estima que se guardan 94.000 objetos de acervo histórico, no todos expuestos. Las exposiciones incluyen hallazgos arqueológicos, modelos de arquitectura, armas antiguas, monedas, joyas, libros, vestimenta típica de cada región y antiguos utensillos de la vida cotidiana.
Un elemento curioso y muy mencionado es que, aquí se encuentra el zapato más antiguo de la humanidad. Fue hallado en la cueva de Areni-1, en la provincia de Vayotz Dzor. Los científicos lo catalogaron tras los estudios como un calzado de cuero vacuno de 5.500 años de antigüedad.
Matenadarán, biblioteca en armenio
Es lugar es uno de los depósitos de documentos y manuscritos antiguos, más rico del mundo. Su fundación se remonta al año 405 con la invención del alfabeto armenio. El primer Matenadarán o biblioteca, comenzó en el monasterio de Echimiadzín. Luego, tal como en Echimiadzín, otros monasterios armenios dispusieron de su propio matenadarán, de los cuales subsisten actualmente algunos, tales como los de Hanghpat y Sanahin.
La visita al Matenadarán es única. Allí nos sorprenderemos con encuadernaciones de muchos siglos atrás, libros religiosos con ilustraciones significativas. Se exponen también los elementos que se utilizaron para la redacción de estos documentos. Los pigmentos vegetales para elaborar las pinturas y todos los elementos de trabajo químico que implicaba la creación de los manuscritos.
Paseando por la capital, más cosas que visitar en Armenia
Erevan es una ciudad extendida entre desniveles agrestes, colinas bajas y barrios disímiles. El paseo bonito se reducirá al centro histórico y a algunos parques. Todo lo demás está desvencijado o en permanente arreglo, aunque parece una ciudad en la que las cosas se rompen y quedan así, abandonadas por mucho tiempo.
El centro tiene su encanto, sobre todo en el área que abarca la Plaza de la República con sus fuentes y la zona de la Ópera que, dicho sea de paso, vale la pena aprovechar para ver algún espectáculo. Las funciones de ópera y ballet en este teatro se renuevan constantemente y son de bastante calidad y a un precio asequible. No deberíamos dejar pasar una representación por 10 o 20 euros desde una buena ubicación. Las puestas no son espectaculares pero los artistas aportan talento y ameritan generosos aplausos.
Lo más lindo de Erevan, desde mi perspectiva, son las fuentes de agua que hay a cada paso. Literal. En cada cuadra o como mucho cada doscientos metros, hay bebederos de agua a los que la gente está muy habituada y los ves como bandadas de pájaros por la ciudad, agachando la cabeza para tomar unos sorbos y retomar enseguida el rumbo.
Vale la pena también relajarse en parques, todos con mucho verde y fuentes o estanques considerables, como el Parque de la Memoria que tiene un gran lago artificial por el que se puede navegar. A la vera, sobre un amplio espacio verde y arbolado, hay merenderos y da gusto sentarse a descansar del bullicio urbano, bebiendo un refrescante kvas.
Dos de los espacios abiertos más famosos de la capital y que visitar en Armenia son el Parque conmemorativo del Genocidio armenio y Cascade. Este último constituye una serie de fuentes con chorros de agua que bajan desde la colina y que se puede apreciar subiendo por escaleras hasta la cima. Arriba y un poco más allá, llegaremos al Parque de la Memoria.
Lamentablemente, en dos semanas y poco más que estuve en Armenia y dando vueltas por Erevan, nunca vi funcionando totalmente a Cascade, la cual, en su parte superior, parece estar sin terminar de construir. Este estado de decadencia en la ciudad de Erevan, es constante. Los ciudadanos se ven tranquilos y conformes con su vida, pero nada que se venga abajo les parece relevante . Así también son los servicios. En todos los hoteles o departamentos que estuvimos en Erevan, excepto en uno, -fueron cinco en total- había muchos elementos rotos o que no funcionaban o que estaban ya muy viejos y, por lo visto, así se quedarán para siempre. Un detalle más a tener en cuenta, es que, al menos en la capital, no podremos fiarnos del cambio de dinero que nos devuelven o de lo que nos cobran en un restaurante o un bar de paso. Tristemente y algo a lo que no estamos acostumbrados en nuestros viajes.
Monasterio de Geghard y Garni
El monasterio de Geghard es una construcción arquitectónica única que hay que visitar en Armenia en la provincia de Kotayk. Está parcialmente excavado en la montaña y rodeado por acantilados. Fue fundado en el siglo IV por Gregorio el İluminador, el primer católico de Armenia. Los monjes de allí le daban alojamiento y comida a los viajeros que tenían miedo de cruzar la garganta de noche. Junto con el valle alto del Azat, el monasterio se incluye en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
La ubicación del monasterio lo dota de vistas impresionantes sobre el acantilado y a lo largo del río Azat. Las rocas encaramadas en una empinada pendiente, conforman un anfiteatro natural. De hecho, todas las habitaciones subterráneas del monasterio tienen una acústica milagrosa.
La mitad del complejo monástico está cortado de granito monolito. La otra mitad, consiste en grutas naturales y cuevas que fueron utilizadas como celdas. Detrás de las paredes del monasterio se encuentra la estructura más antigua, la iglesia cueva de San Gregorio que data del siglo XII, así como también una serie de cruces o “khachkars”. El territorio de Geghard es conocido por su manantial de agua sagrada. Los árboles en las cercanías de Geghard están cubiertos por cintas de colores con deseos.
Garni, arquitectura clásica helena
La excursión hasta Geghard, incluirá pasar por Garni. Allí visitaremos un templo de altas columna jónicas que data del siglo I después de Cristo.
Garni es la estructura mejor conservada de la Armenia precristiana y el único edificio de arquitectura clásica del país. Es otra de las atracciones turísticas más importantes que visitar en Armenia.
Fue construido por orden del rey Tiridates I y dedicado al dios griego, Mitra. A diferencia de otros templos grecorromanos está hecho de basalto.
Kor Virap, la postal emblemática que visitar en Armenia
Kor Virap se menciona también como Jor Virap y significa «mazmorra profunda». Este pequeño monasterio, sobre las llanuras del Ararat y a pocos kilómetros de la frontera de Turquía, nos regala la postal característica de Armenia. Desde aquí, con cielo despejado, el monte Ararat estará casi al alcance de nuestras manos.
Cuando el rey Tiridates III gobernaba Armenia, su asistente era el cristiano Grigor Lusavorich (Gregorio I el Iluminador), que predicaba el cristianismo. Tiridates era pagano y sometió a Gregorio a tortura arrojándolo atado de pies y manos en la mazmorra de Jor Virap.
El rey emprendió cruentas guerras contras los cristianos mientras Gregorio siguió preso y vivo en la mazmorra durante 12 años. Su supervivencia se atribuye a que, una viuda samaritana, le llevaba pan.
Mientras tanto el rey seguía persiguiendo hombres y mujeres y no sólo cristianos, sino que también ordenó asesinar a la bella Ripsime por no aceptar ser su esposa, luego a Gayané y a muchos otros seres. Tanta crueldad, arrastró a la conciencia del rey a la locura. Se abandonó asimismo, se desgarró la piel y vivía en la miseria buscando comida entre los cerdos.
Finalmente, en un estado deplorable, Gregorio fue rescatado del foso, curó al rey y le devolvió el sentido. Gregorio supo entonces todas las atrocidades cometidas y vio los cuerpos de los mártires que habían sido quemados. El rey pidió perdón por todos los pecados cometidos. Desde ese momento, Gregorio empezó a predicar el cristianismo al rey, a la corte y al ejército.
El rey Tiridates, que abrazó el cristianismo después de la cura milagrosa de Gregorio, lo proclamó religión oficial de Armenia en 301.
La joya natural que visitar en Armenia, el Lago Sevan
Una excursión a la naturaleza con paseo en barco y pic-nic incluido. Salimos hacia el Lago Seván.
Conocido como “La joya de Armenia” o el “Mar Geghama” es uno de los lagos de agua fresca de montaña más grandes del mundo y conforma una de las principales atracciones naturales que visitar en Armenia. Este maravilloso enclave está localizado en el centro mismo del país y constituye un cuenco enorme de agua clara que cambia de color según el clima, rodeado de picos de casi 2000 metros de altura.
El lago nació como el resultado de las actividades volcánicas de la cresta Geghama. La erupción cayó sobre el antiguo valle del río hace alrededor de 250 mil años, creando una especie de caldera u olla que se llenó con el derretimiento de los depósitos glaciares y el agua de los ríos de deshielo.
La costa es muy pintoresca, con acantilados de roca empinada poblados de bosques densos y aire de montaña siempre puro y fresco, comparable con una brisa de mar. En los alrededores del lago hay templos y vestigios, tales como el complejo monástico Sevanavank del siglo IX y el cementerio medieval Noratus con gran cantidad de khachkars, piedras talladas con cruces armenias.
Se pueden hacer paseos en barco, muy agradables, relajarse en sus playas de gravilla, descansar y comer en el merendero con sombras, practicar natación, windsurf y otros deportes acuáticos o andar en bici por los encantadores rincones que rodean el lago. en los numerosos restaurantes de pescado que se encuentran a lo largo de la costa.
Monasterios al pie de las fronteras: Noravank y Tatev
Mimetizado en la roca cobriza, la belleza de Noravank
En un recóndito valle, entre las áridas mesetas y montañas del Cáucaso, se fundó, en 1205, este reducto inspirador de espiritualidad. Llegar hasta aquí merece la pena, no sólo por los originales templos cuya arquitectura es delicada y hermosa, sino también por las montañas. Podemos pedernos en ellas a través de una intrincada red de senderos que ascienden entre roca y arboleda, topándonos con manantiales, a puntos increíbles de dominio de la inmensidad.
El conjunto arquitectónico dorado, está rodeado de una muralla que se difumina en el escenario natural. Por todas partes se pueden encontrar khachkars, las preciosas piedras labradas características de Armenia.
El templo más grande es Surp Astvatsatsin, construido en 1339 sobre el mausoleo de Burtel Orbelian, enterrado aquí con su familia. Su morfología se asemeja a las primeras torres funerarias construidas por los primeros cristianos. En la puerta de acceso un altorrelieve representa a Cristo con San Pedro y San Pablo flanqueándole.
Son llamativas dos estrechas escaleras exteriores que enmarcan la puerta de acceso. Según la leyenda, solo las almas puras pueden subir sin caerse: casi todo el mundo acepta el reto de subir y demostrar su bondad.
No lejos de allí, junto a los restos de una iglesia más antigua, se erige Surp Karapet que data del siglo XI y, a su lado, está la capilla Surp Gregor, del siglo X, en donde podemos apreciar una lápida del 1300 con el relieve de un hombre-león.
Hasta el extremo sur de Armenia, monasterio de Tatev
En los confines meridionales de Armenia, lindando con Azerbaiyán, se revela esta joya de la arquitectura medieval: Tatev. Esta remota posición fue estratégicamente favorable dado que, el monasterio, construido entre los siglos IX y XIII era el centro religioso y político del principado de Syunik.
El monasterio funcionaba también como instituto educacional, allí se estudiaba filosofía, teología, física, matemática, astronomía, medicina, arquitectura, historia, gramática, literatura, caligrafía, música y pintura. La biblioteca albergaba diez mil manuscritos. Al mismo tiempo era la residencia del arzobispo de Syunik, albergaba talleres de artesanías y abarcaba vastas extensiones de tierras.
En el pasado, era una región inaccesible, debido a los serpenteantes caminos que, para llegar hasta allí, bordean las empinadas paredes de la garganta del río Vorotan. Actualmente se puede llegar en un teleférico de doble sentido que figura en el libro Guiness de récords como el más largo del mundo.
Flotando silencioso en las montañas, el monasterio de Tatev es un lugar impresionante. Dentro de él podemos perdernos en un laberinto de estrechos pasajes que unen espaciosas salas y edificios. De penumbra en penumbra, por angostas escaleras de piedra con entradas arqueadas y nichos en la oscuridad. Al mismo tiempo, la ubicación del monasterio a pies del cañón, nos regala vistas panorámicas que nos dejarán sin palabras.
El conjunto está rodeado de murallas y conformado por tres iglesias, dependencias residenciales de los monjes, una biblioteca, un mausoleo, un campanario y una almazara. La mayor parte de los edificios están sobre el precipicio del río Vorotán que corre debajo a más de 600 metros de desnivel.
El centro del complejo es ocupado por la Iglesia de San Pedro y San Pablo (Surb Pogos Petros), la principal y más grande estructura del monasterio. El primer templo fue construido allí en el año 906, sin embargo, las partes más antiguas, datan del siglo VI.
Especialmente notables son los grandes volúmenes externos del domo de la iglesia y el alto y redondeado domo con forma umbela. Los bajo relieves decorando las ventanas son interesantes, cada uno de ellos muestra una cara humana con cabezas de serpientes mirando las ventanas. La gran catedral solía estar pintada con frescos, los cuales han sobrevivido parcialmente.
A la izquierda de la entrada principal está la capilla de Santa María, añadida en 1087. Y en el patio, encontraréis un pilar octogonal con un khachkar (cruz labrada en piedra típica armenia), que tiene al parecer, propiedades milagrosas prediciendo actividad sísmica.
¿Cómo llegar a Armenia?
Para volar a Armenia probablemente haya que hacer escala ya que no hay vuelos directos desde todos los países. Se pueden conseguir vuelos económicos directos, sin equipaje, desde Milán, Atenas, Lyon, Bruselas, Estambul, Sochi y alguna otra ciudad
A través del buscador ruso Gosbilet se podrán encontrar vuelos de muy buena calidad con Armenian Airlines que no aparecen en otros buscadores occidentales. Yo utilicé Armenian Airlines y fue estupendo, Martín viajó por Aegean Airlines, también muy bien y, de regreso, tomamos Wizzair Malta y Easy Jet, ambas sin ningún problema. Todo perfecto.
Otra opción es llegar desde Georgia, país limítrofe que también merece una visita de varios días. Las combis, llamadas «marshrutka», viajan desde Erevan a Tbilisi y viceversa, muchísimas veces por día. Demoran unas 6 horas y son baratas. Pueden reservarse estos minibuses con antelación aquí . No olvidar llevar el pasaporte en regla ya que hay que cruzar la frontera. El proceso es rápido y sencillo.
A pesar de haber estado sumida en una guerra civil tras la cual quedó prácticamente devastada, se puede viajar a Chechenia y encontrarse con una república resplandeciente. Todo es nuevo y aún más está en construcción.
Desde el ingreso a esta república de la Federación Rusa, uno se sorprenderá de las amplias avenidas jalonadas de edificios modernos y esculturas gigantes. Una muy llamativa muestra un reloj de arena en cuya parte superior están las ruinas dejadas por la guerra y, en la inferior, la Chechenia que renace, renovada y en tiempo récord.
Además de los brillos del progreso, durante el recorrido por Chechenia, estarán muy presentes la figura del líder muy querido por todos, Ramzan Kadirov, y de su padre, Ajmat-Jadzhi Kadirov, quien fue asesinado en un atentado terrorista en 2007. Los retratos de Kadirov padre, a menudo junto a los de Ramzan Kadirov y el presidente ruso, Vladímir Putin, se verán en los edificios administrativos y en las paredes de las universidades y colegios.
Las mezquitas más llamativas de Chechenia y del mundo
Si habitualmente todo es enorme en Rusia, en Chechenia lo es aún más. Aquí, a pocos kilómetros de Grozni, en Shali, se encuentra la mezquita más grande de Europa.
La mezquita de Shali lleva el nombre de «Orgullo de los musulmanes». Además de ser la más grande, con capacidad para 20000 personas y una superficie de 9700 metros cuadrados, está catalogada entre las más bellas del mundo. Se puede viajar a Chechenia y es obligatorio entrar a este templo. El lujo y la opulencia nos dejarán atónitos y con la boca abierta, en una seguidilla espontánea de expresiones de admiración.
Visitar las mezquitas de la región constituye una ruta turística en sí misma, interesante arquitectónicamente y de apreciación artística. Cerca del centro de la capital, Grozni, se encuentra la Mezquita Azul, el templo más importante para los chechenos. Tiene capacidad para 10000 personas y, a pesar de su envergadura y su delicada ornamentación, se construyó en tan sólo dos años. La mezquita Azul está en medio de un enorme parque a orillas del río Sunzha. También está rodeada por el llamado «complejo islámico» que incluye la Universidad Islámica Rusa que lleva el nombre de Kunta-Jadji.
Desde allí es muy agradable caminar tanto por la Avenida conocida con el nombre de Vladimir Putin como adentrarse en el increíble «Parque de las Flores» con estructuras, pérgolas, y galerías, cercadas de enredaderas florecidas.
En este Parque de las Flores, encontraremos tanta belleza como en un cuento de hadas. Al mismo tiempo percibiremos que, la gente que pasea por allí, los chechenos, lucen elegantes y se mueven tranquilamente con sus familias, disfrutan con los niños en juegos infantiles o degustan los famosos y variados helados rusos. Todo el año, verano e invierno.
Asimismo se puede viajar a Chechenia y dejarse llevar por el bullicioso y agradable andar de la peatonal. A ambos lados, en las veredas, surgen las mesas de los bares y restaurantes, la entrada majestuosa de los teatros y más parques.
Es importante, tanto en Chechenia como en Daguestán y en el Cáucaso en general, cuidar la forma de vestir. Los hombres deben llevar pantalón por debajo de la rodilla, la mujer pantalón largo y, aún mejor, falda larga y, tanto el hombre como la mujer, deben tener los hombros cubiertos.
Otra de las mezquitas que merece visitarse está en Argun. Su estilo es moderno. Es una mezquita diferente y novedosa que no escatima en formas y arabescos dorados. Muy llamativa. Esta mezquita lleva el nombre de Corazón de Madre y está dedicada a la madre de Ramzán Kadirov.
Entre lagos y montañas, se puede viajar a Chechenia a través del tiempo
Algunas guías de viaje todavía desaconsejan viajar a esta zona. Sin embargo tras haber estado aquí y en Daguestán con una mano en el corazón y la otra sobre la biblia y el corán, damos fe de que son dos repúblicas seguras además de hermosas y, sobre todo, habitadas por pueblos amables y muy respetuosos.
Uno de los paraísos naturales de la república de Chechenia está en el Lago Kazenoi-am. Es un lago de altura, ubicado a 1870 metros sobre el nivel del mar, con una transparencia increíble y visibilidad hasta los 74 metros de profundidad. Es el lago más profundo del Cáucaso. En invierno se congela aunque su plancton sobrevive y oxigena permanentemente las aguas.
Llegar hasta el lago nos trasladará además por una ruta de viaje en el tiempo. El camino serpentea entre las montañas que empiezan a envolvernos hasta no ver más que laderas y picos a nuestro alrededor. A medida que la carretera da vueltas, damos vueltas las páginas de la historia. Veremos algunas fortalezas y torres y huellas en la piedra de asentamientos humanos que se remitan a más de 40000 años. Algunas pinturas rupestres certifican una habitabilidad en la región durante 8000 años consecutivos.
Las torres de piedra, que además podemos encontrar a lo largo de todo el Cañón y el Valle de Argun, se llaman «teip». También se les dice «torres de clan» ya que, en tiempos inmemoriales, ofrecían refugio a los hombres de un clan en caso de que se vieran expuestos al peligro de las luchas de sangre. De pronto surgen, como de la nada misma, y nos asombran por su poder en soledad en medio de la vastedad infinita de la cordillera.
Esparcidas en Chechenia y en los pueblos cercanos de la región, entre ávaros, cumucos, georgianos, rusos, turcos, se cuentan hasta 300 teip. Cada uno de ellos, en cuanto a clan, se rige estrictamente por el honor. La pertenencia a un teip o clan define la posición social de un checheno.
Actualmente el valle de Argun, con una considerable inversión, se está convirtiendo en uno de los centros de deportes invernales más importantes del mundo. El resort de Veduchi ofrece la pista de esquí más larga a una altura de 1476 metros.
A pesar del progreso, internarse en la cordillera del Cáucaso, nos obliga sin remedio a transitar sobre las huellas imborrables del pasado. Nos desplazamos por el mismo terreno de las calzadas antiguas. Sobre la impronta del deambular de las tribus montañesas y de las caravanas de mercaderes y guerreros.
Más allá de las impresionantes vistas panorámicas apocalípticas. Más allá de una naturaleza que, a no ser por los vestigios de su historia, podría presumirse virgen. Más allá, nos encontraremos con el abrazo cálido de la parca pero generosa gente de las montañas del Cáucaso. Será allí, sin ninguna duda, donde recogeremos en palabras sabias, la mejor anécdota del camino.