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Bolivia-La transformación del paisaje

Si hubiera que elegir un lugar del planeta para demostrar la transformación del paisaje, ese lugar sería Bolivia.

Cruzamos la frontera argentina desde La Quiaca a Villazón.  Desde el centro de La Quiaca se puede caminar hasta la frontera. Son entre cinco y diez cuadras. El trámite migratorio es rápido y sencillo.  La oficina de migraciones está abierta desde las   de la mañana hasta la medianoche. Se puede dormir en cualquiera de los dos lugares. Creemos que en La Quiaca la oferta de alojamiento es más variada y amplia.

En Bolivia sintonizamos los relojes, una hora menos que en Argentina. Cambiamos dinero, pesos y dólares por bolivianos. Un dólar,  6.85 bolivianos, y un peso argentino, 0.425.

En Villazón tomamos un micro a Uyuni para conocer el salar más grande del mundo, más de 12000 km cuadrados. Suena exagerado pero los datos enciclopédicos lo confirman.

Durante el trayecto de bus desde Villazón a Uyuni el paisaje se transforma continuamente. Arrancamos con las montañas que continúan la geografía de Humahuaca, el cerro de los siete colores se multiplica a ambos lados de la carretera. Montañas escarpadas de tonos contrastantes, del verde al violeta, el fucsia al amarillo. Pero a medida que avanzamos sobre la carretera, un camino rudimentario y en mal estado ya que, nos cuentan con orgullo están asfaltando la ruta principal, las montañas se convierten en pilones de rollizos salvavidas de pidra color beige, unos encima de otros, y, poco después esas piedras rollizas se convierten en pilotes, en árboles de piedra, en columnas de castillos gigantes con torres agudas. En cada manifestación ocurrente del paisaje se salpican las casitas de adobe y las casitas nuevas de block.

Si bien la distancia entre Villazón y Uyuni son solamente 290 km, tardamos más de siete horas debido al estado del camino suplementario por el que transitamos. Llegamos a Uyuni con la fiesta, el 10 de julio celebran el aniversario de la ciudad. Todo el fin de semana hay desfile. Todo el pueblo desfila además de otras formaciones y grupos que visitan la ciudad. Hay música y siento que emociono cuando me percato de que el locutor, al nombres a mandos mayores y abanderados de algunas formaciones, menciona apellidos como Choque y Mamani, apellidos que antes del gobierno de Evo Morales no tenían acceso a pertencer a ninguna repartición pública a no ser como personal de limpieza.

Nos alojamos en el Hotel Palace y estuvo bien. Nos cobraron 40 bolivianos por persona, un cuarto con tres camas, baño privado, agua caliente, internet y tv con muchos canales.

Al día siguiente salimos a recorrer el salar. Lo hacemos yendo a dedo hasta Colchani y caminando desde ahí. Es importante ver las montañas alrededor como puntos de referencia para no perderse y poder regresar. Hay excursiones organizadas al salar, de uno o más días ya que hay sectores con lagunas de superficie de diferente color, roja o turquesa, flamencos rosados, lugares insólitos de montañas de sal donde crecen cactus de otra era, más gruesos que un árbol añejo.

Esa misma noche tomamos un bus a La Paz. Es cómodo. Coche cama con calefacción y nos dieron dos frazadas a cada uno. Dormimos durante el viaje. Hace una parada en un restaurante sencillo donde se puede amenizar con un cafecito caliente para  engañar a estas temperaturas heladas.