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Vivir en Rusia: pormenores, pormayores, ventajas, desventajas, curiosidades

En un post anterior brindé una imagen general de cómo se me presentó a mí mudarme a Crimea y vivir en Rusia. Si bien conocía buena parte del territorio continental de este país, nunca había estado en la Península y la sorpresa cotidiana fue y sigue siendo mayormente agradable.

Rusia, el demonio del mundo

En la actualidad hay una visión general occidental bastante nefasta acerca de Rusia. Antes también la había. Personalmente no sabía mucho de los rusos hasta que me involucré con su lengua en la Escuela de Idiomas de Bilbao. A partir de allí, con una profesora rusa que nos transmitió con pasión no sólo el idioma sino también la cultura, empecé a abrirme y también a conocer más en detalle a Rusia y a los rusos.

Poco sabía yo hasta entonces que Rusia no es un sólo país. Rusia es una Federación integrada por 89 sujetos federales y repúblicas populares. Cada una de esos territorios mantiene sus idiomas, símbolos y tradiciones. Nadie se mira despectivamente en sus diferencias. Hay mucho respeto entre unos y otros y todos, TODOS, se consideran ante todo RUSOS.

Tal hermandad humana es y ha sido mal vista por siglos desde los países con ambiciones imperialistas que pretenden controlar a los pueblos. Uno de los métodos más famosos y efectivos es el «divide y triunfarás». En la Federación Rusa ha habido y hay intentos de corromper a través de nacionalismos fascistas como el implementado en Ucrania, tal unidad de siglos. Pues, les aseguro que, viviendo aquí y más allá de lo que escuchen o lean en las noticias, eso, en RUSIA, será imposible. Aquí hay valores de AMOR a la patria Rusa entrañables e incorrompibles y, esos valores, son mucho más profundos y lejanos en el tiempo que las revoluciones de colores del siglo XX. Lo mismo sentirá un yakuto de Siberia, un mongol de Altai, un musulmán de Chechenia o Daguestán, un cosaco de Rostov, un budista de Ulan Udé, un tártaro de Crimea, que un moscovita.

A partir del estudio idiomático, entré en el coro y en el grupo de teatro ruso. La profesora nos trasladaba a vivir en Rusia a través de su calendario cultural. Lo vivíamos plenamente. Cada fecha. Cada tradición. Piezas de teatro y musicales de relevante calidad espectacular y, al final de cada encuentro conmemorativo de algo, la mesa larga llena de platillos típicos.

Entonces decidí que era momento de empezar a viajar a esta tierra.

Primeras incursiones viajeras por la Federación Rusa

La primera fue un viaje tradicional y breve a Moscú y San Petersburgo. Lo más sorprendente fue descubrir que los rusos no son serios y fríos como nos los pintan. También descubrimos algo que se sigue repitiendo en mi experiencia del día a día y es la empatía. El ruso, a lo largo y a lo ancho de más de 17 millones de km cuadrados es capaz de ver al otro y de involucrarse con sus necesidades. Situaciones anecdóticas al respecto llenarían las páginas del blog. Decir por ejemplo, que una guarda sala del Museo Hermitage en San Petersburgo se acuerda de un par de turistas en medio de cientos que le preguntaron por la sala de los impresionistas y, tres horas después te vuelve a ver pasar, cuando uno ya ni se acuerda de la cara de esa mujer, y ella te pregunta: -han encontrado a los impresionistas? O cuando después de haber estado sólo dos veces en un mismo supermercado grande, a la tercera, la cajera te saluda como si te conociera de toda la vida y te pregunta cómo andás. Viniendo del País Vasco, esto es insólito. Viví 7 años allí (Y me gustó en general) Vi a la misma cajera todas las semanas y nunca me miró como a un ser humano. Sólo éramos un par de máquinas en su trayectoria sistemática.

El segundo viaje fue más intenso, profundo y largo: el Transiberiano. En 2022. Había comenzado la Operación Militar Especial y, como era de esperar, pretendían asustarnos. Dejenme decirles que aún en ese momento, la tranquilidad con que transitamos por buena parte del territorio ruso con la amiga Stellete, desde Moscú a Vladivostok y de regreso por Siberia, no vimos nunca tanto despliegue de armas pesadas como en el aeropuerto de Frankfurt donde además, por venir desde este territorio maldito para occidente, nos requisaron como a delincuentes y arrojaron nuestros regalos con símbolos rusos al piso con odio y desprecio.

Entonces, se hizo realidad aún un tercer viaje con Martín.

Hice quilombo ante la humillación sufrida y el desprecio nazi. Me quejé hasta, hablando bien y pronto, romper bien las pelotas, y nos tuvieron que pagar. Así que, en 2023, invité a Martín con el deseo de volver a Rusia, a recorrer otras Repúblicas y con la firme convicción y despecho de gastarme aquí, el dinero alemán.

Vivir en Rusia, tranquila

Una de las ventajas de vivir en Rusia es que se puede vivir tranquilo. Suena paradójico, verdad?

Se puede volver a casa de noche, sola, sin miedo. Se puede hablar con la gente desconocida si te preguntan algo, o preguntar, sin temor a abusos. Se pueden comprar cosas en el super, en la calle, o por internet, contratar servicios, sin temor a ser estafados. Los baños de los bares no son sólo para clientes. Tomar algo en un bar es asequible. Te olvidás de tener que quejarte porque esto o lo otro no funcione o venga fallado. No se corta la luz. Siempre hay agua caliente. La calefacción funciona y para todos por igual. Los trenes salen y llegan a horario. El tráfico no es violento ni ruidoso. Y las cuentas se pueden pagar con tu sueldo sin tener que andar apagando cosas o dejando de usar lo que necesitás para estar cómodo.

Hay controles estatales de las infraestructuras edilicias, al menos una vez al año controlan las cañerías de gas para que no sucedan pérdidas o explosiones. No tenés que pedir que estos trabajos se hagan. Se hacen desde el gobierno. No te da miedo que el del gas, un perfecto desconocido, entre a tu casa.

Existe el inspector de zócalos, a ese lo vi cuando viví un mes en la residencia de estudiantes. El tipo inspecciona los zócalos con una lámpara con aumento óptico para prevenir plagas de insectos.

Del otro lado del mundo, donde quizás estén algunos de ustedes leyendo este blog, creen porque creen lo que les dicen y muestran, que Rusia es peligroso. ¡Ni hablar de Crimea! Y yo estoy aquí. Escuchando a los pájaros mientras escribo. ¿Acaso se puede temer en un pueblo que no persigue ni caza pajaritos?

Aquí la gente alimenta a los gatos en las calles. En cada barrio. El gobierno patrulla que estén sanos y los vacuna y desparasita. No hay ratas. No hay perros callejeros. Nadie tira cachorros a la zanja o el basural. No hay basural. Ni zanja. En las avenidas principales se escucha música funcional de los altoparlantes.

El mundo habla de Rusia y le teme. Yo me siento segura. Me siento protegida. Acá todo está bajo control pero no sentís la presión de sentirte controlado. La gente es buena entre sí. Si nos tiraran drones, hay quienes saben muy bien cómo frenarlos antes de que caigan sobre nuestras cabezas. Y, sobre nuestras cabezas, el cielo está mucho más limpio y azul que en cualquier otro país del mundo fumigado con tóxicos.

Laburo, poder adquisitivo y comida

Vivir en Rusia tranquila, se puede, porque no hay que prevenir imprevistos. Los imprevistos ya están previstos de antemano y cada quien cumple con lo que le toca. Pero esto no es riguroso al punto de someter a las personas a un régimen estresante de vida. Todo se da a su tiempo y funciona bien porque también está contemplado el tiempo de ocio y descanso. Porque eso de cada quien cumple con lo que le toca, no excede la capacidad humana del cada quien. Aquí no se abusa de las personas para exprimirlas y que rindan más aunque mueran en el intento.

En cada sector laboral, desde el transporte al supermercado o la academia de idiomas donde trabajo, verás que hay más de una persona dedicada a cada tarea. Eso alivia el peso. También que tu jefa, espontaneamente, te sirva un café entre clase y clase

Los salarios, comparados con salarios europeos, son menores en cantidad de dinero pero superiores en su capacidad de poder adquisitivo. Doy clases de español, francés, inglés. Cobro entre 700 y 1000 rublos, eso es de 7 a 10 euros la hora. En Europa, si conseguía trabajar, y no era fácil conseguir, ganaba entre 11 a 15, o sea… casi el doble, sin embargo al momento de comprar alimentos, allá no me alcanzaba para lo que hubiera querido y tenía que barajar y recorrer góndolas de nuevo. Aquí como más natural y más barato.

La variedad de alimentos, va desde lo rural, lo de los mercados, luego también alimentos frescos en los grandes supers, y alimentos congelados. Se puede elegir. La carne de cerdo por ejemplo cuesta unos 300 rublos el kg, 3 euros. El salmón rosado 350, 3 euros con 50. La carne vacuna, 550 a 700 rublos el kg, o sea desde 5.50 a 7 euros. Los quesos, de los que soy muy fanática, desde 500 a 800 o 900 (uno más exótico) el kg, o sea entre 5 y 9 euros el más caro, por kg.

Lo que me fascina de vivir en Rusia son los panes. Hay miles! Caseros, ricos, con semillas de todo tipo, blancos y de todos los cereales que se te ocurran y un pan cuesta 25 centavos, y los más caros 85 centavos. Entendés? No hay pan a 1 euro, no hay pan a 100 rublos. Todos son más baratos que eso!!! Y RIQUÍSIMOS.

También hay facturas, y DULCE DE LECHE!

Y como me está picando el bagre de tanto hablar, dejo el post aquí y la próxima les doy un detalle de una compra aún más variada.

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Я хочу быть гражданкой России. Я люблю эту страну, это моя родина. Помоги мне с твоими контактами получить гражданство. Благодарю.

Viajar a Crimea, Simferopol capital

La República de Crimea se encuentra en un lugar estratégico del globo terráqueo. Cuando mirás el mapa y ubicás esta península en esa latitud perfecta y rodeada de mares, te das cuenta que, viajar a Crimea no puede fallar como destino.

Elegí este lugar para vivir por otras razones. Primero por razones políticas y de convicción histórica y legítima en cuanto a la Federación Rusa actual y su pasado no sólo como URSS sino mucho más antiguo. Sin embargo, cuando me tocó definitivamente en suerte venir a vivir aquí, me di cuenta, antes de conocer el lugar, que probablemente no había mejor elección. Y si la hay, son pocas.

Crimea abarca un territorio relativamente pequeño, 27000 km cuadrados y, en este territorio, se encuentra la variedad de flores silvestres más abundante de Europa. Los tulipanes y lirios crecen en las laderas de las montañas año a año y los árboles de Sirin florecen en primavera y aromatizan el aire de toda la República.

¿Cómo viajar a Crimea?

En 2024-2025, el aeropuerto de Simferopol se encuentra cerrado momentáneamente y dedicado, junto a otros aeropuertos del sur de Rusia al transporte exclusivo de elementos indispensables para llevar a cabo la Operación Militar Especial en Donbas. Eso no es impedimento para viajar a Crimea. Se puede venir en tren, autobús o transfers (combis) ya sea desde el aeropuerto de Adler-Sochi o desde otras ciudades del continente.

Elegí el tren desde Sochi. Si han visitado otros posts de este blog, ya sabrán que viajar en un tren ruso es como viajar en una verdadera casa en movimiento. Allí no falta nada de lo necesario para vivir un par de días a bordo confortablemente. Las comodidades, pulcritud, abastecimiento de agua fría o caliente para el mate, amabilidad de las azafatas, puntualidad, no se pierde aunque los viajes sean largos, de muchas horas o hasta de varios días. Por más que viajes una semana entera en un tren ruso, siempre estarás en el horario previsto, en un ambiente cálido permanentemente y que huele bien.

El tren a Simferopol para viajar a Crimea desde Sochi, empieza en la población aledaña de Adler, cerca del aeropuerto de Sochi que sí está activo en 2024-2025. La estación de Adler es muy cómoda si se debe esperar allí. Hay muchísimas salas espera con asientos cómodos ya sea para sentarse o echarse una siesta. El lugar está impecable permanentemente, hay restaurantes y cafés a precios urbanos y enormes ventanales con vistas al mar. Hay enchufes por todos lados para cargar dispositivos y wi.fi.

Simferopol, ciudad de contrastes

Es la capital pero viviendo aquí te sentís como en un pueblo tranquilo. Simferopol es una ciudad atípica. Carente de glamour y poco elegante, quizás sea la primera impresión. Sin embargo es una ciudad hecha a la medida de nuestro bienestar o, por lo menos, del mío. Una ciudad verde, llena de árboles, con un río sinuoso que refleja los sauces que crecen libremente sobre las orillas desparejas. Simferopol no contempla rectitud ni simetría, está llena de contrastes por donde se mire, y eso, para mí, la convierte en interesante y hermosa.

Al viajar a Crimea, Simferopol es una parada indispensable. Aburrirse es imposible. Llevo casi un año aquí y sigo descubriendo día a día, rincones curiosos que antes no había visto. Abundan los parques, las plazas con mucho verde siempre, con bancas y fuentes. Hay esculturas en lugares insospechados. Un toque de arte cuando menos lo esperás.

Lo que más me atrajo desde que llegué son los árboles. Tantos árboles por todas partes en una ciudad metropolitana. Eso me encanta.

En cuanto a arquitectura la hay y también en estilos variados. Estilo soviético y anterior. Iglesias ortodoxas con sus gordas cúpulas doradas y, por aquí o por allá, minaretes de mezquitas, ya que Crimea, contrasta también en su mezcla de población eslava y tártara y las personas en general, hablan más de un idioma, ya sea ucraniano, tatarski, y, por supuesto, ruso. Todos son rusos por excelencia más allá de eso, y orgullosos patriotas. Y lo hacen notar.

Es una sociedad politizada y eso a mí, también me gusta. Es una sociedad con la que me siento identificada y tranquila. Aquí enarbolo mis símbolos y banderas sin temor a ser mal vista, agredida o amenazada. Con la convicción de que estoy del lado correcto.

En este lugar, además, he recibido en casa, un piano. Gratuitamente. Y eso, es normal.

Como si fuera poco, el clima en Crimea es perfecto. También variado y contrastante. Predomina el sol, lo que, viniendo de Euskadi, es una bendición cotidiana. En invierno nevó bastante. Nevadas que se dejan disfrutar, sobre todo cuando al llegar a casa tiene una calefacción que funciona, ininterrumpidamente a 25 grados. Todas la calefacciones, de todas las ciudades rusas, se encienden y se apagan en cada República, según la fecha estimada de inicio o final estacional. No existen edificios, viviendas, sin calefacción. Tampoco transporte público sin calefacción. Y nunca ocurre que algo de esto no funcione como está previsto.

En fin, que disfruto también el clima y mucho. Sol. Lluvia… quizás ha llovido cada quince días en promedio? Pero un día… y no un mes seguido. Nieve… hermoso. Y otra vez, sol. También podría contar con los dedos de la mano los días nublados, y me sobran dedos.

El paisaje de la península, que ya he empezado a recorrer palmo a palmo, es sorprendente. Llevo varias excursiones de trek por las varias cordilleras que brotan de este territorio y todas han sido novedosas y diferentes. He seguido el curso de ríos de montaña, cañones de piedra rosada, cascadas, ascendido a cumbres y caminado por sus cresteríos. Ningún paisaje se parece a otro. Nada se ha repetido más que las caras amigables de mis compinches exploradores del grupo Вольный Странник que significa «Vagabundo Libre». Acerca de estas salidas, escribiré otros pots ya que, cada exploración, merece una nota aparte.

Mate y tango, por si algo faltaba…

La amabilidad rusa es innata. Nunca un ruso te dejará tirado. Son más generosos que lo que cualquiera podría imaginar. Y si algo les faltaba, pues no les falta, también toma mate y bailan tango.

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