Bahía Solís es otro lugar soñado como creo que los hay en varios recovecos del lago Rivadavia. No es la primera vez que estoy acá. Estuve muchas veces antes y todas las veces, antes y ahora, encuentro rincones encantadores en este lago gigante, encantadores y nuevos.
Hoy mismo caminando la huella descubrí playas que antes nunca había visto. Pero vamos a la Huella.
La mitad de la Huella transcurre por la colina que está sobre la izquierda del camino de ripio que recorre todo el parque. Desde la Portada Norte, donde se paga el acceso y luego se pasa la seccional de guardaparques, se entra a la senda apenas cruzar el puente del arroyo Hacha. La senda sube. Es una subida de esas a las que ya, después de 20 etapas de Huella Andina, estamos más que acostumbrados. Nada del otro mundo, sólo un trepping normal. Primero se llega a una cascada de varios saltos. Hay un par de balcones para detenerse a ver. Eso sobre nuestra izquierda, sobre la derecha, a medida que subimos, tenemos vistas panorámicas del enorme Rivadavia. Interminable y hermoso. Seguimos subiendo por la colina y caminamos por un bosque fresco, mullido, y amable. Hasta un alambrado. La marca de la Huella señala que hay que pasar el alambre. Después la marca se pierde.
Antes de entrar a la senda, me explicaron en guardaparques, que desde este alambrado, hay que bajar hasta el ripio, cruzarlo a la altura del camping 3 Bahías, y entrar por ahí para hacer la segunda parte del recorrido bordeando el lago. Sabiendo esto, sabía que tenía que iniciar el descenso. No vi más marcas. Escuché un pájaro carpintero y me entretuve buscándolo entre las ramas, lo encontré, era una pareja, y los vi muy de cerca. Pensé que el camino podía, posiblemente, bajar bordeando el alambre, pero en ese caso, no tendría sentido haberlo cruzado, se podría haber bordeado por fuera. Sin encontrar marcas, me encontré en el corral de un simpático y joven alazán al que no hizo ninguna mella que yo cruzara en diagonal su casa mirando hacia los costados en busca de marcas. Salí del corral y entré a un cañaveral raleado a machetazos. Confuso caminar por ahí, pero yo sabía que tenía que bajar. Volví al corral, me gustan los alazanes, y empecé el descenso más cerca de donde había cruzado el alambrado. Llegué al ripio a través de un puesto medio en desuso donde había una camioneta, algunos aperos, y un carro viejo con ruedas de madera, posiblemente para bueyes. Al mirar atrás vi las marcas de Huella Andina. Estaba cerca.
Crucé el ripio y ahí nomás vi el cartel de Camping 3 Bahías. Entré a una pequeña senda que me conectó con un camino de tierra. No había marcas por ahí, pero era el acceso al camping y yo sabía que en esta segunda parte debía ir cerca del lago. Entré y crucé todo el camping y ya saliendo, en los árboles, empecé a ver chapitas pintadas con la insignia celeste y blanca de la Huella. Sólo se pierden en un mosquetal. Di varias vueltas en ese mosquetal. Se escucha a la derecha, pero detrás de un bosque tupido, los autos que pasan por el ripio. No es posible llegar a menos que uno lleve machete para adentrarse en el bosque. Busqué por la derecha, hacia el lago, y volví a encontrar las marcas. Se camina por un bosque hermoso, bordeando el lago y pasando por playas alucinantes donde dan muchas ganas de quedarse, en cada una de ellas, hay muchos arrayanes entre la arboleda, es un paseo muy bello, tanto que a uno no le pesa para nada la caminata y cuando menos quiere acordar ya está en el camping organizado Rivadavia a la altura de Bahía Solís. Yo me quedé en el de al lado, en el agreste. Tuve tiempo de tomar sol, de lavar la ropa, de hacer el fogón de ducharme.
Este camping cuesta 30 pesos. Hay fogones sencillos. El lugar es impagable y tranquilo. Los predios del camping se extienden a lo largo y prácticamente, cada carpa, tiene su playa particular.
Para iniciar estas etapas después de dejar Lago Puelo, hay que tomar un micro al Parque que sale a las 3.30 de la tarde, cerca de la oficina de informes turísticos de Lago Puelo. Se llega al Parque más o menos a las 6 de la tarde. El micro cuesta hasta el Rivadavia 40 pesos, y más si uno va más lejos. En la entrada al Parque se paga el acceso al mismo, para argentinos es 20 pesos, hay descuentos para universitarios y residentes en la provincia.
La etapa son 11 km y se pronostican 7 horas. Creo que es una exageración. Yo no camino nada rápido, paso normal. Me perdí dos veces y paré diez minutos. Tardé tres horas y media desde el inicio de la senda hasta el camping agreste de Bahía Solís. Y este lugar es digno de ser disfrutado. Plena belleza, plena paz.