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Feliz en Panamá. Ni la ruta de Cahuita a la frontera era tan jodida, ni hubo ningún contratiempo de parte de las autoridades migratorias o de aduana. El poli que revisó medio por arriba el auto, vestido de fagina y con su sombrerito de Piluso verde oliva era tan simpático que hasta me pareció lindo. Además como estuvo destinado en la zona fronteriza me dio una charla en detalle acerca de los peligros del Darién y me dijo que aunque nadie dé un duro por mí, los paramilitares colombianos están infiltrados en toda la región y me secuestrarían, según él, sin margen de error. Dice que para las fuerzas panameñas se ha vuelto sumamente difícil erradicarlos, y que son estos seudos militares, adheridos como chuncaco a los narcos, los que controlan la zona, más que las FARC. Palabras de un milico que estuvo destinado varios años en la conflictiva región del Darién, que para mí, envuelve una de las selvas más misteriosas del planeta, por demás de tentadora…
Anoche dormí entrecortado. El chino que cuidaba las cabañas donde estaba, se encargó de advertirme tanto que no saliera de noche, que le diera doble vuelta a la llave y encima leo en la Lonely que hay que revisar que el cuarto sea seguro… Revisé, todo tenía reja amurada así que me acomodé medio lejos de la ventana, no fuera cosa que mano de desconocido intentara despeinarme y hasta soñé.
Sali temprano rumbo a Bribri y después a Sixaola para cruzar el puente que tiembla.
Antes le saqué una foto a los últimos milicos costarricenses que me esperaban para pararme y cundo paré sin que ellos me lo señalaran, el poli me preguntó, «cómo anda mi amor» y no me pidió nada. Yo ya tenía todo desparramado en la falda y el bombo murguero que hace los fines de mesita. Ahí me di cuenta que perdí un papel. Tiene que haber sido en Costa Rica, con tanto revoleo, es la factura del auto. Nunca me la pidieron, pero voy a necesitarla para embarcar el coche en Panamá, asi que contactaré a la gente de Italian Motors de León para ver si me pueden escanear una copia duplicado o comprobante que certifique que la burbuja es mía y está pagada. Sobre todo esto último porque lo que es más importante, tarjeta de circulación lo tengo y eso es lo que siempre, hasta ahora, me han pedido, además de pasaporte y licencia de conducir que uso la expedida por la dirección de tránsito del estado de Guanajuato.
Después de cruzar la frontera, bienvenidos a Panamá, la ruta está bien pero en todo el camino de hoy, unos 300 km… calculo… en Panamá, no vi ni un solo cartel. Mapa sobre el bombo murguero, múltiples usos, intuición, dirección del viento, posición del sol y dos o tres perdidas. «Usted sabe dónde…» Joya! La gente sabe dónde está parada y hacia dónde ir. Así que a partir de ahí, sin bajarme del coche preguntaba «esta, aquella o la otra es la carretera a Chiriquí??»
Llegando… llegaste… a Chiriquí Grande me encontré a Marisa y Gery, los ciclos viajeros, ahí nomás compartimos un matecito, a la vera de la loma montañosa, carretera de cuestas y a la izquierda el mar Caribe. Quedamos de encontranos en el cruce de Chiriquí Grande donde sale la ruta a David, donde estoy ahora, ruta ésta que empalma con la Panamericana. Mientras esperaba a los ciclistas conocí a tres chicos que se me acercaron hablando en otro idioma, nebo… de una. Me preguntaron «mocoñó»? María, les dije antes de preguntar qué significaba, tico María. Me llamo María.
Después del encuentro en el cruce de Chiriquí la ruta a David, «esta es la ruta a David??»
Paré en una finca «La suiza» que mencionaba Lonely Planet, pero no permitían acampar y las habitaciones eran muy caras.
El tema del dinero en Panamá es el Balboa, 1 Balboa es igual a 1 dólar y manejan los dos todo mezclado. La gasolina súper cuesta 3.21 balboas o dólares el galón que es alrededor de 4 litros y por ahora el rinde es normal, ni muy muy, ni tan tan.
La gente local por lo que he conocido desde el cruce de frontera es amable y muy linda. Todos petisitos. La gente de aduana hasta me hizo pasar a la oficina con aire acondicionado y olor a azahares y tomar asiento, simpáticos y ni un problema, chochos de charlar con la viajera argentina y contarme de su tierra que por lo visto conocen bastante.
Ahora estoy en el hotel Purple House, escribiendo en la laptop de Matra, un chico español con el que había estado conversando en la gasolinera de Chiriquí Grande y del que no sabía ni su nombre ni adónde se dirigía y acá lo encuentro que me abre la puerta del mismo hotel Purple House donde yo vine a parar. El pibe éste quiere hacer el viaje por las Américas también, es de Sevilla, monitor de deportes, nadador y buzo y de eso y otras movidas seguimos charlando mientras yo escribo y él come sus spaguettis a la bolognesa.
Desde Panamá, abrazos!