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La casa con ruedas (México-Argentina en auto) Argentina


Purmamarca-ARGENTINAAAAAAAAAAAAAAA – 10 de febrero de 2010
Con una emoción que ustedes no pueden ni imaginarse llegué a nuestra Argentina, apasionada, cara dura, intrépida, controvertida, peleadora y tan querida! Cuando vi la bandera, ahí, ondeando en el mástil como haciendo un zarandeo de zamba, distraídamente, el cartel de BIENVENIDOS A ARGENTINA, apreté el timón y me puse a llorar. Y después a reirme y después en el camino, a carcajadas.
No me pasée mucho por Chile. El paisaje del norte chileno continúa la monotonía del largo desierto peruano. Ayer salí de Perú, llegué a Chile, dormí en Chile, hoy estoy en Argentina, hice uns cuantos más de mil kilómetros en el tramo, ya superamos los 15mil desde el inicio de la travesía en Guanajuato.
Salida de Perú, de Monquegua, cruce de la frontera Tacna-Arica. En la migra peruana siempre se exige un papelito más que en cualquier otra frontera, un trámite más, pero nada hay de complicado y detallista como la autoridad chilena. Son insoportables en ese aspecto. En el camino entre Arica y el paso de Jama, tuve 4 controles de aduana. El peor fue el primero, entrando a penas a Chile porque además de revisar todo el auto, hay que bajar todos y cada uno de los bultos y pasarlos por un scanner. Con el desparramo que a esta altura del partido yo tengo en el auto, esto me llevó un rato largo, ya que hay muchas cosas fuera de lugar.
Hubo un momento triste, el de tener que dejar al duende del árbol que viajaba en la puerta derecha. El duende del árbol que vivió en una maceta en mi oficina de Don Quijote durante añossss, que viajó conmigo hasta que una chilena con autoridad, demostrando todo su poder sobre nosotros inofensivos pero fuertes, dijo «esto no pasa». Para casi cualquiera era un palito de mierda, pero no para nosotros. Fue feo dejarlo ahí, pero acepto que quizás, tenga otra misión que cumplir ahora que yo, casi voy alcanzando esta meta.
Después de eso, iguiendo con el trámite, hay que llevar el auto a una playa donde lo pasan por un scaner, le hace una especie de tomografía, a ver si adolece de cocaína, fusiles, o más duendes ocultos.
Salí como tres horas después de la frontera con Chile y arranqué para Arica. Tuve que entrar a esta ciudad a cambiar dinero, en la frontera no había cambistas y además necesitaba cargar gasolina. Lo llené y con ese tanque hice todo el tramo hasta Calama, como 800 km. Gasolina de 95 en Chile 623 pesos chilenos.
Cabe aclarar, al margen, que a pesar de lo complicado, tedioso y cargoso que suele ser cruce de frontera Perú-Chile, gente hincha pelotas, todos los peruanos y chilenos, sin excepción, que encontré en lo cotidiano y con los que charlé un poquito, me cayero re amables.
Después de conseguir pesos chilenos, ayer, un dólar es 545 pesos chilenos, salí hacia Iquique para llegar a los cerros Pintados, pero no me gustaron, no me gustó el lugar para quedarme ahí, así que seguí. Hay poco y nada en la ruta. No hay ni una gasolinera, en Chile le dicen grifos, ni un hostal, ni casi ningún lugar para comprar comida. Pensé en dormir en Quillagua, que marca un pueblito en el mapa. En Quillagua, oh sorpresa, hay otra oficina de aduana pero ni pueblo ni hotel. Unos muchachos me aconsejaron seguir hasta Calama, eran las 9 de la noche. Descubrí que manejar de noche, si la ruta está buena, es muy lindo. Dos horas más a Calama, a las 11 pm, el simpático viejito, Eugenio, me abrió la puerta del hostal y no demoró ni dos minutos para calentar el agua y como dijo él, tomar unos matecitos, aunque después, amargo, no le gustó.
Esta mañana di una vuelta por Calama y antes de salir de Chile pasé dos controles más de aduana, más breves, sin scaner.
A Argentina!!!!! Todo bien con los papeles, con visualización del vehículo pero sin bajar las cosas, tengo el permiso para estar tres meses con el auto en Argentina y ver mientras tanto cómo funciona la ley para ver si se puede quedar y seguir siendo funcional a alguien que lo necesite, pero ya. La autita va cumpliendo su cometido. Estoy en un camping en Purmamarca, la ciudad está re linda, la plaza colorida, el mercado, y ya con la carpa en pie, en un revoltijode más de 20 carpas, casi todos argentinos, charlando, parloteando, tomando mates con los paisanos y con una felicidad que no me cabe en el cuerpo.
No puedo subir fotos porque me cambiaron las patitas de los enchufes, así que me reservo la batería que me queda hasta que consiga un adaptador.
Todo cambió de golpe, venía con una especie de abatimiento arenoso, si bien el mar y la música, vengo gastando a Soledad Bravo, me la canto -grito, vocifero- en las más de 300 canciones que me grabó mi Rau. Pero todo cambió, de golpe el paisaje se pintó de colores, las vicuñas de Coquena corren por los campos de pastizales bajos y aunque escasos, verdes, los cerros se tiñen de celestes, rojos, temibles violetas, los cactus llegan hasta el cielo, las nubes son rebaños y el aire que se filtra por la ventanilla toca una música de ocarina.
Estoy contenta. Falta un tramo, varios tramos hasta SanClemenchi.
El viernes, con este brisa que canta y acompaña mientras yo también canto, llegaré a San Pedro, primer tramo.


Santiago del Estero- ARGENTINAAAA – 11 de febrero de 2010
Si todo va como hasta ahora, mañana a eso de las 6 de la tarde entro a San Pedro. Ni yo que emprendí esto lo puedo creer. Si me pongo a pensar que allá andaba por Honduras o por Panamá y que ahora estoy acà, acà, a màs de 15 mil kilómetros de Guanajuato de donde salì el 31 de octubre. 15 mil y pico de kilómetros que serán 16 mil por cómo marcha el contador, engordados por ese desvío ansiado, obligado y que resultò fructìfero por demàs, llamado Venezuela.
Estoy tan feliz.
Voy en la ruta y no dejo de repetir la frase cèlebre de Jorge, QUÈ PAÌS QUE TENEMOS!!!!! El norte argentino es tan precioso, es una gema en estado natural. El aire huele a palo santo. No pude dejar de parar varias veces hoy en el camino. La Quebrada de Humahuaca, Tucumàn, què lindo està el jardìn de la Repùblica, despuès Termas de Rìo Hondo. Calor que no claudica. Silencio de siesta. Chicharras. Susurro de hojas. Respiro.
Lleguè a Santiago y acampo, en el camping Las Casuarinas, rodeado de parques, árboles.
Hay tres carpas locas contando la mìa. Pasa un muchacho. Nos saludamos. Pregunta obligada «de dònde sos». Respuesta al unìsono «DE SAN PEDROOOOO!!!» No se puede creerrrrrrrrrrrrr. El muchacho se llama Leonel Lòpez Villanueva y estudiò saxo en el conservatorio, asì que manda saludos para Eleonora, para Chichì y para Ronzani, va para el norte, de travesìa y aventura. Tomamos mates. Despuès nos vemos. Yo salì a caminar por esta Santiago que ya se levantò de la siesta. Esta ciudad està brilla. Yo no sè, quizàs es mi corazòn, mi alma los que hablan, pero yo veo una Argentina que brota. «Què paìs que tenemos». Yo veo los campos verdes, llenos de matas encrespadas que parecen lechugas -no sè que son- de un verde oscuro brillante, un verde màs para los indescriptibles que encontraba en Amèrica Cetral y con tanta dificultad y escasez de palabras para nombrarlos, lograba describir.
Desde que crucè la frontera, desde uno poco antes para ser sincera, desde que aquel desierto mustio se empezò a poner a naranja en Atacama, no hay paleta de pintor ni muestrario de pinturerìa que alcance para matizar los colores de nuestra Argentina y ademàs el llano. El llano anhelado. Vengo de sierras, montañas, casi todo el camino con un muro a mi costado, a mis espaldas o a esquivar en el frente, y ahora el horizonte infinito, ese que segùn Sylvia Iparraguirre -otra vez la convoco- nos permite galopar sin necesidad de llegar a ninguna parte sino solamente seguir cabalgando. Nada nos detiene.
Gracias a todos los que comparten esta travesìa conmigo. Todavìa falta un trecho que no puedo adjetivar ni grande ni pequeño porque en esta circunstancia en que me encuentro, es las dos cosas.
No sè dònde me toque parar cuando llegue a la ciudad madre, San Pedro, pero mi casa sigue rodando y la carpa es tan fiel compañera como la autita -balneario municipal? O algùn patio por ahì? O algùn techo?-. Anoche lloviò a chaparrones en Purmamarca, oì quejas de los vecinos, se les mojaban las cosas, a mì, en ese reducto que a simple vista no garantiza ser refugio seguro, no se me mojò nada. Dormì con el murmullo en el declive azul de las paredes livianas, abrigada, hasta que me despertó la mañana de los pájaros.
Hay fotos. Iràn todas juntas en pròxima presentaciòn. O veanlo con sus propios ojos. Es tan hermoso ser testigo en el camino. Yo no podìa imaginarme mi vida sin el viaje. Haber hecho este recorrido, lo que llevo hasta hoy, no lo cambio por haber hecho en estos meses ninguna otra cosa. Faltan menos de mil kilómetros hasta San Pedro, algunos màs hasta San Clemenchi. Me siento en casa. Què raro. A veces me dormìa con la necesidad de ir a mi casa y dudaba, me preguntaba «adònde queda». No sabìa. Mi casa es acá, aunque pase de visita, aunque no permanezca. Argentina es mi casa. Y por acà nos vemos.
Gracias por los consejos que me dejò anónimo acerca de rutas. Voy por la 34, la que pasa por Rafaela.
Gracias por los que esperan con vinitos, mmmm, tenga por ahì hepatlagina, mi hìgado vino mal de fàbrica.
Van abrazossssss a todossss, mañana comenzaràn a ser dados.

San Pedro-La ciudad donde nacì-El hogar- 14 de febrero de 2010
Hace dos dìas los carteles de la ruta enumeraron de forma regresiva los kilòmetros para llegar a San Pedro. Lleguè. Llegamos. Llegamos todos, los que fuimos en la autita, el turquito Hasan, algunos miembros de la familia de Coco, el duende del árbol pero sin el árbol, Pinochio, el espíritu de Michel querido, y la propia autita, los que, fugaces en el camino, se despidieron con un abrazo de aliento para no transigir ante las dificultades y seguir andando, los que se bancaron el blog con las buenas y las malas ondas que explotaban de mi alma segùn las circunstancias y entonces, aquellos que no dejaban de escribir para acompañar con palabras cargadas de energìa, de la buena.
Llegamos todos, por ahora hasta San Pedro. GRACIAS!

La casa con ruedas, viaje completo

https://marialaqueviaja.com/4321-2/

La casa con ruedas, un sueño, una realidad

Nota publicada en La Opinion Semanario

María Silvina Taurizano es sampedrina y vivió siete años en México, hace un tiempo se planteó la posibilidad de cruzar por tierra América Latina hasta llegar a Argentina y fue en auto que recorrió casi 17.000 Km., el viernes pasado, luego de casi 115 días al volante y de visitar varios países, las ruedas de su vehículo pisaron suelo sampedrino.

 

Una mujer valiente, varios destinos, todos los caminos, una impecable composición de paisajes entre soles y tempestades e interminables sensaciones y vivencias se entremezclaron en esta aventura tan única que María fue desafiando desde hace tres meses y medio. Como ella misma la denominó “en femenino”, su burbuja, su autita colorada, la condujo sin apuros y con calma a un destino que no sólo imaginó, sino que alcanzó gloriosamente habiendo sorteado dificultades imaginables, otras no tanto, pero con un saldo favorable y definitivamente un sueño hecho realidad.
Es complicada la tarea de relatar una aventura tan propia y tan personal como la de María Silvina, pero fue ella misma quien fue narrando sus vivencias, describiendo cada carretera adornada por su propio paisaje, cada naturaleza viva, todas o la mayoría de las sensaciones, sus amistades, sus charlas con compañeros de ruta, sus encuentros y desencuentros, los problemas que fueron surgiendo, las ilusiones, sus ganas de compartir, mostrando a través de imágenes cada lugar, para que los lectores tengamos el panorama más simple y podamos imaginar parte de esta hazaña tan propia, tan suya, aunque todo haya sido intensamente relatado, para que quienes hayan seguido su rumbo, puedan al menos, abordar parte de esta marcha descendiendo hacia el sur.

Todos los caminos conducen al sur
El 31 de octubre fue la largada triunfal desde Guanajuato, donde vivió y trabajó durante siete años, tal como ella misma relata en su blog: lacasaconruedas.blogspot.com, que utilizó como diario de viaje, y en el que mantenía a sus seres queridos informados durante todo el itinerario, nadie se iba a dormir sin antes tener noticias frescas durante el período de viaje.
A bordo de su Pontiac Matiz modelo 2007 rojo, ya con casi 14.000 Km. antes de la partida, emprendió su camino, “aunque sea no más que una carcaza de lata con ruedas es mi casa, mi casa con ruedas, que lleva las cosas que elegí de entre todas las cosas porque a pesar de ser cosas tienen un valor agregado”, relató en algún trayecto.
Sin demasiadas preocupaciones de horarios, porque no había ni aviones, ni colectivos por perder… simplemente múltiples rutas por recorrer y mapas que alineaban su brújula hacia el sur, el destino final sería San Pedro, Argentina, ese era su objetivo.
Su recorrido abarcó once países: México, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Chile y Argentina, cada uno añadió a su retina y a sus recuerdos de todo un poco y un poco de todo lo que sus ojos retuvieron para quedarse siempre en ella y en esta enriquecedora experiencia que eligió. Nadie mejor que ella puede narrar a lo largo de sus 115 días de viaje por América: ripio, lluvias, flores, humedad, calor, bosques, junglas, selvas, fríos, vientos, playas, arena, mar, bruma, olor a tierra fresca, matices de todos los verdes posibles y verdes brillantes, montañas, volcanes, arrieros, vacas, rebaños, azules y grises cielos, caracoles, mareas, palmeras, mariposas azules, cerros, pantanos, desiertos coloridas o blancas ciudades, casonas antiguas, museos, costa y entre todo, mates, muchos mates acompañando fielmente su camino, el que ella eligió. “Cada pueblo, cada ciudad, abre las puertas de su galería en conmemoración de los que dieron su vida en esta lucha”, relató mientras estaba en Nicaragua.

El viaje con ella misma
“Mi casa se desarma y se vuelve a armar seguido”, relató mientras estaba en Perú, para esto, mucho de lo soñado se iba concretando y otro tanto quedaba en sus anhelos y deseos por definir. Algunos destinos fueron predilectos, otros no tanto…y así el desplazamiento con su coche se iba inventando palmo a palmo.
El viaje fue pensado un tiempo atrás, su principal objetivo y sus ganas eran cruzar América por tierra, “si hubiese sido en casa rodante mejor” pero como los números no daban, logró comprar un auto en cuotas, aunque antes realizó un viaje para sentirse segura para desafiar el volante, en esta oportunidad sola, sin sus hijos, sólo ella, sus recuerdos y sus mates se conjugaban dentro de su propia burbuja, esa que sería su casa, sin dudas, su casa con ruedas.
Contaba con 2.270 euros y unos 380 dólares. Esta suma de dinero sería suficiente para hospedaje, nafta, comida y otras necesidades que fueran surgiendo, no mucho más que eso, pero los imprevistos también estuvieron a la orden del día.
Cruzar Panamá no fue fácil y allí se instaló la angustia, la bronca, la impotencia, las lágrimas y mucho dinero perdido para pasar su auto en barco junto a sus pertenencias con valor tan significativo para ella que viajaron en container. Parte de sus recuerdos y objetos tan valorados se atesoraban en el vehículo, mientras ella cruzó en avioneta hasta llegar a Colombia, pero el mal trago pasó, tuvo que perder muchos más días de los imaginados y trabajar para recuperar algo de los U$S 1.300 que le costó el trámite y los papeles del cruce del canal de Panamá.

El tiempo que no es, el que no se siente
“Me he sentido parte de este sitio y de esta gente. Me voy llena de todo, de aire puro y de promesas. Sigo el rumbo. Hacia otros valles”, escribió en su blog desde Panamá, luego llegaron fuertes emociones, más vivencias y unas cuantas anécdotas relatadas en su diario que cada día improvisaba con relatos desde Internet. En el camino no usó ni GPS, ni notebook, ni celular, optó por los medios de comunicación tradicionales y para publicar sus noticias buscaba Cyber cafés.
Las descripciones de la rutina eran completas y detalladas, desde las rutas, el clima, la idiosincrasia de los habitantes, las culturas, los colores y aromas de las ciudades, los hoteles donde pernoctaba, los momentos compartidos con compañeros de emociones, las comidas y cuánto le costaba cada día en dinero.
“Con una emoción que ustedes no pueden ni imaginarse llegué a nuestra Argentina, apasionada, cara dura, intrépida, controvertida, peleadora y tan querida! Cuando vi la bandera, ahí, ondeando en el mástil como haciendo un zarandeo de zamba, distraídamente, el cartel de BIENVENIDOS A ARGENTINA, apreté el timón y me puse a llorar. Y después a reirme y después en el camino, a carcajadas”, apuntó María en sus escritos.
“Desde que crucé la frontera, desde un poco antes para ser sincera, desde que aquel desierto mustio se empezó a poner a naranja en Atacama, no hay paleta de pintor ni muestrario de pinturería que alcance para matizar los colores de nuestra Argentina y además el llano ahora el horizonte infinito”
Una historia tan disfrutable como emocionante trazada en 115 días llenos de magia y camino por recorrer, un recuerdo que será infinito. Nuevos rumbos la llevarán hacia nuevos destinos, pero sin prisa y con calma, todos los caminos de esta aventura la condujeron hasta un lugar en el mundo: San Pedro.
“Es tan hermoso ser testigo en el camino. Yo no podía imaginarme mi vida sin el viaje. Haber hecho este recorrido, no lo cambio por haber hecho en estos meses ninguna otra cosa. Mi casa es acá, aunque pase de visita, aunque no permanezca. Argentina es mi casa”, reafirmó entre sus interminables palabras expresadas luego de haber alcanzado uno de sus tantos desafíos.

San Pedro-La ciudad donde nacì-El hogar- 14 de febrero



































Fotos de los ùltimos dìas: llegada a Argentina por Paso de Jama, Quebrada de Humahuaca, Purmamarca, Santiago del Estero. SAN PEDRO!





Hace dos dìas los carteles de la ruta enumeraron de forma regresiva los kilòmetros para llegar a San Pedro. Lleguè. Llegamos. Llegamos todos, los que fuimos en la autita, el turquito Hasan, algunos miembros de la familia de Coco, el duende del árbol pero sin el árbol, Pinochio, el espíritu de Michel querido, y la propia autita, los que, fugaces en el camino, se despidieron con un abrazo de aliento para no transigir ante las dificultades y seguir andando, los que se bancaron el blog con las buenas y las malas ondas que explotaban de mi alma segùn las circunstancias y entonces, aquellos que no dejaban de escribir para acompañar con palabras cargadas de energìa, de la buena.
Llegamos todos, por ahora hasta San Pedro. GRACIAS!
Fotos de los ùltimos dìas que hasta acà nos trajeron.

Santiago del Estero- ARGENTINAAAA – 11 de febrero

Si todo va como hasta ahora, mañana a eso de las 6 de la tarde entro a San Pedro. Ni yo que emprendí esto lo puedo creer. Si me pongo a pensar que allá andaba por Honduras o por Panamá y que ahora estoy acà, acà, a màs de 15 mil kilómetros de Guanajuato de donde salì el 31 de octubre. 15 mil y pico de kilómetros que serán 16 mil por cómo marcha el contador, engordados por ese desvío ansiado, obligado y que resultò fructìfero por demàs, llamado Venezuela.
Estoy tan feliz.
Voy en la ruta y no dejo de repetir la frase cèlebre de Jorge, QUÈ PAÌS QUE TENEMOS!!!!! El norte argentino es tan precioso, es una gema en estado natural. El aire huele a palo santo. No pude dejar de parar varias veces hoy en el camino. La Quebrada de Humahuaca, Tucumàn, què lindo està el jardìn de la Repùblica, despuès Termas de Rìo Hondo. Calor que no claudica. Silencio de siesta. Chicharras. Susurro de hojas. Respiro.
Lleguè a Santiago y acampo, en el camping Las Casuarinas, rodeado de parques, árboles.
Hay tres carpas locas contando la mìa. Pasa un muchacho. Nos saludamos. Pregunta obligada «de dònde sos». Respuesta al unìsono «DE SAN PEDROOOOO!!!» No se puede creerrrrrrrrrrrrr. El muchacho se llama Leonel Lòpez Villanueva y estudiò saxo en el conservatorio, asì que manda saludos para Eleonora, para Chichì y para Ronzani, va para el norte, de travesìa y aventura. Tomamos mates. Despuès nos vemos. Yo salì a caminar por esta Santiago que ya se levantò de la siesta. Esta ciudad està brilla. Yo no sè, quizàs es mi corazòn, mi alma los que hablan, pero yo veo una Argentina que brota. «Què paìs que tenemos». Yo veo los campos verdes, llenos de matas encrespadas que parecen lechugas -no sè que son- de un verde oscuro brillante, un verde màs para los indescriptibles que encontraba en Amèrica Cetral y con tanta dificultad y escasez de palabras para nombrarlos, lograba describir.
Desde que crucè la frontera, desde uno poco antes para ser sincera, desde que aquel desierto mustio se empezò a poner a naranja en Atacama, no hay paleta de pintor ni muestrario de pinturerìa que alcance para matizar los colores de nuestra Argentina y ademàs el llano. El llano anhelado. Vengo de sierras, montañas, casi todo el camino con un muro a mi costado, a mis espaldas o a esquivar en el frente, y ahora el horizonte infinito, ese que segùn Sylvia Iparraguirre -otra vez la convoco- nos permite galopar sin necesidad de llegar a ninguna parte sino solamente seguir cabalgando. Nada nos detiene.
Gracias a todos los que comparten esta travesìa conmigo. Todavìa falta un trecho que no puedo adjetivar ni grande ni pequeño porque en esta circunstancia en que me encuentro, es las dos cosas.
No sè dònde me toque parar cuando llegue a la ciudad madre, San Pedro, pero mi casa sigue rodando y la carpa es tan fiel compañera como la autita -balneario municipal? O algùn patio por ahì? O algùn techo?-. Anoche lloviò a chaparrones en Purmamarca, oì quejas de los vecinos, se les mojaban las cosas, a mì, en ese reducto que a simple vista no garantiza ser refugio seguro, no se me mojò nada. Dormì con el murmullo en el declive azul de las paredes livianas, abrigada, hasta que me despertó la mañana de los pájaros.
Hay fotos. Iràn todas juntas en pròxima presentaciòn. O veanlo con sus propios ojos. Es tan hermoso ser testigo en el camino. Yo no podìa imaginarme mi vida sin el viaje. Haber hecho este recorrido, lo que llevo hasta hoy, no lo cambio por haber hecho en estos meses ninguna otra cosa. Faltan menos de mil kilómetros hasta San Pedro, algunos màs hasta San Clemenchi. Me siento en casa. Què raro. A veces me dormìa con la necesidad de ir a mi casa y dudaba, me preguntaba «adònde queda». No sabìa. Mi casa es acá, aunque pase de visita, aunque no permanezca. Argentina es mi casa. Y por acà nos vemos.
Gracias por los consejos que me dejò anónimo acerca de rutas. Voy por la 34, la que pasa por Rafaela.
Gracias por los que esperan con vinitos, mmmm, tenga por ahì hepatlagina, mi hìgado vino mal de fàbrica.
Van abrazossssss a todossss, mañana comenzaràn a ser dados.

Purmamarca-ARGENTINAAAAAAAAAAAAAAA – 10 de febrero

Con una emoción que ustedes no pueden ni imaginarse llegué a nuestra Argentina, apasionada, cara dura, intrépida, controvertida, peleadora y tan querida! Cuando vi la bandera, ahí, ondeando en el mástil como haciendo un zarandeo de zamba, distraídamente, el cartel de BIENVENIDOS A ARGENTINA, apreté el timón y me puse a llorar. Y después a reirme y después en el camino, a carcajadas.
No me pasée mucho por Chile. El paisaje del norte chileno continúa la monotonía del largo desierto peruano. Ayer salí de Perú, llegué a Chile, dormí en Chile, hoy estoy en Argentina, hice uns cuantos más de mil kilómetros en el tramo, ya superamos los 15mil desde el inicio de la travesía en Guanajuato.
Salida de Perú, de Monquegua, cruce de la frontera Tacna-Arica. En la migra peruana siempre se exige un papelito más que en cualquier otra frontera, un trámite más, pero nada hay de complicado y detallista como la autoridad chilena. Son insoportables en ese aspecto. En el camino entre Arica y el paso de Jama, tuve 4 controles de aduana. El peor fue el primero, entrando a penas a Chile porque además de revisar todo el auto, hay que bajar todos y cada uno de los bultos y pasarlos por un scanner. Con el desparramo que a esta altura del partido yo tengo en el auto, esto me llevó un rato largo, ya que hay muchas cosas fuera de lugar.
Hubo un momento triste, el de tener que dejar al duende del árbol que viajaba en la puerta derecha. El duende del árbol que vivió en una maceta en mi oficina de Don Quijote durante añossss, que viajó conmigo hasta que una chilena con autoridad, demostrando todo su poder sobre nosotros inofensivos pero fuertes, dijo «esto no pasa». Para casi cualquiera era un palito de mierda, pero no para nosotros. Fue feo dejarlo ahí, pero acepto que quizás, tenga otra misión que cumplir ahora que yo, casi voy alcanzando esta meta.
Después de eso, iguiendo con el trámite, hay que llevar el auto a una playa donde lo pasan por un scaner, le hace una especie de tomografía, a ver si adolece de cocaína, fusiles, o más duendes ocultos.
Salí como tres horas después de la frontera con Chile y arranqué para Arica. Tuve que entrar a esta ciudad a cambiar dinero, en la frontera no había cambistas y además necesitaba cargar gasolina. Lo llené y con ese tanque hice todo el tramo hasta Calama, como 800 km. Gasolina de 95 en Chile 623 pesos chilenos.
Cabe aclarar, al margen, que a pesar de lo complicado, tedioso y cargoso que suele ser cruce de frontera Perú-Chile, gente hincha pelotas, todos los peruanos y chilenos, sin excepción, que encontré en lo cotidiano y con los que charlé un poquito, me cayero re amables.
Después de conseguir pesos chilenos, ayer, un dólar es 545 pesos chilenos, salí hacia Iquique para llegar a los cerros Pintados, pero no me gustaron, no me gustó el lugar para quedarme ahí, así que seguí. Hay poco y nada en la ruta. No hay ni una gasolinera, en Chile le dicen grifos, ni un hostal, ni casi ningún lugar para comprar comida. Pensé en dormir en Quillagua, que marca un pueblito en el mapa. En Quillagua, oh sorpresa, hay otra oficina de aduana pero ni pueblo ni hotel. Unos muchachos me aconsejaron seguir hasta Calama, eran las 9 de la noche. Descubrí que manejar de noche, si la ruta está buena, es muy lindo. Dos horas más a Calama, a las 11 pm, el simpático viejito, Eugenio, me abrió la puerta del hostal y no demoró ni dos minutos para calentar el agua y como dijo él, tomar unos matecitos, aunque después, amargo, no le gustó.
Esta mañana di una vuelta por Calama y antes de salir de Chile pasé dos controles más de aduana, más breves, sin scaner.
A Argentina!!!!! Todo bien con los papeles, con visualización del vehículo pero sin bajar las cosas, tengo el permiso para estar tres meses con el auto en Argentina y ver mientras tanto cómo funciona la ley para ver si se puede quedar y seguir siendo funcional a alguien que lo necesite, pero ya. La autita va cumpliendo su cometido. Estoy en un camping en Purmamarca, la ciudad está re linda, la plaza colorida, el mercado, y ya con la carpa en pie, en un revoltijode más de 20 carpas, casi todos argentinos, charlando, parloteando, tomando mates con los paisanos y con una felicidad que no me cabe en el cuerpo.
No puedo subir fotos porque me cambiaron las patitas de los enchufes, así que me reservo la batería que me queda hasta que consiga un adaptador.
Todo cambió de golpe, venía con una especie de abatimiento arenoso, si bien el mar y la música, vengo gastando a Soledad Bravo, me la canto -grito, vocifero- en las más de 300 canciones que me grabó mi Rau. Pero todo cambió, de golpe el paisaje se pintó de colores, las vicuñas de Coquena corren por los campos de pastizales bajos y aunque escasos, verdes, los cerros se tiñen de celestes, rojos, temibles violetas, los cactus llegan hasta el cielo, las nubes son rebaños y el aire que se filtra por la ventanilla toca una música de ocarina.
Estoy contenta. Falta un tramo, varios tramos hasta SanClemenchi.
El viernes, con este brisa que canta y acompaña mientras yo también canto, llegaré a San Pedro, primer tramo.

Moquegua-Perú – 8/9 de enero





SÌÌÌÌ AHÌ ESTÀÀÀÀ!! Algunas fotos del camino arduo de ayer, también hay precipicios de acantilados sobre el mar. Había olvidado mencionarlo entre tanta secuencia ininterrumpida de fenòmenos y accidentes geogràficos. Fotitos de Moquegua, después habrá más. Salgo pa’ Chile. Calculo que dormirè por los Cerros Pintados, alrededores de Iquique. Hay camping por ahì, pero no sè si habrà internet.










Ruta brava. Lo de hoy no tiene recedentes en mi experiencia personal. Tampoco me esperba algo así. Tormenta de arena. Un viento infernal. La autita que se sacudìa. La ruta que desaparecìa debajo de pequeños médanos. Màquinas topadoras que trataban de destapar la ruta. La ruta està bien, salvo un tramo lleno de putos pozos. El paisaje cambiaba segùn el capricho del viento, era una ronda de mèdanos enloquecidos. Recordè un cuento de Silvia Iparrguirre que habla al respecto. LO VIVÍ! Pero en el auto y no de vacaciones. El mar estaba de luto, sobre las aguas se pintaba a lo largo del horizonte un brazalete negro, huracanado, era ese viento enardecido, enojado o feliz y gritón. Tengo fotos, pero no puedo descargarlas. No se veía nada, era un revuelo, de a ratos se calmaba, abría un poquito la ventanilla y enseguida tenìa que volver a cerrar. Cuando se acababa la arenada, se venìa la niebla, cuando se acababa la niebla habìa derrumbes, despuès se me vino la noche encima, con niebla, curvas y derrumbes invisibles y una luz roja en el tablero GASOLINAAAAA!!!! No hay gasolineras en la larga ruta del desierto costeño peruano. Hay muy pocas y venden cualquier verdura màs que vender gasolina.
Algunas gasolineras en las ciudades aceptan dòlares y tarjetas de crèditos. Estas de la ruta, ademàs de muy esporàdicas, no tienen nada que aceptar y casi nada que ofrecer, casi no hay mercaditos en las estaciones de servicio, ni cafè ni nada. A aprontarlas vituallas compañeros, todas las vituallas.
Llegué regulando, de noche, y pretando el que-te-jedi, pero llegué, sana, salva, medio áspera… estoy en el Hostal de Los Limoneros, que huele a jazmines y azahares por supuesto, es una casona grandísima, pintada de azul, llena de jardines, el auto adentro, al lado del jardìn. Tòdavía me queda arena hasta en las orejas, juájuájuá, pero esta no es producto de le algarabía y explosión inmobiliaria de San Pedro. Arena de este desierto que no tiene nada que envidiarle al Sahara ni al Wadi Rum, esto no se acaba?? Es inmenso, kilómetros y kilómetros, una superficie incalculable y menos calculable hoy que se desparramò todo.
Además de esta tarea de conductora que asì y todo como la cuento y no la puedo mostrar, me permitió cebarme yo solita un par de par de mates, hoy salì màs tarde. Al hostal de Nazca llegron dos chicas argentina, mìsticas y artistas, una de ellas es maestra de danzas africanas en el Centro Cultural Rojas y conoce a Rosaura Garcìa, la otra es es alumna de danzas, nos tomamos dos termos de mates con la charla desde las 6 de la mañana y hasta las 9 en que partí màs al sur`, ellas irán al norte, en micros, a dedo… hasta Mèxico quieren llegar.
Esta ciudad, Moquegua, està a 160 kilòmetros de Tacna, Tacna frontera con Arica, Chile.
Ya estuve husmeando, el centro es colonial y pintoreco y en el husmear olí algo que me està llamando el apetito engañado hoy con galletitas, asì que hasta pronto compañeros de utopías y de otras cosas también, bon apetit!

Nazca-Perú – 8 de febrero





















Las líneas de Nazca es imposible descifrarlas de cerca. Ocupan una superficie de 500 km cuadrados y son cientos de formas geométricas, flores, animales, tallados en el desierto de piedra. Todavía nadie se atreve a explicar cómo y por quién fueron realizadas. Humanamente y hasta donde la teconologìa ha avanzado hoy dìa, es casi imposible establecer, a no ser desde una altura considerable de la tierra, las proporciones para dibujar de manera tan perfecta, recta, simétrica y equilibrada esas enormes figuras. Pueden verse desde el aire. Los vuelos son caros -60 dòlares- y la mayorìa de la gente que va, regresa descompuesta por el vértigo, de mirar hacia abajo y porque las avionteas se inclinan acrobàticamente. No cabe duda que debe ser impresionante ser testigo visual de este enigma entrañable. Un misterio, sobre todo para los que todavía no creen en la física de las posibilidades.
El marcador de km ya supera los 13 mil. Esta es una parada para recuperar el sueño, aunque mi hermana Moroca me enseñó que es ficticio, el sueño no se recupera, digamos para tomar mates, recobrar energías y seguir en la pesquiza de un paisaje diferente. Hoy desierto de arena, desierto de mar, algunas playas casi deshabitadas y después màs desierto, desierto de piedras, al final, casi llegando a Nazca se abrió un oasis de verde y palmeras, ahí saqué una foto y un poli me paró, para saludarme…
La gasolina sigue siendo cara, varìa según la marca desde 12 a màs de 15 soles el galòn. El otro día le puse la de 97 octanos, era un cohete la nave. Hoy 95. Las gasolineras, muchas de ellas, aceptan dólares, se me van que se me van volando, de a 30, y bueno… gases del oficio -Chirola dixit,.
Las rutas peruanas siguen estando bien. Aparecen algunos peajes de 5 a 11 soles, dicen que si vas para el norte te cobran a partir de Lima para arriba y si venís para el sur, cobran de Lima para abajo, o sea, que ahora me toca pagar.
Hoy me metí a una ruta que todavía no inauguraron. Me equivoqué. Fantasmgórico, no andaba nadie, parecía una escena de Pedro Páramo, apareciò un pibe en una carreta cargada de vegetales y le preguntè y me dijo que siguiera normal -yo? normal?-y seguì, normal como soy, pero por algo nadie tenìa la idea normal de ir por esa ruta impecable, no llega a ninguna parte, de pronto, pum se acaba. Tuve que volver, deshacer el camino y encarar la ruta vieja. Fue un tramito nomás y estuve de estreno así que necesito pedir tres deseos.
Ahora regreso de comer el almuerzo, 6 soles, cerdo adobado, sopa, jugo de alfalfa, ensalada de aguacate.
Estoy en otra casa de mochileros, internet incluido, cocina, 15 soles, gente piola.
Anoche trasnoché entre argentinas y uruguayas, charla y mate, mate y charla.
Mañana sigo bajando al sur.
La ruta hasta Puno es transitable, hay una parte nada màs que hay lodo, no sè còmo està a partir de Puno hacia Bolivia en estos días. Creo que mi auto pasaría, ya pasó por tanta variopinta topografía, orografía, hidrografía! Pero no tengo ganas de correr este riesgo ahora, a pesar de Bolivia, suena tonto a lo mejor, hice todos estos kilómetros, casi siempre sin preguntar nada de los caminos ni anticiparme al pronóstico del tiempo, dejàndome llevar por el mapa y el deseo, y ahora como estoy cerca de Argentina, me agarró la ansiedad de llegar y abrazarlos a todos pero en serio; me voy por Chile, un pedacito, y después con el mapa de Ureta.
(Fotos del hostal La Casa del Mochilero de Lima, ruta de hoy y algo de Nazca)

Penal de Santa Mónica de Chorrillos-Lima-Perú – 6 de febrero






Hoy fui a visitar por segunda vez a Lori Berenson.
Tres amigas de La Casa del Mochilero a quienes les conté la historia de Lori, compartieron la experiencia, Muriel y Lucía, argentinas, e Ivanna, uruguaya. Con estas chicas es con las que estoy haciendo banderitas en los semáforos para juntar algunas monedas y seguir viaje. Yo no sé hacer nada. Solamente le doy vueltas en círculos o en ochos a los banderines, pero en el conjunto, acompaña. Luego viene la policía, y nos saca.
Partimos al penal tamprano, en la mañana, antes de las 9. El penal está en una zona muy urbana de Lima, barrio Chorrillos, desde Miraflores se pasa por el barrio Barranco y luego está Chorrillos. En diez minutos estábamos ahí. En la cola había puros hombres así que preguntamos y nos dijeron que era en Máxima, en la esquina. Antes esta prisión era de máxima seguridad, por eso la llaman así, Máxima; ahora es una gran casa donde las presas conviven en un ambiente bastante ameno.
Lori está lindísima, se la ve mucho mejor que hace algunos años cuando sufrió el congelamiento en las alturas de Puno. Aquella vez, 1999, los guardias me había tratado a mí como delincuente de Máxima también, y me escoltaron apuntándome en la espalda hasta la salida del penal. Después fui a Arequipa donde Lori había sido trasladada. Ella es pura entereza, una mujer inteligente, lectora, intelectual y en estos tiempos, enamoradísima de su hijo, Salvador, que hoy cumple 9 meses, una preciosura de hijo, un niño tranquilo, que toma la teta todo el tiempo que se acuerda de reclamarla, o sea bastante seguido.
La visita fue formidable. No pudimos sacar más fotos que la de nuestros brazos marcados por el sello de entrada de visita, está prohibido llevar cámara o cualquier aparato electrónico, fue una día rico de conversaciones y acompañamiento, no solamente por Lori sino además por otras mujeres, presas políticas del MRTA, tales como Nancy, cuya sensibilidad le salta por los ojos. Nancy tiene dos hijos exiliados desde pequeños en Nantes, Francia, a su esposo lo asesinaron y ella a pesar de ese brillo que se le escapa de los ojos, es firme como una roca inquebrantable. Milagros, escribe poesía, estudia Ciencias de la Comunicación y todavía carga una condena de 7 años más. No conocemos a fondo su pasado, sin embargo, después de haber compartido con ellas este día, almorzamos juntas en el patio, tomamos mates, nos mostraron sus celdas arregladas como pequeñas casitas con sus cosas personales, sus afectos, aquello por lo que perseveran y aquello que las identifica, y después de charlar y charlar màs de nuestras vidas, nos resulta inconcebible que no puedan ser útiles a la sociedad, hoy sabemos de sus pensamientos, de sus deseos para el mundo, de su capacidad de desear lo mejor y llevarlo a cabo, y por eso las encierran, para que no hagan lo que muchos pensamos que HAY QUE HACER y que es CAMBIAR EL MUNDO, por un MUNDO MEJOR.