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Santa Fe-Panamá – 4 de diciembre

Día de picnic, mate, descanso y charlas super interesantes en el amable pueblo de Santa Fe de Veraguas, Panamá.
Bella Panamá.
Día de río en el que las mariposas amarillas delataban la presencia de Mauricio Babilonia. Las más amarillas, amarillo claro, amarillo mostaza, amarillo naranja… tantos amarillos… no posan para la foto. Son como una lluvia de serpentinas. Mauricio Babilonia, espía desde la orilla opuesta.
Durante más de una hora hablamos, mate de por medio, con Stephanie quien tiene proyectos prometedores para esta comunidad campesina que por las bondades naturales de su paisaje escarpado, su aire benigno, riqueza natural, panorama pintorezco, ve amenzada su integridad comunitaria por la pesquiza de la «gringuitud yanqui», tal como ella la llama. Está organizando una cafetería, para que las mujeres del lugar la monten y la atiendan, les enseña a cocinar variedad de platos internacionales para ofrecer al turismo y que después no sean otros los que se adelanten en el negocio. Insiste en que los lugareños no terminen siendo empleados en su propia tierra. Ella llegó con Horacio, siendo hippies y artesanos y son considerados gente de acá. Stephanie fustiga en la comunidad la educacioón sexual, tema que elude la escuela y el pudor de las familias. Está con la cabeza y la inquietud en varios proyectos a los que hay que darle, me da mucha alegría saber que todavía queda gente que por aquí o por allá sigue en la lucha «el síntoma nos amontona».
Me he sentido parte de este sitio y de esta gente. Me voy llena de todo, de aire puro y de promesas. Sigo el rumbo. Hacia otros valles.

Santa Fe-Panamá – 3 de diciembre


Imágenes que intentan balbucear la inverosimilitud de verdes, traducir el sabor de la aventura. Más de cinco horas de caminata entre cerros y jungla, ríos y pantanos. Mis humildes borcegos pesados de arcilla. Fueron varios ríos, tres quebradas pantanosas, sendero angosto de piedras, selva. Van varias imágenes. Santa Fe me sigue pareciendo un lugar fantástico por sus maravillas naturales y por su gente congregada en la cooperativa, la cooperativa del café Tute los reúne y a partir de ahi se multiplican las actividades que hacen al quehacer social cotidiano. La naturaleza no deja nada, aboslutamente nada que desear. Esto se tiene que parecer al paraíso, para qué más, si uno anda y cuando tiene sed bebe de una vertiente que aflora entre las rocas y cuando la sed es algo más aparace ante los ojos un monte de naranjos mandarinos o bananos. Como si fuera poco, vivo, como y duermo en un lugar acogedor, donde me acabo de preparar una pasta a la bolgnesa envidiable y que sobró para la cena. Anoche di una clase de tango básico, Stephanie nos invitó con tarta de verduras y recién tomaba mates con Horacio. El agua de la canilla es potable. El lugar cuesta 10 dólares y para la comida diaria gasto casi 2!! Puede ser mejor??
El camino sigue y llama para que siga con él, me hago rogar un poco y disfruto lo que se ofrece sin dejar de recordar que Gracias a la Vida que me ha dado tanto. Hay luna llena, y esta vez es liviana.
Abrazos!

Santa Fe-Panamá – 2 de diciembre

Necesito encontrar las palabras para describir de la forma más acertada posible de lo que fui testigo esta mañana. No sé si sea posible subir fotos en el único internet de este pueblito. Vive poca gente en este lugar. No sé cuántos habitantes tiene. Hay tres calles que se cruzan en un centro en forma de estrella, las calles son como las ramas de un árbol, se bifurcan y tal como las ramas de un árbol suben y se multiplican en las montañas. Las calles que se cruzan en el centro donde hay una iglesia, una cancha de fútbol, un mercado cooperativo de alimentos y otro de artesanías y verduras y una casita, separada de la siguiente por matas de flores, son calles asfaltadas, pero a medida que crecen en las laderas se vuelven de tierra, de arcilla, de pantanos… Hoy, junto con Julia, la chica de Alemania con quien compartimos el dormitorio del hostal Qhia, subimos al cerro Tute bordeando la cadena de sierras Brujas. Caminamos primero por uno de los rayos asfaltados, llegamos al camino de tierra, de arcilla, cruzamos tres ríos o tres veces el mismo río caprichoso y nos detuvimos extasiadas y en silencio ante vistas monumentales de riscos irregulares, o mariposas azules. Las mariposas azules son tímidas, se esconden cuando ven que alguien las observa, las mariposas de alas rojas son más atrevidas y posan sobre las hojas para ser fotografiadas.
Caminamos durante más de 4 horas. Si teníamos sed bebíamos agua fresca de alguno de esos cursos que fluyen por las piedras. Comimos naranjas, mandarinas de árbole completamente libres y descansamos en las piedras de un cauce de agu más ancho. Una maravilla.
Después de la cima, la calle de arcilla se redujo a un sendero boscoso, el camino de descenso se inundaba de un lodo inconmovible ante nuestros borcegos rudimentarios. Cruzamos 5 zonas pantanosas, eligiendo los montículos que parecían más firmes o las piedras, o improvisando un puente, parecido a una cuerda floja con un tronco. Fue genial!
De vez en cuando en ese sendero silencioso aparece un poblador, todos dicen «hola» o «buenas» y son simpáticos y amables en toda su inocencia. De su sonrisa sale solamente eso, la pura inocencia. La comunidad originaria es también Ngöbe Buglé. Su organización social parece ser bastante independiente de cualquier gobierno central y al parecer la gente está contenta y la cosa funciona. Este ciber donde estoy ahora sentada, es un centro de información, de reunión, acaba de llegar el médico para dar las novedades y ver si hay algo más y un maestro. Saludan, ven qué pasa, qué hay que hacer, dicen que hay que hacer una reunión para tratar el tema de las tintas que usan para imrpimir en la internet porque no sé dónde son más baratas, coordinan y siguen su vida. Es algo diferente y hasta ahora me gusta.
Pienso que voy a quedarme unos días en Santa Fe. El hostal está muy cómodo y bonito. Los dueños macanudos. Stephanie irá mañana a Santiago, la ciudad urbana más cerca y va a traer yerba mate. Aprovecho mucho la cocina. Me acabo de hacer una regia pata de pollo frita con ajo, chile de árbol y sal, pan y mate.
De llegada nos presentaron nuevo compañero de cuarto, australiano, no sé cómo se llama todavía.
Santa Fe vale mucho la pena. Hasta ahora, Panamá vale mucho la pena, es un destino aconsejable para recorrer a gusto e piaccere, sin mucho dinero y sin necesidad de un 4*4.
Descubrí truco para subir fotos más rápido. Jijiji. Fijensé, puse algunas más al capítulo de ayer 1 de diciembre, igual ya me voy a tomar unos mates en hamaca y a leer un rato. Ah! Me comentó Stephanie, que el billete de Balboa no existe, nunca lo imprimieron, es una quimera de nacionalismo que le llamen así porque existe solamente el nombre, el papelito no existe, sí hay algunas monedas metálicas.

Santa Fe-Panamá – 1 de diciembre

Espectacular, o debería quizás decir A LU CI NAN TE?
Anoche estuvimos charlanado hasta tardecito con otros viajeros hospedados en Nomba. La dueña de casa, Rosi, se había ido así que teníamos la casita, muy colorida y cómoda a nuestra disposición. Un canadiense francés, medio choborra, estaba admirado de que yo hubiera aprendido tan buen francés -olalá- en la escuela pública argentina. Hablando, creyó de entrada, que había ido a colegio francés OLALÁ! Había un gringo, que como todos los gringos, hablan un solo idoma, gringuinglés, aunque hace 4 años que vive y trabaja en Panamá en relación al canal, no aprendió español.
Me fui a dormir previo leer unas cuantas páginas del tan a lu ci nan te tambié Universo Elegante y la teoría de las supercuerdas. Genial.
Hoy tempranito salí de larga caminata por Boquete. Espectacular. Panamá no sólo es verde entre los verdes, todos los verdes, además es florido en todo el espectro de florecitas que uno se pueda imaginar garabatear en un papel aún cuando cree que lo que hace no es nada más que un arabesco, seguro se parece a una flor panameña. En eso iba como el colibrí de flor en flor y descubro lo que para el colibrí sería la casita de chocolate de Hansel y Gretel, una casa dentro de la jungla de ramas enredadas de un jazmín del país, con las madreselvas del gigante de ojos azules y le saqué una foto y salió Celio que no era el gigante porque en Panamá no hay gigantes sino todo lo contrario y Celio me invitó a pasar. Me presentó a su esposa Mayra y me dejaron estar en su jardín que es su familia numerosa de hijos de orquídeas y helechos y de todo, tanto, que no atinaba sacar una foto para un lado una foto para el otro.
Pasé por el banco a cambiar unos euros y medio no me los querían cambiar porque no vengo de Europa. Entoces una mina vio en el pasaporte que había estado en Europa en el 2008, ja, le dije yo, pero en el 2009 también, porque estuve en Turquía, ves?? Y como ni sabe si Turquía tiene o no tiene euro o si es o no Europa al final me los cambiaron. Les pedí Balboas pero no tenían. Qué vergüenza, en el banco de Panamá no hay moneda nacional, sólo dólares.
Volví a Nomba a prepararme para partir a mi destino siguiente y me entretuve un rato charlando con Rosi y Gabriela. Muy interesante. Hablamos del Darién y de la bronca que hay porque los paramilitares colombianos no dejan no sólo disfrutar de esa selva misteriosa sino tampoco vivir en paz a las comunidades. Me contaban las chicas que hay tantas comunidades variadas y autóctonas y que poco a poco se están yendo porque los tienen cansados, que se meten en sus chozas, cuando no las queman, violan a sus mujeres y embarazan a sus hijas. Las chicas dicen que está fuera de control la zona. Que los paramilitares colombianos la tienen toda tomada y que ellos ahí hacen lo que quieren. Que se organizan caminatas en la selva pero mucho más afuera de lo que es en realidad el corazón del Darién, excursiones hasta mucho antes de Yaviza que es donde se interrumpe la carretera.
Después de la amena charla y por supuesto compartir el mate arranqué y me fui al PARAÍSO! Sí esta vez sí fui al paraíso. Es un lugar mágico. En realidad es un hospital de rehabilitación de animales. Un lugar donde un par de personas reciben animales que han vivido en cautiverio, o que se han encontrado heridos, o que han dejado abandonados y ellos los tienen como en una clínica, los cuidan, los curan, los alimentan, los miman y finalmente muchos animales deciden quedarse. Están en jaulas muy grandes, la mayoría de las jaulas están abiertas, pero los animales no se van. Hay una pajarera enooooorme, esa sí cerrada, donde viven aves de todos los azules, celestes y violelilatas y amarillos que uno pueda combinar, pájaros que ya nacieron en cautiverio y los dueños al final dejan en el albergue a modo de hospicio o asilo hasta el fin de los días del ave. Precioso. El lugar está en medio de una jungla florida, en medio de cauces de pequeños ríos que descienden por piedras y caen en cascadas y HAY DUENDES. Vi más de uno. HAY DUENDES! Y tengo fotos aunque me está costando subirlas. Si no lo logro hoy, las prometo todas para mañana o cuando se pueda.
Del paraíso no salí ilesa, salí más liviana, más llena de luz. Ópera al mango, Fígaro Fígaro Figaró, ruta a David y de David empalme con Panamerica rumbo a la ciudad de Santiago. Excelente estado de la Inter-Pana-mericana, gratis, y la mejor ruta que he visto después de México -en México son caras pero muy buenas-. Antes de llegar al empalme de Santiago con Santa Fe, distraída dando alaridos de Norma casta, casi paso de largo por al ladito de mis compañeros de ruta los cicloviajeros Marisa y Gerry. Bocinas piiiiiiiiiiiiiii y mate por supuesto a la vera de la ruta. Genial encontrarnos con esta gente en el camino, hoy por tercera vez. Ellos pararían en la Playa de Las Lajas. Yo llegué a Santiago y remonté otra ruta de lomadas, sube y baja. Y acá estoy en Santa Fe. Un lugar increíble. En el hostal Qhía que es de una pareja, Horacio, argentino, toma mate CeBcE y su mujer, Stephanie, con quien también ya tomé mates y me cayó super bien. Estoy en un dormitorio, con una chica de alemania, Julia, que anda viajando solita durante seis meses.
De gasolina andamos bien, el costo del galón varía entre 3 y 3.21 la de 95 octanos que es la «más mejor» que dicen que hay. De agua bien, de aire 29 libras, de aceite bien. Seguimos moviéndonos en la red M. M de eMe y eMe de Mundo.
Diciembre comienza maravilloso. Día 32 de viaje. 5000 km y chauchas recorridos. El mapa de América Central, que ya di vuelta, a punto de cortarse de un saque. Se acaba la hoja del mapa y el de América del Sur está que se sale solo de la bolsita de plástico. Fronteras cruzadas: 5. Países rodados: 6. Ciudades donde dormí: 21, aunque visitadas son más por recorridos de un día sin mudarnos. Dinero gastado 700 dólares y pepinos.
El lugar es Bello y desde este lugar bello, les mando mucho abrazos fuertes, sinceros, plenos de luz del paraíso transitado.
Fotos en maceración, las debo… es muy lentejísimo esto. Pero sigue siendo Bello.

Boquete-Panamá – 30 de noviembre





























(Novedad importante: Irene de Italian Motors de León ya me envió los documentos que extravié escaneados.)
Las palabras no alcanzan. Cómo manifestar a través de un vocablo la infinidad de diferentes verdes que superpueblan el cinturón andino, los valles y las costas de toda la América tropical.
Hace rato GuateBonita era verde, pero el verde de Guate no es como el de Honduras, Nicaragua, como el de Costa Rica o el de Panamá, aunque a veces se efuminan, se parecen, y después se tornasolan y uno deviene en otro.
En las pinturerías tienen nombres para unos cuantos verdes, quizás sea cosa de conseguir un catálogo, o mejor aún, para resumir a cada uno de la mayor cantidad de ellos en una palabra utilizar el recurso del ingenio, como Martín y su gama de «violelilatafu».
La naturaleza nos desborda, es superior a nuestra habilidad de verbalizar. Puedo decir que Boquete está entre las montañas y las flores y que las hojas son de color verde, verde brillante. Entonces me pregunto cómo lo interpreta el que lee esto, cómo interpretaría yo que alguien me dijera «verde brillante». Cierro los ojos, veo verde brillante y me doy cuenta que no es cierto. No es eso. Es mentira. Es otro verde, mezclado de amarillo, rebajado con blanco pero blanco hecho de luz y no blanco mate, trae un poco de celeste, unas líneas de azul… es… es… indescriptible.
Esta mañana despedimos David, nos despedimos con Matra, por un rato, algo me dice que pronto nos volveremos a ver, no es casual que ayer nos encontramos en un cruce de caminos y yo haya caído en el mismo hotel en el que él estaba, menos casual que su padre, enigmático, haya sido pintor y su mujer escritora y la llamen gitana. Hay cierta conexión, la red de luz, la antimateria, la sinfonía de cuerdas que conforman el entretejido eMe donde nos movemos.
Las rutas de Panamá están en buen estado, sin carteles. Si quiere andar a la deriva, venga a Panamá y adivine o use el famoso GPS que yo no tengo. Está bueno, encarás un camino y no sabés adónde te lleva, siempre se descubre algo, como un jardín enorme, la finca de Marta, un cartel de bienvenidos y «mi jardín es tu jardín».
Ayer contaba de los niños que se presentaron hablando en otro idioma. Son de la comunidad ngöbe buglé. Los tres chicos, Carlos, Alberto y Nicolás, me preguntaban moqui me dende? Tiqui México, tenía que responderles yo. Me enseñaron una lista de frases, tan simpáticos y tranquilos. Acá en boquete hay varias personas de ese grupo originario. También hay noticias. Vengo de un restaurante de comerme un platazo de arroz frito con puerco por 2 dólares. En el restaurante, muy local, había Tv. Había una movilización por el mercado público de David que quieren cerrar, otra marcha y plantón en la ruta de Panamá por un problema con las empresas que están costruyendo un cruce, otra de la comunidad Ngöbe porque necesitan más escuelas. Me gusta cuando la gente se entera y está ahí participando. Hablaron también de las elecciones -ilegítimas- de Honduras que parece ser el gobierno de Panamá junto con Costa Rica, USA y Colombia reconocerán. El hecho de hablar de lo social, me trae a colación, que Matra, el hombre este de Sevilla, se lleva la misma impresión del pueblo de Costa Rica, una sociedad superficial, sin trasfondo ni intimidad que la identifique, como ellos dicen «pura vida» y eso es todo. Alpedismo. Siento que en Panamá hay algo que se mueve, es un pueblo auténtico y a mí eso es lo que me atrae, lo que me llama, que haya un proceso, que esté pasando algo entre la gente y con la gente misma. Eso es lo que se me hace interesante. Sin desmerecer a las riquezas naturales ni de este ni de ningún otro sitio, que siempre nos sorprenden con su paleta explosiva de verdes y contrastes, aguas inquietas y cielos violelilatafu y una anónima extensión de azules y celestes, del índigo al gris, del gris al rosa, del rosa al blanco.
En esta zona hay varios senderos para recorrer a pie, entres bosques escarpados y a la orilla del río Caldera que bordea la ciudad. La ciudad es breve, es encantadora, justamente por lo anterior, por su autenticidad, no por la decoración pintorezca híbrida de orden municipal, sino por todo lo contrario, porque tiene una personalidad propia que le otorga la gente que vive detrás de cada una de sus puertas. Ahora llovizna. Es región alta y de brumas, pero es de distinto verde que las laderas cafeteras de Jinotega en Nicaragua, aunque también hay café, debe ser y saber diferente. Yo sigo a mate. Estoy en un hostal sencillo y colorido. Hay otros extranjeros, podemos usar la cocina, hay un corredor y un patio con hamacas y sillones donde Michael, guía de rafting, toca la guitarra. Los hotelitos en Panamá, hasta ahora, cuestan entre 7 y 8 dólares. Va bien.

David-Panamá – 29 de noviembre













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Feliz en Panamá. Ni la ruta de Cahuita a la frontera era tan jodida, ni hubo ningún contratiempo de parte de las autoridades migratorias o de aduana. El poli que revisó medio por arriba el auto, vestido de fagina y con su sombrerito de Piluso verde oliva era tan simpático que hasta me pareció lindo. Además como estuvo destinado en la zona fronteriza me dio una charla en detalle acerca de los peligros del Darién y me dijo que aunque nadie dé un duro por mí, los paramilitares colombianos están infiltrados en toda la región y me secuestrarían, según él, sin margen de error. Dice que para las fuerzas panameñas se ha vuelto sumamente difícil erradicarlos, y que son estos seudos militares, adheridos como chuncaco a los narcos, los que controlan la zona, más que las FARC. Palabras de un milico que estuvo destinado varios años en la conflictiva región del Darién, que para mí, envuelve una de las selvas más misteriosas del planeta, por demás de tentadora…
Anoche dormí entrecortado. El chino que cuidaba las cabañas donde estaba, se encargó de advertirme tanto que no saliera de noche, que le diera doble vuelta a la llave y encima leo en la Lonely que hay que revisar que el cuarto sea seguro… Revisé, todo tenía reja amurada así que me acomodé medio lejos de la ventana, no fuera cosa que mano de desconocido intentara despeinarme y hasta soñé.
Sali temprano rumbo a Bribri y después a Sixaola para cruzar el puente que tiembla.
Antes le saqué una foto a los últimos milicos costarricenses que me esperaban para pararme y cundo paré sin que ellos me lo señalaran, el poli me preguntó, «cómo anda mi amor» y no me pidió nada. Yo ya tenía todo desparramado en la falda y el bombo murguero que hace los fines de mesita. Ahí me di cuenta que perdí un papel. Tiene que haber sido en Costa Rica, con tanto revoleo, es la factura del auto. Nunca me la pidieron, pero voy a necesitarla para embarcar el coche en Panamá, asi que contactaré a la gente de Italian Motors de León para ver si me pueden escanear una copia duplicado o comprobante que certifique que la burbuja es mía y está pagada. Sobre todo esto último porque lo que es más importante, tarjeta de circulación lo tengo y eso es lo que siempre, hasta ahora, me han pedido, además de pasaporte y licencia de conducir que uso la expedida por la dirección de tránsito del estado de Guanajuato.
Después de cruzar la frontera, bienvenidos a Panamá, la ruta está bien pero en todo el camino de hoy, unos 300 km… calculo… en Panamá, no vi ni un solo cartel. Mapa sobre el bombo murguero, múltiples usos, intuición, dirección del viento, posición del sol y dos o tres perdidas. «Usted sabe dónde…» Joya! La gente sabe dónde está parada y hacia dónde ir. Así que a partir de ahí, sin bajarme del coche preguntaba «esta, aquella o la otra es la carretera a Chiriquí??»
Llegando… llegaste… a Chiriquí Grande me encontré a Marisa y Gery, los ciclos viajeros, ahí nomás compartimos un matecito, a la vera de la loma montañosa, carretera de cuestas y a la izquierda el mar Caribe. Quedamos de encontranos en el cruce de Chiriquí Grande donde sale la ruta a David, donde estoy ahora, ruta ésta que empalma con la Panamericana. Mientras esperaba a los ciclistas conocí a tres chicos que se me acercaron hablando en otro idioma, nebo… de una. Me preguntaron «mocoñó»? María, les dije antes de preguntar qué significaba, tico María. Me llamo María.
Después del encuentro en el cruce de Chiriquí la ruta a David, «esta es la ruta a David??»
Paré en una finca «La suiza» que mencionaba Lonely Planet, pero no permitían acampar y las habitaciones eran muy caras.
El tema del dinero en Panamá es el Balboa, 1 Balboa es igual a 1 dólar y manejan los dos todo mezclado. La gasolina súper cuesta 3.21 balboas o dólares el galón que es alrededor de 4 litros y por ahora el rinde es normal, ni muy muy, ni tan tan.
La gente local por lo que he conocido desde el cruce de frontera es amable y muy linda. Todos petisitos. La gente de aduana hasta me hizo pasar a la oficina con aire acondicionado y olor a azahares y tomar asiento, simpáticos y ni un problema, chochos de charlar con la viajera argentina y contarme de su tierra que por lo visto conocen bastante.
Ahora estoy en el hotel Purple House, escribiendo en la laptop de Matra, un chico español con el que había estado conversando en la gasolinera de Chiriquí Grande y del que no sabía ni su nombre ni adónde se dirigía y acá lo encuentro que me abre la puerta del mismo hotel Purple House donde yo vine a parar. El pibe éste quiere hacer el viaje por las Américas también, es de Sevilla, monitor de deportes, nadador y buzo y de eso y otras movidas seguimos charlando mientras yo escribo y él come sus spaguettis a la bolognesa.
Desde Panamá, abrazos!

Cahuita-Costa Rica – 28 de noviembre

A las 5.30 era de día en Alajuela. La luz inundó el cuarto decorado de mosaicos. Preparé el mate en esa cocina que le da la espalda a un jardín. En Alajuela hace frío. Mate calentito y abrigo del fondo de la mochila.

Se levantó Carlos y charlamos. Carlos dijo que hay que subir temprano al volcán porque después se nubla, se llena de humo o de niebla y no se ve nada. Dijo también que hay que subir con cuidado porque las rutas en Costa Ricas fueron diseñadas para moverse en carreta. Me dio muchas recomendaciones, creo que estaba preocupado y que de no haber estado el bombo ahí gustoso me hubiera acompañado porque algo alusivo mencionó…
Sube, sube, sube, burbuja colorada. El Volcán de Poás tiene más de 2700 metros de alltura. El camino está en buen estado, aunque es angosto, es muy pero muy pintorezco. El aire es cada vez más frío, frío, frío, húmedo y helado. Sube, sube, sube burbuja colorada y yo cantando, esta vez con Susana -Rinaldi y no Tosso-. Llegando a la cima ya casi no se veía ni lo que Susana cantaba ni lo que había a la vera del precipicio, ni el agua de las cascadas.
Llegué a la entrada. El cráter tiene más de un 1km de ancho y 300 metros de profundidad, pero no hay fotos, no se vio nada más que humo, bruma, humedad, no vimos ni nos vimos perdidos en la niebla.
Emprendimos el regreso por la ruta del Volcán Barva con la idea de llegar a Heredia y encarar la ruta al Caribe sin pasar por San José, capital.
No se pudo.
La ruta del Barva está cortada, la están reparando porque hace poco hubo un terromoto y derrumbes y hay barro y piedra y no hay paso. Al cabo de una media hora me vi otra vez envuelta del cielo celeste en el centro de Alajuela.
No quedó otra, tomar por San José.
Hice malabares por evitar el centro. Estuve más de una hora pedida en un barrio que creo es la Uroca, después en otro que es la Sabana y terminé en el micro-micro centro, al lado de la catedral y con un barullo vehicular sin precedentes.
Evidentemente en Costa Rica hay UNA ruta y en lugar de que todos los caminos te lleven a Roma, todos los caminos te llevan a esa UNA ruta. Después de preguntar a muchas personas, «usted sabe dónde sale la carretera a Limón??» Hay que preguntarles «usted sabe» porque la mayoría no tiene ni idea «pura vida» y «viva la pepa». Al final la encontré.
Si alguien quiere tomar esa ruta desde San José, sí o sí hay que cruzar el centro de San José, en la Catedral hay que seguir de ladito y de ladito y después de el cuarto o quinto semáforo que adornan la avenida Colón, la principal, hay que doblar a la izquierda, es más o menos un poquito después de una peatonal donde todo el tránsito vehicular se estanca en un atolladero y uno no sabe quién es quién ni quién pasa primero si el peatón o el colectivo o si te toca y los semáforos siguen regalando luces naranjas… tal cual, como en la Balada para un loco. Bueno pero al finl todos los caminos llevan a la UNA ruta que te lleva a Puerto Limón y que es «autopista» para carretas, de dos carriles, uno que viene y otro que va, y donde cobran peaje para el vermouth y la picada.
Y yo sigo cantando como la cigarra…
Joya. Ya casi llegaba al Caribe cuando, infaltable, el policía diario. En Costa Rica no hay ejército pero policías hay para hacer dulces. Siempre me paran. Ya me domesticaron, así que los veo y paro sola, freno, saco el cambio, doy vuelta la llave, paro el moto todo, saco y revoleo papeles, permisos, abro puertas. Algunos lo hacen de curiosos, para hacerse los simpáticos, mmm una mujer sola, guapa, -jeje- en auto rojo colorado con patente de algún lugar lejano. Otro paran de puro jodidos, per codere como dijera la nonna. Nadie para porque sospeche que en esa burbuja ínfima de un metro cuadrado abultada de títeres y castañuelas se pudieran ocultar una tonelada de cocaína o de lo que fuera.
Entré a Cahuita. La naturaleza tropical es muy «sauvage», muy a la que te criaste, lástima la basura… «pura vida y viva la pepa». Es caluroso, lleno de palmeras, bananos, tecas y mangos. Hay una playita de piedra y otra de arena clara. El mar es el Caribe. Es un pueblito sencillo, simple y la gente, bonita, cambió de color, todos acá son morenos, mulatos, negros, escuché algunos italianos, hay comida italiana y una parrilla argentina. Es carito como todo en Costa Rica y esa sensación fea de que te quieren cagar con la plata. Lástima. En el hotel te dicen el precio en dólares, pero te cobran en colones, como no tienen cambio para dólares hay que cambiarlos en otro lado, como es sábado, en el supermercado; ahí te pagan 550 y después el del hotel te lo valúa en 580… bué, pero tiene internet, viteh? Y la auta adentro, cerca del cuarto y la cocina para calentar el agua del mate.
Mañana la idea es cruzar a Panamá. Cruzar por este oriente para evitar la frontera más comercial. Sé que se pueden hacer las formalidades de aduana de este lado, sé que quizás la carretera no sea muy buena, son solamente 33 km, y sé que hay un puente un tanto aterrador de fierro que hace más ruido que alharaca, que todo el mundo que lo usa y lo ha usado ha cruzado así, espero que no se le ocurra justo caerese al río cuando nos toque atravesar a nosotros, alcen las barreras para que pase la burbujera que por allá hay Una en guardia esperando en el mascarón de proa.

Alajuela-Costa Rica – 27 de noviembre

Dejar a Lucie fue un desprendimiento difícil. Estos días de los que perdí la cuenta porque no fueron pocos pero tampoco me parecieron muchos, tan juntas, como buenas vecinas. Nuestros saludos de buenos días, nuestras charlas y el mate, siempre el mate. Qué rico. Fueron días de sosiego. Días de distendimiento y también de alegría y también de novedad, no cualquier mañana uno abre los ojos y tiene un mapache colgado de una rama espiando por la ventana del cuarto. O colgás la ropa y una mariposa azul surge por sorpresa entre los pliegues de la sábana y eso es una imagen real, una imagen insólita y sin editar, en crudo.
Acarrée el desparramo de cosas de una casa a la otra, de la otra al auto y fui a Intercultura a despedir a Lucie y los chicos de la escuela, fueron abrazos y besos de esos que no se van del todo porque un poquito del otro se queda pegado en uno y uno siente que viceversa.
Me acomodé en la nave previo revisar las ruedas. El hediondo pendejo de la bomba de Sámara me dijo que las dejaba en 30, pero mi burbuja y yo somos culo y calzón, yo me daba cuenta que la colorada saltaba mucho, el pelotudo le había puesto 40 libras, bessshhtia! Las bajé, cargué gasolina super costarricense, una garcha, la deben rebajar con kerosen o agua, cuesta más cara, 640 colones el litro, recordemos que un dólar es 550 colones y aunque cara, no rinde, se evapora, debe ser agua…
El camino en principio es muy lindo entre Sámara y Nicoya sobre todo, confío en los carteles, por ahí abundan por su ausencia, así que dos veces giré alrevés y bueno pegué la vuelta, me doy cuenta a tiempo y sino igual llego a otro lado.
La carretera principal es fea. Será la interamericana o panamericana, pero no es una autopista, ni sueñen, la ruta 9 de Argentina o las autopistas en México son un lujo al lado de esto. Y a pesar de, se paga, poco pero se paga. Recuerdo que en Honduras en un tramo pagué, pero era un billar donde se podía circular de a cuatro y en Nicaragua no pagué nunca y había algunos pozos pero en general se circulaba bien. Acá el pavimento está bastante bueno, no hay muchos pozos, pero es angosta y hay demasiados autos para circular en el tan poco ancho de la mal llamada autopista de solamente dos carriles, uno para ir y otro para volver con una raya amarilla pintada al medio. Demasiados caños de escape resoplando CO2 y ahogando pulmones y clorofila, demasiados embotellamientos. Un buen tramo, antes de llegar a San Ramón y todo después de San Ramón hasta San José, es una amansadora, hay que ir a 20 km por hora. Por lo demás los Ticos conducen normalmente a 60, así que en la montaña hay que hacer cola, yo aprovecho a tomar mates. Como si fuera poco, los camiones llenos de guayabas, sandías o cerdos se quedan en la vanguardia y no se pueden rebasar porque siempre hay otros camiones enfrente, pero se aprende, se hace poco a poco, y a menudo el paisaje frondoso acompaña y Mozart también.
Pasé y entré a San Ramón y desde un teléfono público llamé a Martín Morello. Quedamos de encontrarnos en el estadio para tomar unos mates. Pregunté dónde era el estadio y me indicaron, pero creo que entendí mal porque agarré justo para el otro lado. Consecuencia, nunca llegué al estadio, llegué a un caserío, barrio, pueblito precioso que se llama La Cima, como su nombre lo indica, justo enCima de la montaña. El aire fresco, húmedo, el bosque… pregunté si por ahí era el estadio… me miraron raro… el estadio?? Cuál estadio?? El de San Ramón, donde juega Martín Morello, es argentino, de San Pedro, como yo… Uno de los hombres a los que pregunté se puso la mano de viscera y miró allá lejos y hace tiempo… aaaaahhh… vaya de ladito mi amor (acá y en Nicaragua todos te llaman «mi amor», o «reina») siempre de ladito -el hombre hacía el ladito con la palma de la mano- siempre al norte. El norte? Dónde está el norte? Necesito a Martín -Murzone en este caso- él nunca se pierde. Me fui de ladito y aparecí otra vez en la abultada carretera de camiones, la inter-pana-mericana así que retomé el camino al sudeste y ahí me di cuenta, que el norte iba quedando atrás.
Tenía que avisarle a Martín Morello. Lo dejé pagando en el estadio. Busqué un teléfono público y no andaba con monedas, así que un chico que estaba ahí me prestó su tarjeta para que llame y bueno, esta vez con el futbolista argentino, de San Pedro igual que yo, no nos encontramos. Ya el cartel de la ruta anunciaba Palmares, próximo pueblo, lo que significaba que entre subir y bajar de La Cima había hecho como un atajo y ahorrado caravana de tráfico. Otra vez la caravana, a 20 km por hora y yo mate y mate. Llegué a Alajuela oscureciendo. Busqué el hostal que según la Lonely Planet es de unos artistas que hacen mosaiquería, pintura, escultura. Me encanta! Es de lo más barato que hay acá, cuesta 12 dólares -Costa Rica es más caro que los otros países- La decoración, la ambientación y el recibimiento de Carlos, fenomenal. Hay unas pinturas muy interesantes, la mosaiquería estilo Gaudí buenísima y delante del hostel trabajan ellos, los artistas y hay un cuadro de bienvenida con el retrato del Che.
Atrás el patio, lleno de plátanos y otras doñas verdes y la cocina. Dijo Carlos: -para que calientes el agua de tu mate.
Lo inaudito, antes de encontrar el hotel fue preguntarle a quinientas personas: -Sabe cómo se llama esta calle?? Esta, la que usted habita, en la que usted trabaja??!!
Nadie sabe en qué calle está parado!!! Pueden creer eso?? Hasta a un taxista le pregunté y me dijo al revés. Ahí fue cuando dudé quién se equivocó con la explicación de dónde era el estadio.
A pocos km de la ciudad de Alajuela se encuentra el Volcán San Pedro Poás, el camino es pavimentado hasta la cima, así que mañana antes de seguir rumbo al mar Caribe del oriente me mando. Tengo que salir temprano. Debo dejar el auto en un parqueo separado del hostel porque dicen que acá autos y de los autos se roban todo.
Abrazos desde tierras desconocidas donde aún no he visto casi nada pero respiro y se siente muy pero muy bien.

Sámara-Costa Rica – 26 de noviembre


























Acción de gracias. Dar las Gracias. Gracias a la Vida que me ha dado tanto.

El pavo, los pavos -fueron dos- estaban tiernos y sabrosos. Lo mejor fue la recepción ofrecida en casa de Lucie. La sensación de que la bienvenida a los amigos estaba preparada de todo corazón. Entre los amigos, tres argentinos.
Ayer monté la nave hasta la bomba, la gasolinera. El aire está bien. La burbuja respira, se inflama de felicidad como si también tuviera un corazón para ofrecer. 
Hoy salimos. Rumbo sudeste, a los altos valles costarricenses y en dirección a la costa del Caribe. Por ahí nos encontramos compañeros de utopías.
Abrazosss

Sámara-Costa Rica – 25 de noviembre




Playa. 

Caminata por la costa en dirección a Playa Carrillo. Bolso con frutas y libros varios, frutas tropicales y libros en francés. Antes de alcanzar el segundo pueblo de las riberas pacíficas, lluvia torrencial. Una casita pequeña y blanca me dio refugio por un par de horas. De regreso, los ríos se sumergen en el mar en torrentes.
Leí el diario en la escuela, en un aula de puertas invisibles, enfrente el mar.
Parto en un par de días. Llevé el auto a controlar el aire de las ruedas. A «la bomba». La bomba es la estación de servicios. Creo que hay una rueda que está dando suspiros, suspiros a las chicharras del calor, o bufidos de aburrimiento, malcriada acostumbrada a rodar.
Mañana hay pavo. No me gustan las fiestas. La soledad me ha vuelto antisocial y antipática. Voy a experimentar, observar a un grupo social festejando algo de lo que reniego. Seguramente disfrutaré sin reparos el pavo que Lucie prepara relleno de pan y cebolla, embuido en cerveza negra.