Salimos de Coatza con garúa. Coatza, ahora le decimos así, nos hemos familiarizado, somos casi parientes de esta ciudad de cuatrocientos mil habitantes. Salir fue más fácil que entrar, más directo. Era temprano y no había tanto tráfi co urbano como cuando llegamos. La llovizna era cortante y ardía. Lluvia ácida. Provocada por la superpoblación que ha generado la industria petroquímica y otras derivadas. Coatzacoalcos es una de las ciudades de México que más deshechos tira a cielo abierto. En el año 2014 se planteó el tema y se empezaron a evaluar medidas. La lluvia ácida sigue cayendo. La sentimos en la cara.
Cruzamos de Veracruz al estado de Tabasco. La frontera la marca el río Tonalá. Tabasco es húmedo y verde profundo. El campo está inundado. Si en los Tuxtlas había tabaco, si en Veracruz había café, si había caña, ahora encontramos arroz y cacao. El aire denso se impregna de olor a cascarilla tostada y este aroma se realza con chipotle y pasilla. El campo huele a chocolate con chile. Es una región plana de lagunas albúferas alimentadas de mar y separadas de éste por delgadas barras de tierra donde abundan las ostras y los pájaros. Cárdenas produce ostiones y es un paraíso para los observadores de aves.
Fue el primer día que pedaleamos más de 100 kilómetros. En ese entonces sentíamos que era un montón, con el correr del tiempo se volvió una cantidad aceptable y normal. Esa primera vez, mi conciencia acusaba que era una barbaridad. No teníamos pretenciones de llegar a Cárdenas, habíamos consultado el mapa y nos quedaba bien parar en Benito Juarez, 20 kilómetros antes, pero como íbamos por la autopista nos pasamos de largo del entronque que no está señalizado y, cuando quisimos acordar, Benito Juarez se había quedado atrás. El clima acompañó. Estuvo nublado todo el día. Hace calor, pero nublado, es soportable. La ruta sigue recta y aunque se vuelve monótona, se puede llevar buen ritmo.
Durante todo el trayecto de autopista no hay servicios. No hay comidas, hay sólo un par de gasolineras aisladas entre sí. No hay pueblos, algunas casitas a las perdidas. Hicimos todo el recorrido sin comer nada desde unas galletitas del desayuno. Llegamos a Cárdenas. No es una linda ciudad. Es más bien fea y bastante cara. La plaza central no hace gala de la exuberancia verde de Tabasco, es una plaza estoica, de pastos cortados al ras con poca gracia que denotan más aún la altura de las dos torres delgadas de la iglesia. Enfrente, color ladrillo, hay una chimenea de usina con un collage de mosaicos y un reloj incrustado.
Estamos en un hotel, Casa de Huéspedes Zaragoza, junto al Hotel Edén. Es barato, 200 pesos el cuarto para los tres. El baño no tiene puerta y la canilla del lavabo no funciona. No hay enchufes, tenemos que cargar los artefactos en la recepción, el internet es del hotel de al lado y no tiene buena señal. Luego, en la noche, hay mucho ruido.
Conseguimos pollo asado a buen precio, una oferta fantástica que una vecina que nos vio y nos reconoció viajeros mochileros trotamundos, se acercó a sugerirnos. Dos pollos por 110 pesos, una ganga.
Datos técnicos:
Coatzacoalcos-Cárdenas 121.11 km7.17.54 hsTotal: 894.98 km.