La idea de esta nueva Huella, 2017, fue hacer todo el recorrido soñado por sus creadores, Estefanía y Walter. Si bien antes de empezar recibimos innumerables advertencias de que sería imposible atravesar las primeras etapas, sobre todo, nos decían, porque las comunidades mapuches no nos dejarían transitar por su territorio. A pesar de la reiteración de advertencias no dimos ni un paso atrás y tal como nos fuimos organizando a través de Facebook, Gmail, y un grupo de wasap, quienes decidimos arriesgar la partida desde Villa Pehuenia, punto inicial de la travesía, nos congregamos el día 11 de enero en el camping El Puente en la Angostura de Villa Pehuenia.
A las 9 de la mañana estábamos ahí Joel, Johana, Jessica y Jesica, Mercedes, Huilen, yo y dos franceses, Marine y Pierre quienes no habían tenido contacto anterior con nuestro grupo pero que venían a Argentina a hacer la Huella Andina con la Guía de Campo 2014 impresa y sin tener ni idea ni advertencia de lo que estaba pasando o alguna vez pasó o nunca pasó con la Huella Andina.
Estos franceses, a quienes seguimos encontrando después en varios puntos del camino, se mostraron consternados y perdidos en esta primera etapa y decidieron no caminar ni la segunda ni la tercera y re-arrancar luego desde Ñorquinco.
Pero allá estábamos y allá íbamos el 11 de enero. Nos hicimos una foto enorme que yo no tengo y espero que alguien aporte al relato. Una foto larga entre cuyos marcos fue difícil hacer entrar a NUEVE caminantes con sus obesas mochilas.
La troup lista para la largada (foto gentileza Jess Garcia)
Largamos, en media hora llegamos al puesto mapuche de control de la comunidad Puel. Un joven salió de la casilla de madera a preguntar hacia dónde íbamos, le dijimos que queríamos ir hasta Moquehue. Nos preguntó si llevábamos guía a lo que yo expliqué que no, pero que hacía mucho tiempo había caminado ese sendero y quería regresar porque había “hecho una promesa” y que esos, mis amigos de toda la vida (a quienes conocía desde hacía media hora), estaban ahí para acompañarme. La conversación fue bastante breve y muy amable. El muchacho nos dejó pasar tranquilamente, sin ningún problema, sin advertirnos de nada, sin objeciones. Simplemente sonrió y dijo “pueden pasar”, y pasamos.
El camino es fácil. Es un camino ancho, vehicular. Más adelante hay un cartel de advertencia de no ir sin guía, hicimos caso omiso y seguimos caminando. Al llegar a la laguna de Matuthue, justo antes, el camino ancho vira a la izquierda, y no a la derecha como dice la guía de campo; si fuéramos hacia la derecha, estaríamos bordeando la laguna e iríamos hacia la casa de la pobladora Rosalía. Si no desviamos a la izquierda y seguimos recto unos 400 metros, llegamos a casa de un poblador con el que me acerqué a charlar. Muy amable. Este poblador me explicó que también se podía atravesar la loma frente a su casa. El grupo nuestro se dividió en dos. Unos fueron por el camino ancho desde donde comienza Matuthue, a la izquierda, y otros fuimos por una senda con huellas de animales, a través de la loma. Ambos grupos llegamos al mismo lugar donde hay que cruzar un arroyito de aguas mansas y claras, por otro camino ancho, justo donde hay una tranquera blanca que se puede cruzar por el costado.
Al poco de andar desde aquí, ya se vislumbra el lago Moquehue. Allí, en sus orillas, y luego de vadear el arroyo Blanco, encontramos a los franceses, desconcertados y perdidos, enojados también un poco por la falta de señalización de esta etapa 1 de la Huella.
Esta etapa 1 de la Huella nunca fue habilitada ni señalizada. Sin embargo no es difícil encontrar el rumbo y tanto el camino como las picadas y la dirección hacia el lago, son obvias y claras.
Llegamos a Moquehue. Pasamos de largo el camping Trenel donde antes de mencionarlo ya nos advirtieron que seguir hacia Puesto Viejo, segunda etapa, era imposible, impensable, que no nos darían permiso y que no se puede pasar por ¿Pulmari?
Acampamos en pleno Moquehue, exclusivo enclave. Sólo para elegidos.
Luna llena en Moquehue
Nuestro campamento y equipo de lujo en Moquehue
Acampamos gratis junto al lago. Allí hicimos un fogón responsable, una buena cena, y disfrutamos de inmejorables vistas y compañía y charla y nos sentimos triunfantes por haber dado nuestro primer paso de manera exitosa. Estábamos felices y muy entusiasmados.