La etapa 3 del GR11 de oeste a este tal como voy es desde Elizondo a Urkiaga. La Alta Ruta Pirenaica va desde Elizondo y cruza hacia los Aldudes. La línea fronteriza, un alambrado y mugas de roca, se extiende por las cumbres que van desde los 900 a los 1300 metros en esta etapa y deja de un lado el Valle del Baztán, y del otro la Vallée des Aldudes.
Como mi salida se efectúa desde Bilbo no me fue posible completar las 6 horas que demanda esta etapa, además, debí procurarme algún cobijo ante posibles tormentas y afortunadamente siempre encontré un techito donde guarecerme.
Arranqué desde Bilbo temprano en la mañana y me dirigí en autobús de Transportes La Unión, La Burundesa, hacia Iruña. Elegí esta opción y no la de arrancar desde Donostia ya que, el primer bus de la Baztaneza desde Donostia a Elizondo salía a las 16.30 y me rezagaba mucho el inicio de la caminata. En cambio, desde Iruña, tenía un bus a las 13. Calculaba que estaría en media hora en Elizondo pero no fue así ya que este tomó ruta por varios pueblitos muy pintorescos colgados de las laderas de las montañas, Almandoz, Eugi, Irurita, entre otras paradas. Demoramos como hora y media pero fue bonito y a las 15 hs ya estaba en la iglesia de Santiago de Elizondo desde donde oficialmente arranca la etapa. Pocos metros después están los paneles informativos donde se explica tanto en francés como castellano y por susto euskera las distintas posibilidades. Está el GR11 , pero también el GR12 y un GR5T que es un transversal. Todos arrancan más o menos en la misma dirección y luego alguno se bifurca y apunta para otras cimas, otros collados, y hacia otros destinos. El sendero inicial evita ir por una pista asfaltada aunque se cruza varias veces.
A poco menos de una hora de camino, siempre en ascenso ya durante 11 km en esta etapa, es todo subida, hay un par de fuentes de agua donde es posible hidratarse, remojarse un poco y abastecer las ánforas. Hay sectores embarrados y bosque de hayas y robles.
Cuando ya hacia casi 3 horas que estaba andando y ya divisaba la Peña de Alba, Albako Harria y el Collado Argibel, se desató una tormenta. Justo llegaba a una cabaña de cazadores que estaba cerrada pero que tiene un alero con unas bancas de piedra debajo donde me refugié del aguacero y me tomé unos mates mientras meditaba qué hacer si continuar o acampar allí mismo. Esta cabaña está en el Collado Urbillo. Hay un depósito de leña, algunas mesas y otra cabañia más pequeña. Escampó en cuarenta minutos así que reacomodé los bártulos, calcé bien la mochila y apreté el paso. Según mis apuntes en una hora quince debía encontrar otra cabaña.
Llegué al collado de Arguibel y fui siguiendo la alambrada y las mugas de piedra. La tormenta amenazaba otra vez y cruzaba el cielo con rayos luminosos de todos colores. Las vistas eran fabulosas, los prados verdes, el collado y de un lado, a mis espaldas, se alejaba Albako Harria y del otro, allí debajo de las colinas, los pueblitos de la Vallée des Aldudes. Ahí hay bifurcaciones indicadas con flechas, todo se perfila tan bonito que uno no sabe para qué lado será más precioso continuar y eso multiplica el deseo de volver a caminar todo de nuevo siguiendo otra flecha. Yo seguí hacia Urkiaga que es el GR11, si uno quisiera tomar la Alta Ruta debe bajar hacia los Aldudes pasando por el Collado de Berdaritz.
Seguí junto al alambre fronterizo, luego desviándome un poco hacia mi derecha, primero por prados y después entrando en un hermoso bosque y, en menos de una hora, jugando carrerilla a la tormenta, ya estaba en la siguiente cabaña de cazadores en Kintoko Borda. Esta tiene una pila con una canilla y agua, también esta cerrada la casa, pero tiene un parque de pasto mullido donde acampar y un par de mesas de piedra. Me prepare los consabidos mates y antes de que comenzara la lluvia armé el campamento.
Una pareja de franceses, Emannuelle y Alain, me sorprendieron. Estaban a un costado de la cabaña de cazadores, cerca del arroyo donde hay otra cabaña muy pequeñita, abierta. Esta cabañita tiene un espacio donde apenas entran dos personas en bolsa de dormir. Conversamos durante horas hasta que cayó la noche y se pasó la tormenta. Fue un encuentro fraternal y muy lindo. Durante la noche se vieron dos estrellas en el cielo y al despunte del alba cayeron algunas gotas. Nada más.
A Urkiaga no llegué en esta jornada que comencé tardíamente después del mediodía y con tormenta, pero allá vamos! Un día más después de una noche impagable en esos prados y cumbres tan bonitos, con el arrullo del agua del arroyo, el tintineo de alguna yegua madrina, y el relincho del semental alterado por las tormentas. Un espectáculo.