Las ruinas de Butrint o Butrinto constituyen un hito imprescindible que ver en Albania. Se encuentran a cinco kilómetros de Ksamil por lo que podemos hacer una combinación perfecta de historia y playas albanesas. El autobús que recorre toda la costa desde Sarandë nos llevará hasta allí.
Dícese que las ruinas son de una antigua ciudad griega, sin embargo, si observamos los muros que rodean a los edificios, una muralla que bordea la costa, veremos que, evidentemente, las enormes piedras de la parte inferior del muro son muchos más antiguas, de tamaño diferente y encastradas unas con otras como sólo lo hacían las civilizaciones más antiguas y misteriosas de la humanidad.
Existe una leyenda acerca del nombre, Butrint, que significa «toro herido» en griego antiguo. Según esta leyenda la ciudad fue fundada por los troyanos sobrevivientes del incendio de su ciudad. Aeneas, el hijo del rey sacrificó entonces un toro. El toro era fuerte, se negó a morir y escapó hacia el mar. Por eso dicen que llamaron Butrint a esta ciudad. Otra historia diferente nos cuenta Virgilio en la Eneida, donde describe que esta ciudad, Buthrotum, fue fundada por Heleno, hijo de Príamo y hermano de Paris y Héctor, que había huido de la Troya.
El recorrido nos puede tomar más de medio día. Las ruinas son muy interesantes y hay muchos edificios y zonas para explorar. Además las vistas panorámicas son muy bellas.
Las primeras construcciones se han catalogado como de épocas prehistóricas. Hay yacimientos del siglo X y III antes de Cristo y edificaciones sucesivas y posteriores de otros dominios, como romanos, bizantinos, normandos y venecianos. De estos últimos se conservan algunas de sus construcciones típicas.
Por el siglo IV antes de Cristo, la ciudad se transformó en un centro de culto, donde tuvo especial importancia Asclepio, dios de la medicina. En el 220 antes de Cristo fue invadida por los romanos y ya en el siglo I formó parte de la provincia romana de Macedonia. El emperador Augusto enriqueció los templos, las fuentes y termas y el remodelado teatro que se encuentra completamente mantenido, restaurado y eventualmente se efectúan allí representaciones. Posee una acústica espectacular.
De los primeros cristianos la ciudad conserva el gran baptisterio y la basílica, del siglo VI. Ya en este siglo y en el VII, Butrint redujo su tamaño y se convirtió en un puesto fortificado que peleaba por su supervivencia frente a normandos y búlgaros. Después de 1700 llegaron los franceses y después los turcos que construyeron dos castillos.
La mayoría de las edificaciones conservan su estructura y ornamentación. También hay pasadizos y túneles que aún están sin explorar, y hay escenas paganas y otras cristianas graficadas en mosaiquería.
Fue una visita estupenda que completó la postal de lo que hay que ver en Albania, una visita disfrutada a pleno y con sumo interés.
Se recomienda llevar agua y un picnic para hacer una pausa y que la jornada sea perfecta.
Para cenar, nada mejor que un buen pescado fresco comprado al paso en el asador del centro de Ksamil por 1100 leks que es la moneda de Albania. ¡Delicioso!