Necesito encontrar las palabras para describir de la forma más acertada posible de lo que fui testigo esta mañana. No sé si sea posible subir fotos en el único internet de este pueblito. Vive poca gente en este lugar. No sé cuántos habitantes tiene. Hay tres calles que se cruzan en un centro en forma de estrella, las calles son como las ramas de un árbol, se bifurcan y tal como las ramas de un árbol suben y se multiplican en las montañas. Las calles que se cruzan en el centro donde hay una iglesia, una cancha de fútbol, un mercado cooperativo de alimentos y otro de artesanías y verduras y una casita, separada de la siguiente por matas de flores, son calles asfaltadas, pero a medida que crecen en las laderas se vuelven de tierra, de arcilla, de pantanos… Hoy, junto con Julia, la chica de Alemania con quien compartimos el dormitorio del hostal Qhia, subimos al cerro Tute bordeando la cadena de sierras Brujas. Caminamos primero por uno de los rayos asfaltados, llegamos al camino de tierra, de arcilla, cruzamos tres ríos o tres veces el mismo río caprichoso y nos detuvimos extasiadas y en silencio ante vistas monumentales de riscos irregulares, o mariposas azules. Las mariposas azules son tímidas, se esconden cuando ven que alguien las observa, las mariposas de alas rojas son más atrevidas y posan sobre las hojas para ser fotografiadas.
Caminamos durante más de 4 horas. Si teníamos sed bebíamos agua fresca de alguno de esos cursos que fluyen por las piedras. Comimos naranjas, mandarinas de árbole completamente libres y descansamos en las piedras de un cauce de agu más ancho. Una maravilla.
Después de la cima, la calle de arcilla se redujo a un sendero boscoso, el camino de descenso se inundaba de un lodo inconmovible ante nuestros borcegos rudimentarios. Cruzamos 5 zonas pantanosas, eligiendo los montículos que parecían más firmes o las piedras, o improvisando un puente, parecido a una cuerda floja con un tronco. Fue genial!
De vez en cuando en ese sendero silencioso aparece un poblador, todos dicen «hola» o «buenas» y son simpáticos y amables en toda su inocencia. De su sonrisa sale solamente eso, la pura inocencia. La comunidad originaria es también Ngöbe Buglé. Su organización social parece ser bastante independiente de cualquier gobierno central y al parecer la gente está contenta y la cosa funciona. Este ciber donde estoy ahora sentada, es un centro de información, de reunión, acaba de llegar el médico para dar las novedades y ver si hay algo más y un maestro. Saludan, ven qué pasa, qué hay que hacer, dicen que hay que hacer una reunión para tratar el tema de las tintas que usan para imrpimir en la internet porque no sé dónde son más baratas, coordinan y siguen su vida. Es algo diferente y hasta ahora me gusta.
Pienso que voy a quedarme unos días en Santa Fe. El hostal está muy cómodo y bonito. Los dueños macanudos. Stephanie irá mañana a Santiago, la ciudad urbana más cerca y va a traer yerba mate. Aprovecho mucho la cocina. Me acabo de hacer una regia pata de pollo frita con ajo, chile de árbol y sal, pan y mate.
De llegada nos presentaron nuevo compañero de cuarto, australiano, no sé cómo se llama todavía.
Santa Fe vale mucho la pena. Hasta ahora, Panamá vale mucho la pena, es un destino aconsejable para recorrer a gusto e piaccere, sin mucho dinero y sin necesidad de un 4*4.
Descubrí truco para subir fotos más rápido. Jijiji. Fijensé, puse algunas más al capítulo de ayer 1 de diciembre, igual ya me voy a tomar unos mates en hamaca y a leer un rato. Ah! Me comentó Stephanie, que el billete de Balboa no existe, nunca lo imprimieron, es una quimera de nacionalismo que le llamen así porque existe solamente el nombre, el papelito no existe, sí hay algunas monedas metálicas.