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Tirana, una capital amigable y cientos de miles de búnkers

Cómo llegar a Tirana capital de Albania

Esta vez nos dirigimos a descubrir un país insólito, sorprendente y que resultó maravilloso: Albania. Para ir ir a Albania, desde la Península Ibérica, lo que se necesita es tomar un vuelo desde cualquier ciudad con aeropuerto hacia Tirana que es la capital de Albania.

Los vuelos no son caros. Los más baratos suelen salir desde Barcelona o desde Santander a través de Vueling -evitando Ryanair que siempre es un dolor de cabeza- y combinando después. Nosotros tomamos Santander a Bologna y desde allí  hasta Tirana.  De regreso hicimos escala en Bérgamo, ciudad que pudimos recorrer ya que el trayecto es accesible y sencillo desde el aeropuerto y Bérgamo valió la pena una visita.

Ya en Albania nos alojamos en Tirana Traditional Home que reservamos previamente por booking.com sin pagar nada. El lugar es una casa bien preparada. Amplia, con sala, cocina, comedor, refrigerador. Todo lo necesario, limpio y cuyos anfitriones son muy buena onda. Muy amables nos esperaban con un té y una galletita aunque nuestra llegada fue casi medianoche. Hay dos habitaciones. En una habitación hay dos camas individuales y en la otra una cama grande, placar, sillón. Está cerca del centro y la puerta de entrada se deja sin llave.

Cómo llegar desde el aeropuerto de Tirana al centro de la ciudad?

Para llegar desde el aeropuerto al centro de Tirana tomamos el bus Luna, 100 lek que es la moneda de Albania, equivalen a 1 euro. El bus Luna se puede pagar con euros. La combi es visible a la salida del aeropuerto. Hay a cada hora hasta las 23. Llegamos justo.
Lo que se necesita para ir a Albania, sin importar las circunstancias y restricciones que imperen en la actualidad internacional, es sólo pasaporte en vigor. Aún en tiempos de pandemia, y no se exige uso de mascarilla.
Desde el alojamiento recorrimos toda la ciudad a pie. El centro neurálgico y los parques. El centrocentro es la plaza (shisha) Skanderbërg. Todo gira alrededor. Se trata de un centro lleno de vida. Calles peatonales, bares, música en vivo, edificios modernos y mezquitas antiguas.

La gente es amable todo el tiempo. No se molestan si uno no les entiende y hacen un simpático esfuerzo para explicarnos mejor.

Albania, de principio a fin se ha destacado durante nuestro viaje por la honestidad y cordialidad de su gente. Es un país seguro, más que otros, y los albaneses son solícitos y generosos sin abusar del viajero sino todo lo contrario.

Cientos de miles de bunkers

Puede resultar exagerado pero es la pura verdad. Durante la guerra fría a lo largo y a lo ancho de Albania se construyeron más de 173mil y pico de bunkers. El proyecto inicial era de más de 242mil. Los hay en todo el subsuelo del país. Cuando recorrimos la costa, en la región que rodea las playas de Ksamil, caminando y sin buscarlo, caímos en varios de estas redes subterráneas.
Fuimos a visitar uno de los más grandes, 3 hectáreas de construcciones subterráneas que albergan desde oficinas, habitaciones hasta un teatro que no tiene nada que envidiar a las salas urbanas.
Para llegar al BunkArt -así le llaman- tomamos un bus a Linzë desde la plaza del centro. Le preguntamos al chofer «Linzë, Bunkart?» y nos responde «po» que significa «sí». Si dijera «io» que se escribe «jo», es «no».
Desde donde nos dejó el bus ascendimos unos 10 minutos y nos metemos en un extenso túnel que es el acceso al búnker.
Los autobuses urbanos en Tirana cuestan 40 lek. La entrada a BunkArt cuesta 500.
Dentro de las habitaciones del búnker se ha constituido un museo histórico enorme y con muchísima información. Imposible leer y grabar en la memoria tantos datos.
La exposición está muy bien, muy completa y muy bien montada.

Finalizada la visita al búnker que en este momento está abierto hasta las 16 hs, se puede subir un poco más y tomar el Dajti Express, el funicular que sube a más de 1600 metros en 15 minutos. Arriba hay un merendero, parrillas y senderos que se adentran en el bosque.
El funicular cuesta 800 lek ida y vuelta y el horario de funcionamiento cambia según la temporada. Suele acabar entre las 16 y las 19.

Los albaneses, un pueblo amigable

Bajando a tomar el bus para regresar a Tirana, entramos a una verdulería a comprar tomate y aguacate y en mí afán de preguntar cómo se dice, nos regalaron unos tomatitos cherry deliciosos y dos tipos de rúcula espectacular.
Todas las personas que nos vamos topando son amables, agradables, simpáticas y generosas.
También son alegres y se ve que les gusta leer porque hay multitud de ventas de libros de segunda mano, muchos libros y muy interesantes. Música en la calle todo el tiempo y gente bailando también.
Anduvimos callejeando hasta cerca de la medianoche. Cenamos kebab, döner, abundante y sabroso, con cerveza kosovar y albanesa.
La noche es tranquila y segura en las avenidas y callejones de la capital.