Llegamos a San Petersburgo en el legendario Estrella Roja. Siempre puntualísimo desde 1931, sin fallar nunca jamás ni un minuto. Viajamos, dormimos, y desayunamos muy bien, blinis con carne o manzana, al gusto. La estación de llegada, Moskovskaya, es un destello en sí misma. Salimos a Ploshchad Vosstaniya y nos encontramos con un obelisco que esgrime en su punta una estrella de cinco puntas y enfrente, en el Hotel Oktiabraskaya, un enorme cartel que nos recuerda que Leningrado es Ciudad Heroica. No es para menos. Esta ciudad de renovados palacios uno junto al otro, estuvo sitiada por los nazis durante casi 900 días. Fue un época terrible, pero Leningrado sobrevivió a la peor página de su historia y quizás de las historia de Rusia. Pudimos conversar con un ruso mayor, en el parque frente a la catedral de Kazan, un sobreviviente de aquel sitio en que no había más que comer, morían de a miles por día, no quedaron animales, ni ratas, ni gatos, ni pájaros porque todo se lo comieron y cuando no hubo más animales, se comían los cinturones de cuero, hervidos, el pegamento de los empapelados de las paredes. Les daban panes de 100 gr por día rellenos con aserrín. No había luz. Sólo un hilo de agua congelado durante el invierno permitía la llegada de poquísimos recursos. Las bombas asediaban por toneladas a esta ciudad. Y sobrevivieron! increíblemente, pero incluso, en esta supervivencia que logró su tesón, su dignidad, su fortaleza, fueron capaces de seguir creando, no se rindieron, no claudicaron, ejecutando actos de heroísmo y relevancia tales como transmitir la 7ma sinfonía de Shostakovich por radio a todo el país. Interpretada por una orquesta sentada en escombros y a la luz de las velas. Cómo no va a ser Heroica! Este señor a quien conocimos en el parque nos contó de una amiguita de su infancia quien vio morir uno tras otros a todos sus familiares. La niña anotaba en un cuaderno, la fecha y «hoy se ha muerto mi madre…»hoy a muerto mi hermanito…» y así sucesivamente todos los nombres. Quizás la salvó el hecho de escribir, la responsabilidad de revelar la historia a medida que sucedía.
A pesar de los miles de toneladas de bombas descargadas sobre Leningrado, hoy es una ciudad luminosa donde los palacios se superponen uno pegado al otro y es imposible exclamar tanta belleza porque no hay contrastes que la realcen de un edificio al otro. Sólo la catedral de San Issac se salvó de las bombas, aunque una de sus columnas fue impactada y aún puede verse el rastro. No la bombardearon porque su cúpula de oro puro era una llama que brillaba entre las ruinas y que servía de faro a los fascistas asesinos. Por eso, muchos habitantes se refugiaban en ella y a sus alrededores sembraron un enorme huerto de repollos.
Durante el sitio de Leningrado, cuando el nazismo alemán atacó con la operación Barba Roja violando el pacto de no agresión, Leningrado se apuró a evacuar de la ciudad muchísimas obras de arte, por eso, por esa actitud de generosidad, hoy nos es posible a los visitantes contemplar y aprecias miles de obras de arte que de haber tenido otra actitud, mezquina y egoísta, hoy ni siquiera existirían. Cómo no va a ser Heroica!
Arrancamos nuestro camino desde la estación hacia el centro de San Petersburgo por la Avenida Nevsky.
La Avenida Nevsky o Nevski prospekt es la avenida principal de San Petersburgo y una de las calles con mayor historia en el mundo. Tiene 4 km, innumerables puentes y palacios la cruzan y enmarcan. Testimonios arquitectónicos de la inmigración, muchísimos cafés, restaurantes, tiendas, museos y librerías hasta el Monasterio de Alejandro Nevski. Alberga las huellas de la matanza de estudiantes en la época zarista, germen revolucionario, y muchísimas historias narradas por Gogol, Dostoievski, Tolstoi, Gorky, suceden en esta histórica avenida que después de la Revolución se llamó 25 de Octubre.
Cruzamos el Puente Anichkov, el primer puente y el más famoso de los que atraviesan el río Fontanka. El puente actual combina una forma simple con detalles elaborados. Además de sus cuatro célebres esculturas de caballos, tiene antepechos de hierro ornados que lo distinguen de otras estructuras de la ciudad. El primer puente fue construido por orden de Pedro el Grande, era de madera con varias aberturas y construido sobre pilares depositados sobre el río Fontanka. Cuando la ciudad creció se reemplazó por un segundo puente levadizo, fue uno de los siete puentes levadizos de piedra con tres aberturas y torres que atravesaban el río Fontanka. En el siglo XVIII, las enormes torres, no estaban en consonancia con el aumento del tráfico que atravesaba el puente sobre la Avenida Nevski y se construyó una estructura de mayor tamaño, más adecuada al ancho de la avenida. Su belleza ha sido alabada por autores como Pushkin, Dostoievski o Gógol. El puente se considera un monumento al sitio de Leningrado porque fue muy afectado por la guerra y en la restauración se han dejado huellas de los bombardeos alemanes como muestra de lo ocurrido en aquellos años.
Desde este puente es clásica y llamativa la vista del palacio rosado Beloselsky-Belozersky. Es de estilo neobarroco, con ventanas color malva. El primer palacio era más pequeño que lo que vemos actualmente y fue construido siguiendo las líneas de la arquitectura francesa, estucado y pintando, imitando la piedra caliza parisina. Fue uno de los palacios más elegantes de toda Rusia, continuamente renovado por sus sucesivos habitantes, con salones de fiesta, salas de pintura y de conciertos. Adquirió un aspecto rococó. Fue Centro Cultural durante la época soviética y dañado por los bombardeos durante el sitio, luego vuelto a restaurar. Actualmente se dan allí conciertos y alberga una exposición de figuras de cera.