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Día 16 (5 de abril) – de Mascupana a Agua Blanca

Las cucarachas estuvieron de huelga o salieron a tomar la fresca al balcón. Dormimos a pata revoleada, yo, protegida por los mosquiteros de mi carpita minúscula y casta. Ni un protozoo entra por ahí.

Dejamos Macuspana por el mismo camino de acceso de 4 km y retomamos la carretera principal hacia el sur. A los bordes de la ruta florecen los algarrobos y, en degradé, lapachos de amarillo más débil. Son 30 kilómetros más hasta el desvío a Agua Blanca. En la entrada del desvío hay restaurantes, venta de comidas al paso y pollos asados. Nos dimos cuenta de que era el domingo de pascua y que debido al fin de semana largo, el lugar estaría lleno. No nos equivocamos. Un fin de semana largo o feriado, no es el día más recomendable para visitar este lugar paradisíaco, pero estábamos ahí y nos mandamos igual. Hay que subir pero sin agitarse mucho, son 7 kilómetros de laderas, sube pero también baja y vuelve a subir. No es muy complicado y es corto. Se pasan algunos caseríos ejidales, el más conocido, ya casi llegando a la cascada es La Paloma. Ahí también venden comida hecha, al paso, y víveres. El parque era un mundo de gente. Los quioscos, asadores, áreas verdes; estaba llenísimo. Gente bebiendo por todos lados, un restaurante cerrado con menú a la carta y gorditas y empanadas de yuca que comimos a 5 y 10 pesos. La entrada cuesta 25 pesos y se puede acampar.

El lugar es muy bello. Es un río de cascadas entre las piedras. Un río de origen impreciso ya que brota de una fuente subterránea. Las grutas de este lugar despertaron el interés de espeleólogos de todo el mundo. Dicen que se puede llegar hasta Palenque, a más de 20 kilómetros, a través de túneles y grutas sin salir a la superficie. En estas grutas funcionaron centros ceremoniales entre los años 600 y 700. Se han encontrado vasijas de borde recortado, enormes incensarios. La gruta principal está iluminada por dentro y permite ser recorrida por senderos señalizados. Salas amplísimas, a una de ellas la llaman la Sala de los Conciertos porque tiene una acústica inigualable, sigue el Túnel del Viento por donde se fi ltra el aire de manera misteriosa. Otras habitaciones tienen fi guras colosales, chorros de agua petrifi cados, estalagmitas y estalagtitas de calcita blanca y aragonita provocan la sensación de estar en un lugar encantado. Son como los dominios de Gollum, el personaje de Tolkien, o como las Minas de Moria. Fantasía en el mundo real. Te traslada.

La leyenda cuenta que este río se formó por las lágrimas de la princesa maya Iztac Ha, lágrimas de una herida de amor tan profunda que erosionó la piedra, tantas lágrimas y tan esquivas que lograron escapar por el cauce de este río de Agua Blanca. Iztac Ha sigue buscando a su amor por el lecho pedregoso, a la sombra de la frondosa vegetación tropical y debajo de la tierra. El frenesí de sus lágrimas provoca las corrientes y los remansos que gratifi can nuestros cuerpos y estimulan nuestros músculos mucho mejor que un jacuzzi cinco estrellas.

Cuando la gente se empezó a ir y el lugar se despejó, armamos las carpas y el fogón. Había quedado comida abandonada por todos lados, una bandeja de tortillas sin abrir, plátanos, queso, salsas, yucas, limón, cubiertos descartables, así que de lo que los demás dejaron para el basurero, nos armamos un menú suculento y de lujo. Brindamos con mate por el mate mismo, por las lágrimas de Iztac Ha, por la belleza del mundo y el dolor compartido de la humanidad y porque en este día, decimosexto del viaje, sobrepasamos los primeros mil kilómetros pedaleados. Después haremos muchos más miles sin prestar atención, pero estos primeros fueron un logro del que ni nosotros nos creíamos cabalmente capaces.

Datos técnicos


Macuspana-Agua Blanca 30.87 km
1.53.50 hs
Total: 1029.1 km.

Día 15 (4 de abril) – de Cárdenas a Macuspana

Seguimos viajando por la autopista, en este tramo es tranquila. El terreno es absolutamente plano hasta Villahermosa donde empiezan algunos columpios, sube y baja. La monotonía del paisaje se engalana con detalles para distraer los sentidos, no solamente el verde profundo sino que, lapachos con flores rosas y algarrobos tupidos de flores amarillas. El aire combina el chocolate con chile con un intenso aroma a clavo. De los pastizales y los árboles coronados de flores que salpican los pantanos, emergen bandadas de pájaros y garzas. Hay una brisa, caliente y en contra, pero que igual alivia el verano eterno.

El recorrido es más habitado que el de ayer, no sólo de flores y pájaros sino también de gente. Algunos pueblos pequeños diseñados sin escuadra y con casas de colores. A 48 kilómetros de salir de Cardenas, cruzamos Villahermosa, la capital del estado. La ruta cambia un poco a partir de allí. No es grave, pero ya no es netamente plana sino que tiene algunos desniveles. Dejando el bullicio de la ciudad atrás y con temor a que como ayer no encontremos más comida en el camino, aprovechamos una promoción al paso de dos panchos por 22 pesos. Por suerte hay más caseríos y una hora después entramos al porch de una casita a pedir agua. Imelda se para con modorra pero amable a buscar una jarra de la heladera y nos acerca un par de sillas. En el sillón hamaca ha quedado un señor muy viejo apoyado en un bastón con la vista perdida en la nada. Es Enjuto, el papá de Imelda, enjuto como su nombre.

-¿Vienen de Villahermosa? -pregunta, y las cataratas de sus ojos se inundan como si pudieran ver en el recuerdo.

Tabasco y en especial Villahermosa tienen su historia particular dentro de México. Enjuto tiene 102 años y ha sido protagonista de buena parte de esa historia.

-Dos veces batallamos contra los gringos, -cuenta Enjuto con los dedos -dos veces. Dicen que venían a cobrarse una deuda de un federalista, pero ¿a poco van a invadir una ciudad entera por uno solo? Lo que querían era quedarse con Tabasco porque esta es una tierra rica, muy mucho.

Imelda nos ofrece más agua pero Enjuto le hace señas, no quiere que la epopeya se le escape de las manos y sigue:

-Cuando los gringos llegaron se pensaron que ahí nomasito nos íbamos a rendir bien agüitados pero nosotros no nos agüitamos, ni tiempo tuvimos, si apenas estábamos enterrando a los muertos del cólera cuando nos invadieron. Bombardearon todo, las casas, hasta la iglesia y la cárcel y se salieron los presos que eran bien chingones para pelear cuerpo a cuerpo. Les rompimos la madre a los gringos y se fueron con la cola entre las patas. Shanquisgojóum, cómo es que dicen -se ríe Enjuto.

Yanquis go home, sonreímos. Imelda nos sirve otro vaso y Enjuto sigue. Estamos interesados. No hay apuro.

-La mera mera es que no les ganamos en primera, siempre no, -confiesa- porque ellos lo que hicieron fue un bloqueo. No dejaban pasar ni comida ni armas ni los médicos que todavía andaba el cólera, y como el presidente no quiso ayudarnos, Tabasco se separó. Ni modo. Mandamos a la chingada al gobierno culero, ¿a poco no había suficiente frijol y maíz para todos si esta es una tierra rica muy mucho? Les ganamos hasta que se armó la guerrilla. Aunque ellos nos mataron a muchos de los nuestros, estuvieron treinta y cinco días sitiando Villahermosa, pero con la guerrilla no nos pudieron, bola de escuincles los gringos, y se tuvieron que ir. Shanquisgojóum.

Y nosotros go on. A seguir viaje. Agradecidos de historias y agua fresca. Llegamos a Macuspana. Pensábamos que ahí mismo, cerca del pueblo, estaban las cascadas de Agua Blanca, pero no, no están ahí. Macuspana es una ciudad y nada más. Una ciudad humilde, 4 kilómetros adentro de la ruta.

Estamos en el Hotel Casa de Cristina. Hay cucarachas, aunque Cristina y su hijo dicen que no puede ser. Han venido a preguntar qué pasa porque escuchan los chancletazos que les estamos dando. El cuarto es barato y amplio, cuesta 180 pesos, yo armé la carpa adentro de la habitación para no dormir sobre el piso con las cucas. El baño no tiene ni puerta ni luz. Hay enchufes y ventilador de techo. No hay internet. Entre el cuarto, en un primer piso, y el resto de la casa, hay un corredor lleno de cosas arrumbadas, entre las cosas y la calle hay un balcón terraza. Nos acercamos a ver la vista. Una calle comercial, sencilla, sin carteles luminosos, almacenes de persiana.

Datos técnicos:


Heroica Cárdenas-Macuspana 103.25 km
6.41.10 hs
Total: 998.23 km.