Toda la noche escuché llover. Sin parar. Diluviaba. Entre sueños me preguntaba qué nos depararía el destino o la mañana, después de haber subido, sólo subido hasta Ghorepani, tener que encarar un día debajo de la lluvia. Cuando al fin amaneció vi que no sólo llovía sino que nevaba y había nevado. Luego de un día que había comenzado con ambiente tropical y en el que habíamos ascendodo el desnivel de 1800 metros, deberíamos sacar todos los abrigos y el impermeable para encarar un camino bajo la lluvia, bajo la nieve y sobre senderos nevados, embarrados, inundados. Así fue todo el trayecto desde Ghorepani a Tadapani. Empezamosa subir y luego de más o menos 45 minutos de subida, el sendero principal viraba a la derecha, así que lo tomamos. Error. Tomar a la derecha nos llevó en un rodeo otra vez a Ghorepani. Regresamos al punto de salida. Pensamos que era mala pata, qué sal, qué mala suerte. Habíamos caminado una hora al pedo. Pero algo providencial y extraño pasó. Una chica bajaba y nos pusimos a charlar con ella. Es de Bulgaria y se llema Teodora, y cuando le dijimos que nos encantó Bulgaria y que yo quiero ir a trabajar para allá, se apuró a escribir su mail bajo la lluvia para que estemos en contacto y dijo que me ayudará a ver por dónde puedo encontrar un trabajo.
Reiniciamos la marcha. El sendero equivocado quedó atrás, había que subir más y más, y casi llegando a la cumbre, tomar a la izquierda por una picada indiscernible entre la nieve. Todo el camino sube y baja muchas veces. Todo el camino nevó o llovió. Al llegar a un collado entre montañas se hacía sentir el viento sin resguardos. Nos metimos en un pequeño refugio de paja. Estuvimos un ratito ahí y luego caminamos por las crestas, bajamos y volvimos a subir pasando diferentes pueblitos muy pequeños, Laliguras, rododendros, ahí tomamos un chocolate caliente con Karma, cuya familia es de Mustang; Karma en tibetano significa estrella, pero en Nepal significa vida. Seguimos andando, con las manos un poco más calientes después de haber estado frente al fuego en lo de Karma. Mis guantes escurrían agua. El pantalón estaba todo mojado, la campera de Martín, empapada. Pero había que seguir. El agua bajaba como riachos entre las piedras por las que debía ir nuestro camino. La nieve no dejaba de caer. Los puentes estaban tapados de hielo resbaloso. Donde no había nieve, el barro era un lodasal y había que subir o bajar con mucha lentitud. En estas condiciones pasamos un par de pueblitos más donde nos detuvimos apenas para sentarnos pero seguimos, sin comer, porque queríamos llegar. Y llegamos, echos sopa. Enseguida nos cambiamos. Estamos en Tadapani. Alrededor de una estufa de fierro donde intentamos secar la campera de Martín. Hace frío, pero acá adentro entre el calor de la estufa, y algo de calor humano, más la comida que devoramos porque llegamos cagados de hambre, no se siente el frío. Se está bien.
Esperamos que mañana se despeje para poder ver al Annapurna sur y al Machupachuchhare.
La hostería de Tadapani cuesta 200 rupias, el dhal baat 360.
En el camino tomamos chocolate caliente, normalmente una taza son 90 rupias.