De Jomsom a Tatopani

No viajar en
autobús en Nepal. Por lo menos en la ruta que va a Jomsom. Todavía no estamos
en condiciones de decir si es mejor en avión, hoy, después de la experiencia en
bus, suponemos que sí. Si uno arranca en el bus de Jomsom rumbo a Tatopani,
posiblemente deba hacer una escala en Ghasa. La ruta no es ni siquiera un
camino, es una sucesión de pedregales y pozos, y en muchos tramos, directamente
el bus va por el lecho de canto rodado de los ríos. No hay un segundo de
quietud, todo el tiempo es a lo saltos. No se 
puede uno mantenerse sentado, es imposible no saltar del asiento, caerse
al piso, o encima del pasajero de al lado. Los equipajes también se caen, y el
polvo lo cubre todo. No se puede respirar. Todo el mundo se tapa nariz y boca,
todo queda cubierto de polvo. Hasta Ghasa son tres horas. A partir de Ghasa, la
cosa cambia, pero no para mejor sino para peor. Además de los pozos, empieza un
precipicio sobre la izquierda. La ruta que no podemos llamar ruta ni camino, se
convierte en un sendero en el que apenas entran las ruedas del colectivo, cuya
trasera en más de una oportunidad, queda en el aire y avanza derrapando. Encima empezó a llover. Es tan
horrible y arriesgado y peligroso, que decidí bajarme y seguir caminando en la
primera parada que hiciera este colectivo. Pero no hubo tal parada, así que a
apechugar y a llegar a Tatopani colgados del precipicio. Son dos horas así. Inconcebible
que pueda habilitarse una carretera así por la que todo el día viajan buses,
jeeps, motos. Los vehículos no tienen espacio en el camino. Los precipicios son
insondables, y los buses no van derechito sino que se van tambaleando a derecha
y a izquierda. Las palabras no alcanzan para describir y advertir dicho
espectáculo, así que hicimos un video. Si tuviera que volver a hacer este tramo
de ruta por carretera, lo haría caminando, a pie. En ninguno de los países del
mundo por los que viajé antes, vi condiciones de ruta tan precarias como en
Nepal, y he viajado por todos los países de América Latina, y una gran parte de
Oriente Medio. Nunca me tocó viajar por un camino tan malo. Esta ruta no es
nueva, hace rato que está habilitada porque ya existe en los libros que leí
acera de la ruta de las Annapurnas escritos hace años. No entiendo por qué, el
gobierno de Nepal, sea del color que sea, no hace algo. Es humillante para los
pobladores que atiborran estos colectivos porque se ve que necesitan viajar y
arriesgar su vida todos los días. También estaba muy mal el camino a Besi Sahar
y  luego a Syange, pero este día superó
todo lo arduo de aquel viaje que hicimos para iniciar la primera caminata.
De milagro
llegamos bien a Tatopani, que significa “agua caliente” y tuvo su premio haber
soportado el infierno de la ruta. Cerca del hotel que cuesta 200 rupias y donde
por lo visto cocinan un menú rico y variado, hay unos piletones con agua
termales. Allá fuimos, bajo la lluvia, y bajo la lluvia nos metimos en los piletones, a dejar el polvo acumulado en el viaje y a relajar las
tensiones de ir tratando de manotear lo que viniera a la mano para no rodar con
los equipajes, dar la cabeza contra el techo todo el tiempo, o salir disparado
por una ventanilla. Bienvenidos a Nepal.
Mañana empieza otro camino, pero a pie. Presenta ser un ascenso importante
que no creemos poder terminar en un día, ya que son 1800 metros de desnivel
hacia arriba y 200 hacia abajo, pero bueno, arrancaremos y veremos hasta donde
llegamos.

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