Experiencia mayo-junio 2011.-
Imágenes en: https://www.facebook.com/maria.che/media_set?set=a.2119137818402.127565.1244465731&type=3
La Ruta Lycia inicia en Ovacik. Ovacik es un pequeño pueblo, simpático, ubicado entre Fethiye y Ölü Deniz. Como yo me encontraba en Kusadasi, ayer en la mañana debí viajar primero rumbo a Aydin, a una hora de Kusadasi, desde allí tomar un bus a Fethiye, cuatro horas de viaje, y de Fethiye un minubus a Ovacik.
Fui directo a un hotel que recomiendan en el libro The Lycian Way de Kate Clow, que es el único que existe acerca de este camino y que trae un mapa detallado. El hotel lo recomiendan porque está muy accesible para iniciar la escalada, sin embargo no me gustó y me pareció caro. Pedían 35 liras turcas y yo ya había visto en el pueblo que las ofertas de hoteles más lindos eran de 30 liras. La única ventaja es que está apenas inicia la ruta, pero vi que había uno a pocos pasos y me acerqué a preguntar. Se llama de New Golden, o algo por el estilo, y me cobraron 30 liras, con piscina, habitación con balcón, desayuno, internet wifi. Di una vuelta por Ovacik y husmeé el sendero porque la ansiedad me dominaba y quería ver cómo pintaba. Pintaba bien.
En la mañana el desayuno valió la pena, suculento y variado entre proteínas -traía queso, manteca y salame- y vitaminas, miel, mermelada de damascos, aceitunas. Por suerte no traía huevo y no era el típico simple desayuno de tomate, pepino y té. Me vino bien. Encaré con fuerza y convicción.
El inicio del camino es ancho, bordeado de laderas de montañas pobladas de pinos. El aire era fresco, un tanto húmedo, pero con esa agradable humedad que huele a resina de coníferas. Se sube, y a medida que se sube, la laguna de Ölü Deniz va ampliando su panorama desde las alturas. El sendero deja de ser ancho para convertirse en un caminito de piedras bordeando el Baba Dag, la montaña que domina esta parte del camino, cuya altura es de 1969 metros. Poco antes de llegar a la cima empieza el descenso.
Durante el camino se encuentran varias cisternas de agua señaladas en el mapa. Como ha estado lloviendo, incluso hoy llovió varias veces durante la andada, tienen agua. Las cisternas están tapadas con una tapa de metal que se puede quitar para sacar agua, en todas hay baldes, latas, o cubetas con una soga, que sirven para tal menester. Me serví agua y me supo dulce y fresca. Muy buena.
En casi todo el recorrido hay marcas blancas y rojas que señalan la dirección del trekking siguiendo esta ruta de los antiguos Lycios. Sobre el final, pasando el poblado de Kirme se hacen más esporádicas. En esta parte, luego de haber andado ya más de 5 horas, dudé porque no había marcas y como hay casitas perdidas en la montaña, hay senderos que van rumbo a las casitas. Pegué la vuelta, fui hasta la última marca y no había duda que iba bien, inspeccioné otro caminos y eran caminos que terminaban en un punto cerrado o en la vera de la montaña, o en una vivienda, así que recaminé un trecho hasta la ruta que sale directamente al llamado Valle de las mariposas y el poblado de Faralya.
Llegando a Faralya por ruta de auto, un pibe turco en un taxi me saludó y me preguntó si quería que me lleve y como sólo me faltaba llegar al camping le dije que sí, revolée la mochila adentro del taxi y terminé los últimos metros hasta el poblado compartiendo un taxi con una cabra.
Llegué al George House, lugar de camping sobre el Valle de las mariposas. Acampo y tomo mates. Lo primero que hice fue sacarme las botas. Creo que va para ampollas en debajo de los dedos gordos, o cayos.
Junto a una de las cisternas, llovía. Me detuve debajo de un árbol y de una rama del árbol apareció un paraguas negro colgado. Siempre hay un paraguas negro. Me hice una casita hasta que escampó. Llovió varias veces, pero no es raro, digamos que yo iba hacia la lluvia, ya que en varias partes del camino, subiendo y subiendo, yo estaba en las nubes, e incluso más arriba de las nubes. Veía las nubes de arriba para abajo.
No anda mucha gente. Hoy me pasaron un neozelandés y un austríaco que íban a paso largo. Sólo salen a caminar un tramo. Más tarde crucé a una pareja y cuando paré a comerme una banana, un señor turco que vive en Kirme, se paró a charlar un ratito.
Mi mochila resulta más pesada de lo que había planeado, pero si hoy caminé 7 horas, mañana según el libro de Kate Clow se pronostican 3 y media, así que descansaré y lo haré. Me tengo fe.
Anécdota: cuando estaba en mi casita de paraguas negro escuché un crack sonoro, se me rajó el pantalón en el culo. Cachete izquierdo al aire. Recurrí al viejo truco del sweter atado en la cintura.
Otra cosa, vi una víborita pero cuando le fui a sacar foto hizo pfiii y se escapó.
Actualización enero-febrero 2018.-
Esta vez arrancamos desde Estambul y en avión al aeropuerto de Dalaman. El vuelo por Pegasus airlines está en alrededor de 20 euros. El vuelo salió del aeropuerto Sabiha Gokcen. En mis visitas anteriores a Turquía solía ir a Sabiha tomando el ferry para cruzar al lado asiático de Estambul y luego, en bus o dolmus (combi) hasta el aeropuerto. Esta vez nos aconsejaron tomar un metro nuevo: Marmaray. Según mi parecer fue más complicado y demoramos más, pero quizás fue por el desconocimiento de las combinaciones. De todas maneras, en breve, estará completa toda la conexión vía metro desde Sultanahmet o Sirkeci hasta Sabiha Gokcen. De momento, al final de la línea rosa del Marmaray, hay que salir del metro y girar sobre nuestra derecha, la misma vereda, sin cruzar, y tomar un bus E-9, E-10 o E-11. Ir con tiempo ya que, debido a la construcción del metro, el tráfico es tumultuoso y muy lento. Además, en Turquía, en estos tiempos, hay controles de seguridad antes de entrar en cada recinto y eso también ralentiza mucho el andar. Pasar por el escaner, quitarse el calzado…
Partimos con Stella Gonzalez. El aeropuerto era un caos. Demasiados vuelos locales programados en Sabiha. Parecía un regio quilombo pero todo salió bien. El vuelo en horario y las mochilas a destino. De Estambul a Dalaman, una hora y pocos minutos más de vuelo. Como nos trasladamos en avión no podíamos transportar el gas para el calentador con nosotras. Así que aún, antes de ir a Ovacik, nos faltaba comprar las garrafitas en Fethiye.
Desde el aeropuerto de Dalaman hay unos buses, Havas, que van hasta Fethiye. Cuestan 15 liras y demoran 1 hora. El cambio en estas fechas era 1 euro-4.6 liras.
Este bus Havas nos dejó en la otogar. Desde allía caminamos hacia el lado contrario del Carrefour, saliendo de la otogar a nuestra izquierda hasta Texan. Un comercio que vende de todo, materiales de construcción, jardinería, y allí se encuentran las garrafitas de gas para camping, gas tûpû. Cuestan 17.80 liras.
Luego, desde la misma esquina de la otogar, delante del Carrefour, hay una garita y allí se esperan las combis, dolmus, hacia Ovacik. El precio es 4.25 liras y nos deja en la esquina del Sultán Motel, a pasos del inicio de la Ruta Lycia.
Era 17 de enero. Invierno. Temporada baja en la región. Muchos hoteles están cerrados. Caminamos hasta el New Golden, pasando por delante del Sultán y el Golden lo encontramos en estado deplorable de abandono. Tapado de polvo y ojarasca. Volvimos sobre nuestros pasos hacia Sultán y nos quedamos allí. El precio fue de 40 liras por persona con el desayuno. Aparentemente también estaba cerrado, pero nos habilitaron una cabaña. Está lindo. Ha mejorado. Ya no son sólo las casitas pequeñas de piedra que había visto medio en ruinas en el año 2011. Ahora hay cabañas más lindas, jardín, más pintoresco a pesar de la baja temporada. Nos quedaba bien pernoctar allí para arrancar desde cerca. En mitad de la noche, cuando ya estábamos durmiendo bajo una lluvia torrencial al abrigo de la cabaña, escuchamos entre los redobles del chaparrón en el techo, la voz de Zeki, otro de los caminantes, turco, que llegaba desde Kusadasi para unirse a la travesía.
Nos levantamos un rato, en plena madrugada para compartir un mate con el recién llegado. Llovía abundantemente y, desde las ventanas, tratábamos de dilucidar el oscuro panorama meteorológico para el amanecer siguiente.
Amaneció ultra nublado, frío, húmedo, pero apostamos todo a la ilusión de largar la caminata. Nos cubrimos con los impermeables, cubrimos las mochilas, y zarpamos tras el típico desayuno con pepino, tomate, huevo y aceitunas.
Desde el arranque el camino no es de tierra sino que está baldosado. Empieza dirigiéndose hacia Montana, están los carteles a Montana, va por pavimento, baldosas grises y en el medio de la calle, rombos rojos. Hay marcas rojas y blancas y a veces, pircas. En general, en casi todos los casos de esta segunda edición en mi vida de la Ruta Lycia 2018, las marcas están mucho mejor que antaño. Sólo en contados casos se hace prácticamente imposible seguirlas. Y en muchos casos esto se debe al progreso, a la construcción de nuevas carreteras que destruyen el trazado del sendero Lycio, o a nuevas propiedades que urbanizan lo salvaje.
En este tramo, desde Ovacik a Faralya, ya no se interna en el hermoso bosque de pinos donde están las enormes piedras caídas durante el terremoto del 53. Ahora se marcha por un camino ancho de tierra, paralelo a ese bosque. Igual en este caso, el camino ancho de tierra no desmerece el paisaje porque se sigue respirando la resina fresca y el paisaje sigue imponiéndose al progreso. Kirme ha crecido. Hay muchas casas ahora donde antes había unas cuatro y nada más. Allí nos detuvimos un buen rato, empapados y con frío. Paramos en una casita, abajo de un techito que resistía a duras penas en un rincó al vendaval. Nos amuchamos en ese rincón pero al final tuvimos que cobijarnos en la parte cerrada de la casa, junto al fogón familiar, porque llovía de arriba para abajo y por los cuatros costados. Tomamos bastante café con leche caliente, 10 liras dos tazones grandes y cuando amainó un poco retomamos la marcha.
Toda la primera parte de este día es de ascenso, el Baba Dag, cubierto de nieve! Durante el mismo camino que nos llovió y granizó, caían pequeñas bolitas de nieve que se nos metían hasta por las orejas. Agua, además de la de la lluvia, está la de las cisternas y los pozos, en esta zona abunda y está en muy buen estado. Rica.
En Faralya, George house, como es baja temporada, no nos quiso recibir. Fue bastante mala onda. Hay pensiones nuevas. Nosotros encontramos el mejor lugar para acampar. Mejor que George House. Un balcón gratuito hacia el Valle de las Mariposas. Esta donde hay un mirador. Hay un cartel que indica el lugar, seyir tepesi. Allí hay un pastito muy acorde para acampar, confortable. Estaba húmedo, claro, con tanta lluvia! pero bueno… Enfrente hay unas casitas y de allí se puede sacar agua. Las canillas están afuera de las casas y las personas son amables y no tienen nada de problema. Al contrario.