Experiencia mayo-junio 2011.-
Se me hizo rapidísima la ruta del día de hoy. Lo más denso fue la llegada, la bajada hasta la playa de Kabak.
Para empezar apoyé los pies en la tierras afuera de la carpa esperando que me doliera algo y no me duele nada, es más, en la vida normal, cuando me levanto y apoyo los pies, algo me duele y hoy, después de haber caminado ayer más de 7 horas con casi 15 kilos en la espalda, no me duele nada. Mejor. Joya. El desayuno en el camping George house de quien se llama Hasan, fue suculento, variado y muy rico; me serví dos veces yugurrr con miel, además un pan casero delicioso, mermelada también casera de fresas igual, riquísima, todo casero, la manteca, el queso, aceitunas, un espectáculo. Arranqué bien alimentada, contenta y optimista.
El camino que lleva de Faralya hacia Kabak, en un inicio no es claro. Justo pasó un hombre y le pregunté y él me señaló la entrada de un sendero sospechoso pero sin marca alguna. Lo tomé, y al cabo de unos metros empezaron a aparecer las señales. El sendero era nada más que eso, un sendero diminuto entre la arboleda preciosa, sendero que subía y subía y se iba tornando hacia la izquierda, de a ratos se veía el mar, la villa de Faralya con sus contadas casitas, y de a ratos el mar quedaba oculto entre el bosque y la ladera. Al cabo de un rato, no sé cuánto porque no llevo reloj, pero un rato, sería un poco más de una hora, encontré una cisterna con agua fresca y muy sabrosa y el camino se abrió en un descampado donde pastoreaban ovejas. Luego el camino se hizo ancho, como camino de tractor y después de andar por este camino ancho como otra hora más, subiendo un poco de vez en cuando, un nuevo senderito de mula, angosto y lleno de piedras empezó a bajar y a bajar.
Antes de esta bajada hubo un pequeño recorrido de escalada entre piedras grandes. Las señales marcaban las piedras más adecuadas y la dirección correcta para trepar. La mochila pesa, pero no me tiró pa’tras, porque yo estoy juertecita.
Bajando y bajando en dirección al mar, hay partes un poco enrevesadas entre pinchochas, de pinos, claro, y pinos. Y después se llega a Kabak. Ahí me senté porque como todos saben cuando yo me tengo que sentar, me siento, y estaba yo sentada cuando apareció una señora turca, muy simpática y nos saludamos y nos presentamos en turco y me invitó a su casa a tomarme un meyve suyu, que es un jugo de frutas. Allí conocí a su marido Mehmet. Querían que me quede a dormir en su casa. Pero les expliqué que venía al camping que está sobre la playa, a unos cinco minutos de la mera merita costa.
Acampé en el Sultan Camp. Averigüé en otros. Todos cuestan 30 liras y este es el que más me gustó. Incluye cena y desayuno, wifi y pileta pequeña, pero para qué, si ahí abajo está el MAR. Espero que el alimento sea nutritivo, como el de George House que todo estuvo de lujo.
Kabak sobre la playa es un lugar de cabañitas, casi no hay pueblo, el pueblo está arriba de la montaña, donde conocí a esta señora, Hauana, y a su esposo Mehmet, después, bajando a la playa, es un lugar de recogimiento. Todos los campings y cabañas tienen la onda natural, espiritual, yoga y meditación.
Lo más pesado del camino de hoy fue bajar desde el pueblo de arriba en Kabak, hasta la playa, quizás porque hacía calor, pero también porque los estableciemientos de abajo han pintado todas las piedras con las marcas rojas y blancas que identifican a la Ruta Lycia para que los clientes lleguen a sus alojamientos, y la verdad me jode, porque no sabía para dónde agarrar. Buscaba el Turan Camp porque lo había visto en internet, pero me quedé en el Sultan que no mencionan en el libro de Kate Clow, porque me resultó mejor y a igual precio. El dueño se llama Murat.
Nota descolorida, pasen y vean en el link de facebook el culo emparchado, aguante el bolsillo!
Actualización enero-febrero 2018.-
Y ahora sí, la ruta en este tramo y en general en todos ahora, esta super bien señalizada. Es un sendero claro, con marcas, y precioso. Tanto en el recorrido de ayer, de Ovacik a Faralya, como en este, y luego será en todos los demás, demoramos menos de lo previsto y menos de lo que pronostica el libro de Kate Clow, la iniciadora y eximia caminante de los senderos históricos de Turquía. Ayer, demoramos menos de 6 horas, bajo lluvia, granizo, nevizca y a pesar de haber parado una hora en Kirme esperando que el vendabal amaine, y hoy, en dos horas! estábamos en Kabak.
Primero pasamos por el pueblito, a visitar a Hauana y Mehmet, después de 7 años de haber estado allí compartiendo un meyve suyu en su terraza. Llevo las fotos impresas, para ellos y para todos aquellos que me acogieron en sus sencillos y cálidos espacios familiares años atrás. Cada vez es una emoción que renace una y otra vez al encontrarlos, reconocernos y abrazarnos. Hermosos momentos, más allá de los paisajes, el recorrido, caminar, la historia. Esta es otra historia. La historia de relacionarse, de encontrarse y reencontrarse. Y siempre pienso, de volver, me tira quizás más, volver a ellos o volver porque ellos están ahí.
Seguimos camino. El Baba Dag blanco en todo su esplendor nevado. Un colchón tupido de espuma en sus laderas. El aire fresco pero febo se impone cuando logra asomar con fuerza superando las alturas. Desayunamos en Misafir Evi. Muy recomendable. Qué buena gente! Qué buena mano para hacer y servir en una fuente bien presentada tantos manjares caseros. Mermeladas de todos los frutos imaginables o inimaginables, hasta de berenjenas! panes caseros, pasas y frutos secos, además de lo típico, pepino, tomate, huevos, en este caso revueltos, y aceitunas de variopintos colores y tamaños. Delicias! Salimos pipones y contentos. La noche había sido húmeda y fresca pero incomparable en ese balcón hacia el Valle de las Mariposas. Un lugar exclusivo, muy exclusivo, reservado a los caminantes, escaladores o parapentistas.
Para ir a Kabak primero subimos y subimos, luego trepamos por algunas rocas más empinadas y luego, tras pasar el pueblito de Kabak que está en la parte alta, bajamos a la zona de campings, junto a la playa. Todo estaba cerrado porque es fuera de temporada, pero dos cuidadores, Mehmet y Okan, maravillosos también, nos permitieron acampar en una parcela. Super! con mesas, nos habilitaron los baños, nos ofrecieron agua caliente, y armaron un fogón. A la noche nosotros hicimos nuestras humildes sopas y ellos compartieron toda su comida excelente. Arroz, huevos, ensaladas, pickles. Fogón y camobar.
El mar, espectacular. Turquesa. Cristalino. Estuvimos en la playa, desenmoheciendo la tempestad calada en los cuerpos el día anterior. Al sol. Kabak es una bahía estrecha pero profunda, protegida por dos penínsulas llenas de vegetación. La playa es de piedra. Tirarse allí por un buen rato, da gusto, no agobia, y no se vuelve monótono permanecer horas contemplando el mismo horizonte irreal y celeste. Hasta el atardecer. Muhtecim!