Día 28 (17 de abril) – de Orange Walk a Burrel Boom

La ruta de canto rodado nos trae a los saltitos. Afortunadamente es recta, plenamente recta. A veces hay una brisa. Hoy la brisa dio vueltas, estuvo en contra, como siempre, pero nos dio un empujoncito a favor, o fue una curva la que la dio la vuelta. No hay autopista ni carriles. La señalización es tan precaria como la ruta, se reduce a un nombre escrito con aerosol como un grafiti sobre una chapa o un cartel de madera. Así nomás. Tampoco hay servicios durante los trayectos. Horas y millas -aquí miden en millas- sin ningún lugar donde poder cargar agua o comer algo. A veces aparecen tres palafi tos. Tres casitas de madera con patas. Cada una con su terraza en el frente y las barandas pintadas. Alrededor, jardines coquetos con el pasto cortado y flores. Justo al mediodía nos encontramos con Mr. Slim, food and grill, Orlando. Tiene una parrilla rústica, un lugar acogedor y fresco para hacer una pausa y darle tregua al sol y al sudor. Muchos viajeros, ciclistas y motociclistas, paran ahí. Orlando tiene un mural con fotos de todos ellos. Muchas fotos. Tomó nuestra foto para agregarla a la pizarra. Comimos el rice and beans con pollo y salsa. Muy rico. 8 dólares beliceños.

Teníamos la intención de llegar a Hattieville. Hattieville surgió como campamento de refugiados cuando el huracán Hattie destruyó por completo la ciudad capital de Belice. Era un campamento momentáneo pero se convirtió en el sitio residencial de los evacuados que perdieron todas sus casas. Hattieville es también la sede de una cárcel con presos de alta peligrosidad y alto índice de fugas. Los carteles de “wanted” están en todos los paredones y garitas. Hattieville tiene mala fama y aunque las advertencias fueron la comidilla de todos los días sin que sucediera nada, esta vez sumó para no seguir y optar por quedarnos en Burrel Boom.

Fueron 80 kilómetros desde Orange Walk a Burrell Boom. Burrell Boom es el punto donde atravesaban cadenas de hierro de orilla a orilla del Belize river para atajar los troncos de caoba que arrojaban a la corriente desde más arriba. En Burrell Boom hay un campamento donde suelen ir los scouts pero está alejado y las instalaciones no tienen muchos servicios. Yendo hacia este lugar, en medio de una larga polvareda pegajosa, encontramos a Jairo, guatemalteco que hablaba en inglés y después en español. Jairo nos guió a un balneario, cerca del centro, a un sitio donde en fin de semana llegan turistas. Esta fue la primera noche que acampamos en un lugar abierto sin seguridad. Es un lugar lindo, un recodo del río, calmo y bonito. Hay mucha vegetación, muchos helechos y árboles. Hay leña y, a la tardecita, una invasión de mosquitos. Todas las personas de la aldea nos aseguraron que acampar en este lugar está bien, que es tranquilo, y no se equivocaron, salvo por los mosquitos.

El río es apto para la observación de cocodrilos por lo que el baño fue más polaco que beliceño. Hay peces, se los ve saltar, y hay algunos muellecitos que se acercan al agua cálida y transparente. Armamos carpas y fogón. Cocinamos pastas con saborizante, ajo y pimienta, y tomamos mates. De las tinieblas de la jungla sobrevuelan murciélagos desorientados y aúllan los monos. Es un lugar manso según corren las aguas. Suavemente. Belice, país de contrastes. Gente de piel negra con sonrisas blancas. Gente humilde muy humilde y gente rica muy rica. Gente que habla más español que inglés y gente que habla más inglés que español. Agua plácida en el río y huracanes en el viento. En la ruta pasamos por un refugio para huracanes, hurricane shelter.

Datos técnicos:

Orange Walk-Burrell Boom 80 km
6.05.46 hs
Total: 1991.51 km

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