Día 8: Patara-Kalkan

Experiencia mayo-junio 2011.-

Caminata rara pero liviana. Dejé la mochila en la Flower Pensiyon y salí. Para llegar al comienzo de la Ruta Lycia hay que subir la ladera de Patara o Gelemis, nombre real del pueblo al que comunmente se nombra como la playa, Patara. Se sube la ladera y se llega al cruce que propone un camino por Yali Burun, que rodeando la península y otro por Delikkemer que pasa por acueductos romanos que datan de hace más de 2000 años y son una obra maestra de ingeniería. Al llegar al cruce elegí la segunda opción, ya que, si bien me encanta el paisaje y la naturaleza salvaje, me interesa aprovechar y aprender de estas porciones de historia que han quedado sembradas del pasado en nuestra tierra.
Durante todo el camino vi dos marcas, señales rojiblancas, añejas, desteñidas. Casi todo el camino Lycio fue reseñalizado en 2009, esta parte, evidentemente, no. Llevaba el mapa en el morral y un poco por intuición y la dirección del horizonte costero que veía desde la cresta de la montaña, me iba guiando. A las perdidas aparecías señales esporádicas.
El camino es ancho, casi todo abierto a máquina para el paso de tractores. Los campos están sembrados de olivos ordenados, pero la caminada es al rayo del sol.
Un buen momento entra a un pinar, fresco y perfumado. Ahí empezaron a aparecer marcaciones nuevas. Seguí, era bastante plano, lleno de flores raras y entre tanto y tanto restos de ruinas o del recorrido de los antiguos acueductos.
Antes de llegar a Kalkan, hubo un cruce de caminos confusos. Dos de ellos tenían una cruz roja que es la marca que se utiliza «por acá no», «este no es», así que tomé el tercero. Había marcas y yo feliz. Era un pinar, así que más feliz.
El pinar luego se acabó y se convirtió en una ladera de matorrales y yuyales delgados más altos que yo -no hace falta mucho-, entre la maleza se veía el senderito arenoso. El senderito arenoso desembocó en un camino de tractor. Hay muchos de estos caminos nuevos, se abren como ramas en el suelo, y es porque Turquía crece, la gente construye, no hay señalización y los caminantes nos perdemos. Además hay granjas agrícolas en lugares donde quizás hasta no hace mucho tiempo era sólo vegetación autóctona y terreno agreste.
Luego de varias horas aparecí en el mismo lugar donde había comenzado.
Esto significa, que si bien pensaba llegar a Kalkan y quizás seguir un poco más y regresar a Patara en un dolmus (minibus), caminé todo, de ida 10 km, de regreso 12 km, y como iba sin peso y a pesar del sol, no se me hizo lento.
Mañana parto rumbo a Bezirgan que promete ser bonito, y luego a Gökçeören que dicen que encierra varios misterios. Creo que internet YOK, pero pronto vuelvo con todas las novedades a este blog.

Actualización enero-febrero 2018.-

Tal como antaño: sigue siendo complicado salir de Patara y no perder el rumbo a Kalka, al menos al inicio. Claro, es sitio histórico y no se puede marcar, pero habría que poner más señalización para arrancar desde las ruinas porque se hace complicado encontrar la senda.

Recorrimos las ruinas. Patara, una de las antiguas capitales de Lycia, conserva en muy buen estado y a pesar de haber transcurrido mil, dos mil años, y más, buena parte de sus antiguas construcciones, arcos, templos, teatro y tumbas. Hay restos esparcidos por doquier en un área amplia que va desde 2 km saliendo hacia el mar del pueblo, Gelemis, igual conocido como Patara, hasta el mar, y restos también remontando las laderas hasta la cima. Muchísimo y en pie.

Actualmente cobra 15 liras la entrada a sitio, pero desde la ruta Lycia, si uno llega desde arriba puede evitarse el pago y recorrer igual. Desde las ruinas a unos cientos de metros, está la playa.

Para salir desde la ruina hacia el sendero hay que buscar una marca diluida en la corteza de un árbol viejo que se mantiene en pie a la altura de los tres emblemáticos arco. Luego hay que pasar entre casas e invernáculos. Desde el árbol sobre nuestra izquierda si miramos hacia el mar. Recto y luego, entre unos arbustos bajos, tomar un senderito angosto, apenas visible entre los arbustos bajos, pero abierto. Por ese senderito se llegará a un camino ancho que sale cerca del hotel Ince por donde pasamos ayer antes de bajar a la ciudad. Allí ya comenzarán los carteles, tabela en turco.

El camino a Kalkan es más largo de lo previsto. Cuando después de muchas horas vemos la ciudad blanca de Kaljan vistiendo la costa oceánica, todavía nos faltará bastante por un camino ancho de piedras hasta salir al asfalto, y luego, desde el asfalto bastante más porque la ruta da varias curvas.

Buena parte de este día transcurre por caminos anchos. Las marcas se han perdido en muchos tramos. Nos perdemos y volvemos a buscar,

En Kalkan nos alojamos en Gul Pension, Omer, el dueño es muy amable. El hotel tiene de todo lo necesario y esperado, las habitaciones, balcones con vistas formidables al mar, está super bien ubicado y con desayuno cuesta 60 liras.

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