Lukla-Varados y en espera…

 

En espera.
Varados en Lukla. Dando vueltas. No conseguimos nada para salir hoy. Salieron
como 15 avionetas, una atrás de la otra, desde las 6 y hasta las 9 más o menos…
hasta que se nubló. Parece ser que temprano está nublado en Kathmandu, entonces
no pueden salir hacia Lukla, y después se nubla en Lukla y entonces no pueden
salir hacia Kathmandu. No es que creamos en una confabulación del clima con la
mafia de Lukla, pero empezamos a pensar que todo esto está organizado,
aletargado, así, para que suceda de esta manera. Todos ganan de lo que todos
nos vemos obligados a poner. Mucha gente empieza a salir caminando hacia
Phaplu. Alguien en el albergue nos comenta que también existe la posibilidad de
salir en helicóptero a Phaplu por 150 dólates, más de lo que cuesta el avión
hasta Kathmandu. Nos cambiamos de hotel con la esperanza de que la vieja del
Paradise, la madrastra de la de Pangboche que entra y sale del aeropuerto como
Pancho por su casa, nos consiga algo; como otros vuelos de hoy han sido
cancelados, nos adelanta que tampoco tendremos para mañana. Stella y Martín
salen a averiguar y encuentran un vuelo chárter por 220 dólares. Lo aceptamos,
vamos, pagamos, nos dan un papelito escrito a mano en inglés, con birome negra,
y una firma inintelegible. 660 dólares desaparecen de un saque en una puertita
detrás de la barra de un bar. No nos queda otra, o confiamos en eso, o es nada.
A las 7 de la mañana tenemos que estar en ese bar para que ese petiso nos
acompañe al aeropuerto a tomar un chárter cuyo nombre de compañía ni siquiera
podemos recordar ni nunca habíamos escuchado antes.  Ya es 10 de mayo. Y ya tenemos cortas
posibilidades de caminar dos o tres días hasta Phaplu porque nos han dicho que
el jeep de Phaplu a Kathmandu, tarda unas 17 horas, un día más.

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