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Sinaia

¡Nos vamos a Transilvania! Una de las regiones más bonitas del mundo por sus paisajes, más interesante por su rico devenir histórico ya que por allí pasaron y se quedaron durante años romanos, eslavos, mongoles, sajones, tártaros, hunos y magiares de Hungría. Una región impregnada de magia y misterios que se desarrolló vertiginosamente durante la Edad Media. Para viajar dentro de Rumania hemos elegido mayormente el ferrocarril rumano aunque también hemos hecho dedo y con estupendos resultados.

Desde Bucarest a Sinaia tenemos 140 km y dos horas de viaje en tren. Al llegar a Sinaia lo primero que visitamos casi sin querer es la maravillosa estación. Data de 1913 y se mantiene intacta. En su día fue una estación real que sólo recibía la llegada de nobles y líderes políticos que se alojaban de mayo a noviembre en el castillo de Peles en esta ciudad. En el exterior de la estación hay una locomotora a vapor y un coche con ruedas ferroviarias mientras que, en el interior, veremos una exposición de maquetas con trenes en miniatura.

La ciudad no es muy grande, se pueden recorrer a pie los vaivenes de sus calles que suben y bajan ya que está enclavada en las montañas. En el centro hay relajante parque con una fuente central rodeada de verdes jardines y bancas para descansar.

Monasterio de Sinaia

Alrededor de este monasterio se construyó la ciudad. El nombre, Sinaia, se debe a que un noble, Mihail Cantacuzino, peregrinó al Sinaí y prometió fundar un monasterio en honor a la virgen cuando regresara a casa. Eso fue lo que hizo entonces en 1645. La visita es breve y a un precio simbólico. Además de ver el monasterio que no se tarda más de treinta minutos, se pueden visitar el museo eclesiástico, un campanario y dos monasterios ortodoxos de estilo Bizantino y Brâncovenesc.

Castillo de Peles y Pelisor

Es la joya de esta ciudad y una de las más preciadas del país. Fue construido entre los años de 1873 a 1914 como vivienda de verano para la familia real rumana, comenzando con el rey Carlos I que se enamoró de la región y decidió construirlo. Fue la primera construcción en Europa con su propia central eléctrica, ascensor, teléfono, calefacción y agua caliente. Tiene 160 habitaciones y 34 baños.

Dentro del castillo de Peles hay una biblioteca cuyos libros están forrado con cuero y oro. Desde la biblioteca, un pasadizo secreto comunica con otra habitación. Estos pasadizos de incógnito son una característica recurrente en los castillos transilvanos. Hay una sala de música, un salón de conciertos y un teatro.

Para llegar al castillo, a 6 km del centro de la ciudad, la mayoría de los visitantes va en transporte, sin embargo, caminarlo, es un paseo imperdible. El camino va entre árboles y a la vera de un río y luego, subiendo un poco más, encontraremos el castillo de Pelisor, construido por orden de Carlos I para su heredero y sobrino, Fernando, casado con la querida María de Rumanía. En Pelisor, el hijo de Peles, descansa el corazón dentro de un cofre de oro. Este castillo, de 99 habitaciones art nouveau, también merece una visita.

Retomando el rumbo hacia Peles, nos encontramos primero con sus magníficos jardines, combinación perfecta de arte y naturaleza, y luego con el espléndido castillo.

Desde Sinaia nuestro camino nos llevará a Busteni, a tan sólo 10 km, para iniciar la travesía de montaña por los montes Buçegi.

Busteni, hacia los montes Bucegi-Vârful Omu

A 10 km de Sinaia está Busteni, un simpático pueblo de montaña muy popular en invierno porque es sede de práctica de ski. Desde las faldas del pueblo podemos tomar un funicular de otra época que nos ayuda a salvar un desnivel de 1200 metros antes de iniciar nuestra travesía en la que cruzaremos los montes Bucegi, parte de los Cárpatos, hacia Bran, donde se encuentra el legendario castillo del conde Vlad (Drácula).

Al llegar a la cima de Busteni hay una formaciones gigantes de una roca que no se condice con la roca base de la montaña: Babele y la Esfinge, entre otras formaciones geológicas. Desde estas enormes piedras esculpidas por el viento y el agua o por la mano de gigantes según otra versión en discusión, ubicadas a más de dos mil metros de altura, seguimos el sendero hacia el norte hacia Omul, la cima más alta de los Bucegi y en cuya cumbre, a 2507 metros, hay una acogedora cabaña.

El camino es de una amplitud espeluznante y sobrecogedora. Las distancias de las planicies, los vacíos entre escarpadas crestas azuladas. El camino está señalizado. Hay varias rutas que se cruzan y hay carteles. La mayoría de los visitantes sólo suben el teleférico de Busteni para merodear por allí, visitar las enigmáticas piedras y contemplar las vistas. A medida que nos alejamos, la paz y el silencio son más conmovedores.

Tras una buena trepada, llegamos con tranquilidad a Cabana Vârful Omu y tras dejar nuestras cosas en el cálido refugio salimos a caminar por los alrededores. Trepamos un poco más por una roca cercana, a una altitud de 2514 metros. Y, luego bajamos por un risco angosto y espectacular hasta el pico Bucosiu a 2492 metros. Cerca de Ormul pasamos por una edificación aparentemente abandonada y cercada con alambre. Un cartel advertía «prohibida la entrada». Nos llamó en parte la atención, aunque no preponderantemente, porque en ese momento nuestra preocupación principal era encontrar agua.

Algunos meses después, ya lejos de Vârful Omul, nos enteramos que las fauces de estas montañas esconden un misterio a todas luces muy revelador en cuanto a los orígenes y destino de la humanidad y por eso mismo, oculto por las fuerzas de poder en el mundo.

En el año 2003 fueron descubiertos justo en ese lugar y bajo nuestros pies cuatro túneles principales y más túneles que conducen a lugares subterráneos profundos. En estos los túneles hay enormes, con grandes mesas y sillas de piedra para gente mucho, mucho más alta que nosotros. Se encontró una sala de proyección que contiene toda nuestra historia y se puede reproducir visualmente y una tabla donde se pueden realizar experimentos holográficos con el ADN, mezclar y combinar cualquier cosa que se desee y ver cuáles serían los resultados. Según los estudios esas habitaciones se construyeron hace al menos 50.000 años y cada una está conectada a la otra, protegidas por una fuente de energía que se activa automáticamente. La fuente de energía antes de entrar a las habitaciones que no todos puede pasar sin morir. Tres personas que lo intentaron cuando esto se descubrió fueron fulminadas por una descarga energética. Evidentemente no hay mucha información acerca de todo esto y lo que se difundió en su momento fue acallado inmediatamente. Aquí un enlace con todo lo que se sabe: https://codigooculto.com/2016/03/la-gran-galeria-bajo-los-montes-bucegi-esconderia-los-mayores-secretos-de-la-humanidad/

En aquella noche, que coincidió con el cumpleaños de Martín, no éramos conscientes de nada de esto. Fue una noche fría con un halo extraño. Un atardecer alucinante con un amanecer nos menos sorprendente. Las luces que desde la nada poblaban la noche, como así también las luces del día se esparcían con un aura inexplicable. Nuestra intuición natural se dejaba llevar por la percepción certera de que no todo lo que estaba presente era visible.

 

Montes Bucegi, de Vârful Omu a Bran

En la cabana Omu y en la mayoría de las cabanas, refugios de Rumania, sirven platos calientes de comida y desayunos. Vârful Omu u Omul, es el pico más alto de los Bucegi. El último tramo de subida hasta allí es exigente y no da respiro aunque se sube sobre un trazado sencillo, sin precipicios. Ya después de llegar y dejar nuestros bártulos hay tiempo para crestear por los alrededores y apreciar los acantilados apocalípticos.

Tras pasar una noche tranquila y al cobijo de la cabaña, amanecimos temprano, desayunamos, y seguimos nuestras travesía. La ruta está catalogada como de dificultad media a difícil, sobre todo por la bajada. Bajaremos un desnivel de 1600 metros y hay que tener precaución con las rodillas y darles el descanso que supliquen. La bajada es empinada pero cruza un paisaje magnífico que por momentos nos hace olvidar del esfuerzo que resienten las articulaciones. Los senderos discurren entre bosques de hayas, abetos, arces. Recolectaremos frutos rojos, maduros, cuantas veces queramos. Bordearemos el río Poarta y podremos beber de sus aguas.

No sería raro cruzarnos con un oso. En esta región, el oso es el animal que más abunda. Hay que estar preparado para saber cómo hacerle frente sin alterarlo. Hacerse grande es lo que más los intimida, abrir los brazos, juntarse si son varias personas. El oso teme sólo a aquello que considera de mayor tamaño que sí mismo. También podríamos cruzarnos con corzos, jabalíes, venados y rebecos, y sino los topamos de hecho, seguro que veremos algunas de sus huellas.

Después de la primera bajada empinada, antes de adentrarnos en el bosque, cruzaremos las meseta del pico Scara y seguiremos bajando por una especie de escalera natural de piedra escabrosa hasta Muchia Ciubotea, más abajo veremos un refugio de pastores y luego cruzaremos varias morrenas glaciares, seguimos descendiendo hasta un largo prado que nos deposita en la base de Salvamont Ciubotea. Este valle nos va a llevar hasta el encantador pueblo de Poarta que augura nuestra inminente llegada a Bran. El camino está bien señalizado, con flechas cada tanto y símbolos de colores diferentes que indican las distintas vertientes.

El paso Bran separa las cordilleras de Piatra Craiului y Leaota, marca la frontera entre Valaquia y Transilvania. Esta frontera era defendida por el castillo de Bran, famoso porque allí vivió, aunque no por mucho tiempo, Vlad Tepes, el empalador, personaje en el que el escritor Bram Stocker se inspiró para Drácula, Conde Dracul, del dragón.

El castillo de Bran fue construido como fortaleza por los caballeros de la Orden Teutónica alrededor de 1212, cuando volvieron de Palestina, derrotados por los árabes, y fueron recibidos por Hungría. Fue atacado por los tártaros, reconstruido sin perder detalle original, y por su posición estratégica era un bastión de defensa transilvana contra valaquia. Finalmente pasó a Rumania como toda la región y fue la residencia de verano de la reina María de Rumania.

El diseño del castillo es único. Con rasgos estoicos y góticos y un mobiliario sencillo. Tiene sesenta habitaciones que pueden recorrerse a través de escaleras angostas y pasadizos ocultos, algunos subterráneos.  Se exponen obras de arte, armaduras, y objetos que fueron de los Habsburgo, entre ellos destacan la corona, el cetro y el puñal de plata del rey Ferdinand.

A modo de curiosidad, en el patio del castillo de Bran podemos ver un pozo que tiene una profundidad de 50 metros y que está cavado en la roca. Además, una de las habitaciones está dedicada a Bram Stoker donde se hace mención a Vlad Tepes y la leyenda de Drácula.