Visitar el lago Baikal es el destino soñado de cualquier viajero. Baikal se presenta en nuestro imaginario como una inmensidad tan lejana que resulta inabordable. Sin embargo allá fuimos y llegamos y, como si fuera poco, bebimos de sus aguas, benditas para los lugareños, cominos de sus peces y nos mojamos los pies.
Irkutsk, la popular ciudad base para llegar al Baikal
Irkutsk es una de las ciudades más grandes de las que se encuentran cerca del Baikal. Además es una ciudad interesante con parques llenos de fuente y flores, varias iglesias y catedrales muy coloridas y con más flores y una ciudad que conserva gran cantidad de casas de madera típicas de Siberia como las que apreciamos en Tomsk
En Irkutsk hay un mercado colorido, variado. Ocupa varios pabellones y es interesante hacerle una visita.
También hay varios museos regionales y casas museos sobre todo de las acaudaladas familias de la oligarquía decembrista. Los decembristas tuvieron influencia en esta zona de Siberia que era núcleo del comercio de pieles, sedas y piedras preciosas.
Primer tramo hacia el lago Baikal: llegar a Irkutsk
Para viajar hasta Irkutsk en el Transiberiano nos subimos al tren Rossya, el que hace todo el viaje de casi una semana, de un tirón y sin adelantos ni demoras en Taiga.
El tren Rossya ni circula todos los días. Es un tren larguísimo, aunque todos lo son. Un tren muy tradicional y donde la organización que predomina en todos los servicios rusos, es preponderante y se hace notar.
Los baños están siempre limpios, siempre hay papel. Hay duchas (en otros de largo recorrido también).
Los compartimentos de platskart también están limpios y en orden y las provodnitsas son solícitas y amables como si no les resultara pesado un trabajo de tantos días, tanta atención y tanta responsabilidad. Hacen todo sin perder ni la sonrisa ni la elegancia.
El viaje desde Taiga dura 36 horas. Llevamos comida para preparar, galletas y varias cosas más. En los trenes venden, todo el tiempo, hay vagón restaurante y en las estaciones también hay vendedores del lugar.
Al ser tantas horas de viaje, el compartimento y los compartimentos vecinos, se vuelven familiares y no se tarda en entablar charla con los compañeros de viaje y compartir la comida o el mate.
En este tramo del viaje, hasta Krasnoyark, conocimos a Valery y Aynabek que es de la República Saja, una de las repúblicas que conforman la Federación Rusa. Les enseñamos a tomar mate. Valery nos recitó poemas de Enecin y Aynabek nos convidó tarta de manzana, deliciosa y casera, hecha por su esposa.
Más adelante y cuando Aynabek y Valery partieron, continuamos el viaje con un joven de Uzbekistán.
Llegamos a Irkutsk de noche y para movilizarnos desde la estación al centro de la ciudad tomamos el tranvía.
Desde la estación de trenes de Irkutsk se puede ir al centro y viceversa, con los tranvías 1, 3 y 4a.
Segundo tramo, desde la estación de autobuses de Irkutsk a Listvianka
La estación de autobuses de Irkutsk no está lejos del centro. Se puede ir caminando y de paso ir visitando algo de la ciudad.
El mercado central, por ejemplo, nos queda de paso. Las casas museo Trubetskoy y Volkonsky y la Catedral de Bogoyavlensky, también.
Al llegar a la estación de buses compramos los boletos hacia Listvianka que es el poblado más cercano a Irkutsk sobre la costa del Lago Baikal. Como el transporte lo hacen unos minibuses pequeños y con butacas numeradas, a veces ya no hay y habrá que esperar al siguiente. Se puede comprar el día antes si ya estamos en Irkutsk o esperar un poco mientras recorremos lo antes mencionado.
Los minibuses a Listvianka salen cada hora, lo mismo de regreso. Son 70 kilómetros de distancia y demoran 1 hora con 22 minutos.
El viaje se hace por una carretera asfaltada bordeada de colinas con bosques de biriozas, un árbol cuyas hojas livianas cambian de color muchas veces según las estaciones y no todos los árboles se destiñen al mismo tiempo por lo que el paisaje es de paleta de pintor. Precioso!
Entre las biriozas de hojas livianas, los yolkis erectos mantienen el marco verde del bosque. Los yolkis, yolki-polki, son los pinos tipo abetos. Su dureza y su color contrasta con la marea de biriozas.
Este espectáculo en otoño se repite sin aburrir nunca a lo largo de los trayectos en tren.
El lago Baikal, el más.
El lago Baikal, con sus 1700 metros de profundidad, es el más profundo del mundo. Es el más transparente, con una visión de más de 50 metros desde la superficie y es el más anciano del planeta con treinta millones de años.
Entre los pobladores de la región, Baikal es sagrado. Lo consideran una entidad viva y la realidad no está lejos de esta idea si consideramos que el lago Baikal es el único que aumenta de tamaño y volumen con el tiempo, a diferencia de todos los demás lagos que van menguando año tras años.
La lógica indicaría entonces que con un poco de paciencia, Baikal se convertirá algún día en el lago más grande.
Paseos por el Baikal
Una vez que lleguemos a Listvianka es conveniente sacar el pasaje para regresar antes de hacer el paseo.
Hay varias caminatas para hacer por los alrededores. Sin embargo al haber llegado hasta allí, lo que más desearemos será estar en contacto con las generosas aguas del lago.
Se ofrecen salidas en barco desde 500 rublos los 40 minutos. Hay salidas más largas hasta la Isla de Ojon y otras hasta la llamada Piedra del Chamán.
También es casi obligatorio recorrer los puestos de venta de pescado ahumado. Observar cómo se efectúa el proceso que es sólo de ahumado sin ningún otro tipo de cocción y, por supuesto, probar un ómul que es el más típico y pariente del salmón.
Se trata de un pez saludable cuya carne ahumada tiene y conserva propiedades impensadas para el ser humano.
Otro paseo que se puede hacer es caminar por un angosto malecón siguiendo durante algunos kilómetros las orillas pedregosas y azules, o bien sentarnos sencillamente en un recodo de sus playas, probar el agua fresca y potable y hasta darnos un baño fresco y reconfortante que nunca olvidaremos.