Vladivostok es una gran ciudad y un ícono del viaje en Transiberiano. Llegar hasta aquí en tren significa haber transitado las vías del ferrocarril más largos del mundo. Algo épico y emocionante para cualquier viajero. Un sueño hecho realidad.
Llegada a Vladivostok, última estación del viaje en Transiberiano
Qué visitar en Vladivostok
En viaje en Transiberiano, cruzaremos infinitos ríos de distinto caudal, y ver y respirar cursos de agua siempre gratifica.
Vladivostok se destaca por estar rodeado de aguas y, llegar al océano tras más de nueve mil kilómetros de tren, es una bendición.
Estamos en las costas Pacíficas del Mar del Este y en una ciudad que se desparrama sobres las extensiones de tierra que liberan los golfos de Amursky y el Ussurisky. Ambos a su vez dan lugar a irregulares bahías, penínsulas y cabos.
En el sector céntrico de la costa, nos encontraremos con museos navales, fortalezas, Memoriales y depósitos históricos sobre todo de elementos de la tradición marina de Vladivostok. Pasaremos por monumentos, plazas y parques. Algunos, entre frondosas arboledas, resultan un oasis al ruidoso caos de las concurridas avenidas.
Sin embargo estas avenidas son también de paseo obligatorio. Flanqueadas de solemnes palacios. Art nouveau y art déco se dan cita y descollan entre edificios clásicos y sólidas construcciones soviéticas. Uno junto al otro. Un festival de arquitectura a lo largo de las avenidas Okeansky y Aleutskaya y todas las transversales.
A medida que avanzamos por la costa o una u otra avenida, aparecerá el gigante puente blanco llamado el Puente Dorado y que cruza hacia la zona del Cuerno de Oro.
Pasaremos dos imponentes catedrales ortodoxas, una de reciente construcción y pasaremos también por el arco de triunfo erigido en honor a Nicolás I. Además veremos la capilla de San Miguel Arcángel y sobre el otro lado de las avenidas, subiendo desde el mar, el contraste de una iglesia luterana de ladrillo con cúpula verde.
El terreno sobre el que se explaya la ciudad de Vladivostok no es plano. Es una ciudad trazada sobre barrancos con un montón de desniveles y calles que suben y bajan todo el tiempo. Una buena oportunidad para estirar las piernas tras innumerables horas de viaje en Transiberiano.
Cómo desandar el camino de regreso a Moscú
Para desandar el camino y enriquecer aún más nuestro viaje en Transiberiano, elegimos el BAM, Baikal Amur Magistral.
Este tren fue conocido como el proyecto de siglo. Su construcción fue un desafío a las leyes naturales y un verdadero milagro de la ingeniería soviética ya que el BAM transita terrenos que permanecen helados durante la mayor parte del año.
Si nuestro viaje en Transiberiano se jacta de ser un recorrido épico, lograr llegar a Moscú por el norte-norte del Baikal, será además de otro sueño, una hazaña.