La ruta sigue sin señalización ni marcas y de canto rodado, más apisonado en esta parte que es un poco más transitada, aunque sin tráfico pesado. No hay camiones de carga. Solamente algunas camionetas o camiones chicos. Pasamos la entrada de Hattieville sin reconocer a ningún prófugo; 25 kilómetros más adelante pasamos La Democracia, antes del acceso a esta ciudad está el Belize Zoo, famoso por sus jaguares y tucanes en estado natural. La entrada cuesta 30 beliceños o 15 dólares.
El calor es aplastante. Tuvimos que parar muchas veces buscando la sombra. Al mediodía fue insoportable. No se podía andar. Nos quemaba. En medio de la ruta calurosa y de la nada, apareció un shopping. Un supermercado sin muchas luces y donde se notaba poco movimiento aunque estaba abierto. Pasamos por Belmopán, la actual capital de Belice desde que el huracán se llevara a Belize city por el aire. Belmopán es la ciudad capital menos habitada del mundo, diecisiete mil habitantes. Poco después, llegamos a Camalote.
Camalote Village es un pueblito abierto entre bananos y palmeras. Las calles son de tierra y el solazo es enceguecedor. La gente busca la sombra en sus corredores y verandas. Se nota tranquilo y con ánimo de siesta. Buscamos el Camalote Camp, lo habíamos visto en internet. En Belice hay “camps” pero no son a ciencia cierta campings turísticos. Son campus de voluntarios y misioneros de iglesias protestantes. Nuestro Camalote Camp es de lujo. Aquí reciben a grupos grandes, tiene capacidad para más de sesenta personas. Una casa con habitaciones y más habitaciones afuera, aire acondicionado, internet wi-fi de banda ancha, cocina, dispenser de agua, lavadoras, muchas duchas y muchos baños, y máquinas expendedoras de snacks y bebidas a 1 dólar beliceño que se echa en una alcancía. Llegamos y todo estaba abierto, tranquera abierta, puertas abiertas de par en par, oficina abierta, computadora encendida, sin embargo llamamos, golpeamos palmas, y no había nadie. Ni el loro. Salimos a preguntar y un vecino que tiene un taller de autos enfrente, conoce a los encargados del camp y llamó por teléfono a Andrew. Andrew llegó en breve con la sonrisa grande empujando sus pómulos morenos y nos dejó quedar sin cobrarnos nada y aunque no anduviéramos en misión ni fuéramos de ninguna iglesia.
En el jardín del camp hay un montón de plantas, matas con flores, helechos y enredaderas; hay palapas con hamacas paraguayas, ideal para relajarse a la fresca. Es un lugar muy lindo. Armamos las carpas en un área verde con una cortina de cipreses y comimos comida preparada en un supermercado chino por 8 y 6 beliceños el plato.
“Paramos a dormir en un terreno libre al borde del Río Belice en el pueblo de Burrell Boom. La gente es muy exageradamente amable, cocinamos unos ricos fideos y vinimos hasta Camalote, un pueblo que está pasando Belmopan, la actual capital de Belice, para mañana cruzar la frontera ¡a Guatemala!” (Martín Murzone)
Datos técnicos:
Burrel Boom-Camalote 74.04 km4.38.32 hsTotal: 2065.55 km