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Moscú-Día 2

Nuestra segunda jornada en Moscú la dedicamos al Kremlin.

El Kremlin es el corazón de Moscú junto a la Plaza Roja, la Catedral de San basilio, y el río Moskbá. Principalmente son cuatro palacios y cuatro catedrales, rodeadas de una muralla infranqueable, roja, y varias torres. Son 2,25 kilómetros de muralla almenada y 19 grandes torres, rodeados por un foso y por el río Neglínnaya. Además de estos edificios hay otras habitaciones, salas de exposiciones, y muchos jardines. Es la sede del gobierno ruso.

Para visitar el Kremlin hace falta mínimo medio día. Nosotros dedicamos un poco más. Sacamos las entradas con anticipación, por internet, a través de la página oficial del Kremlin: https://www.kreml.ru  Saber ruso ayuda, aunque la página también está traducida al inglés. Pudimos comprar las entradas desde el País Vasco poco menos de una semana antes de salir. Cuesta 700 rublos la entrada general y si se quiere visitar la Armería, 1000 más. Con las entradas compradas anticipadamente es más rápido el trámite de entrar ya que, por la mañana, a la hora de apertura llegan los tours y se arman largas colas. Si tenemos la compra echa por internet, impresa, nos dirigimos directamente a las ventanillas 6, 7, 8 y allí cambiamos el documento por las entradas. Este proceso es rápido.

En el cartón de entrada hay un recorrido sugerido, pero anticipándonos a los tours que visitarán sin duda el barrio de las catedrales, empezamos por allí antes de que llegue el malón. Es conveniente estar en el Kremlin entre las 9 y las 9.30 de la mañana, apenas abran las taquillas, para entrar cuanto antes.

La construcción del Kremlin comenzó en los siglos XII y XIII cuando Moscú no era más que una aldea eslava cuya población ocupaba apenas una tercera parte de lo que es hoy el Kremlin. Desde el año 1156 se menciona el nombre de este lugar como Moscú, y la incipiente población comenzó a ganar prominencia y renombre al vencer a los mongoles.

Con el correr de los años y siglos las primeras murallas fueron reemplazadas por murallas más consistentes y moscú se convirtió en la residencia de la familia real.

 

En la Catedral del Arcángel se encuentran la tumba del primer Zar ruso Iván IV, el Terrible y sus hijos Iván y Fiodor. Las lápidas de los Romanov están junto a los pilares. La historia de esta necrópolis se remonta al año 1340 con el entierro del príncipe moscovita Iván I. Es el sepulcro más grande de príncipes y zares rusos, hay más de 50 enterramientos. El ícono más antiguo es el que representa las hazañas de los ángeles, fue creado en 1399 y el iconostasio fue realizado entre 1679 y 1682. La arquitectura de este templo mezcla los estilos renacentista italiano y el ruso antiguo. Tres entradas conducen al interior del templo, dos están decoradas con portales de piedra blanca tallada.

La Catedral de la Anunciación estaba destinada a las ceremonias familiares. Uno de los portales es de piedra blanca y columnas corintias adornadas con ornamentos tallados. El otro portal es de forja dorada con imágenes en hojas de la Anunciación, profetas y antiguos filósofos. El espacio interior del templo no es muy espacioso, está dividido en tres naves que se elevan hacia sólidas bóvedas. En una de las bóvedas hay una composición exclusiva del árbol de Iseev que representa la genealogía bíblica de Jesús. Las cruces procesionales tienen medallas de hueso con escenas de festividades y figuras en relieve de plata y piedras preciosas. El iconostasio de múltiples filas es uno de los más antiguos que se conservan en nuestros días, contiene cien íconos. En el sótano de esta catedral hay una exposición donde se exhiben las piezas más valiosas encontradas en el Kremlin.

La Iglesia de la Deposición del Manto, iluminada desde su cúpula y desde varias ventanas, cumplió la función de ser iglesia de casa. Se divide en tres naves delimitadas por pilares cuadrados. Todos los frescos se refieren a la fiesta de deposición del manto. Hay pequeñas puertas interiores ilustradas y candeleros cilíndricos, de plata,  decorados con incrustaciones de cera de colores. En esta iglesia hay un ícono de San Jorge tallado en madera de antiquísima existencia.

Seguimos nuestro recorrido pasando a la Catedral de la Dormición. La entrada principal es de cobre dorado con la imagen de la virgen de Vladimir en la parte superior, y otros santos más abajo. Este es el templo principal del estado ruso, sepulcro de los metropolitanos y patriarcas moscovitas. La arquitectura es insólita, mezcla rasgos del renacimiento italiano con un laconismo severo tal, que parece haber sido sacado de una sola piedra. Está coronado por cinco cúpulas. Apenas entramos nos encontramos con un gran relicario de plata con baldaquino de bronce plateado. Dentro de esta catedral se erigen los cubículos y tronos desde donde oraban zares, zarinas y patriarcas. En este recinto se llevaban a cabo las coronaciones y eventos de importancia y solemnidad estatal.

Visitamos otras habitaciones más pequeñas. Nos metemos en cuanta puerta vemos que podemos abrir, incluso sin querer legamos al comedor de almuerzo de los empleados del Kremlin.

Visitamos el Palacio de los Patriarcas con la Iglesia del Concilio de los Doce Apóstoles y el Museo de Artes Aplicadas y Vida Cotidiana de Rusia del siglo XVII.

Los elementos decorativos del palacio de los Patriarcas se parecen a muchos de los otros templos. La fachada es un cinturón de arcos falsos y pequeñas columnas con capiteles esculpidos. El lujo de las cámaras rivalizaba con las del Zar. Los suelos en las salas de gala fueron revestidos con azulejos, las paredes y techos con íconos enchapados, los muebles tallados, y las estufas también de azulejos.

En cuanto al Museo, encontramos la cámara de la Cruz, una sala enorme construida de manera insólita para la época, sin sostén en el medio. Allí se reunían los concilios.  El suelo revestido de azulejos y las ventanas cubiertas con mica de colores. Los incensarios y cáliz son de oro, las copas de plata plateada y también dorada.

Varias horas nos llevó el minucioso recorrido por todos estos edificios, recorrido aquí resumido. Nos dirigimos a pasear por las torres y jardines. Vemos la campana del Zar, la campana más grande y pesada del mundo. Pesa 202 toneladas y tiene una altura y un diámetro de más de 6 metros.

Las torres de Kremlin están unidas por la alta muralla almenada, forman sobre el plano un triángulo irregular con una superficie de 28 hectáreas. Fueron construidas con la idea de que desde ellas se pudiese disparar no sólo sobre el terreno abierto ante las mismas, sino igualmente a lo largo de su muralla. Por esta razón una gran parte de las torres sobresalen de la línea amurallada.

Donde las murallas formaban el ángulo se erigieron torres redondas, que eran las más consistentes y permitían hacer los disparos en forma circular. Tales son las torres Angular del Arsenal, del Agua y de Beklemíshev. En ellas se perforaron pozos disimulados para abastecer de agua a los defensores del Kremlin en caso de un prolongado asedio. Uno de esos pozos se conserva todavía en la torre Angular del Arsenal.

De las torres con entrada al Kremlin, las más importantes son las del Salvador, San Nicolás, de la Trinidad y del Pinar. En la antigüedad en las torres del Rebato y del Zar había campanas que tocaban al rebato cuando el Kremlin se veía amenazado. En las atalayas de las torres del Salvador y de la Trinidad fueron instalados relojes.

La altura de la muralla hasta las almenas es de 5 a 19 metros, según la configuración del terreno; su grosor varia de 3,5 a 6,5 metros. El Kremlin tiene 20 torres, cinco de ellas con la entrada hacia su recinto. La longitud de la muralla, incluidas las torres, es de 2.235 metros.

Ha pasado más de la mitad del día, cae la tarde, y salimos del Kremlin dando paseos por sus extensos jardines. Fuera de la Muralla nos volvemos a quedar extasiados con la fotografía emblemática de San Basilio, y nos encaminamos luego a visitar los almacenes GUM, en ruso GYM, los almacenes del estado, convertidos hoy en un shopping moderno y luminoso de varios pisos lujosos. La fachada tiene 242 metros y el recorrido por todas su plataformas, es una caminata de 2 kilómetros. Su arquitectura trapezoidal combina elementos de arquitectura medieval rusa, además de utilizar una estructura de acero y techo de vidrio.

 

Moscú-Día 1

La primera impresión de Moscú es que todo es demasiado grande. En mi costumbre de programar viajes y recorrer el mundo palmo a palmo, la mayoría de las veces a pie, estudio los mapas antes de salir, los planos de las ciudades, calles, monumentos, parques, museos, imprescindibles; en el caso de Moscú y de Rusia en su inconmensurable totalidad, me apunto a todos los rincones de su historia sobre todo política, pero también artística, pictórica, literaria. Llego con mis apuntes hechos a mano, a pura lapicera y papel, sin embargo esta vez la escala del mapa me ha dejado corta. No la tuve en cuenta, me supera. Una cuadra, supuse una cuadra normal, cruzar la calle o un puente. Pero no. Las cuadras de Moscú son larguísimas, las veredas amplísimas, los puentes anchísimos, los parques ocupan hectáreas y las fuentes, repletas de esculturas echando ráfagas de agua transparente o de colores, salvajemente o al son de la música, no se rodean en pocos pasos, sino que es como dar una vuelta a la manzana. Todo es holgado. Moscú es una ciudad tremenda. Me impacta por su grandiosidad tanto en las dimensiones como en la ostentación de muros, ornamentos, tanto en su omnipresencia como en su gloria histórica. No pasan desapercibidas las estatuas de los transformadores de este este territorio empeñados en crear la utopía más grande de que fuera capaz la humanidad y a pesar de los años transcurridos, no pasan desapercibidos sus logros, los avances técnicos y científicos de que fueron capaces desde hace más de un siglo, y sobre todo la atención puesta en el pueblo, en los trabajadores. Todo el poder a los soviets. Personalmente, me emociona a cada paso. Y no dejo de andar, a pesar de su enormidad y de que las horas del día, el día de 24 horas, сутки (sutki) como lo llaman ellos, no me alcanza para llegar al último renglón de mi apunte. Me ayuda muchísimo saber ruso, y me alegra infinidad poder practicarlo; escuchar hablar, me regocija, preguntar algo, leer con rapidez todos los carteles e inscripciones en cirílico.

El periplo. Llegamos al aeropuerto Sheremetyevo de Moscú en la madrugada. Esperamos allí a que amaneciera. Ya de entrada, algunas personas se interesaron en hablar con nosotros, en ruso y otros idiomas. Simpáticos. Luego superamos nuestro primer desafío, llegar al centro en transporte público económico, no en el tren aeroexpres que cuesta 500 rublos, sino en el bus de 55 para enganchar luego con el metro.  1 euro es igual a 70 rublos.

Para tomar el bus, el 851 que va hasta Richnoy Ploshchad -y bokzal, estación-, se sale a la calle y se busca la parada con esos datos. Se puede pagar al chofer. El viaje toma su tiempo, alrededor de una hora, es lejos, y los autobuses circulan con calma y muchas paradas que anuncia un altavoz y un cartel luminoso. En Richnoy Plshchad buscamos la estación de metro del mismo nombre. Todas las estaciones de metro están señalizadas con una M mayúscula roja. Hay una cadena de comercios que se llama Metro -letras amarillas-, eso no es.

Para viajar en metro compramos una tarjeta Troika. La tarjeta cuesta menos de 39 rublos, y el viaje 38. A la tarjeta se le va cargando dinero y la pueden usar varias personas, para el metro, para los buses es sólo de uso individual. Compramos una porque somos 4 y vamos a manejarnos en metro. El tendido de metro más profundo del mundo, las escaleras mecánicas más largas del mundo. No sé ve el final ni hacia abajo ni hacia arriba y se aprecia cómo, los ciudadanos, logran mantener una conversación completa tan sólo en el transcurso de subir o bajar la escalera mecánica.

Vamos hasta la estación Kievskaya y allí hacemos nuestra primera visita a un «palacio del pueblo», así se denominaron desde el comunismo a las estaciones de metro, y como tal fueron pensadas, como palacios de pueblo, construidas con materiales nobles, mármol, estatuas y ventilaciones de bronce, escenas de mosaiquismo, pinturas, arañas dignas de salones. Además la profundidad en la que se encuentran fue pensada también como refugio de en caso de guerra. Los metros, muchos de ellos de la época soviética, son un fierro. Funcionales, espaciosos como todo, rapídisimos. Cada 90 segundos llega un metro. Infalible. Nunca se amontona gente en los andenes ni en los vagones, normalmente alcanzan los asientos, el movimiento es constante y funciona relojosamente (y no religiosamente).

Es práctico moverse en metro, y se aprende rápido. Los mapas de líneas están en todas las estaciones, y luego a cada lado del ancho pasillo de circulación están los andenes, en las columnas de acceso al andén aparece la línea con las estaciones en esa dirección. En la mayoría de los metros, una voz da aviso en inglés.

Nuestra primera parada la hacemos en la estación Kievskaya, decorada con escenas en mosaicos que muestran relaciones de amistad entre los pueblos ruso y ucraniano. El diseño de la estación fue elegido mediante un concurso llevado a cabo en Ucrania se caracteriza por unos pilones bajos y cuadrados recubiertos con mármol blanco sobre los cuales se encuentran los mosaicos diseñados por el artista Myzin para conmemorar la unidad ruso-ucraniana. Escenas coloridas, de pioneros, campesinos, trabajadores, milicianos, y en la cabecera, Lenin.

Salimos de la estación Kievskaya para caminar hasta Park Kultury. Nos topamos con la primera de las Siete Hermanas, los rascacielos de Stalin visibles desde casi cualquier punto de la inmensa Moscú. En este caso el edificio está ocupado por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Al igual que los otros seis que veremos continuamente desde distintos puntos de la ciudad, este está construido en una elaborada combinación de estilo barroco ruso y gótico.

Este es el único de las Siete Hermanas no coronado por una estrella soviética, llega a los 172 metros y tiene 27 pisos. Se encuentra al final de la muy conocida calle Arbat. En la parte más alta de la fachada se encuentra un gran emblema de la Unión Soviética. Dicen que los interiores son lujosos pero como se trata de un edificio de uso público no puede visitarse por dentro aunque vale la pena verlo. Desde aquí podemos entrar y recorrer la tradicional calle Arbat, la antigua. Y ver la casa donde sobre esta calle, vivió una temporada de inspiración y felicidad conyugal el poeta Alexander Pushkin.

Nosotros seguimos el rumbo a la estación de metro Park Kultury. Esta estación está decorada con 26 bajorrelieves de forma circular del artista Rabinovich en los que se representan actividades de ocio de la juventud soviética como deportes, juegos, música y baile. Los pilares de la estación están recubiertos de mármol gris. El vestíbulo de entrada es un imponente edificio con una cúpula colosal de cobre.

Llegamos al río Moskbá y atravesamos un puente eterno, que nos impacta como todo. Vamos a alojarnos en el distrito Yakimanka, sobre la avenida Bolshaya Yakimanka. Los edificios por supuesto no constituyen un sólo edificio de departamentos sino un complejo de varios edificios que se encuentran bajo la misma dirección, misma calle, misma numeración. En nuestro caso, Avenida Bolshaya Yakimanka 32. Son varios edificios, de no muchos pisos. Cada edificio tiene a su vez el número de porch, de acceso o portal. Y luego el piso y departamento que corresponda.

Muy cerca de nuestro departamento está el parque de las esculturas que recorremos este mismo día. Se le llama también Muzeon. Es un museo de esculturas al aire libre donde se han instalado también esculturas de los tiempos soviéticos que fueron removidas de sus lugares originales y ubicadas aquí. A un lado del parque está la galería de arte Tetriakova y por otro lado hay un paseo junto al río. La estatua de Pedro el Grande hace honor a su nombre y brota como un gigante desde el medio del río tripulando desde la proa su flota y sus conquistas.

Siguiendo un poco el instinto ya que no tenemos mapa, nos damos cuenta que estamos cerca del Kremlin! y que desde nuestro alojamiento hacia el río, y luego desde el puente, tenemos una vista privilegiada de las murallas rojas y las torres y las cúpulas doradas de las catedrales. Rodeamos el Kremlin y nos dejamos llevar placenteramente por las aguas de las sucesivas fuentes de los Jardines Alexandrovsky y los canteros tapizados de flores.

Son tres jardines que ocupan diez hectáreas! El jardín superior de Alexander es el más grande cerca de la torre del Kremlin, con césped impecable y abundantes flores, esta parte del jardín está a un par de metros por debajo del nivel de las calles, alrededor de las instalaciones Manezhnaya. Lo rodea una elaborada verja de hierro forjado y la entrada principal está decorada con símbolos para conmemorar la victoria sobre Napoleón.

No muy lejos de la entrada está el monumento al soldado desconocido. Bajo la lápida se encuentran los restos de soldados transferidos desde una fosa común en la carretera de Leningrado. La composición escultórica representa una bandera desplegable en pesados ​​pliegues; que son el casco de un soldado y una rama de laurel. En el centro, desde una estrella de bronce con cinco puntas, arde la llama eterna rodeada de la inscripción que dice: “Tu nombre es desconocido, pero tu hazaña es inmortal.”

Y en nuestro debut en Moscú no podíamos dejar de ver a la emblemática catedral de San Basilio.