Archivo de la etiqueta: Lenin

Parada octava: Tomsk, la más habitada de las ciudades de Siberia

Tomsk es una de las ciudades e Siberia más habitada. Esta ciudad no está sobre la vía principal del Transiberiano, sin embargo, vale la pena tomarse un día para pasar a visitarla.

Cómo llegar y salir de Tomsk

Las principales ciudades de Siberia se caracterizan por una amalgama de intenso crecimiento moderno y la conservación de lo tradicional y lo antiguo. Muchas de ellas como Tomsk, se ocupan de mantener y resaltar la arquitectura típica.

Para llegar a Tomsk, desde Novosibirsk, podemos tomar un tren hasta la estación Tomsk 1 (también hay Tomsk 2 pero es más fácil movilizarse al centro desde la 1) o un autobús. Se demoran casi 5 horas para llegar. Trenes en esta dirección no abundan, autobuses hay con mayor frecuencia. Lo mismo ocurrirá cuando queramos salir de Tomsk hacia Taiga para retomar la ruta Transiberiana. Como consejo para movilizarnos entre estas ciudades de Siberia digamos que, los autobuses y sus billetes se consiguen junto a las estaciones de trenes.

Vale la pena también averiguar los precios. Suele haber gran diferencia entre un tren de larga distancia y un elektrichka. Para salir de Tomsk, por ejemplo, el elektrichka cuesta 100 rublos hasta Taiga y el de larga distancia, 600.Una vez lleguemos a la estación de Tomsk, en el medio que sea, podemos tomar un autobús hasta el centro. Hay varios que van, entre ellos el 510 y el 26 pero hay que asegurarse el recorrido porque cada línea tiene trayectos alternativos.

Dónde alojarse en Tomsk

Tomsk es una de las ciudades de Siberia construida a la vera de un río, en este caso el río Tom, y sobre un terreno de barrancos suaves. Esto hace que la ciudad tenga algunos leves desniveles que le otorgan aún más encanto aunque a la hora de recorrer a pie, es conveniente disponer de un alojamiento en el centro.

Nosotros estuvimos en un departamento muy acogedor pegado al estanque, sobre la calle Pushkina número 22.El lugar lo regentea Ali, un joven georgiano azerbaiyaní y ruso. Una persona maravillosa.

Los departamentos que tiene están de punta en blanco y con puntillas de encaje. Limpio, cuidado, bien ubicado y barato.Alí habla varios idiomas y está atento a todo lo que el viajero pueda necesitar, incluso nos trasladó, gratuitamente, a la estación, en un auto tan confortable que contaba con calefacción en el espaldar del asiento. Cuando quisimos pagarle no quiso tomar el dinero.

Qué ver en Tomsk

Las casas de madera se ocultan en las callejuelas paralelas a la Avenida Lenina. Tan sólo al caminar y dejar que nuestros pasos nos lleven, en cuanto nos alejamos del mundanal ruido de las avenidas, estaremos rodeados de estas casas de cuentos.

De todas maneras caminaremos por Ulitsa Lenina. En el transcurso veremos la Catedral, el Teatro, la Filarmónica y los enormes edificios administrativos del estado.

Tomsk posee el edificio universitario más destacable de las ciudades de Siberia. Es un edificio llamativo de estilo clásico con monumentales columnas. En uno de sus extremos está el jardín botánico con numerosas especies siberianas.

Las flores abundan por doquier. Alrededor de la Iglesia Voznesenskaya es un verdadero vergel. Estamos promediando septiembre y el otoño de Tomsk no se da por aludido.

Al igual que en todas las ciudades de Siberia nos encontraremos con la Plaza Lenin y con su figura monumental alrededor de la cual gira la vida de los lugareños.

En Tomsk existen algunos museos para visitar, histórico, regional, de arte y de la Gran Guerra Patria.

Para relajarnos y terminar la tarde de la mejor forma, nos acompaña el río Tom. A lo largo de su malecón ver la caída del sol es una delicia.

Moscú – Día 10

Rematamos nuestro viaje en la Plaza Roja.

Vamos primero a despedirnos de Lenin, gracias por tanto. Imprescindible y permanente su presencia en la grandilocuencia que hemos encontrado a nuestro paso.

El Mausoleo de Lenin está junto al Kremlin. Entrada gratis. Hay cola y está controlado por jóvenes oficiales, amables y respetuosos. Vamos entrando por grupos. Lenin está embalsamado en una cripta de vidrio iluminada. El recinto es oscuro, una penumbra, sólo él brilla en el centro. Le doy la vuelta, hago una pausa para hacerle el saludo del puño en alto. Cómo no emocionarse! estar tan cerca de alguien tan grande para la historia de la humanidad. Impresiona. Haber leído, escuchado, hablado de él tantas veces y verlo ahí, de cuerpo presente, vivo siempre Vladimir Illich.

Es un pasaje breve pero impactante. Saliendo del recinto pasamos por las tumbas de otros seres que hicieron posible la grandeza y la utopía de la URSS, Koroliov, Kruzhov, Gagarin, Belayev, Stalin.

Luego visitaremos los interiores de San Basilio. San Basilio no es la Catedral Central de Moscú Es tan bonita que circula la leyenda de que Iván el Terrible cegó a sus arquitectos para que no pudieran volver a crear nada similar, la leyenda es falsa ya que, los maestros Barma y Postnik, siguieron construyendo catedrales por le territorio ruso. San Basilio no es una catedral de un solo cuerpo sino nueve espacios de varias capillas diferentes a las que se accede por angostos pasillos y escalinatas a través de dos niveles.

Una vuelta más por los amplios jardines que rodean la Plaza Roja y tomamos el metro a Richnoy Ploshchad desde cuya salida, junto a un centro comercial de color verde donde es posible comprar comida antes de partir, justo ahí cerca de la puerta del centro comercial, tomamos el 851 para ir al aeropuerto Sheremetyevo.

Los autobuses se desplazan tranquilamente, no van a la velocidad del metro. Es una buena manera de retirarse, poco a poco, de esta gran ciudad y este gran país, volviendo la mirada a los carteles en cirílico que ya resulta familiar, leyendo por casualidad, como un estandarte, como una promesa o como un designio, la frase «вернёмся осенью», volveremos en otoño. вернёмся… volveremos.

Moscú-Día 3

En el transcurso de estos breves días y a medida que nos queda de camino, vamos recorriendo más estaciones de metro, palacios del pueblo.

La estación Ploschad Revolutsii se destaca por tener 76 esculturas de bronce que representan al pueblo soviético. Las esculturas fueron hechas en el Taller de fundición artístico de Leningrado por un equipo bajo la dirección de M.G. Mánizer. Las esculturas están instaladas cronológicamente desde los acontecimientos de octubre de 1917 hasta el diciembre de 1937. Hay obreros, soldados, campesinos, marineros, paracaidistas,  avicultores, cultivadores, estudiantes, futbolistas, madres, padres, deportistas, pioneros.

Las esculturas tienen fama de poseer cualidades mágicas. Por ejemplo, si uno por la mañana temprano toca el banderín del señalero, en este día tendrá suerte. La misma creencia apareció respecto al revólver del marinero revolucionario, por eso lo roban a menudo. A las personas que van a una cita les aconsejan tocar el zapatito de la chica de bronce, pero en ningún caso se puede frotar al gallo o tocar su pico. Los estudiantes dicen que para aprobar un examen hay que frotar la nariz del perro de bronce del guardián fronterizo, por esta razón la capa de bronce se hizo más fino y actualmente las narices y una parte de hocico de todos los perros están frotadas hasta tal punto que brillan. Es evidente la parte que hay que tocar para la buena fortuna porque está desteñida y brilla. Pasamos también por la estación Arbatskaya, edificio con forma de estrella y por dentro con con unas luminarias palaciegas.

Caminamos por la tradicional calle Arbat, la vieja, y llegamos hasta las puertas de la casa del poeta Alexander Pushkin. Frente a la casa hay una escultura que los representa a él y a su esposa Natalia Goncharova, primera belleza de Moscú.

La calle Arbat es turística y está llena de negocios de souvenirs y artistas callejeros. Caminamos un rato por allí.

Este tercer día en Moscú nos fuimos al Museo de la Cosmonáutica. Es excelso. Enorme. Vale mucho la pena, y la entrada es barata, 250 rublos. Recorriendo este museo uno no deja de sorprenderse leyendo y enterándose de que los rusos fueron primeros en todo. Muchísimas expediciones al espacio y a otros planetas, de avanzada desde hace décadas, llegando a explorar Venus, Marte, la luna, desde antes de los 60s y de manera ininterrumpida hasta la actualidad.

Es super interesante, hay naves originales, sondas, trajes espaciales, alimento para astronautas, simuladores, transbordadores, muchísima información y elementos de la carrera cosmonáutica rusa. Toda la vanguardia. Están también las pinturas de Alexey Leonov, el primer hombre en dar un paseo por el espacio exterior. Documentos de Korolëv, el cerebro de la cosmonáutica rusa. Tito, Belayev, Tereskova, actual diputada, Gagarin, y muchos más. Infinidad de elementos que hacen de esta visita una visita interesantísima.

Este museo está junto a la estación de metro VDNKh. Antes de la entrada del Museo se impondrá ante nosotros el Monumento a los Conquistadores del Espacio. Fue erigido para celebrar las conquistas del pueblo soviético durante la era de la exploración espacial. En marzo de 1958, unos meses después del lanzamiento del satélite espacial Sputnik 1 (el primer satélite artificial de la historia), se realizó un concurso para su diseño. La construcción se prolongó varios años. El monumento es un gigantesco obelisco con un cohete espacial en al cima, de manera que el obelisco viene a representar la columna de humo que deja una nave espacial. Tiene 107 metros de altura, pesa 250 toneladas y está recubierto de titanio, material utilizado en la fabricación de los cohetes espaciales.

Saliendo del territorio del Museo nos encontraremos, muy cerca de allí, con unos parques inmensos, con fuentes y jardines inconmensurables. Fuimos a pasar buena parte de la tarde, pero antes nos acercamos unos 300 metros hasta la legendaria estatua del Obrero y la Koljotnitsa, la estatua que aparece abriendo todas las películas del cine soviético. El obrero con el martillo y la campesina con la hoz.

Luego caminamos por los extensísimos jardines del VDNKh. Es el mayor complejo de entretenimiento de Rusia, todos los días atrae a varios miles de moscovitas y visitantes de la ciudad. La exhibición está representada por pabellones y fuentes construidas en la era soviética anterior a la guerra; ubicadas a lo largo de amplias avenidas de asfalto. Hay instalaciones más modernas dedicadas al espacio, la energía y la cibernética. 49 edificios son reconocidos como obras maestras arquitectónicas y monumentos del patrimonio cultural. Las exposiciones son de interés para personas de todas las edades. El complejo es armonioso, con zonas de parques y depósitos de agua, hay un ambiente relajante y aire fresco. Hay más de 250 pabellones para exposiciones. Todos los kolkhozes y sovkhozes de la Unión Soviética aspiraban a participar en ella. Además de los pabellones, se construyeron áreas económicas y de principio territorial, aquí se construyeron atracciones, circo, cines, área recreativa. Cada pabellón representa una de las 15 repúblicas de la URSS o la economía nacional, y en el centro se encuentra el pabellón de la Federación de Rusia y la fuente de la Amistad de los Pueblos con esculturas de oro de sus representantes en trajes nacionales.

Volvimos al metro y continuamos visitando Moscú hacia Chisty Prudy, un área acogedora con estanques que fueron limpiados y renovados. Antiguamente a estos estanques iban a parar  los residuos de varias carnicerías, ahora es un rincón ideal para el pic-nic y relax.

Moscú-Día 1

La primera impresión de Moscú es que todo es demasiado grande. En mi costumbre de programar viajes y recorrer el mundo palmo a palmo, la mayoría de las veces a pie, estudio los mapas antes de salir, los planos de las ciudades, calles, monumentos, parques, museos, imprescindibles; en el caso de Moscú y de Rusia en su inconmensurable totalidad, me apunto a todos los rincones de su historia sobre todo política, pero también artística, pictórica, literaria. Llego con mis apuntes hechos a mano, a pura lapicera y papel, sin embargo esta vez la escala del mapa me ha dejado corta. No la tuve en cuenta, me supera. Una cuadra, supuse una cuadra normal, cruzar la calle o un puente. Pero no. Las cuadras de Moscú son larguísimas, las veredas amplísimas, los puentes anchísimos, los parques ocupan hectáreas y las fuentes, repletas de esculturas echando ráfagas de agua transparente o de colores, salvajemente o al son de la música, no se rodean en pocos pasos, sino que es como dar una vuelta a la manzana. Todo es holgado. Moscú es una ciudad tremenda. Me impacta por su grandiosidad tanto en las dimensiones como en la ostentación de muros, ornamentos, tanto en su omnipresencia como en su gloria histórica. No pasan desapercibidas las estatuas de los transformadores de este este territorio empeñados en crear la utopía más grande de que fuera capaz la humanidad y a pesar de los años transcurridos, no pasan desapercibidos sus logros, los avances técnicos y científicos de que fueron capaces desde hace más de un siglo, y sobre todo la atención puesta en el pueblo, en los trabajadores. Todo el poder a los soviets. Personalmente, me emociona a cada paso. Y no dejo de andar, a pesar de su enormidad y de que las horas del día, el día de 24 horas, сутки (sutki) como lo llaman ellos, no me alcanza para llegar al último renglón de mi apunte. Me ayuda muchísimo saber ruso, y me alegra infinidad poder practicarlo; escuchar hablar, me regocija, preguntar algo, leer con rapidez todos los carteles e inscripciones en cirílico.

El periplo. Llegamos al aeropuerto Sheremetyevo de Moscú en la madrugada. Esperamos allí a que amaneciera. Ya de entrada, algunas personas se interesaron en hablar con nosotros, en ruso y otros idiomas. Simpáticos. Luego superamos nuestro primer desafío, llegar al centro en transporte público económico, no en el tren aeroexpres que cuesta 500 rublos, sino en el bus de 55 para enganchar luego con el metro.  1 euro es igual a 70 rublos.

Para tomar el bus, el 851 que va hasta Richnoy Ploshchad -y bokzal, estación-, se sale a la calle y se busca la parada con esos datos. Se puede pagar al chofer. El viaje toma su tiempo, alrededor de una hora, es lejos, y los autobuses circulan con calma y muchas paradas que anuncia un altavoz y un cartel luminoso. En Richnoy Plshchad buscamos la estación de metro del mismo nombre. Todas las estaciones de metro están señalizadas con una M mayúscula roja. Hay una cadena de comercios que se llama Metro -letras amarillas-, eso no es.

Para viajar en metro compramos una tarjeta Troika. La tarjeta cuesta menos de 39 rublos, y el viaje 38. A la tarjeta se le va cargando dinero y la pueden usar varias personas, para el metro, para los buses es sólo de uso individual. Compramos una porque somos 4 y vamos a manejarnos en metro. El tendido de metro más profundo del mundo, las escaleras mecánicas más largas del mundo. No sé ve el final ni hacia abajo ni hacia arriba y se aprecia cómo, los ciudadanos, logran mantener una conversación completa tan sólo en el transcurso de subir o bajar la escalera mecánica.

Vamos hasta la estación Kievskaya y allí hacemos nuestra primera visita a un «palacio del pueblo», así se denominaron desde el comunismo a las estaciones de metro, y como tal fueron pensadas, como palacios de pueblo, construidas con materiales nobles, mármol, estatuas y ventilaciones de bronce, escenas de mosaiquismo, pinturas, arañas dignas de salones. Además la profundidad en la que se encuentran fue pensada también como refugio de en caso de guerra. Los metros, muchos de ellos de la época soviética, son un fierro. Funcionales, espaciosos como todo, rapídisimos. Cada 90 segundos llega un metro. Infalible. Nunca se amontona gente en los andenes ni en los vagones, normalmente alcanzan los asientos, el movimiento es constante y funciona relojosamente (y no religiosamente).

Es práctico moverse en metro, y se aprende rápido. Los mapas de líneas están en todas las estaciones, y luego a cada lado del ancho pasillo de circulación están los andenes, en las columnas de acceso al andén aparece la línea con las estaciones en esa dirección. En la mayoría de los metros, una voz da aviso en inglés.

Nuestra primera parada la hacemos en la estación Kievskaya, decorada con escenas en mosaicos que muestran relaciones de amistad entre los pueblos ruso y ucraniano. El diseño de la estación fue elegido mediante un concurso llevado a cabo en Ucrania se caracteriza por unos pilones bajos y cuadrados recubiertos con mármol blanco sobre los cuales se encuentran los mosaicos diseñados por el artista Myzin para conmemorar la unidad ruso-ucraniana. Escenas coloridas, de pioneros, campesinos, trabajadores, milicianos, y en la cabecera, Lenin.

Salimos de la estación Kievskaya para caminar hasta Park Kultury. Nos topamos con la primera de las Siete Hermanas, los rascacielos de Stalin visibles desde casi cualquier punto de la inmensa Moscú. En este caso el edificio está ocupado por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Al igual que los otros seis que veremos continuamente desde distintos puntos de la ciudad, este está construido en una elaborada combinación de estilo barroco ruso y gótico.

Este es el único de las Siete Hermanas no coronado por una estrella soviética, llega a los 172 metros y tiene 27 pisos. Se encuentra al final de la muy conocida calle Arbat. En la parte más alta de la fachada se encuentra un gran emblema de la Unión Soviética. Dicen que los interiores son lujosos pero como se trata de un edificio de uso público no puede visitarse por dentro aunque vale la pena verlo. Desde aquí podemos entrar y recorrer la tradicional calle Arbat, la antigua. Y ver la casa donde sobre esta calle, vivió una temporada de inspiración y felicidad conyugal el poeta Alexander Pushkin.

Nosotros seguimos el rumbo a la estación de metro Park Kultury. Esta estación está decorada con 26 bajorrelieves de forma circular del artista Rabinovich en los que se representan actividades de ocio de la juventud soviética como deportes, juegos, música y baile. Los pilares de la estación están recubiertos de mármol gris. El vestíbulo de entrada es un imponente edificio con una cúpula colosal de cobre.

Llegamos al río Moskbá y atravesamos un puente eterno, que nos impacta como todo. Vamos a alojarnos en el distrito Yakimanka, sobre la avenida Bolshaya Yakimanka. Los edificios por supuesto no constituyen un sólo edificio de departamentos sino un complejo de varios edificios que se encuentran bajo la misma dirección, misma calle, misma numeración. En nuestro caso, Avenida Bolshaya Yakimanka 32. Son varios edificios, de no muchos pisos. Cada edificio tiene a su vez el número de porch, de acceso o portal. Y luego el piso y departamento que corresponda.

Muy cerca de nuestro departamento está el parque de las esculturas que recorremos este mismo día. Se le llama también Muzeon. Es un museo de esculturas al aire libre donde se han instalado también esculturas de los tiempos soviéticos que fueron removidas de sus lugares originales y ubicadas aquí. A un lado del parque está la galería de arte Tetriakova y por otro lado hay un paseo junto al río. La estatua de Pedro el Grande hace honor a su nombre y brota como un gigante desde el medio del río tripulando desde la proa su flota y sus conquistas.

Siguiendo un poco el instinto ya que no tenemos mapa, nos damos cuenta que estamos cerca del Kremlin! y que desde nuestro alojamiento hacia el río, y luego desde el puente, tenemos una vista privilegiada de las murallas rojas y las torres y las cúpulas doradas de las catedrales. Rodeamos el Kremlin y nos dejamos llevar placenteramente por las aguas de las sucesivas fuentes de los Jardines Alexandrovsky y los canteros tapizados de flores.

Son tres jardines que ocupan diez hectáreas! El jardín superior de Alexander es el más grande cerca de la torre del Kremlin, con césped impecable y abundantes flores, esta parte del jardín está a un par de metros por debajo del nivel de las calles, alrededor de las instalaciones Manezhnaya. Lo rodea una elaborada verja de hierro forjado y la entrada principal está decorada con símbolos para conmemorar la victoria sobre Napoleón.

No muy lejos de la entrada está el monumento al soldado desconocido. Bajo la lápida se encuentran los restos de soldados transferidos desde una fosa común en la carretera de Leningrado. La composición escultórica representa una bandera desplegable en pesados ​​pliegues; que son el casco de un soldado y una rama de laurel. En el centro, desde una estrella de bronce con cinco puntas, arde la llama eterna rodeada de la inscripción que dice: “Tu nombre es desconocido, pero tu hazaña es inmortal.”

Y en nuestro debut en Moscú no podíamos dejar de ver a la emblemática catedral de San Basilio.