Archivo de la categoría: Huella Andina

Etapa 18-De Wharton a Río Azul

Dormí en Wharton en el camping “El polaco”. Wharton es un lugar de estancias y chacras. Lo que sería el pueblo, o “puesto” como se le dice, son cuatro esquinas; en una hay una cabaña grande que es como un salón y restaurante, enfrente hay un puestito de información y caballos esperando ser alquilados para cabalgata. Haciendo cruz con el puestito está la despensa y el camping, y en la esquina restante hay un yuyal y rosas mosquetas. Aparentemente es más chico que cualquier otro pueblo pero el camping, que cuesta 30 pesos, tiene wifi, sorprendentemente; la ducha está super caliente y en el baño había papel lo que no es usual, así que de todas maneras uno suele llevar el de uno. Es un lugar muy tranquilo, y la gente, Katy, y las demás personas del camping, son por demás de amables.
El camino de Wharton a Río Azul es muy fácil. Son 18 km pero parecen menos. Sigieren caminarlos en 8 horas, pero yo los hice en 4 o 5 sin necesidad de parar a descansar. Era un día fresco, quizás por eso. El calor mata para caminar. No salí temprano. Lo tomé con calma. La Huella arranca por el ripio que pasa frente a esa esquina. Uno sale del camping, pasa por la esquina del yuyal, y en sentido contrario al cartel que señala el Perito Moreno, sale. Son como dos horas por el ripio, o una hora y media. Se pasan chacras y más chacras, todo muy romántico y muy pintoresco. Después se entra en una senda, no muy larga, es una cortada, fresca, sombría. Está bien señalizada. Hay como siempre en estos últimos días algunas bifurcaciones dudosas pero pude constatar que en el lugar donde definitivamente va la senda, hay marcas. Esta primera senda se cruza en menos de lo que canta un gallo, serán 15 minutos, y luego otra vez al ripio. Ahí ojo, porque uno llega al ripio y la salida de la senda tiene como quinticientas piedras pintadas con la marca de Huella Andina, pero no hay ni una puta marca que señale para que lado hay que agarrar el ripio. Yo por supuesto lo agarré al revés. Había leído que se retomaba una senda cerca de la dulcería Río Azul, así que como vi el cartel de la dulcería, doblé a la derecha, y no, llegué a la dulcería, a unos  400 metros, pregunté, por suerte hay gente, y me dijeron que era para el otro lado. O sea, cuando uno sale de la primera picada y llega otra vez al ripio, debe doblar a la izquierda, hacia el lado que señala “Cabeza de Indio”.  Va en subida. Hay algunas marcas, y también hay árboles, pinos, que se han caído y cortan el paso pero hay que rebuscárselas y pasar entre las ramas o por algún costado que se pueda, porque la senda sigue. En la cúspide se avanza hacia los miradores del Azul donde vale la pena detenerse un par de minutos ya que las vistas son amplias y bellísimas. Se ve todo el río azul, serpenteando entre las piedras, chacras, pinares y las montañas, algunas con sus coronas de nieves eternas.
Otra vez se agarra el camino de ripio, una bajada, y esta bajada llega a una bifurcación de caminos, uno va por la derecha hacia los campings, otro por la izquierda hacia el pueblo, y el del medio, de tierra más blanda, pero más ancho que una picada, ese es el que hay que tomar. No es muy largo y desemboca otra vez en un ripio que rápidamente dobla a la derecha y empieza a bajar para llevarnos hacia el camping Río Azul. Durante todo el camino hay frutales comestibles, manzanas, frambuesas, ciruelas y cerezas. Uno puede ir cazando al hilo alguna fruta. Más pequeñas que las transgénicas pero mucho más dulces.
Este camping está sobre el río y junto a la pasarela Margarita Riquelme. Cuesta 40 pesos y está muy lindo, muy acogedor. A mí no me cobraron por ser la primera persona que pasa haciendo la Huella Andina. Además, de bienvenida, Roberto, el dueño, me invitó unos riquísimos mates, charlamos de huellas, senderos, montañas, y del legendario e impenetrable Vododawe con el que muchos no dejamos de soñar desde hace muchos años.
Fui a bañarme al río y a lavar la ropa. Hay pozones azul verdosos alucinantes.

Etapa 17-De Troncoso a Wharton y la pifié. Llegué a Bolsón

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y se la debo a Wharton, pero mañana voy.
Hoy fue la perdida total. Total. Como nunca. En todo el camino, desde que arranqué, vi dos marcas de Huella Andina y hay muchas sendas, muchas bifurcaciones, muchos caminos. Algunos caminos vecinales de ripio, otros de tierra, muchos caminos cerrados con tranqueras que terminan en campos de espinos. Campos de nada y con nadie.
La mañana en lo de Abraham Troncoso fue inmejorable, como ayer. Gente única. Como buenos chacareros amanecimos a eso de las 6… 6 y media. No porque nos acostáramos a la hora de las gallinas. Nada que ver. Comimos un tuco super especial con un pollo que Don Troncoso había desplumado ayer mismo en la mañana. Y el pan casero. En su cabaña calentita por la cocina a leña.
Esta mañana, después del mate, ensilló las yeguas, una para él y la zaina que es brava y bruta como ella sola, o como yo también, para mí. Fuimos a los corrales de las vacas y a ordeñar tres vacas, porque les hace bien, y para que el ternero se amanse, y además para tomarnos la leche fresca. Qué rico todo.
Primero amarra la vaca y le ata las patas, y después enlaza un ternero y lo pone a tomar un poco la teta, y ordeña esa vaca. Después lo mismo con otra. Y después nos llevamos un balde lleno de leche y tomamos té con leche, con más pan casero.
Armé la mochila, desarmé la carpa, llegó Facu, el hijo de Troncoso de 15 años que vive en Bolsón con su mamá y yo me despedí a los abrazos de todos y empiné la primera senda hacia arriba. Esa, a pesar de no ver marcas, una sola, le llevé bien porque me habían señalado más o menos para qué dirección. Salí bien. Sube al ripio que va hacia el lago Escondido, todas tierras compradas por el millonario Lewis. Llegué al guardaganado como estaba previsto, y a partir de ahí, no llegué a ninguna parte a la que tuviera que llegar. Me mandé re mal. No sabía por dónde había que entrar o bordear el guardaganado, así que seguí de largo por el ripio, y decidí que bueno, como el camino de Wharton estaba en el ripio a lo mejor sería lo mismo dar toda la vuelta, aunque caminar por el ripio es re choto y te calienta la planta de los pieses. Llegué a una casa enorme que debe ser de este gringo millonario, Lewis, y que da al Lago Escondido, y ahí se acabó el ripio. Había hecho como 3 km ya demás para ese lado. En eso aparecieron dos mujeres en cuatriciclo que me cerraron el paso.  Les pregunté si por ahí podía llegar a lo de Wharton. Me dijeron que no y que por ahí estaba prohibido. Que fuera para el otro lado. Empecé a volver por el puto ripio, viendo en reversa el camino que había hecho. Sin embargo todas las indicaciones eran por el guardaganado, así que otra vez pegué la vuelta.  En eso escuché un motor. Era una de las mujeres, acelerando con furia el cuatri y con una escopeta al hombro. que me sugirió un camino para llegar a lo Wharton. Me gritó que ya no anduviera por ahí, que fuera al revés hasta un alambrado y que caminara bordeando el alambrado y que al cabo de unas cuatro horas llegaría a un camino del mismo ancho pero no enripiado, sino de tierra, y que por ahí no había pierde, que tomara ese camino a la derecha y que ese me iba a llevar al Perito, y que ahí había una cabañita, y que ahí preguntara. Encaré entusiasmada. No era la senda de la Huella Andina, pero lo lamento, yo a la senda de la Huella Andina, en esta parte, no la encontré. Y esta mujer, que vive ahí, me dijo que una vez intentaron hacerla con su hermana y tampoco la encontraron. Así que encaré por esa rutita enripiada hasta el final. Cuatro horas? Fueron como seis! Y yo sin mucha agua. Y ni un río, ni un arroyo. Vi al Pedregoso, supuestamente yo tenía que llegar hasta la naciente y lo vi desde muy arriba, pero yo cada vez más arriba y el Pedregoso cada vez más abajo. Tampoco nunca vi el camino de tierra que debía salir a la derecha así que yo seguía firme por el enripiadito y si había que cruzar una tranquera, la cruzaba, y si había que saltar un alambrado, lo saltaba.
El enripiadito terminó en un circuito de carreras de karting abandonado, y yo terminé en una parva de abrojos. Tenía abrojos hasta en el culo, y no es verso, cuando lavé los calzones pude constatarlo. Desde el abrojal vi que pasaban autos. La ruta! No sabía ni qué ruta era ni para dónde iba. Puse la brújula y justo en ese punto me señalaba más o menos este-oeste. Yo quería ir para el sur, así que la brújula no me respondía como yo especulaba. Pero igual, salté los alambrados, y a la ruta, alguno me va a parar dije. Traté de sacudirme un poco el terral y acomodarme el pelaje, me saqué el sombrero que aunque lo lavé ya está muy deslavado, y me dejé los anteojos que uso para ver las marcas que van siendo cada vez más invisibles, para dar un aire más adulto, serio, intelectual.
Pasó como una hora y ya me tuve que poner el chaleco porque enfrescaba y empecé a mirar alrededor a ver adónde podía armarme la carpa para pasar la noche. Sin agua. Me quedaba menos de cuarta botella de plástico. Y bueno, pero con tanta leche que había tomado en la mañana, y mate, no me iba a deshidratar por una noche.
Al final y caída de Puerto Montt, paró una estanciera. El padre enseñándole a conducir al hijo. Tan buena onda que cuando les conté que voy caminando hasta el Futalaufauquen, me querían llevar porque ellos mañana salen para allá. Me preguntaron adónde iba, y yo les dije que ni idea, que primero me dijeran adónde iba esa ruta. Me dijeron que para el Bolsón. Así que les dije que estaba muy bien, que yo también podía aterrizar esta noche en el Bolsón. Y acá estoy. En un camping, Refugio Patagónico. No quiero ni ir al pueblo. Camping con wifi para comunicarme que ya hacía más de una semana que no lo hacía, y para descansar.
Llegué fastidiada y casi decidida a decir “hasta aquí llegué”, o para mí, “la Huella Andina hasta aquí llegó”, pero no. Ahora que estoy acá, que ya me bañé y me lavé el pelo y la ropa, que fui a un supermercado y compré jabón y crema que ya no tenía y andaba con la piel hecha escamas, lo tengo decidido. Yo sigo, y mañana voy a ir a lo de Wharton.
Hoy debían hacerse unos 19 km. Cuántos hice? Más? Menos? No sé.

Etapa 16-De camping Kaleuche a Chacra Santa Lucía y de ahí a Troncoso.

Inmejorable en cuanto a la sociabilización sobre la Huella Andina. En el camping Kaleuche hablé muchísimo con Quique, un montañista tan amable y agradable. Me invitó a volver, como invitada del camping, y creo que voy a volver porque el lugar es paradisíaco y la paz total, y el entorno ayuda. Salí rumbo al Mallín Colorado. Se sale por detrás del camping y se empieza a remontar una loma pasando por una aserradero que está a unos 2000 metros. La gente del aserradero me señaló por dónde subía la senda. Hay mucha tala de árboles y se abren picadas, o símil, que puede confundir, pero la senda es bastante clara. Se sube un trecho considerable. Más o menos es una hora de subida. Por el camino, pasan bueyes que acarrean troncos, en mi caso, venían de bajada; dos leñadores o madereros, arriando dos bueyes que en medio traían una ristra de troncos. Al final de la subida, o casi al final, se llega a una pequeña casita que debe ser de los leñadores. En ese preciso lugar no vi una marca clara. Varias veces sucede que hay caminos alternativos, izquierda o derecha. Yo hoy, luego de las perdidas marca chifle de ayer, opté por la histórica buscar la marca sin la mochila puesta. Dejaba la mochila en un lugar y caminaba por un lado y por el otro, hasta encontrar la marca que por suerte en alguno de los lados, aparecía. Lo mismo me sucedió varias veces. Hay que cruzar varias tranqueras. Están señalizadas. Se agarra un camino vecinal de ripio, durante más o menos una hora más, o un poco menos. Hay algunos árboles a la vera del camino, lo que no lo hace tan denso. Después hay un camino ancho que sirve de cortada, de atajo, y que sale a otro ripio con varias tranqueras más y carteles de propiedad privada, prohibido pasar, pero hay que pasar, así que desobediencia total a la prohibición y pasamos como Pancho por su casa. En el ripio, este segundo camino vecinal más duro, a pleno sol, no anda ni un alma. Al cabo de una hora más se pasa por un establecimiento llamado Ayelén, hay que seguir y al rato se cruza el arroyo Coronel, antes lo hemos cruzado, cerca de Ayelen, por un puente vehicular. Yo a la primera, lo crucé mal, por la parte equivocada, y llegué a una casa donda había un par de gallos y un perro que me miraba de reojo. Pensé que ahí era Santa Lucía, pero no era. Busqué marcas, no encontré, y di marcha atrás. El cruce del arroyuelo era a pocos metros antes, y estaba la marca pintada en una piedra. Después de cruzar el arroyuelo, la Huella se vuelve benévola y transita por camino blando y bordeado de pinos. Muy refrescante y al poco de caminar por ahí, se llega a la Chacra Santa Lucía. Hay una casa llena de flores y una señora que mira sin pestañear y no habla. En la segunda casa viven los caseros. El hombre, muy atento, me recibió, me dijo que era ahí, que a veces han parado acampantes. Como era temprano y me había ido bien, decidí continuar hasta la próxima casa, el próximo poblador. Me lo había sugerido Quique y significaba que me adelantaba un poco de camino para mañana que quiero alcanzar Wharton y que ya vadeaba de una vez el río Foyel que tiene fama de ser impracticable en primavera. Afortunadamente el río estaba bien. Un poco más arriba de la rodilla, y ancho, pero practicable. Llegué a lo de Troncoso. Estaba Abraham, que desde toda la vida ha vivido acá, y Toti (Toribio), un ayudante. Felices de recibirme y de que acampe en su propiedad. No quieren cobrar. Me recibieron con tortas fritas y mates. Estaban construyendo un baño, y en ese momento en que yo llegué, haciendo un receso. Al menos alguien que nos viene hacer un poco de compañía, dijeron. Charlamos un rato. Me fui a bañar y a lavar la ropa al río, a 150 metros de la casa. Es una cabaña encantadora. Yo armé mi carpa azul, cerca. Hay vacas, tomamos leche de vaca con tortas fritas. Hay ovejas, caballos, y adentro de la cabaña una cantidad impresionante de cueros de puma, zorro, gatos monteses, cabezas de jabalíes. Abraham dice que los ha venido cazando cuando empiezan a merodear los alrededores y le matan las ovejas. Impresionante el puma, y yo haciendo guardia con un tramontina, ni cosquillas en una uña le hubiera hecho.
Este es un lugar para quedarse. Yo lo sugiero. Es hermoso. Hay onda. La gente está encantada de que alguien pare. Dicen que soy la primera que pasa por acá haciendo la Huella Andina.
Creo que es buena idea hacer noche acá y de acá seguir a Wharton sin subir al Perito Moreno, donde según me explicó Quique lo único que hay es un centro de esquí cerrado por fuera de temporada. De sólo imaginarme que sería como llegar al Cerro Bayo, decido intentar alcanzar Wharton. Abraham ha dicho que me encaminará. Hay buena parte de ripio también mañana.
Es mucho más fácil perderse, confundirse, digamos, en estas áreas rurales. Habría que poner más marcas porque por la sociabilización del paisaje, aparecen muchas bifurcaciones que confuneden. Todo el tiempo. Incluso para bajar al Foyel desde Chacra Santa Lucía, al final de la huella ancha, hay varias senditas que bajan al río. Yo iba a bajar por la derecha, pero se medio por bajar la mochila y pispear a la izquierda, y era por ahí, por la izquierda. Llegué bien. Y estoy fenómeno.
Hasta la Chacra eran 14 km y de la chacra hasta acá serán 3 o 4 km más. 17.5 km, pongamoslé.

Etapa 15-De Lago Steffen a Camping Kaleuche

Y yo pensé que iba a ser más fácil. La señalítica indica (ica-ica) que son 3 horas de camino y solamente 15 km, para mí fueron más o menos 30 km y 6 horas. Un garrón. Y yo que me jactaba de no perderme. De entrada nomás. La Huella dícese arrancar cerca de la casa del guardaparque, allá fui. Había algunas marcas. Algunas. Muy poco después de pasar la casa del guardaparque hay un cartel que dice que la ruta 40 está a 7 km de ahí. Algo me decía que tenía que subir por esa ruta, creo que hubiera llegado mucho más rápido. Era un camino de tierra para autos, pero la Huella Andina, supuestamente, no iba por ahí; supuestamente agarra por un camping agreste de nombre algo “araucana”? Todavía me lo pregunto. Yo me mandé por ahí y juro que vi un par de marcas, pero tras mucho caminar y tras mucho agarrar bifurciones de sendas donde no sabía muy bien cuál o cuál, pero en definitiva siempre encontraba marcas, me encontré a la vera del río Manso, que es hermoso, y al que debía seguir, pero me parecía que yo lo iba remontando, en contra de la corriente -qué raro-, cuando la lógica indicaba que debía bajarlo según sus aguas hasta la confluencia con el río Villegas. Héte aquí, que al cabo de una hora, ya con un mareo marca chifle, me encuentro con una familia acampando en un páramo, y se me dio por preguntarles. Yo creí que ellos estaban locos, además de equivocados, me decían que iba justo al revés, que al cabo de 300 mestros me encontraría otra vez con la casa del guardaparque. No sé dónde mierda di mal la vuelta o agarré la chota bifurcación errónea, pero los tipos tenían razón. Pegué la vuelta y deshice caliente y a las zancadas, buena parte del sendero. No sé cómo, no tiene lógica –será cosa de duendes?- pero en un momento determinado, me di cuenta que estaba en otro lado, que el camino había cambiado y que había un cartel de “cuidado, animales sueltos”, cartel que antes no había visto. Llegué a una tranquera cerrada con cadena y candado, camping no sé qué, Manzano, las llaves estaban puestas así que abrí el candado, salió un hombre y me aconsejó cargar agua y que la Huella era por allá, del otro lado del alambrado. Seguí la senda. Era clara; clara hasta que llegó a otro alambrado completamente y herméticamente cerrado por todos lados y donde no había ninguna señal de si había que cruzarlo, saltarlo, bordearlo, pasarlo por abajo. Yo me saqué la mochila, la revoleé por arriba del alambre y después me colé yo entre los mismo y seguí por el único camino visible. Este sendero dura una eternidad, de vez en cuando había una marca dudosa. Sube, y sube bastante. Subida no anunciada ni prevista. De golpe aparece una pradera, verde y salpicada de rosas mosquetas con un palo en el medio con las marcas de la Huella Andina pintadas y una cabeza de toro encima. La pradera, las rosas mosquetas, y el palo con el cráneo ese ahí en el medio. Ni señales de por dónde se metía la senda para seguir. Deambulé con por todos los wines con la mochila puesta. Caliente. Había unas ovejas pastando y un caballo manso que me seguía. Por ahí, en un rinconcito, sobre la izquierda, vi que salía una picada, así que fui a buscar la mochila y me mandé por ahí. Esta senda luego va a parar a un bosque manso, y luego termina en otra pradera donde no hay no ovejas no caballos, hay una casita de madera abandonada que quedaba a mis espaldas y sobre mi izquierda. De frente y también sobre la izquierda, sale un camino vehicular completamente abandonado. Lo tomé. Otro error. Pero no hay ni una señal que indique por dónde. Seguramente, o casi, ya hoy no estoy segura de nada, el vehicular en desuso que hay que tomar, sale sobre la derecha y hacia la derecha, como quien dice en dirección adonde nos separamos del río. Yo debo haber ido exactamente alrevés. Todavía me lo pregunto. Caminé como una hora. Escuchaba que la ruta iba cerca, paralela. Pensé que quizás iba en dirección contraria, pero no quería separarme de la ruta, porque a la ruta tenía que llegar para luego, desde la gendarmería de Villegas, tomar el ripio al camping Kaleuche. Cuando este camino antiguo vehicular terminó, no me quedaron dudas de que iba recontra errada. Había una tranquera infranqueable, como de tres metros, con doble cadena y doble candado. No iba a volver atrás. Nada más triste que un peregrino regresando, marcha atrás. No. Alcé la mochila por encima de mi cabeza y como pude me trepé a la tranquera. Pasé la mochila con sumo placer y encanto para que nada se rompa y la dejé caer un poco, suavemente. Luego me trepé a la tranquera y pasé para el otro lado. Ahí estaba al fin, la ruta. Caminé por la ruta 40. Horrible caminar por la vera de la ruta y perdida, peor. Le hice señas a un par de auto de bajar la velocidad, aunque sea para preguntarles para qué lado quedaba Villegas. Al final paró un colectivo de Via Bariloche. Era para el otro lado, y a 3 km. Crucé la ruta y encaré.  Hice dedo, pero era difícil que alguien pare. Una pareja piola, lo hizo, y me alcanzó por lo menos 1 km que todavía me faltaba hasta el nexo con el ripio, enseguida de la gendarmería. Y ahí otra vez a patear, 6 km hasta el camping Kaleuche, pero ya estaba, había un cartel que indicaba que a 6 km, el Kaleuche -la nave de los locos- estaría. En un momento, un camión con fardos de pastos, se detuvo en una esquina donde esperaban unos chicos. Justo yo iba ahí, así que le dije al tipo, yo voy al Kaleuche y no sé de dónde saqué fuerzas, pero en menos que canta un gallo, alcé a upa a todos los pibes para subirlos al camión, revoleé la mochila y me subí yo también.
Ya en el Kaleuche he conocido a Quique, un personaje. Dueño junto a su familia de este lugar que es hermoso. Muy buen gusto en todos los detalles de la decoración y ambientación, y muy buen gusto en las empanadas de carne de cordero y las tarteletas vegetarianas. Hacen licores y dulces caseros, y otras cosas artesanales, todo muy lindo, y muy rico. Tengo luz, enchufe, hay caballos y gatos, y el río Manso, discurre mansamente a pocos pasos de mi pequeña casa azul.
Fue una caminata a tras mano, contra la corriente, pero con un final que merece la pena.

Etapa 14-De Lago Mascardi a Lago Steffen

Aburrido y sencillo. Sin contratiempos, ni adrenalina. El único problema es distraerse pensando en cualquier cosa y seguir de largo donde no corresponde. No me pasó. Voy bastante atenta porque me conozco y ya sé que soy una desorientada, pero siempre está la brújula, aleluya.
La Huella arranca apenas cruzando el puente del arroyo Llodconto si uno ha dormido en el camping más cercano que es La Querencia, es ahí nomás, a pocos pasos de la puerta de la Querencia. Me despedí de mis amigos nuevos a quienes espero volver a encontrar en próximas travesías. Charlé mucho con JuanPi, y conocí a Gabriela y a Catalina. Saliendo de La Querencia, se camina hasta el puente que cruza el arroyo. Se sube por un camino de autos, donde no transitan autos, y es un camino arenoso. Es largo. Son más de dos horas por este camino que sube y baja pero con tranquilidad. Desde el camino hay vistas bonitas del lago Mascardi que vamos dejando a nuestras espaldas. Se llega a una chacra que se llama Puesto Boock.  Se entra al corral de las vacas. Sí, no estoy mintiendo. Se abre la tranquera del corral, con cuidado de que no se escapen las vacas, se cierra bien con los dos alambres y se sale del corral por otra tranquera. Guarda con el toro, parece que anda alzado, y yo justo con la remera roja de la Fede. Saliendo de lo de Boock el camino de autos, en breve se convierte en una senda. Es tranquilo. Había leído que había mallines y que debíamos pasarlos por la izquierda, pero afortunadamente no están, se deben haber secado, o deben haber sido absorbidos como por sopapa cuando ayer un mallín me chupó la pìerna. No hay que cruzar grandes barriales. Pequeños, y están bastante secos. Hay unas cuantas vertientes de agua, y arroyitos que se pueden cruzar sin vadear, y un río que hay que vadear, pero que no es ni muy ancho, ni muy profundo.
El camino total son 15 km, está programado para caminarse en 8 horas, yo llegué en 7 y descansé varias veces, además de hacerme un pic-nic en el camino.
La última parte es la más tranquila y linda para caminar ya que se adentra en un bosque. Es suave y fresco. Antes, discurre por entre cañas y no hay casi nada de sombra.
Al final se llega a un área de acampe frente al Lago Steffen. El área es grande y da la vuelta a toda la playa. De frente tenemos barro y algas, pero apenas a unos pocos metros comienzan playas de piedras y también hacia el otro lado. Hay una proveduría. El camping cuesta 40 pesos y para rematarlos, en la proveduría me compré un flor de salamín, un buen cacho de queso, galletiras express, y dos bananas. Esta noche, no cocino.

Etapa 13-De Refugio Jakob a Los Césares

Terrible. Un camino tan escabroso. Al principio fue una maza. Lo máximo, trepando al paso Schwaizer, pasando por la laguna de los témpanos, y los témpanos! Los hielos eternos en las cumbres. Definitivamente me gustan más las rocas que los mallines. Esta primera parte, desde el refugio hacia la cumbre, trepando por las piedras como uno puede, sin nada más para agarrarse que los recovecos de la propia roca. Ni cadena para los tres pasos de la muerte, ni cable para la cornisa. Hay que caminar por la cornisa con cuidado de que no se nos bandeen los pieses, o la mochila nos traicione. Se puede, y es magnífico. Son varios piedreros que hay que atravesar. Vamos dejando atrás al lago Jakob, como una postal y nos vamos acercando al hielo, y hace frío, y viento. Y seguimos trepando por piedras enormes y después caminando sobre más piedras más pequeñas. Estas primeras horas, dos horas, más o menos, o un poco menos si uno no se detiene a mirar tanto como yo, son geniales. Alucinante.
Después aparece el arroyo Casalata, más largo que esperanza de pobre, más largo que el arroyo Casalata. No se termina nunca, y hay que cruzarlo dos veces y después vadearlo tres, pero se lo perdonamos porque es fresco, puro, y discurre con alegría y pulcritud entre las piedras. A los que no voy a perdonar son a los mallines. Qué asco. Mallines traicioneros. Iba tanteando un mallín, donde además es fácil perderse porque las marcas son invisibles pintadas en las ramas delgadas de algunos arbustos, y un mallín me chupó la pierna completa. O fue Gollum. Glup hizo mi pierna izquierda y desapareció chupada por el barro del mallín. Hasta el culo. Y después la otra pierna, hasta la rodilla. No sé de qué me agarré para zafarme. Mucho mallín, mucho barrial, y todo en la Huella de hoy dura y dura. No es un mallín y nada más, son dos grandes y un montón de pequeños barriales entre los cañaverales, y no es un cañaveral, son un montón de cañaverales, y no es un sencillo faldeo, es un faldeo largo. Y al final, cuando ya nos anuncian que vamos a cruzar el puente colgante -que está en clenque- no es ahí nomás, hay que caminar metros y kilómetros por la arena, y después mentira que es media hora hasta Los Césares y que ahí está el camping. Mentira.
Se llega a Los Césares después de 9 horas de caminata que no es sencilla, es trepar por las piedras, que es hermoso, pero corre la adrenalina con la atención puesta en el vacío y en los pies. Es fácil perderse en los mallines y no es sencillo pararse a buscar las marcas sobre lodos movedizos en los que los pies se nos van hundiendo si demoramos en ver para qué lado hay que seguir. Y encima matarse los tábanos. Fue jodido. Me gustan más las piedras que el barro.
Crucé la primera o segunda vez y me saqué los pantalones para lavarlos. Para qué. Al pedo. Al cabo de un mallín más, hasta la valijita de la cámara que cuelga a la altura de mi cintura, esta asentada en barro.
Cuando llegué a Los Césares, 9 horas después de haber salido, 16 km después sobre pista muy escabrosa, pensé que ahí estaría el camping para una tan merecida ducha. Dejé la mochila, di una vuelta para investigar. En Los Césares no hay nada. Los Césares es nada. No hay camping. Hay un hotel, Tronador. Nada más. Y no pasan muchos autos. Está sobre la ruta que une Tronador con Bariloche. Como había leído que la ruta que sigue a esta, hacia el lago Steffen, sale a 5 km. Entré a caminar. Ya que hiciste 16, hace 21, me dije. Entré a caminar. Y a caminar. Y pasaban los km y ni señales de ningún campìng ni nada que se le parezca. La costa del Mascardi me quedaba cada vez más abajo. Más lejos. Se veía algún kayak, algún bote, pero camping, choza, cabaña, nada.
Hice dedo a un par de autos y paró una camioneta. Subí a la chata y le dije, voy al camping Querencia, acá a 5 km. Pasaban y pasaban los kilómetros y no aparecía La Querencia. Apareció a unos 25 km de Los Césares. Menos mal que no los tuve que caminar.
Hay otro camping antes, el Los Rápidos, y hay otro al lado de este, por 35 pesos pero sin ducha. Yo me vine a la Querencia, 60 pesos, pero la ducha y lavar la ropa, era preciso. Tienen un restaurante con menú fijo, así que cené puré con una carne salteadita con verduras. Muy buena comida y muy buena onda departe de todos los integrantes y familia de La Querencia. Tomé mates. Lavé la ropa embarrada, me bañé con pelo cabeza y con todo y con una ducha bien calientita. Y ya me voy a la bolsa. Qué día, por Dios!

Etapa 12-De Colonia Suiza a Refugio Jakob

Día 12-De Colonia Suiza a Refugio Jakob
Primero hay que llegar a Colonia Suiza. La Huella Andina está presentada para tomar un barco desde el Puerto de Quetrihue, al final del Bosque de Arrayanes, hasta Puerto Pañuelo, cercano a Colonia Suiza, pero puesto que no existe dicho barco, o existe en raras ocasiones, y uno nunca sabe si hay lugar para otro pasajero, y además es carísimo; por todo esto yo decidí llegar a Colonia Suiza por vía terrestre. Hay ómnibus desde Villa la Angostura hacia Bariloche, cuestan 36 pesos. Cuando uno llega a la terminal de Bariloche, debe dirigirse a la empresa de colectivos 3 de mayo, boletería al final del pasillo, y comprar un boleto “eventual” hacia Colonia Suiza. El colectivo es el número 10. El boleto cuesta 11 pesos. Hay varios horarios, más o menos cada dos horas. Se espera en la garita que está enfrente de la Terminal, donde paran todos los autobuses urbanos.
Una vez en el colectivo número 10, hay que bajarse en la última parada. Hay un camping justo antes de esta parada, llamado S.A.C, pero es mejor parar en alguno más adelante para ahorrar tranco al momento de tener que enganchar la senda hacia el Refugio Jakob. Hay varios campings más adelante, Goye, donde yo paré está muy cerca, después está SER, y después hay otro más llamado Ruca (algo).
El Goye cuesta 25 pesos, tiene enchufes, luz, wifi, ducha hirviendo, fogones, mesitas. Hay un restaurante y hay más restaurantes, despensas, verdulerías a pocos metros del camping.
Para llegar al Goye o a cualquiera de los otros, de donde uno baja del 10, enfrente del restaurante Berlin, tiene que meterse hacia la izquierda, bajar hacia Colonia Suiza. Esa calle, más adelante, se une con la ruta por la que veníamos, y por ahí hay que caminar hasta encontrar la senda.
Y así empieza la caminata hacia el Refugio. Saliendo bien temprano y caminando por el camino de ripio, entre 6 y 7 km hasta encontrar la Huella que sale hacia la derecha. No hay forma de llegar de otra forma para tomar la huella, así que los 12 km y medio de este día hay que sumarle los 6 o 7 que nos lleva hasta encontrarla. Pasan algunos autos de pobladores, pero el camino está clausurado por derrumbes, así que prácticamente el tráfico es nulo. Pasan algunos ciclistas, por deporte.
Cerca de un arroyo llamado Casa de piedra, sale la senda.  Sube. Primero pasa por una tranquera y después por la casa de un poblador. Ahí se divide para los que quieren ir al Cerro Bellavista y los que suben  a Refugio Jakob.
Sube, baja, bordea el arroyo que es una hermosura, una sonoridad espeluznante, es turbulento, arrebatador, te envuelve con esa sensualidad de las aguas sacudiéndose entre las piedras. Una hermosura, realmente. Hice un video porque quería rescatar y preservar esa música única del agua.
Sigue, sube y baja. Es todo tranquilo al principio. Y se guarda la parte más dura para la última hora de caminata en la que empieza un ascenso pronunciado increíble y único, hasta ahora no me había tocado una subida tan brava. En mi caso, ir parando, sino el corazón parece que se va a salir. Para esto uno ya viene con las energías agotadas por un traqueteo normal que ya lleva varias horas.
Desde el camping al acceso, me tomó una hora y media de caminata firme, paso largo y sin descansar. Al llegar al inicio de la Huella, bajé bártulos y me pelé una naranja. Los mismo dos horas después junto a un arroyito. La Huella toma normalmente 6 horas. Yo descansé varias veces y no me tomó más que eso, más la hora y media desde el camping al inicio.
Hay que cruzar dos puentes colgantes. Un puente viejo, poco antes de comenzar el ascenso bravo. Y otro puente que han hecho nuevo, antes de la trepada por piedras. Sí, porque esta vez el trekking normal se acaba ahí. Hay piedras, y hay que trepar, y trepar por las piedras mientras a nuestra izquierda, discurre estrepitosamente  una cascada que se viene debajo de las montañas, una catarata, justo sobre nuestra izquierda, suicidándose en el vacío de un precipicio. Esta parte me pareció tan alucinante. El viento en la piedra. Las montañas alrededor que son increíbles, con tantas cúpulas como una verdadera catedral, y nieva en las cumbres. Una belleza. Hoy fue un día verdaderamente excitante de caminata. A pesar de no haber dormido casi nada anoche porque había joda afuera y porque me quise levantar a las 6 para salir con toda la fresca, me siento fuerte por la adrenalina y la emoción.
Al llegar aquí uno puede dormir en el Refugio. Está muy lindo. También se puede acampar en los alrededores, gratis, por supuesto acampo. En el Refugio, Aisa, prepara cena completa por 100 pesos y unas tartas deliciosas. Hoy justo estaba mi favorita, con dulce de leche y coco, una porción, 15 pesos, y me fui con porción, de aceptable tamaño y mates, a la vera del lago Jakob. Esto es una belleza, quién pudiera ser refugiera de este refugio. Precioso lugar. Inmejorable. Todo el entorno. Bellísimo.

Etapa 11-De Villa la Angostura a Bosque de Arrayanes

Este sendero que se inicia en el Puerto de Villa la Angostura, tiene 12 km y un poco más. La Huella Andina lo incluye como una etapa en el recorrido, y allá fuimos. El tema es que el proyecto Huella Andina sugiere que al llegar al Puerto de Arrayanes, luego de los 12 km y pico, tomar una lancha para ir a Puerto Pañuelo y retomar la Huella desde Colonia Suiza. El problema aquí son en realidad dos problemas: nadie conoce los horarios de un barco que pare en Arrayanes y vaya hasta Puerto Pañuelo, el pasaje es carísimo, y un tercer problema es que en temporada, no hay lugar.
Ante esta perspectiva lo que yo hice y que sugiero es una buena idea para cumplir con la Huella y poder continuar, es, dejar todo en el camping o lugar donde nos alojemos en Villa la Angostura, salir a hacer la caminata de 12 km y pico sin la mochila, la carga pesada; hacer un pic-nic en el Puerto de Arrayanes, y pegar la vuelta, por la misma senda en sentido inverso, 12 km y pico más.
Después de concretar esta etapa, podemos tomar un micro a Bariloche, Albus cuesta 36 pesos. La lancha para el cruce lacustre costaría lo menos 200 pesos. Lo menos. Con el micro de Albus, por 36 pesos, nos vamos a Bariloche y desde ahí, según me dijeron, hay micros urbanos todo el tiempo a Colonia Suiza, desde donde, cercanamente, por ahí, arrancaremos el ascenso al Refugio Jakob.
El sendero de hoy a Arrayanes es un camino turístico. La mayoría de la gente va en lancha y vuelve caminando, o viceversa. La lancha para este recorrido breve cuesta 120 pesos, una guasada. Yo me hice todo a pie, pero al no llevar los 15 kg de la mochila en la espalda, iba que volaba, una papa. Muchas personas lo hacen en bicicletas de cross, aunque en muchas partes tienen que llevarlas a la rastra porque las pendientes son bastante pesadas. De hacer el sendero con mochila de carga, una vuelta está bien. Yo creo que una vez lo hubiera hecho y zafaba, pero dos como lo hice, con toda la carga, no. El ascenso son unos 1000 metros, no es tanto, ya hemos hecho más.
A mí los caminos así, tan claros, que no se presentan escabrosos ni matices como aunque sea cruzar un riacho o trepar agarrándose del aire, a mí no me emocionan, les falta ese sabor de la aventura, les falta adrenalina. Este es un camino fácil. La huella tiene como dos metros de ancho en todo su recorrido, es muy evidente. Hay bosque todo a lo largo así que hay una linda sombra, y lo mejor que vi y que me pasó fue escuchar el toc toc de un pájaro carpintero, detenerme a buscarlo, y verlo. Le hice un video con el zoom a full. Una belleza.
Al final de la caminata que dura como tres horas, está el puerto, se puede descansar junto al Lago Nahuel Huapi, hacer un pic-nic por ahí, caminar y tomar sol en alguna playa cercana, y hay un sendero temático.
Antes de entrar a Arrayanes hay que pagar la entrada porque es Parque Nacional, para los locales cuesta 20 pesos, extranjeros 50.

No hay mucha agua durante el trayecto, por lo que hay que llevar. Si uno hace ida y vuelta, es conveniente llevar también algo para el morfi.

Etapa 10-De Tapera de Lagos a Villa la Angostura

Y aunque me hubiera advertido don Evaristo de la presencia de pumas en la zona, yo dormí como un lirón. Con un cuchillo Tramontina y el gas pimienta al lado. Y decidida a que si venía más de uno y me quería comer, me comería. Me dormí lo más bien, y en ese sueño bello y profundo, no escuché ni un ruido.

No salí muy temprano. Lo tomé con calma. Unos buenos mates, y encaré. Primero por el sendero equivocado. A saber: se cruza el Arroyito, a esa altura delgado, y se sube por un bosque de pinos, sólo unos metros. Yo seguí, y como no veía marcas y el sendero en pleno bosque era confuso, di marcha atrás. Volví cerca del río, me puse los anteojos y allá lo vi, del otro lado. Hay muchas marcas. Todo esta parte del sendero, por lo confusa, está marcada, así que si no hay marcas, error! Por ahí no es.
Hay un buen trepping, de un poco más de una hora, se sube hasta la divisoria de agua de los Arroyos Cataratas y Ujenco. La cagada es la cantidad de cenizas acumuladas. Son médanos de cenizas, y caminar sobre las cenizas es tanto o más fulero que caminar sobre la arena blanda. Además, llegando a esa parte alta, se acaba la sombra, y como salí tarde, en esa parte era al rayo del sol. Pero acá estamos. Sana y salva en camping de la UBA en Villa la Angostura.
En la parte alta, la vista de las montañas alrededor es espectacular. Había vacas que se iban arriando solas y mugiendo al sonido de mis pasos toscos. Después hay un descenso y uno cree que ya está pero no, muchas veces hay que subir y bajar, pocos metros, colinas breves y para sortear los lechos de los arroyos. No son profundos. No es necesario vadear ni una vez, a Dios gracias esta vez. Las botas anfibias, agradecen. Pero bueno, hay que subir y bajar, y volver a subir y así y así, hasta el cansancio. Al final se llega a un camino ancho, lamentablemente también de cenizas blandas, sin sombre. Por este camino, denso, se llega a la base del cerro Bayo donde está el centro de ski. De ahí hay que buscarse la vida para llegar hasta la ruta, 6 km, y luego a Angostura, 3 km más.
Desde el Bayo me trajeron unos pibes a los que les hice dedo. Me trajeron hasta la Villa y me bajaron en la oficina de Información Turística. De ahí caminé un pedazo hasta el camping que me indicaron. El camping está bueno. Es chico, pero está bueno. La ducha, impresionante. Hay enchufes para cargar los equipos y dicen cerca de la administración a wifi, así que ya voy a verificar si eso es cierto.

Etapa 9-De Traful a Tapera de Lagos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dícese que son 26 km en total a recorrer en dos días, con una para en Tapera de Lagos donde no hay ni siquiera tal tapera. Se ve que la hubo alguna vez y se derrumbó ya que hay maderos amontonados que poco a poco, porque por acá se ve que no pasa mucha gente, van siendo maderos para sentarse, para servir de mesa, o bien para agregarle leño al fuego.
El sendero hasta acá son entre 11 y 12 km, pero se demora bastante ya que hay que vadear ríos infinidad de veces y eso significa, además de todo lo que ya detallé en un post anterior, arremangarse los pantalones. Había leído que eran 11 vados en tres horas, y sobre el final de la marcha, 4 vados más. Las primeras 7 veces me saqué las botas e hice todo el rito, para la octava vez, estaba tan podrida de perder tiempo bajando el bártulo, sacando, poniendo, secando, y vuelta poner y cargar, etc, que convertí a mis geniales botas búlgaras en anfibias. Me mandé derecho viejo a cruzar los ríos como venía, bota, medias, y los pantalones sí arremangados. Cómo pesaban después! Ahora se están secando al sol, y espero que se sequen porque son mi calzado exclusivo para esta ruta y también para seguir viaje, sino, ojotas.
Los vadeos no son profundos, pero no hay forma de sortear los ríos por puentes piedra o tronco, no la hay, hay que mojarse las patas.
El sendero arranca muy cerca del camping Cataratas, casi enfrente, y arranca subiendo. Estamos prácticamente a nivel 0 y hay que subir a más de 1500, hoy, primer día de esta etapa, es el día en que se suben la mayoría de esos metros hasta  1300. Pero no es todo el tiempo. Se nota al principio, durante casi una hora es trepping and trepping. Después uno queda muy cerca del Arroyo Cataratas, en una parte que se ve muy correntoso y bonito y luego, se acaban las marcas de la Huella Andina, celestes y blancas. El sendero sigue al lado de un alambrado largo. Las marcas son los círculos rojos solamente. Al final de este alambrado hay una tranquera cerrada y atada con alambre, hay que abrirla y volver a cerrarla. En la parte que continúa, la senda es confusa porque atraviesa un bosque de árboles secos y hay muchísimos troncos caídos que hay que ir sorteando y con la mochila puesta, trepas y bajar de esos troncos, es bastante engorroso e incómodo, pero es así. Además toda la región está tapada de cenizas volcánicas desde el año pasado (2011).
A continuación del bosque de espectros cenicientos, la huella cruza bosques y mucho cañaveral, y hay que vadear y vadear ríos ochocientas cincuenta mil veces.
En un momento el sendero se bifurca. Es un punto que se llama La Horqueta. Está señalizado. A la izquierda va hacia la naciente del Río Bonito, y hacia la derecha nos tenemos que dirigir nosotros para seguir la Huella Andina y llegar a Tapera de Lagos. Hay una subida, varias subidas, pero nada que mate, son accesibles, algunas empinadas pero no interminables, así que dan respiro. Cuando empiezan estas subidas, después de La Horquera, ya nos quedan pocos vados. Son solamente 4 o 5 más, y en breve y cuando uno menos lo espera, aparece el cartel que dice “regrese con sus residuos” y “Tapera de lagos”. Un páramo en el medio de la nada.
Hasta acá fueron 7 horas desde el camping Cataratas de Traful. Ya armé la carpa, me hice unos buenos mates, y una nutritiva, explosiva, llenadora polenta. Al río para sacar agua, se accede por donde continúa la Huella que hay que tomar mañana para seguir esta etapa. Los tábanos están a full, así que estoy adentro de mi casita azul, con el mosquitero. Son casi las 6 de la tarde, así que estimo que en breve, se irán a dormir. Y yo, cuando oscurezca, a eso de las 10.30.