En la cabana Omu y en la mayoría de las cabanas, refugios de Rumania, sirven platos calientes de comida y desayunos. Vârful Omu u Omul, es el pico más alto de los Bucegi. El último tramo de subida hasta allí es exigente y no da respiro aunque se sube sobre un trazado sencillo, sin precipicios. Ya después de llegar y dejar nuestros bártulos hay tiempo para crestear por los alrededores y apreciar los acantilados apocalípticos.
Tras pasar una noche tranquila y al cobijo de la cabaña, amanecimos temprano, desayunamos, y seguimos nuestras travesía. La ruta está catalogada como de dificultad media a difícil, sobre todo por la bajada. Bajaremos un desnivel de 1600 metros y hay que tener precaución con las rodillas y darles el descanso que supliquen. La bajada es empinada pero cruza un paisaje magnífico que por momentos nos hace olvidar del esfuerzo que resienten las articulaciones. Los senderos discurren entre bosques de hayas, abetos, arces. Recolectaremos frutos rojos, maduros, cuantas veces queramos. Bordearemos el río Poarta y podremos beber de sus aguas.
No sería raro cruzarnos con un oso. En esta región, el oso es el animal que más abunda. Hay que estar preparado para saber cómo hacerle frente sin alterarlo. Hacerse grande es lo que más los intimida, abrir los brazos, juntarse si son varias personas. El oso teme sólo a aquello que considera de mayor tamaño que sí mismo. También podríamos cruzarnos con corzos, jabalíes, venados y rebecos, y sino los topamos de hecho, seguro que veremos algunas de sus huellas.
Después de la primera bajada empinada, antes de adentrarnos en el bosque, cruzaremos las meseta del pico Scara y seguiremos bajando por una especie de escalera natural de piedra escabrosa hasta Muchia Ciubotea, más abajo veremos un refugio de pastores y luego cruzaremos varias morrenas glaciares, seguimos descendiendo hasta un largo prado que nos deposita en la base de Salvamont Ciubotea. Este valle nos va a llevar hasta el encantador pueblo de Poarta que augura nuestra inminente llegada a Bran. El camino está bien señalizado, con flechas cada tanto y símbolos de colores diferentes que indican las distintas vertientes.
El paso Bran separa las cordilleras de Piatra Craiului y Leaota, marca la frontera entre Valaquia y Transilvania. Esta frontera era defendida por el castillo de Bran, famoso porque allí vivió, aunque no por mucho tiempo, Vlad Tepes, el empalador, personaje en el que el escritor Bram Stocker se inspiró para Drácula, Conde Dracul, del dragón.
El castillo de Bran fue construido como fortaleza por los caballeros de la Orden Teutónica alrededor de 1212, cuando volvieron de Palestina, derrotados por los árabes, y fueron recibidos por Hungría. Fue atacado por los tártaros, reconstruido sin perder detalle original, y por su posición estratégica era un bastión de defensa transilvana contra valaquia. Finalmente pasó a Rumania como toda la región y fue la residencia de verano de la reina María de Rumania.
El diseño del castillo es único. Con rasgos estoicos y góticos y un mobiliario sencillo. Tiene sesenta habitaciones que pueden recorrerse a través de escaleras angostas y pasadizos ocultos, algunos subterráneos. Se exponen obras de arte, armaduras, y objetos que fueron de los Habsburgo, entre ellos destacan la corona, el cetro y el puñal de plata del rey Ferdinand.
A modo de curiosidad, en el patio del castillo de Bran podemos ver un pozo que tiene una profundidad de 50 metros y que está cavado en la roca. Además, una de las habitaciones está dedicada a Bram Stoker donde se hace mención a Vlad Tepes y la leyenda de Drácula.