Un atractivo paisaje acompaña el camino. Las colinas vestidas holgadamente de capas verdes. Entre los árboles las enredaderas le tejen chales a las colinas y así se ve, como una capa flotante sobre las formas.
Hoy, 86.3 kilómetros de sinuosidad continuada. Colinas. Nada más que colinas. Ni una recta. Curvas pronunciadas y la carretera que sube en una pendiente corta pero bien empinada y baja largo y tendido en un desnivel. Placenteras bajadas. El sol no castigó, pegó un poco a la hora pico, pero no fue tan duro y pudimos darle con apenas una nueva versión de empanada guatemalteca en el estómago. Esta versión de empanada es como una pupusa salvadoreña, una tortilla gordita con requesón -ricota- o chicharrón, repollo, salsita de tomate y mayonesa, 4 quetzales, y para tomar, fresco de tamarindo a 3 quetzales. Esto lo comimos en el camino, al mediodía, en una aldea cuyo nombre, Bonavista, no figura en el mapa. Pasamos muchas aldeítas sobre esta ruta y algunas gasolineras, aisladas pero las hay. En Guatemala no hemos transitado por autopistas, las carreteras son sencillas y con poca demarcación. En algunos tramos están rotas o arregladas de manera rudimentaria y despareja. Hemos viajado tranquilos, sin mucho tráfico hasta aquí, pero debido a que nos vamos acercando a Puerto Barrios, hoy nos han pasado algunos camiones de carga y trailers con contenedores. Es molesto, el smog, el humo y el calor de los caños de escape, pero es la ruta y es así.
Aún no empiezan las lluvias, pero la humedad está en el aire y las hojas de la selva lo exudan. La transpiración de las hojas, el olor prematuro de la lluvia y, en las áreas reforestadas de pinos, el aroma de resina y copal. Los caminos que faldean colinas tienen el valor agregado de la frescura y el paisaje, a pesar de tener que escalar las subiditas, se respira mejor y la bajada gratifica. Además hay sombra. Es una región privilegiada del planeta, explotada por la tristemente célebre United Fruit Company que saqueó sin piedad lo que daba la tierra, dejando tras de sí una red de vías oxidadas por las que deambulan descalzos los hijos de esclavos indios y africanos.
“Cada indio debía llevar una libreta donde constaban sus días de trabajo; si no se consideraban sufi cientes, pagaba la deuda en la cárcel o arqueando la espalda sobre la tierra, gratuitamente, durante medio año”. “Por esta época, Ubico otorgó a los señores del café y a las empresas bananeras el permiso para matar.”(Eduardo Galeano)
La exuberancia natural de Río Dulce y los antiguos esplendores reservados a los dueños de todo, sirvieron de escenario a la película “Las nuevas aventuras de Tarzán” filmada en 1935.
Acampamos en Bruno’s y Marina hotel. El lugar para acampar no está muy bueno, hay mucha piedra, pero está junto a este río que abre una grieta en las montañas y es como un ancho cañón. Hay muchos veleros amarrados. El camping cuesta 40 quetzales, hay baños y duchas, internet que funciona bien, y algunos enchufes donde conectar, y ¡piscina! eso vale todo, súper, después del viaje, un chapuzón.
A poco de llegar una señora extranjera nos regaló helado porque en el barco no tienen refrigerador. Luego salimos a cenar y cenamos churrasquito con arroz, frijoles, tortilla, 20 quetzales. Las gaseosas cuestan 5 quetzales. Cerca de la ciudad está el castillo de San Felipe, fortaleza contra los ataques de piratas y bucaneros, fue también una prisión, almacén y aduana.
Datos técnicos:
Prados de Sol (San Luis)-Río Dulce 86.3 km5.43.09 hsTotal: 2484.55 km