Experiencia mayo-junio 2011.-
Recordemos que ayer, en el día 21 de caminata, había hecho desde Olympos la ruta por las colinas rumbo a Tekirova y regresado a Olympos para dormir en el camping Cactus.
Esta mañana, luego de juntar nuestros bártulos, las dos jóvenes alemanas, Andrea y Micki, y yo, tomamos un minibus hasta la carretera principal que va a Antalya y desde ahí otro minibus hasta el cruce de la carretera principal con Tekirova. Caminamos hacia el centro de Tekirova, y luego, siguiendo unas pocas marcas de la ruta Lycia, y preguntando, caminamos hasta un camping que se encuentra a mitad de camino entre la ciudad de Tekirova -moderna, pequeña, y turística- y la antigua ciudad de Phaselis.
Más tarde, después de volver a armar nuestro campamento, ir a la playa, darnos unos baños marinos y comer algo, caminamos hacia las ruinas de Phaselis.
Phaselis es una ciudad que existe desde el siglo VII antes de Cristo. Las ruinas que permanencen en pie son impresionantes. Me encantó. La ciudad prosperó gracias a su situación estratégica, tenía como cuatro puertos, todos activos.
Hay muchos restos en pie, un teatro, varios baños, la calle principal, el ágora; los arcos son impresionantes. Una maravilla. Buena parte de los puertos se encuentra bajo el agua, ya que fue invadida por el mar. Pero me sorprendió lo que hay, la arquitectura, la fortaleza de esa construcción, que se ve que ha sido renovada a través de las diferentes civilizaciones que pasaron por ahí, porque el estilo lycio más antiguo se mezcla con el griego y aún con el estilo romano y bizantino.
Fue una buena caminata, aunque no vimos mucha señalización, casi nada.
Se cruza un puente y luego se bordea la costa, la bahía, se trepa a una ladera con pinos y piedras oscuras y rojas. Por esa ladera se sube y se baja constantemente, se hace entretenido, y debajo, la vista cambia, las islas, la península, las bahías y las playas.
Las chicas terminan sus días de «trepping» mañana. Se van directamente a Antalya en bus. Yo quiero caminar unos días más, y llegar a destino, a pata.
Actualización enero-febrero 2018.-
Célebre Tahtali daği . Esta vez no vamos por la costa. Vamos por las montañas. Hay que cruzar la altura de este Monte Olimpos legendario y enorme. Del lado de Beycik se veía imponente pero sin nieve. Sólo algunos manchones. Sin embargo a medida que nos acercábamos al paso la nieve crecía en extensión y espesor. En la cumbre y durante varios kilómetros y consecuentes horas después de la cumbre no nos quedó más remedio, santo remedio y bendición, que caminar por la nieve. Para mí caminar por la nieve es una adicción, un vicio consagrado pero claro, se pierden las marcas, no conocemos esas montañas, desconocíamos por completo o casi por completo nuestra dirección. Era complicado orientarse correctamente ante tal panorama. Nuestras perspectivas de éxito estaban por debajo de lo nulo.
Nos recontraperdimos después de haber sorteado con mucha cautela toda la cumbre y la precumbre donde la nieve nos tomaba por sorpresa enterrándonos hasta las rodillas. No queríamos arriesgar ni un paso sin ver antes la marca siguiente, a veces no quedaba otra que arriesgar. No se veía nada y no quedaba otra que avanzar a tientas e ir buscando lentamente para no alejarnos mucho de nuestra última pisada certera. Todo era blanco y hermoso. Tan blanco que encandila. Llegamos a un camino ancho al que subimos por inercia trepando y poniendo mucho esfuerzo en los bastones a modo de piquetas. Este camino ancho también estaba cubierto de nieve. Otra vez aparecen los carteles que señalan otros treks y las marcas con rayas rojas y amarillas. No vimos más marcas de Lycia. La última la vimos en un arbolito parado en medio de una yayla cubierta de nieve. Luego de este árbol, siguiendo el camino ancho que creemos no es la dirección correcta, hay un cartel que señala a Tekirova, a la costa, otro que iba a una Yayla pero no era a Kuzdere y otro que fue el que seguimos que señalaba Gedelme. En esta parte, la del árbol con la última marca y una yayla ahora cubierta con un manto de nieve, hay un par de construcciones sencillas, quizás de pastores. No había nadie.
Cruzar desde Beycik, remontar el Tahtali, cruzar el paso, nos tomó más de dos horas. No vimos más marcas, de pronto sí, aparecía una, y luego nada. Nieve seguía habiendo, pero como íbamos bajando cada vez menos, aunque más barro. Mucho barro. Nada de gente. De golpe vimos a una familia juntando nieve en una bolsa. Iban en auto. Se habían quedado ahí, junto a un laguito formado por el deshielo. No los volvimos a ver. Los esperamos un buen rato más adelante porque se nos abrió una bifurcación y no sabíamos para dónde seguir. No aparecieron más así que seguimos la intuición, seguimos bajando, por nuestra derecha, y en eso vimos otra marca, pero al rato nada o alguna otra marca que subía como volviendo alrevés de como íbamos. Estábamos requetedesorientadas y seguras de que, a Yayla Kuzdere, no íbamos a llegar. Bajábamos tanto que yo ya me imaginaba que estábamos por llegar al Puente Romano. Veíamos allá abajo unas casitas. Intentamos llegar a ellas, ya caía la tarde. Llegamos pero eran cuatro o cinco casas cerradas, cero habitantes. Seguimos. De última sabíamos que podríamos refugiarnos allí. Teníamos el cuerpo húmedo y hacía mucho frío. Llegamos a otro cúmulo de casas un poco más poblado y una señora, Rabiah, de la primera casa a la que llegamos, salió a recibirnos con té caliente y nos hizo pasar a su hogar con la salamandra encendida.
Fue sorprendente, muy sorprendente, que cuando le contamos que veníamos desde Beycik, que habíamos cruzado el Tahtali daği cubierto de nieve, y que por la misma nieve habíamos perdido el trazado del sendero y las marcas, pero que Íbamos hacia YayLa Kuzdere, la mujer nos dijo que estábamos ahí, que habíamos llegado a Yayla Kuzdere. Yo creía que entendía mal y volvía a preguntar «Yayla Kuzdere? ustede está segura? y le decía a la pobladora, que no podía ser, como si ella misma no fuera de allí, como en un buen sueño que uno creía que era una pesadilla, «pero ustede está segura que esto es Yayla Kuzdere?» No sé cómo. Pero llegamos adonde teníamos que llegar, a Yayla Kuzdere. No había pensión, ni lugar para alojarnos, esta señora y su familia se irían. Las casas estaban vacías. Buscamos un lugar para acampar. El frío ya atornillaba. En eso, ya decididas a acampar en cualquier parte cerca de alguna fuente de agua que hay varias, aparece una familia de lo que podría haber sido un cobertizo de maderas viniéndose abajo. Nos dijeron que tenían una pensión. Era impensable que sobre esas maderas deterioradas pudiera haber una habitación habitable, pero sí, la había, y era cerrada, grande, y con baño. Cuando le preguntamos a uno de los miembros de la familia si su abuela tenía una pensión, simplemente me respondió, «algo parecido».
Estuvo bien. Queríamos ya descansar, pero la señora de la casa, la abuela de todos, Aysa Aslan, insistía que antes había que tomar la sopa.
Nos dieron de comer, delicioso, caliente, nutritivo, la sopa, arroz con guisado, dulce de membrillos casero,pan, nueces. Mientras tanto alguno de sus hijos habilitó el cuarto, pasó la aspiradora, puso una esterilla, limpió el baño. Fue genial.