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Nizhny Novgorod, segunda parada en la ruta Transiberiana

Dejamos Suzdal y un pedazo del corazón allí, en lo de Tatiana que tan cálidamente nos acogió en su milenario hogar. Para retomar la ruta de todo lo que hay que ver en Rusia de camino a Vladivostok, regresamos a Vladimir.

En Suzdal caminamos hasta la estación de buses. Una hora de bus a Vladimir, 116 rublos y, desde enfrente de la estación de buses, tomamos el tren a Nizhny Novgorod. Vamos hacia nuestra segunda parada en esta ruta y la tercera ciudad más grande que hay que ver en Rusia.

Dónde alojarse en Nizhny Novgorod?

En Nizhny Novgorod nos alojamos en el Hotel Volga, sobre la Avenida de la Natividad y a pocos pasos de la Catedral del mismo nombre. Varias imágenes nos asaltan la vista al llegar allí, las esculturas de personajes típicos de Nizhny y el racimo de cúpulas doradas de la catedral con su increíble iluminación multicolor.

Luego de alojarnos en el Volga que cuenta como la mayoría de estancias rusas, trenes, salas de espera, hoteles, con dispenser de agua fría y caliente, preparamos el mate y nos fuimos a caminar por uno de los malecones de Nizhny Novgorod.

Volga Volga a más de 30 grados de calor

Una de las cosas que ver en Rusia es la inmensa red fluvial. Ríos de mucho caudal y profundidad que permiten el fluido hacia todos los mares de embarcaciones.En Nizhny Novgorod estaremos frente a la confluencia de dos de estos enormes brazos de agua, el Oká y el imponente Volga.

Caminar por los malecones es un espectáculo a cielo abierto. Músicos y cantantes, puestos de ferias de artesanos, la ciudad encendida al igual que las fuentes y una fiesta de niños disfrutando de la calurosa noche bañándose y jugando entre los chorros frescos.

Recorrer la ciudad con Alyona: amabilidad y simpatía rusa

Al día siguiente caminamos con Alyona a quien habíamos conocido en el tren. Alyona habla castellano, inglés y francés y supo trabajar de guía turística. Nos contó la historia de la ciudad y nos guió por un recorrido perfecto desde el Kremlin hasta la Peatonal y luego a la avenida de la Natividad donde está el hotel.

El Kremlin de Nizhny es notorio ya que se erige sobre un barranco. Trepamos a él y recorrimos sus edificios interiores, una exposición referente a la Gran Guerra Patria, la Iglesia de San Miguel Arcángel.

Luego caminamos por la Peatonal donde se destacan varias casonas estilo ecléctico que admirar. Edificios soviéticos y pre-soviéticos, esculturas con historia y proveedoras de buena suerte.

Gorky vivió en esta ciudad y es un personaje emblemático y muy querido. Su estatua de siete metros es visible al final de la peatonal.

Pelmenis y kvas en un restaurante tradicional

Gracias a la compañía de Alyona entramos a comer a un restaurante tradicional muy bello. Al son de los tangos de Piotr Lecshenko degustamos pelmeni y probamos el kvas, fuerte, agrio y muy sabroso. Una escena de película que ver y protagonizar en nosotros mismos.

Más tarde y tras despedirnos de Alyona bajo un chaparrón in crescendo, subimos al malecón Fedorovsky, un malecón que, desde las alturas, nos regala vistas fabulosas que ver en Rusia de la confluencia de dos gruesos cinturones de agua, el Oká y el Volga.

Más parques, más flores, más fuentes. Despedida con sabor a nostalgia

Y es que en cada calle de Rusia una se va dejando el corazón.

Cayendo la noche nos sentamos en el parque. La música clásica fluye desde los altoparlantes y los chorros de las fuentes danzan al son.

Ya de noche, compramos algunas vituallas para el viaje nocturno en tren y nos fuimos a la estación en el «marshrutka» número 1. En el trayecto hicimos dos amigos. Una mujer que llevó mi mochila en su falda y se despidió con besos y un hombre que no permitió que yo cargara la mochila para bajar del bus. En otro país hubiera pensado que me la quería robar…

Nuestro tren sale a las 23.16. En punto como eternamente en Rusia. Subimos a nuestras literas de «platskart» los vagones más baratos, no sin antes cargar el mate con el agua del samovar.

Viajar en tren es algo que se debe vivir y que ver en Rusia. Toda una experiencia.

Primera parada al hacer el Transiberiano: Vladimir y Suzdal

Una de las maneras de hacer el Transiberiano es viajar de corrido y sin parar, una semana en tren. Otra manera es elegir la ruta e ir parando en las ciudades que se quieran visitar. Hacer el Transiberiano es un sueño y, ese sueño que ya comenzó a realizarse desde el deseo, ya está pintando sobre el riel de la «Восточный вокзал», la estación de Oriente de Moscú.

Antes de hacer el Transiberiano, leí y estudié los pasos fundamentales. Muchos de ellos siguiendo las sugerencias de la guía Lonely Planet. En la guía dice que los trenes salen desde Курский вокзал, sin embargo, hoy día no será así y, si bien se pueden comprar los billetes en esta estación, el tren sale desde Восточный.

Cómo conseguir los billetes para hacer el Transiberiano

Debido a que no podemos concretar la compra por internet ya que las tarjetas no funcionan, fuimos a Курский a comprar por ventanilla. El pasaje cuesta unos 1500 rublos. Nuestra primera parada será Vladimir aunque desde allí nos iremos a dormir a Suzdal. Vladimir y Suzdal son parte del llamado «Anillo de Oro de Moscú». Don ciudades muy antiguas, de más de mil años y Patrimonio de la Unesco.

Arrancamos!

Suena el pito y arranca el tren. Un momento de euforia. Al fin ponemos pie en el estribo y nos largamos a hacer el Transiberiano. Este será un tramo corto, unas dos horas de viaje.

Junto a nosotros viaja Alyona, una chica rusa que habla muy bien castellano y que está feliz de poder practicar nuestro idioma. Alyona vive en Nizhny Novgorod así que quedamos para volver a encontrarnos allí en un par de días.

Vladimir, cuna de la historia rusa

Llegamos a la estación de Vladimir. Enfrente se encuentra la estación de buses desde donde iremos a Suzdal. Antes vamos a recorrer Vladimir, una de las ciudades más antiguas de Rusia.

Vladimir tiene sus orígenes actuales en el año 958. Es la cuna de la historia rusa y su edad de oro comienza cuando el príncipe estableció aquí la capital.

En la centuria del 1100 al 1200 se construyeron los edificios blancos con grabados que la caracterizan. Cuando los mongoles devastaron la ciudad en 1238, la sede del poder se trasladó a Moscú que era aún un asentamiento menor.

Los principales edificios para ver al hacer el Transiberiano son la Catedral de la Anunciación, la de San Dimitri y caminar plácidamente por la peatonal Georgievskaya.

Como toda Rusia, Vladimir está llena de parques y flores y además cuenta con bombas de agua antiguas pero en funcionamiento.

Una escapada a Suzdal al hacer el Transiberiano

Si bien el tren no pasa por Suzdal, nos haremos una escapada a esta bella ciudad desde la primera estación Transiberiana.

Suzdal es una ciudad bucólica construida sobre el río y salpicada de monasterios y templos. Supo haber ochenta edificios religiosos de los que actualmente se conservan cincuenta. Suzdal es también patrimonio de la humanidad.

Al hacer el Transiberiano, vale mucho la pena llegar a Suzdal y caminar por sus callejuelas antiguas y contemplar sus casas típicas de madera que son arquitectura protegida. Además, alojarse en una de estas casas junto a una familia local constituye una experiencia completa.

Cómo llegar a Suzdal

Desde Vladimir se llega a Suzdal en autobús. La estación de autobuses está frente a la estación de trenes. El bus demora casi una hora y cuesta 116 rublos.

Si se vive en una época como la actual (agosto de 2022) en la que no se pueden hacer compras en línea con tarjetas occidentales, es aconsejable averiguar o comprar el billete de tren para el día siguiente a Nizhny Novgorod. Al respecto suele haber ofertas comprando uno u otro día y es bueno preguntar porque las diferencias de precio son muy grandes. De un pasaje que cuesta normalmente 1500, pagamos 500 porque salió una oferta justo para ese día.

Todo el conjunto de edificaciones del siglo XII aglutinadas dentro del Kremlin de Suzdal constituirán una de nuestras postales favoritas luego de hacer el Transiberiano. Rodeadas por un kilómetro y medio de muros nos encontraremos con casas antiguas mezcladas con la Catedral de la Natividad de la Virgen, la iglesia de madera de Nikolskaya y varios museos.Todo entre canteros de flores, jardines y con la música constante y sonante de las campanas ortodoxas.

Más allá de caminar y perderse por los senderos de Suzdal, es ineludible acercarse a los grandes monasterios del Salvador y San Eutimio. En el grupo de edificaciones que constituyen el terreno del Monasterio, no sorprenderemos con la belleza de las iglesias del Refactario de la Asunción, la Puerta de la Anunciación, una fotografía necesaria que al hacer el Transiberiano.

Serán muchas las cúpulas que nos encandilarán y guiarán hasta la iglesia del Zar Konstantino, la de la Resurrección y el Convento de la Santísima Intercesión.

Dónde dormir al hacer el Transiberiano

En Suzdal nos quedamos en la casa de Tatiana y su familia maravillosa. Encontramos el lugar en «Ostrovok». Figura como V Sadobichii pereulko o Tatiana guesthouse. Un pequeño departamento muy cómodo y limpio con jardín y huerto, cerca del centro y con personas muy agradables y acogedoras.

Un paseo por Moscú ¿qué visitar?

Para arrancar la ruta del Transiberiano, salimos desde la capital rusa. Aprovechamos entonces para dar una vuelta por aquellos lugares que hay que visitar y volver a visitar en Moscú.

Nuestras miradas no se detienen. Hay tanto para ver y visitar en Moscú que a cada paso nos encontraremos con páginas de la historia de este país. Una historia rica e influyente en el resto del mundo.

Arbat y alrededores

En un extremo de la peatonal Arbat, Pushkin y su amor, Natalia Garchova, primera belleza de Moscú, nos dan bienvenida desde el lado de Smolyenska.

Arbat es una de las calles más antiguas de Moscú. Parte de una ruta comercial desde el siglo XV con constante presencia de artesanos.

A lo largo de un paseo de poco más de un kilómetro apreciaremos varios de los íconos que visitar en Moscú.

El mini hotel (mini, literal) Bulgakov, donde nos alojamos, está entrando por la calle Plotnikov donde se erige un monumento a Bulat Okudzava, célebre cantautor ruso de origen georgiano.

En esta calle están también la Casa del Actor y un teatro que fue reconstruido tras ser bombardeado durante la Gran Guerra Patria.

La estación de metro Arbatskaya en el extremo opuesto a Smolyenskaya, constituye otro sitio de realzada belleza arquitectónico que visitar en Moscú.

Las estaciones de metro fueron edificsdas bajo el concepto de «palacios del pueblo» y lo son de verdad. Edificios con materiales preciosos, esculturas de bronce, mosaicos, pinturas, mármoles e iluminación de salón de baile.

Biblioteca Lenin

Centro neurálgico donde confluyen la zona de Arbat y por donde cruzamos para avanzar hacia la Plaza Roja y el Kremlin.

Es la tercera biblioteca más grande del mundo, con casi veinte millones de volúmenes. Su depósito de archivos históricos es incalculable. Además hay confortables salas de estudio y lectura y el acceso a las instalaciones, otro de los sitios que visitar en Moscú, es público y gratuito.

Plaza Roja, Kremlin y alrededores

Por supuesto la zona más emblemática que visitar en Moscú. Pasar por aquí y dedicarle más de medio día al Kremlin, completar con el bellísimo y único en el universo, interior de la Catedral San Basilio, emblema de Rusia.

Por aquí nos dejaremos llevar por los parques y las sorprendentes fuentes de Ojotny Ryad, el parque Zariade con su increíble cúpula de vitrales y la profusión de colores de flores o, por las noches, la iluminación de los almacenes GUM y de todas las calles que lo circundan.

Andar por aquí es una explosión de alegría. Nada puede estar mal si nos dejamos llevar por la belleza conjunta de esta postal que visitar en Moscú sin descanso. Algo que nuestra memoria no olvidará jamás.

Viajar a Rusia y redescubrir Moscú más espléndida que nunca

En estos tiempos de complicaciones que intentan aplacar nuestras alas nómades, podemos preguntarnos si se puede viajar a Rusia. La respuesta es sí. Se puede viajar a Rusia y, aunque en el intento occidental de alienarla del mundo «civilizado», hacen lo imposible por cerrar y proscribir a todo lo ruso, estos rencores no reúnen al mayor porcentaje ni de ciudadanos, ni de países ricos, ni de recursos naturales o industrializados de ningún país y ni siquiera de ningún grupo de países que se uniesen para aplastar a Rusia.

Si se puede viajar a Rusia, cómo llegar a ella

En agosto de 2022 nos encontramos en un momento en el que hasta los cielos están vedados a los rusos. Hay que hacer malabares, inventarse un itinerario indirecto para llegar al objetivo.

Hay varias opciones, volar primero a Turquía, Serbia, Teheran, Armenia… Hay otros pero esos son los más accesibles yendo desde Europa.

Nuestra elección fue Estambul por ser la más barata, la más sencilla en cuanto a requisitos y porque en mi caso ya la conozco y la amo.

Segundo escollo si se puede viajar a Rusia

El segundo obstáculo con el que nos vamos a encontrar es cómo y a través de qué agencia comprar el pasaje.

Actualmente, muchas agencias muy utilizadas en el mundo occidental, no ofrecen viajes a Rusia. A la fecha tampoco aparecen ofertas a través del funcional skyskanner.

Sin embargo sí se puede viajar a Rusia buscando ofertas en buscadores como Gosbilet, Abiabilet y luego en agencias como Lowfare, Kupibilet y muchas otras que aparecen en los buscadores antes mencionados.

También es buena opción buscar en Yandex y en la medida de nuestras posibilidades, en ruso.

El último detalle es que hay que pagar y necesitaremos una tarjeta permitida.

En nuestro caso compramos de manera separada los vuelos y directo a la aerolínea.

Separados porque compramos primero el viaje de Bilbao a Estambul y aparte el viaje de Estambul a Moscú.

Directo a la aerolínea porque aunque cueste un poco más es lo que más nos garantiza que, de haber algún problema serio, la aerolínea tomará al toro por las astas.

Cómo se puede reservar alojamiento en Rusia?

Como en estos momentos no se aceptan tarjetas de crédito o débito Visa o Mastercard, escribimos email a un alojamiento que encontramos en la guía Lonely Planet.

También buscamos en Суточно.ру (Sutochno.ru) que es una especie de airbnb pero al no poder ingresarse una tarjeta válida es casi imposible concretar una reserva.

La buena noticia es «Островок». En este sitio se pueden filtrar las opciones «reservar sin tarjeta» y «pagar en el hotel».

A través del email sí pudimos hacer la reserva de nuestro alojamiento en Moscú. Nos quedamos en el Mini Hotel Bulgakov del que leímos en Lonely Planet. Luego lo buscamos en Yandex y les escribí un mail.

El Bulgakov está sobre la peatonal Arbat. El hotel es mini como su nombre indica pero ofrece unas cuantas ventajas además de la ubicación. Tiene una cocina con dispenser de agua fría y caliente, heladera, cocina y más artefactos, vajilla y utensillos.

Se puede viajar a Rusia y, desde el corazón de Moscú, redescubrir esta ciudad espléndida, recorriendo sus rincones legendarios a pie y disfrutando paso a paso de la magia y la belleza de un país único. País que ya nos había conquistado el corazón antes de visitarlo.

¿Dónde dormir en el aeropuerto de Bilbao?

El aeropuerto de Bilbao es un aeropuerto pequeño que cierra sus puertas a partir de las 12 de la noche y hasta las 5 de la mañana. Sin embargo, si tienes un vuelo temprano, puedes dormir en el aeropuerto de Bilbao en la zona de «rent a car».

Tal como ya he experimentado en otros viajes, como cuando dormimos en el aeropuerto de Dublín, si los vuelos son muy temprano, resulta conveniente descansar las horas previas en algún rincón de la estación aérea.

Se trata de un espacio amplio, donde se ubican las compañías de alquiler de coches. La habitación tiene demasiada iluminación pero es cómoda.

Cuenta con sillones tipo sofá, blandos, mesas con conector/cargador USB y filas de bancos sin apoya brazos.

El último bus de Bizkaibus para llegar al aeropuerto es a las 22. Para salir del aeropuerto al centro hay hasta medianoche.

Para poder elegir los sillones más confortables y dormir en el aeropuerto, tomar un bus entre las 21.30 y las 22, será suficiente.

A pocos metros de la sala hay baños grandes y limpios donde además se puede cargar agua potable y máquinas de expendio de bebidas y snaks.

Si bien no queda personal nocturno, dormir en el aeropuerto de Bilbao es seguro y tranquilo además de gratis.

En nuestra experiencia de pasar una noche en este aeropuerto, dormimos bien e incluso antes de hacerlo, un empleado de limpieza se acercó a desearnos «buenas noches».

Entrevista en Radio Sputnik Mundo

En unas circunstancias en las que EEUU y sus ‘súbditos’ europeos están esforzándose en ‘cancelar’ la cultura rusa –asemejándose a la Alemania nazi y su persecución de los judíos–, María Taurizano, argentina residente en el País Vasco, manifestó en una entrevista en Radio Sputnik su amor al gigante euroasiático.

María Taurizano conoce perfectamente este país. No sólo gracias a haber aprendido el idioma ruso y su inmensa cultura e historia, sino también porque estuvo de viaje en Rusia, Ha visitado varias ciudades como Moscú y San Petersburgo. Durante el viaje descubrió además que todo lo que dice la prensa dominante sobre esta nación es una ‘fake news’.

Entre sus impresiones, resalta haber conocido la verdadera esencia de su gente, personas que conquistaron su corazón por ser “completamente cálidas, totalmente agradables, atentas, y sobre todo, sensibles”. Una “imagen que no se tiene de los rusos en Occidente”.

En este contexto, manifestó su rechazo a la “rusofobia” alimentada por dirigentes y medios occidentales. Se están suspendiendo actos culturales, se borran los nombres de personalidades representativas de lo que es Rusia como el primer cosmonauta, Yuri Gagarin. O bien se acosa a deportistas rusos, entre otras prácticas que evocan al Tercer Reich.

“Se están cometiendo grandes injusticias en este momento”, denunció Taurizano. Los autores de esta campaña están totalmente ciegos a los hechos que sí deberían ser condenados, como el florecimiento de la ideología nazi en Ucrania. O la actividad biológica militar de EEUU en el espacio postsoviético.

María se mostró convencida de que los intentos de ‘cancelar’ a Rusia demuestran la falta de “argumentos” de Occidente ante la incómoda verdad revelada por Moscú. “Hay que levantar la cabeza y, por el contrario, sentir un gran orgullo por Rusia. Yo estoy junto a los rusos. No soy rusa, pero como si lo fuera”, concluyó Taurizano en nuestra entrevista por Radio Sputnik.

Viajar a Marruecos. Fugaz: cuatro días revelados en un sueño

Viajar a Marruecos es imprescindible en la agenda de cualquier viajero. Yo lo venía postergando y esta vez, con la visita de Martín salió la propuesta. Viajar a Marruecos? Por qué no?
Visitar un país tan rico en cultura, arquitectura y bellezas naturales merece mucho más que cuatro días. Este viaje fue sólo probar el sabor marroquí para dejar encendida la chispa de un regreso más prolongado.
Para viajar a Marruecos disponíamos de tan sólo cuatro días por lo que corrimos y nos relajamos. Corrimos para llegar a lo que no nos queríamos perder: el desierto. Lejos en la distancia en un país tan grande, pero al alcance de los conductores y los camellos berebers. A pesar de correr, al llegar al desierto no hay más remedio que relajarse. Entregarse al placer sin igual de trasnochar mirando el cielo y escuchando al ritmo de los tambores, de las alegres tonadas del Sahara y de su silencio absoluto después.

Volar a Marruecos

Volar a Marrakech es una opción ideal para cumplir el sueño de viajar a Marruecos.
NO es recomendable volar por Ryanair, menos en un viaje por un periodo tan corto. Los vuelos de Ryanair pueden conseguirse baratos pero al final, salir muy caros, además de su típica informalidad y sus abusivas costumbres de cargar siempre más gastos de los contratados, se suma su personal de baja cualificación, inexperiencia y, sobre todo groseros y mal educados. Por pocos euros más, se puede volar a Marrakaech o alguna otra ciudad y pasar unos días perfectos viajando con aerolíneas más serias.
Para buscar, a través de páginas como Skyscanner o agencias ya conocidas, sólo hay que filtrar Ryanair antes de hacer la búsqueda e igual obtendremos ofertas económicas de TAP, Vueling, Qatar Airways, Air France o Iberia, entre otras.
Una vez en el aeropuerto de Marrakech y para ir al centro de la ciudad, se puede tomar el autobús local que sale desde el mismo aeropuerto, pasando por delante de los taxis aparcados, luego estará el autobús. Este autobús va hasta la plaza Jamaa el Fna y el chofer nos anunciará la llegada. Luego resta ubicar el Riad en el que nos alojaremos y perdernos en un laberinto de calles terracotas y naranjas para llegar hasta él.

Marrakech, alojamiento y recorridos

En Marrakech hay que quedarse en un Riad. Los Riad son típicos y hermosos. Casas tradicionales, enormes. Algunos Riad son la descendencia de palacios con una decoración exótica y delicada al detalle.
La arquitectura básica de un Riad es la de varios pisos, tres o cuatro… construidos alrededor de un patio pintoresco. Abundan los recovecos con encantadores pasajes ojivales, las mayólicas y las pinturas de arabescos.
Entre sus rincones se descubren cómodos divanes, sillones, alfombras, almohadones, que invitan a relajarse mientras uno se bebe el consabido té de bienvenida que nunca falta.
La ubicación del Riad debe ser en la Medina. De esta manera viajar a Marruecos nos sumergirá de manera tan intensa como instantánea en la auténtica cultura marroquí. Desde que bajemos del autobús y crucemos la Plaza ya estaremos caminando por un lugar encantado todo el tiempo.
Una habitación en un Riad puede conseguirse desde los 10 euros para dos personas y hasta unos 50. Nosotros dormimos en dos diferentes, uno de 30 euros para dos personas y otro de 20 y los dos fueron excepcionales, con desayuno y personal super agradable.

Perdidos en Marrakech

Marrakech es una de las ciudades más antiguas del Imperio Islámico. Fue fundada en 1062 por los almorávides y fue la capital de este imperio. Desde su base de Marrakech, los almorávides ampliaron su dominio sobre todo Marruecos. Marrakech se convirtió en una gran capital amurallada con exuberantes jardines y magníficos palacios y mezquitas. A nuestro paso por la ciudad nos dejaremos sorprender por la Mezquita Kutubia y la mezquita Kasbah, la monumental Bab Agnau, los jardines de la Minara y mucho más.
El tradicional soqo o suq, el mercado ubicado en la plaza Djemaa el Fna, es el más grande del país y constituye una de las plazas más concurridas de África y del mundo. En la plaza se citan acróbatas, cuenta-cuentos, vendedores, bailarines y músicos. Por la noche se llena de puestos de comida, convirtiéndose en un gran restaurante al aire libre. Es esencial hacer varias visitas a esta plaza al viajar a Marruecos, a diferentes horas del día, porque constituye un escenario vivo que cambia constantemente.
El autobús nos dejó en un lateral de esta enorme y concurrida plaza y así nomás, comenzó la magia.
No pudimos cruzar la plaza en línea recta ya que, a los numerosos puestos que convertían nuestro recorrido en un laberinto, se sumaban artistas, o exponentes que llamaban nuestra atención. Vendedores ambulantes de todo tipo, mujeres que hacen tatuajes de henna, ofertas de quincalla o de dentaduras y pociones afrodisíacas.
Sin embargo, el momento culminante de Jamaa el Fna es el anochecer, cuando se convierte en un enorme escenario al aire libre donde malabaristas, músicos, faquires, encantadores de serpientes y juglares hacen gala de sus destrezas.
Tras lograr llegar al otro lado de la Plaza, los sombríos paredones de la «Ciudad Roja» nos guiaban por las enrevesadas callejuelas de la Medina donde el barullo se apaga de repente.

¿Qué es una Medina?

La palabra «medina» proviene del árabe, مدينة madina que significa «ciudad». La Medina es la ciudad vieja, protegida por un cordón de bastiones hechos de tierra roja que encierran palacios, mercados y mezquitas, cúpulas y minaretes. La Medina de Marrakech es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 1985.
Llegamos a nuestro Riad que resultó por sí solo una estancia en un museo de arte, un palacio delicado y típico. Nos quedamos un rato contemplando cada detalle mientras nos bebíamos la tetera entera y planificábamos una salida al desierto de Zagora por dos días y una noche. Luego salimos a caminar por la ciudad.
Hay mucho para ver en Marrakech y por eso, una parte la recorrimos este día de nuestra llegada y dejamos otra parte para visitar posteriormente al regreso del desierto.

¿Qué ver en Marrakech?

Si bien nos encontramos inmediatamente con el barrio de los suks (mercados o zocos), lo miramos por arriba decididos a recorrerlos minuciosamente el último día en el que, además regatearíamos hasta el último dirham.
Pasamos por la Mezquita y Madrasa Ben Youssef y divisamos la antigua cúpula Ba’adiyn, la única estructura que quedó en la ciudad de tiempos de los almorávides.
Estuvimos dándole vueltas a la típica postal de Marrakech, la Mezquita Kutubia, rodeada por magníficos rosales, famosa sobre todo por su minarete de base cuadrada, que hizo construir Yacoub el Mansour a fines del siglo XII y que resultó el modelo de referencia para la Giralda de Sevilla, y para la Torre Hasan en Rabat. La torre es el edificio más alto de Marrakech y con sus 77 metros de altura domina la Medina, pudiéndose ver a distancia cuando se llega a la ciudad. Hoy la silueta destaca desnuda de ladrillos, culminada con globos de bronce, pero antiguamente toda la superficie del minarete estaba cubierta de decoraciones de cerámica y estuco, los únicos fragmentos que se han conservado son los frisos de azulejos debajo del almenaje.
Nos encontramos con otros Palacios renombrados como el Palacio Dar el Bacha o Dar el Glaoui, que fuera residencia del cruel Thami el Glaoui. El aspecto actual del palacio seguramente no está a la altura de su fama, alimentada por una serie infinita de anécdotas, sin embargo su patios interiores son bonitos, decorados ricamente en yeso, madera tallada y azulejos policrómicos.
Otro de los Palacios es Badi, cuyas paredes y los techos supieron estar recubiertos de oro proveniente de Tombuctú, mítica ciudad de más allá del desierto conquistada por el sultán. Había paredes de mármol y piedras importadas de la India y grandes patios embellecidos con estanques y fuentes caudalosas. Además, el ambiente olía a flores y esencias exóticas. No obstante, sólo cien años más tarde de su construcción quedó en ruinas, cuando un nuevo señor de Marruecos trasladó sus tesoros a la nueva capital, Meknés. Hoy día, la ruina de Badi es imponente. El patio principal es un inmenso espacio vacío delimitado por bastiones ciclópeos perforados, sobre los cuales han hecho sus nidos las cigüeñas. El gran estanque central está seco, pero diseminados por el entorno hay restos de mosaicos y columnas esculpidas.
Por último, junto al muro meridional de la mezquita Kasbah, junto al Palacio Real, en la zona de la Medina, se encuentran las Tumbas saadíes, las tumbas sagradas de los sultanes. Durante siglos han representado un secreto bien guardado, que los occidentales desconocían totalmente. En los años veinte algunos oficiales franceses se dieron cuenta de que había algunos tejados verdes que sobresalían de los barrios más pobres. Indagaron entre la gente del lugar, obteniendo siempre evasivas, pero uno de ellos perseveró en su investigación hasta descubrir una callejuela escondida que llevaba a una minúscula puerta en arco. Una vez pasado su umbral, entró en un jardín y vio las tumbas que hasta entonces se habían mantenido escondidas a los infieles. Hoy las tumbas saadíes son uno de los lugares más visitado de la ciudad, pero para acceder a ellas se tiene que hacer todavía el mismo recorrido tortuoso. Muchas tumbas están decoradas con mosaicos variopintos. A poca distancia de las tumbas está Bab Agnau, la puerta que marca el acceso a la Kasbah, área fortificada en el interior de la Medina, en la cual se encuentra el Palacio Real. Es una de las puertas más bonitas de la ciudad.

¡Nos vamos al desierto!

Tras una noche en el Riad nos pasaron a buscar por allí muy temprano para salir hacia el desierto de Zagora. Vamos al de Zagora que quizás es el menos impresionante, sin embargo no vamos a perder la oportunidad de viajar a Marruecos sin ir al desierto. Esta vez no disponemos de tiempo para ir más allá. No obstante, este paseo en camello por la indiscernible finitud del Sahara, encendió en mí el impulso de caravana bereber. No dejo de pensar que quiero regresar un día para embarcarme a lomo de camello en una extensa travesía a través del desierto.
La jornada en vehículo fue larga pero placentera. Nuestro chofer era muy amable. Fuimos parando en puntos emblemáticos del camino a contemplar el paisaje soberbio y beber té. Paramos a comer y a descansar donde las vistas lo ameritaban. Es un recorrido de casi 400 kilómetros desde Marrakech hasta Zagora, pasando por Ouarzazate donde nosotros no entramos.
Lo primero fue atravesar el Alto Atlas. Una ruta impresionante y con curvas desafiantes que sube hasta los 2260 metros de altura donde se cruza esta cadena por el Paso Tizi N’Tichka.
Desde el camino divisamos la Kasbah de Telouet que fue un lugar de residencia de la tribu de los Glaouis. Luego, tras varias horas de viaje, visitamos la famosa Kasbah de Ait ben Haddou donde se han filmando innumerables películas.
Luego en un lateral de la ruta nos esperaban nuestros camellos. A partir de allí, a camellear.
Al principio montar en camello no resulta cómodo pero al cabo de un rato, uno le agarra el ritmo y es un paseo acompasado. Esta parte del viaje es ideal hacer con las primeras luces del atardecer que cae. Las imágenes del desierto y del horizonte en el ocaso son increíbles.
Llegamos a nuestro campamento. Un oasis hermoso en medio de extensiones de arena. Carpas, alfombras, almohadones. Un viaje a otro mundo maravilloso.
Allí nos dieron de cenar y alrededor de una hoguera los tres Mohamed que nos acompañaban conversaron con nosotros, cantaron al son de los tambores, y reflejamos nuestros pensamientos en el chisporrotear de las llamas. Debajo de las estrellas. Las luces del desierto son únicas. Ya habíamos vivido una experiencia comparable en el Desierto Blanco de Egipto. Mirar las estrellas en el desierto es adictivo, una vez y uno querrá repetir. Difícil es describir estas imágenes en palabras. La conjunción de la oscuridad y las luces del fuego y de las estrellas.
Dormir en el desierto no es fácil. ¡Hay tanto para ver en medio de la noche!
Al día siguiente, tras desayunar en el campamento de Zagora, atravesamos el Valle de Dra’a con plantaciones de palmeras y con sucesivas paradas de descanso regresamos a Marrakech.

Regreso a Marrakech y regateo

Hay que regatear, a ellos les gusta y así es la costumbre.
De regreso a Maarrakesh, nos alojamos en otro Riad. Tan sólo estar en estos palacetes azulejados constituye de por sí un condimento esencial cuando planeamos viajar Marruecos. Ambos Riads fueron muy cómodos y bonitos.
Dimos una vuelta más por la ciudad y recorrimos los soqos hasta agotar el último dirham. Regateamos como Allah manda, cerramos trato, estrechamos las manos con el vendedor, y todos contentos nos trajimos alguna prenda tradicional demás.

Qué ver en Irlanda en tres días, Dublín y un poco más

Qué ver en Irlanda en tres días, Dublín y un poco más allá

Aprovechando la vida, los países más accesibles y con menos protocolo, y los pasajes baratos. Una conjunción que es como un crucigrama en el que esta vez se leyó la palabra «Irlanda».
No teníamos muchos días disponibles y tampoco nos convencían los precios del alojamiento que en Dublín no es muy económico pero al final, resultó bárbaro.

Transporte fluido y amable

Irlanda es una isla y en pocos días puede recorrerse mucho, mucho más de lo que nosotros recorrimos. El transporte es fluido y de muy buena calidad. Desde los hostels y hoteles organizan salidas diarias a otras ciudades para no dejar pendiente nada de lo que hay que ver en Irlanda. Inclusive se puede acceder a la Calzada de los Gigantes que se encuentra en Irlanda del Norte y pertenece al Reino Unido, sin más requisitos de los que se necesitan para entrar a Irlanda, se puede ir a Belfast y visitar la Calzada.

En nuestro caso, Martín y yo, dedicamos dos días completos a recorrer la ciudad a pie y, al tercer día, nos fuimos a visitar pueblos costeros.

La primera impresión cuenta muchísimo en un viaje y la nuestra en Irlanda fue que los irlandeses son por demás de amables, respetuosos y generosos. Desde que salimos del aeropuerto y preguntamos dónde estaba el bus local para ir al centro, nos respondieron con suma amabilidad y como si eso fuera poco, no nos cobraron el pasaje. Al llegar al centro el chofer nos indicó sencillamente «go ahead».

Los autobuses urbanos y suburbanos pueden pagarse con dinero, monedas, pero es mucho más sencillo y económico si se compra una tarjeta Leap Card. Esta tarjeta cuesta 5 euros pero después supone un ahorro del 20% en cada viaje y además sirve para el bus, el tren DART, y para viajar a todas partes, ya sea Galway, Limerick, Cork…
Nosotros conseguimos una de zopetón. No la habíamos comprado, pero cuando fuimos a visitar los pueblos costeros y andábamos buscando cambio, monedas para el bus, alguien le regaló su Leap Card a Martín.

Alojamiento, céntrico y con facilidades

Para dormir habíamos reservado el hostel Abigail’s y lo recomendamos. Si bien estábamos en una habitación de ocho literas, casi no vimos a nadie más. Y aunque se dice que quienes visitan Dublín lo hacen para emborracharse a rabiar, no hubo ruidos de entrada y salida de la habitación.

El Abigail’s hostel está bien ubicado, frente al río Liffey y uno de los puentes más emblemáticos y centrales: el Ha’Penny. Estar en el centro, si vamos por pocos días es lo más recomendable. Si bien hay otros barrios muy lindos en las afueras, como el Drumcondra que está entre el aeropuerto y el centro de la ciudad.

Abigail está a pocos pasos de lo fundamental que hay que ver en Irlanda, a unos metros del Trinity College que no podemos dejar de visitar y junto al Temple Bar que debemos transitar de día y de noche para verlo en todo su esplendor, con sus calles empedradas y con toda la parafernalia e iluminación nocturna. Luego la Guinness podemos beberla allí o comprarla en el súper y tomarla en la sala común del Abigail donde también podemos cocinar.

Los supermercados en Irlanda cuestan lo mismo que en otras ciudades de Europa y si podemos cocinar en el alojamiento ayudará y mucho a equilibrar el costo de la estadía. En esa sala común nos pudimos quedar el último día hasta la medianoche para ir luego al aeropuerto a esperar el vuelo que salía a primera hora de la mañana. Los sillones de los bares cerrados del aeropuerto de Dublín son muy cómodos y no hay problemas para echarse a dormir un poco allí antes del vuelo.

Otro de los aeropuertos que hemos experimentando para dormir y que resultó bien es el aeropuerto de Bilbao.

Recorrido intenso

Nuestro recorrido de la ciudad fue un recorrido sin tregua y lleno de satisfacciones y sorpresas. La arquitectura gótica y medieval que nos transporta en construcciones como la Catedral de Cristo o Saint Patrick o los castillos que visitamos en Dalkey, se conjugan con la arquitectura georgiana, casas señoriales de puertas pintadas de colores fuertes, la mayoría rojas, pero también naranjas, azules, o amarillas.

Conseguimos un par de mapas y marcamos todo aquello que ver en Irlanda y que no nos queríamos perder. Salimos a caminar e inmediatamente nos enamoramos del paseo por los malecones junto al río y los diferentes y peculiares puentes que lo cruzan. Encima con el milagro del sol. Sol en Irlanda. Increíble!

Una de las primeras cosas que visitamos fue el Trinity College. Es la universidad más antigua de Irlanda y su edificación y campus son de película. Las bibliotecas son maravillosas repletas de libros antiquísimos. Allí está el famoso libro de Kells cuyo mayor interés no son los textos sagrados sino las ilustraciones luminosas. Siempre hay cola para verlo debido a su popularidad. Este libro contiene una versión de los evangelios escrita en pergamino y data del siglo IX. Además tiene anotaciones en los márgenes, hechas por monjes amanuenses que se quejaban del frío y los calambres en las manos mientras escribían.

Todas las edificaciones del Trinity College son relevantes y pasear un buen rato por sus patios y meternos entre arcadas, pasillos y recovecos, nos deleitará sin ninguna duda.

Caminamos por el centro donde un obelisco de dimensiones colosales y forma aerodinámica se mezcla con el cielo que al menos, por esta vez, no es plomizo. Nos llamó poderosamente la atención un centro urbano poblado de gaviotas. Claro! si aunque no lo parece, estamos rodeados de mar.

Dejándonos llevar por las largas cuadras, fuimos hacia el Parque Merrion Square pasando por la casa donde nació y vivió Oscar Wilde.

No pude dejar de recordar durante todo el día al Príncipe Feliz y sus ruegos a la Golondrina, Golondrinita viajera, ansiosa por partir a Egipto:

-Golondrina, Golondrina, Golondrinita -dijo el Príncipe-, allá abajo, al otro lado de la ciudad, veo a un joven en una buhardilla. Está inclinado sobre una mesa cubierta de papeles y en un vaso a su lado hay un ramo de violetas marchitas.

En el Parque, sobre una piedra, está la estatua colorida de Oscar. La expresión de Wilde, según se mire, será seria o risueña. Con una especie de sorna mira hacia la casa que lo vio nacer, como si se mofara de la clausura victoriana que tanto pesar costó a su personalidad.

Cerca de la piedra donde yace relajado Oscar Wilde, hay dos estatuas con inscripciones de frases célebres del escritor.

Irlanda es también cuna de James Joyce y Samuel Beckett entre otros más y durante nuestra caminata nos toparemos con lugares emblemáticos de todos estos personajes.

Otros parques por los que caminamos bajo el inhabitual sol dublinés fueron el Parque Phoenix que tiene más de setecientas hectáreas y es el más grande de Europa. En principio fue inaugurado en 1662 como una reserva de siervos que aún están allí, en libertad. Este parque está a un par de kilómetros del centro y es demasiado enorme como para dar una vuelta a pie. Conviene alquilar una bici en la entrada y, de todas maneras, pasearse horas infinitas por su interior.

Luego, el Parque Saint Stephens Green, construido en 1664, es uno de los parques públicos más antiguos de Irlanda. Está en el centro y nos encantó así que fuimos una vez más antes de partir.

Está ubicado al final de Grafton Street y rodeado de casas de estilo georgiano. Sus jardines fueron rediseñados en el siglo XIX con estilo victoriano que se conserva actualmente. Tiene nueve hectáreas y un estanque donde pululan cisnes y gaviotas. En este parque hay un sector especialmente pensado para ciegos con plantas aromáticas etiquetadas en braille.

También recorrimos a lo largo el Gran Canal, uno de los dos canales que conectan Dublín con el oeste de Irlanda. Se extiende a lo largo de 132 km para conectar con el río Shannon. El paso más pintoresco se encuentra en Ballsbridge, al sur de Dublín, donde el canal envuelve la ciudad de una manera hermosa, con árboles en ciernes y cañas que brotan de las orillas mientras los cisnes se acercan a comer de nuestra manos. Terminando el paseo nos sentamos a meditar junto al poeta Patrick Kavanagh, conocido por su trabajo sobre el irlandés cotidiano.

Entre los edificios sublimes de Dublin, cabe mencionar la Catedral de Saint Patrick, erigida junto a un pozo en el que San Patricio bautizó a los conversos alrededor del año 450.

El lugar en el que se encuentra la catedral albergó un pequeño templo de madera desde el siglo V. Luego, en 1191, los normandos construyeron una iglesia de piedra en el mismo lugar que fue reconstruida en el siglo XIII para conformar el edificio actual. La catedral sufrió incendios, profanaciones y abandonos y gracias a una donación de Sir Benjamin Guinness fue restaurada.

Otra Catedral es la conocida como la Iglesia de Cristo. Esta comenzó siendo un pequeño templo de madera creado por el rey vikingo Sitric en el año 1038. Posteriormente, en 1172 comenzó la construcción de la actual iglesia de piedra, un proceso que se alargó hasta el siglo XIII. En 1562 la bóveda de la catedral se vino abajo y logró ser reconstruida durante el siglo XVII. Esta catedral fue restaurada en su totalidad entre 1871 y 1878 y, aunque se trató de conservar al máximo su aspecto medieval, la iglesia sufrió muchos cambios tanto en su exterior, como en su interior, finalizado con un estilo neogótico.

Visitamos también el Castillo de Dublin que fue lugar de asentamiento de los vikingos, fortaleza militar, residencia real, sede del Tribunal de Justicia Irlandés, y sede de la Administración Inglesa en Irlanda, el Castillo de Dublín.

Entramos al Museo Nacional y al de Arqueología cuyas entradas son gratuitas y sus interiores grandilocuentes y de sumo interés.

Un visita ineludible de lo que debes ver en Irlanda, es la fabrica de cerveza Guinness. Sin lugar a dudas la más famosa del mundo y muy sabrosa. La historia de esta fábrica, alquilada por el primer Guinness con un contrato por nueve mil años! produce dos millones y medio de pintas por día!

De camino a Guinnes pasamos por la destilería de whisky Jamesom, Old Jameson Distillery, otras de las cosas que puedes ver en Irlanda y que hoy alberga un museo en el que se desvela a los visitantes el proceso artesano de elaboración del whisky irlandés.

Nos emborrachamos con los aromas y seguimos andando. Las cuadras de Temple Bar hay que cruzarlas de día y sin falta de noche. Para ver y escuchar el jolgorio y la alegría entre luminarias. Las calles de Temple Bar Están allí, en el centro neurálgico y de a pie de la capital irlandesa, así que no podremos evitar que se crucen esas calles en nuestro camino y a toda hora constituyen un espectáculo colorido.

Aunque… sin desmerecer, me sentí muy atraída por el auténtico barrio de Liberty y su gente. Hay que ir y detenerse allí a tomar un chocolate con tartas locales.

Todo este recorrido lo hicimos durante dos días. Al tercer día de nuestro viaje y para completar la postal de lo imprescindible que ver en Irlanda, nos fuimos en el transporte público, a Dun Laoghaire y luego a Dalkey.

Tomamos un autobús de transporte público sobre el Puente O’Connell y aunque el objetivo era Dalkey, nos bajamos a dar una vuelta en Dun Laoghaire, ubicado a 13 kilómetros al sur de Dublin. Es un pueblo a la orilla del mar, con un puerto pintoresco, veleros que atracan en los muelles y una calle comercial viva.

Luego de darle una vuelta a Dun Laoghaire volvimos a tomar el bus para seguir rumbo a Dalkey.

Sobre la calle principal de Dalkey existe una cuenta con una iglesia del siglo X y dos castillos normandos. En la ciudad hay cinco castillos más. Pasamos por los siete castillos de Dalkey, algunos de ellos habitados hoy día por ricos y famosos. Luego, siguiendo una ruta de senderismo muy bonita, bordeamos la costa hasta Bray.

Pasamos por enormes espacios boscosos, agrestes y tranquilos a la vera del mar. Enfrente está la Isla de Dalkey con su correspondiente torre medieval.

Para regresar a Dublin tomamos el tren Dart.

Durante este viaje, escapada de un fin de semana largo, vimos mucho más de lo aquí relatado. Por ejemplo… no pasar de largo por los brillantes pechos de Molly Malone.

Con esta breve reseña te animamos a vivir tu aventura y disfrutar de lo que hay que ver en Irlanda. Vale la pena y aunque hay más por descubrir, lo dejo en suspenso para que tu espíritu explorador también se sorprenda.

Las mejores playas de Albania, Cañón de Gjipe y retazos del paraíso

Rematando un viaje fenomenal nos fuimos al pueblo de Vuno. Un pueblo con un encanto especial. Encaramado en las laderas de la montaña, un balcón natural hacia el azul marino ilimitado de las mejores playas de Albania.

Nos alojamos en lo de Alex, desde allí, las vistas del mar son infinitas. El atardecer es incomparable y pasar horas en la terraza del cuarto no tiene precio.

En el pueblo de Vuno hay dos restaurantes. Frugales pero con gente buena onda. Es más caro que comer en la ciudad y por eso es aconsejable llevar algo de comida. En Vuno no hay supermercado, sólo se puede comprar algo en la proveeduría del bar.

En Dhermi, otras de las ciudades que goza del elixir de las mejores playas de Albania, a algunos kilómetros de Vuno, sí hay supermercados y más servicios. Dhermi también es pintoresco pero más movidito. Para hacer el sendero del Cañón de Gjipe creo que está mejor quedarse en Vuno.

Desde el pueblo caminamos un poco por la carretera hasta encontrar el sendero del Cañón. Está bien señalizado y es espectacular. Tanto el sendero como las panorámicas impresionantes del cañón que se abre entre las montañas y la playa de Gjipe, constituyen un espectáculo relevante. Hay que hacerlo y si es posible tomarse todo el día porque cuando lleguemos a Gjipe que es sin duda quien lidera las mejores playas de Albania, no nos vamos a querer ir enseguida. Es un paraíso!

Nosotros hicimos mucho en un solo día. Llegamos a las arenas de Gjipe pasado el mediodía y luego, para regresar a Vuno, tomamos otro sendero que sale del otro lado del cañón. Se puede hacer sin dificultad. Está bien señalizado, aunque como nos agarró la noche, nos perdimos un rato en la oscuridad y en el bosque pero finalmente, subiendo, subiendo, llegamos a Vuno.

El lugar nos gustó tanto que decidimos quedarnos un día más para visitar otras de las mejores playas de Albania. Al día siguiente fuimos a Dhermi y para no perdernos nada, de regreso, fuimos también a la playa Jalës. Bajamos caminando y de regreso hicimos dedo.

Varias veces hicimos dedo para ahorrarnos algunos kilómetros de curvas por la carretera y siempre nos llevaron enseguida y con la mejor buena onda.

Estos dos días fueron de playa y a pleno. Hace calor. Nos hizo un clima fantástico durante todo el viaje.

Ahora ya tocaba volver a Tirana por un día y tomar el avión de regreso. Los buses pasan por Vuno y paran cerca del bar-café-proveeduría. La gente en Vuno, al igual que en toda la Albania que recorrimos, es súper amable, amigable y siempre nos respondieron con generosidad y sonrisas. Incluso, ya en Tirana, pasamos por una anécdota que si no fuera por la buena predisposición de los albaneses, hubiera sido peor que un molesto dolor de cabeza. Martín perdió el pasaporte pero ni se había dado cuenta. Pocas horas antes de ir al aeropuerto para regresar a casa. Un buen albanés Emir Topi, supo como comunicarse para devolver el pasaporte. Lo llevó hasta donde estábamos y terminamos tomando una cerveza con él y su esposa y forjando una linda amistad. Cosas que pasan..,

Algo imprescindible que ver en Albania, las ruinas de Butrint

Las ruinas de Butrint o Butrinto constituyen un hito imprescindible que ver en Albania. Se encuentran a cinco kilómetros de Ksamil por lo que podemos hacer una combinación perfecta de historia y playas albanesas. El autobús que recorre toda la costa desde Sarandë nos llevará hasta allí.

Dícese que las ruinas son de una antigua ciudad griega, sin embargo, si observamos los muros que rodean a los edificios, una muralla que bordea la costa, veremos que, evidentemente, las enormes piedras de la parte inferior del muro son muchos más antiguas, de tamaño diferente y encastradas unas con otras como sólo lo hacían las civilizaciones más antiguas y misteriosas de la humanidad.

Existe una leyenda acerca del nombre, Butrint, que significa «toro herido» en griego antiguo. Según esta leyenda la ciudad fue fundada por los troyanos sobrevivientes del incendio de su ciudad. Aeneas, el hijo del rey sacrificó entonces un toro. El toro era fuerte, se negó a morir y escapó hacia el mar. Por eso dicen que llamaron Butrint a esta ciudad. Otra historia diferente nos cuenta Virgilio en la Eneida, donde describe que esta ciudad, Buthrotum, fue fundada por Heleno, hijo de Príamo y hermano de Paris y Héctor, que había huido de la Troya.

El recorrido nos puede tomar más de medio día. Las ruinas son muy interesantes y hay muchos edificios y zonas para explorar. Además las vistas panorámicas son muy bellas.

Las primeras construcciones se han catalogado como de épocas prehistóricas. Hay yacimientos del siglo X y III antes de Cristo y edificaciones sucesivas y posteriores de otros dominios, como romanos, bizantinos, normandos y  venecianos. De estos últimos se conservan algunas de sus construcciones típicas.

Por el siglo IV antes de Cristo, la ciudad se transformó en un centro de culto, donde tuvo especial importancia Asclepio, dios de la medicina. En el 220 antes de Cristo fue invadida por los romanos y ya en el siglo I formó parte de la provincia romana de Macedonia.  El emperador Augusto enriqueció los templos, las fuentes y termas y el remodelado teatro que se encuentra completamente mantenido, restaurado y eventualmente se efectúan allí representaciones. Posee una acústica espectacular.

De los primeros cristianos la ciudad conserva el gran baptisterio y la basílica, del siglo VI. Ya en este siglo y en el VII, Butrint redujo su tamaño y se convirtió en un puesto fortificado que peleaba por su supervivencia frente a normandos y búlgaros. Después de 1700 llegaron los franceses y después los turcos que construyeron dos castillos.

La mayoría de las edificaciones conservan su estructura y ornamentación. También hay pasadizos y túneles que aún están sin explorar, y hay escenas paganas y otras cristianas graficadas en mosaiquería.

Fue una visita estupenda que completó la postal de lo que hay que ver en Albania, una visita disfrutada a pleno y con sumo interés.

Se recomienda llevar agua y un picnic para hacer una pausa y que la jornada sea perfecta.

Para cenar, nada mejor que un buen pescado fresco comprado al paso en el asador del centro de Ksamil por 1100 leks que es la moneda de Albania. ¡Delicioso!