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Komsomolsk na Amur, primera parada del BAM, Baikal Amur Magistral

Viajar en tren por Rusia ofece muchas variantes y rutas. El BAM, Baikal Amur Magistral, representa una de las más aventuradas. Se trata de una ruta construida sobre un terreno imposible, a través de cordilleras, en un suelo que permanece helado desde hace siglos y a lo largo de más de 4000 kilómetros.

Viajar en tren BAM es una odisea. El traqueteo es pausado y lento la mayor parte del tiempo. Llegar desde Komsomolsk na Amure a Tynda requiere de dos noches en el tren y para llegar a Seberobaikalsk, un día completo más.

Los muros hablan en Komsomolsk na Amure, primera parada del BAM

Desde Vladivostok viajamos directo y sin escalas a Komsomolsk na Amure. El trayecto regresa sobre sus pasos hasta Jabarovsk. Más adelante deja el distrito de Jabarovsk y se adentra en el Amursky.

El paisaje otoñal se perpetúa en la gama de amarillos a rojos. Abundan los ríos caudalosos y los puentes.

Al llegar a Komsomolsk na Amure nos recibe su sólida y simpática estación. Todo en esta ciudad, desde su nombre a la llegada misma, nos recuerda quiénes fueron los que trabajaron para poblar esta zona de Siberia y traer hasta aquí el tren: los jóvenes comunistas del Komsomolsk.

La mayoría de quienes efectuaron la maravillosa obra de ingeniería contra la adversidad fueron voluntarios. La construcción del ferrocarril demandó más de 50 años, desde 1930 a 1984 y costó 25 mil millones de dólares, 50 veces más que el Transiberiano tradicional que recorre 9822 kilómetros. O sea, más del doble que el BAM.

Qué visitar al viajar en tren a Komsomolsk na Amure

Tras el recibimiento en la estación, con Lenin y una estrella roja en las molduras superiores, podemos caminar hasta la mayoría de las avenidas céntricas.

Abundan parques muy verdes, con bosques frondosos y senderos por los que es muy agradable caminar. Veremos varios monumentos en honor a los trabajadores voluntarios que construyeron el ferrocarril y la ciudad.

La ciudad se extiende por kilómetros y los lugares interesantes para visitar están repartidos. La catedral, por ejemplo, se encuentra a ocho kilómetros de la estación de trenes que está cerca de la zona céntrica y la costa del Amur.

Está bien recorrer ambos sectores. Por un lado cerca de la estación, los parques, el Teatro de Arte Dramático, el Memorial a los combatientes de la Gran Guerra Patria y caminar por el malecón.

Por otro lado, ir en un autobús hasta el Parque Gagarin, el Parque Pobedy y visitar la catedral.

Jabarovsk, una de las más bellas ciudades del Transiberiano, décimotercera parada

Llegamos a la anteúltima parada de nuestro tren, la parada número trece y resulta ser una de las más lindas ciudades de Siberia que hemos visitado.

Si bien esta zona se delimita dentro de lo que se llama el «Lejano Oriente Ruso», se considera dentro de Siberia y Jabarovsk es la metrópoli con muchos habitantes más fría del mundo. Aunque a nuestro paso otoñal, el clima aún está templado.

Qué ver en Jabarovsk

Llegamos en domingo y con sol. Las plazas, bulevares y el malecón, están repletos de gente paseando. Familias enteras salen en bicicleta o en patines. Otros caminan o toman sol en la playa de arena sobre el imponente río Amur.

Hay puestos de helados, alquiler de coches a batería para niños, muchas personas de todas las edades en patinete y muchos turistas rusos visitando las bellezas de las ciudades del Transiberiano, Jabarovsk en este caso.

Las vistas no dan tregua. Todo es precioso. Por un lado tenemos el río Amur con todo su enorme caudal y sus remansos lejanos entre islotes de juntos. Las naves y barcos se aprovechan de las ventajosas aguas y una hilera de pescadores espera su pique pacientemente contra los barandales del malecón.

Por el otro lado, las construcciones palaciegas de la parte alta de la ciudad, nos invitan a subir por escaleras señoriales a visitar las catedrales y los monumentos.

Hay dos catedrales, la de las cúpulas azules es la de la Asunción y más allá, la de las cúpulas doradas, la de la Transfiguración.

En cuanto subimos a ver una de ellas, no hay más remedio que zigzaguear y perderse entre calles y avenidas concurridas siguiendo otras torres.

Llegamos a los museos. Construcciones sublimes y una exposición de Magritte en el Museo de Arte del Lejano Oriente. La casa de los oficiales y las ciclópeas columnas que se multiplican en el Museo de Arqueología mientras se escapa una sinfonía para orquesta completa de la sala de conciertos que está enfrente.

Cerca de allí, subiendo sin propuesta definida, terminamos en un mirador desde donde nos conquista el panorama del Amur enmarcado por una de las ciudades del Transiberiano más atractiva.

Al volver a bajar hacia el río, nos encontramos con la Casa de los Pioneros rodeada de parques con significativas esculturas.

Dónde alojarse en Jabarovsk

Dos propuestas para quedarse en la anteúltima de las ciudades del Transiberiano. Una es cerca del malecón y la otra cerca del bulevar Amursky bajando desde la estación.

El bulevar Amursky corta la ciudad desde la estación de trenes hasta la costa. Es un bulevar ancho. Una seguidilla de parques llenos de árboles y flores. Caminar por allí hasta el río es un paseo.

Algunos vendedores de setas o pinturas artísticas flanquean los senderos. Llegando a la costa, son los músicos callejeros de merecida calidad, los que acompañan nuestros pasos.

Nosotros nos quedamos en un bonito departamento a más o menos un kilómetro de la estación y poco más del malecón.

Encontramos el alojamiento en Ostrovok donde se puede reservar sin tarjeta de crédito. Está bien ubicado, en Amursky 46, junto a un hotel, sobre un supermercado y enfrente de los parques del bulevar. La anfitriona Verónica es un encanto y en rl departamento, colorido y romántico, no falta nada.

Llegar a una de las ciudades del Transiberiano más sorprendentes

Llegamos en tren Rocciya con escala previa en Belogorsk. Desde Belogorsk son poco más de doce horas.

Al llegar a la estación de Jabarovsk, un hermoso edificio cuya salida está jalonada de fuentes y jardines, ya nos da una impagable primera impresión.

Agarramos el bulevar y bajamos hacia el 46. Los números están desordenados pero la recepcionista del hotel llama por teléfono gentilmente a nuestra anfitriona quien en diez minutos entra al hotel a recogernos.

Desde nuestra dirección podemos llegar caminando hacia todos los puntos importantes de la ciudad.