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Un viaje a los orígenes, Omsk, distrito de Siberia

Óblast de Omsk, la antigua Ciudad de los Dioses

Puedo decir y dar fe de que toda la vida he viajado con mis hijos. Desde muy pequeños e incluso desde antes de nacer. Siempre y cuando y tal o cuál fuera su deseo, allá íbamos. Esta vez, en este viaje, voy con Martín a quien llamo mi «papútchik» (попутчик), palabra que en ruso significa «compañero de viaje». No existe en otros idiomas. Vamos en el tren Transiberiano hacia el Óblast de Omsk. No imaginaba, aunque conociendo a Martín debería haberlo sospechado, que estábamos viajando, además, en el tiempo. Un viaje al origen. A la Ciudad de los Dioses.

Siempre digo que viajar con mis hijos es lo mejor que hice en mi vida. También lo peor, recapacito enseguida, porque así como fue mejor es ahora proporcional la nostalgia. Sin embargo soy feliz de poseer esas certezas, la de lo mejor y también la de la nostalgia. Viajar juntos constituye el evento más sobresaliente de nuestras vidas. Son los viajes los que nos ordenan la línea terrenal del tiempo mientras convivimos con duendes y fantasmas. No nos deshacemos de ellos.

No pretendía enseñarles nada. Quizás sí despertar su capacidad de observación y su curiosidad. Que de cada viaje regresaran con más preguntas que respuestas y avivar así el deseo de seguir buscando en el camino, más caminos. Atados sólo a un sentimiento de libertad inviolable. Creyendo más en la percepción de un suceso inverosímil o «casual», en un montículo extraño, en una palabra de filología incierta, que en lo que a ciencia cierta está impreso en los libros.

Con esta carga de pasado e historia y andando, siempre andando, llegábamos al Óblast de Omsk en el tren Transiberiano. Yo amando cada día más a los trenes rusos. Allí tengo todo lo que necesito para vivir y encima, se mueven de un lugar a otro. Es perfecto.

Mi papútchik observando concupiscente por la ventanilla mientras sin haberlo previsto, estamos cruzando una porción de Kazajastán.

Habíamos tomado el tren en Miass. En una de esas paradas raudas de dos minutos que hace el Transiberiano en las estaciones pequeñas. Viajamos toda la noche y ahora, parte del día, tomando mates con vistas a las aldeas agrícolas kazajastaníes. Sin trámites salimos de Rusia y volvimos a entrar, rumbo a lo que yo creía que era una ciudad interesante más, de la Federación Rusa. Sin embargo, ahí está Martín para espabilar la revelación de un misterio:

Nuestro tren iba entonces mucho más allá, hacia La Ciudad de los Dioses, en el río Iriy (actual Irtysh) donde esta ciudad fue construida en el verano de su entonces año 5028 a partir de la Gran Migración de Daaria (104.780 a. C.) Dice el texto que en su lugar, en la actualidad, se encuentra la moderna ciudad de Omsk.

Caminar en el tiempo por el óblast de Omsk, del pasado a la actualidad

La ciudad de Omsk creció desde su ancestral raiz a orillas del río Irtish. El susurro de las aguas arrastradas por la brisa sobra una planicie casi llana tiene mucho que contar. Sólo hay que detenerse a escuchar. Dice que antes había una fortaleza que lo rodeaba todo. Esa fortaleza fue construida por los lugareños para prevenir la llegada a Siberia y el ataque de las tribus nómades.

La fortaleza primigenia se mantuvo en pie más de un siglo. Más tarde, el crecimiento demográfico, obligó a erigir una muralla aún más amplia sobre la margen derecha del río Om. Protegiendo su confluencia con el Irtysh y los cimientos ocultos de Asgard de Iry, la Ciudad de los Dioses.

Hoy en día, Omsk es un enorme centro industrial, científico y cultural de Siberia. Sin embargo no ha perdido su interés histórico, su identidad primigenia. Da gusto caminar por la vera del río o confundirse con los locales en el impactante mercado de las flores. De las antiguas fortalezas quedan en pie las Puertas de Tobolsk, Omsk, Tara e Irtysh.

En las calles de Omsk nos sorprendemos con originales edificios art nouveau que afloran intempestivos entre las típicas casas siberianas de madera. Hay galerías de arte y varios museos. Museo de Historia, de Antigüedades, Militar, y de Literatura de Dostoevsky. Este último debe su origen a que el eximio escritor fue condenado a trabajos forzados en el óblast de Omsk donde llegó a ser condenado a la horca y salvado por una contraorden a último momento. El comandante de la fortaleza de Omsk fue quien entonces prestó una especial atención a Fyodor y le concedió una pequeña habitación en su casa. Hoy en día la antigua casa del comandante alberga al Museo de Literatura. La famosa novela “Memorias de la casa muerta” refleja los acontecimientos de ese período.

La ciudad cuenta también con un exquisito Museo de Bellas Artes donde se exponen más de 16.000 obras de artistas rusos y europeos además de piezas de oro desenterradas por los arqueólogos en el óblast de Ómsk. Abundan los teatros en todas sus variantes, y son tan imponentes como bonitas, las iglesias y catedrales ortodoxas con sus cúpulas de cebolla doradas. Visitamos la Catedral de San Nicolás y la Asunción, una de las más grandes de Siberia.

Viajar a Siberia y visitar Chita, estación número 11 del Transiberiano

Chita es una antigua ciudad, fundada como tal a mediados del siglo XVII. Una ciudad con una historia particular que merece conocerse al viajar a Siberia. Este enclave no carece de cierto misterio.

Supo ser la capital de su propia república independiente, y más tarde fue también la capital de la República del Lejano Oriente. Sin embargo, al caminar por Chita, uno siente que pasea por un pueblo grande y bullicioso, con calles de tierra que cortan las largas avenidas asfaltadas y edificios sólidos que denotan un pasado importante.

Sobre todo, al viajar a Siberia y visitar Chita, nos percataremos de su evidente tradición y cultura militar.

Cómo llegar a Chita

Chita está en la ruta principal del Transiberiano. Se puede tomar un tren directamente desde Ulan Udé. Es un tramo de unas diez a doce horas que es mejor hacer de noche.

En la mañana llegamos a Chita y lo que impresiona primero es la enorme iglesia ortodoxa enfrente de la estación. De color celeste y con exuberantes cúpulas doradas.

La estación de Chita no es demasiado grande y el movimiento es fluido. Es importante sacar boletos para el próximo viaje ya que, a partir de este punto las distancias son muy amplias. Tramos de más de veinte horas y no hay trenes saliendo todo el tiempo para cubrir tal amplitud.

Dónde dormir en Chita

Escogimos un mini-hotel muy cómodo, tan cerca de la estación como del centro. Se llama Dekabrista, título que se va a reiterar en varios puntos al viajar a Siberia ya que fue el último baluarte de los renuentes «decembristas».

El mini-hotel está bien. Tiene una cocina equipada completa, las camas son cómodas y el personal es amable. También dispone de lavadora y secadora gratis.

Qué visitar en Chita

Dos huellas del pasado de Chita se imprimen en sus calles y edificios. La huella decembrista contrasta con la soviética. Por un lado nos encandilarán los enormes edificios soviéticos, las plazas amplias por las que los paseantes parecemos hormigas. Por otro lado descubriremos las casas de madera mimetizada con la corteza de los árboles que se explayan salvajemente en las veredas.

Además de la Catedral Kazansky ubicada frente a la estación, al viajar a Siberia nos tomaremos con iglesias más pequeñas, muchas de madera como la del Arcángel Miguel en Chita. Asimismo en esta localidad perduran todavía varias construcciones de madera, entre ellas el kiosco central de un parque de madera con tallado de ebanistería. Sobreviven mansiones decembristas y casas seculares aún habitadas.

En toda la ciudad resalta el espíritu militar. En la «Casa de Oficiales», enorme edificio amarillo y blanco con estatuas doradas, se exponen tanques de todas las épocas y,a menos de tres kilómetros de la ciudad hay un extenso predio memorial por la Gran Guerra Patria. Al mismo tiempo allí funciona una escuela militar.

Algo que nos llamó la atención gratamente en Chita es la presencia esporádica de bibliotecas callejeras y más aún, la constante afluencia de lectores intercambiando libros.

También tuvimos oportunidad de presenciar los ensayos de grupos de música y baile con participantes de todas las edades preparándose para una fiesta patria.

Lugares de Siberia: Ulan Udé, décima parada de nuestro tren

Pensar en lugares de Siberia, remitirá a nuestra imaginación la postal de una estepa blanca y desolada. Esa era también mi idea antes de llegar aquí.

Nada más gracioso que abrigarme de buzo y campera de corderito antes de bajar del tren en Ulan Udé para chocarme en la multitud con mongoles de pantalón corto y ojotas. Y yo… sudando la gota gorda.

Ulan Udé, uno de los lugares de Siberia más exóticos

Apenas bajar del tren y que nuestra mirada se encuentre solamente con ojos rasgados y pómulos salientes nos parará ante una disyuntiva: estamos en Rusia?

Los pobladores de Ulan Udé son de la etnia buriata. Estamos en la República Buriata perteneciente a la Federación Rusa.

Los buriatos, a simple vista, parecen mongoles, sin embargo el sentimiento ruso e incluso soviético en esta zona se acentúa. Su nacionalismo se evidencia en los símbolos de las calles y los nombres de las avenidas al igual que en cada minuto de conversación que entablamos con ellos.

Son tan rusos como no dejan de ser buriatos. Hablan los dos idiomas cotidianamente. Existen los periódicos y los programas de radio y tv tanto en ruso como en buriato y también las bibliotecas tienen tantos volúmenes en una lengua como en la otra.

El sentimiento cosmopolita de los rusos todos es tan amplio y generoso como enorme es todo lo que construyen. Sin embargo, el viajero occidental que llega hasta estos lugares de Siberia, en algún momento tendrá la sensación de estar en otro lado.

El trayecto a Ulan Udé, uno de los más bellos

Este tramo del Transiberiano es uno de los más bonitos. Tiene que hacerse en un tren diurno. Es un paseo, una excursión por la costa del Baikal y una visita a los pueblos de interior y soberbios lugares de Siberia.

Saliendo de Irkutsk en la mañana, antes del mediodía, tendremos tiempo y luz para no cansarnos de observar el paisaje por las ventanillas.

Primero veremos el lago Baikal. Temprano en la mañana suele estar cubierto de bruma y resplandor. Una se desespera al no poder sacar en una foto la línea del horizonte. El lago y el cielo se muestran como una masa fofa y celeste tirando a gris. Los árboles se burlan de esa monotonía desplegando sin vergüenza las ramas amarillas y rojas.

Más adelante y a medida que sube el sol, el lago se despeja y brilla en toda su profundidad azul. No podemos dejar de mirar. La costa con bahías y penínsulas delgadas, las auténticas casas de las pequeñas ciudades de Siberia interior.

Cuando creíste que ya lo habías visto todo y que era hora de leer un rato en el tren, por la ventana opuesta, aparecen las montañas.

Los montes Jamar Daban se imponen recortando el cielo en agudos picos.

El arrullo de las olas del lago queda atrás; y más aldeas, más árboles amarillos. Y naranjas. Y rojos.

Donde alojarse en Ulan Udé?

Nos alojamos en el hotel Orda. Es un hotel bonito y accesible hacia y desde el centro de la ciudad. También está cerca de la estación. Incluye desayuno y la ecuación calidad/precio da buen resultado.

El personal de Orda es buriato y mongol. Son personas muy amables, Erdzena, Galia, Svieta. Además tienen un restaurante con platos tradicionales y la decoración del edificio es casi como recorrer un museo mongol.

Qué ver en la ciudad y un poco más allá

La ciudad de Ulan Udé es uno de los lugares de Siberia que merece una visita por su idoneidad exclusiva. El centro, por ejemplo, posee la escultura de la cabeza de Lenin más grande que existe. La vida ciudadana gira alrededor.

El centro es luminoso, amplias aceras y plazas llenas de flores y fuentes.

Hay edificios sólidos clásicos, soviéticos y modernos.

Visitams la catedral, los teatros y los parques y luego nos alejamos un poco más allá para recorrer el datsan.

El datsan Ivolginsk, Ulan Udé

Visitar un datsan o varios de ellos constituyen lugares de Siberia escenciale durante un viaje a esta región.

El datsan Ivolginsk es un templo o mejor dicho, una serie de templos, que fueron construidos por Stalin en agradecimiento a los buriatos que combatieron al fascismo durante la Gran Guerra Patria.

Para llegar al datsan se sale desde la plaza Pioner. A esta plaza donde hay un mercado se puede ir a pie desde el centro o bien en la combi número 30. Los chóferes son muy amables y lo explican todo. En ruso.

Desde Pioner tomamos el minibús 130 hasta una ciudad sin encanto que se llama Ivolgi. El minibús nos deja en la ruta. Hasta aquí cuesta 58 rublos.

Luego se puede seguir a pie o tomar otro minibús por 30 rublos que va directo al datsan.

La recorrida de los templos se hace en sentido de las agujas del reloj. Vamos haciendo girar los rodillos de oración y entrando en los edificios coloridos habitados por Budas de diferentes tamaños, Ganesh y otras personificaciones.

La mayoría de los visitantes son fieles budistas y es importante respetar sus rezos y rituales tal como no dar la espalda a los altares.

En esta datsan durante setenta años estuvo enterrado un lama cuyo cuerpo, al ser exhumado, estaba en posición buda y en perfecto estado. Su cabello sigue creciendo desde hace más de un siglo.

Séptima parada en el tren Transiberiano: Novosibirsk

La ciudad de Novosibirsk es un imprescindible durante el tren Transiberiano.
Novosibirsk es la tercera ciudad de Rusia por número de habitantes y si ya de por sí en Rusia todo es grande, en Novosibirsk es gigante. Como ejemplo basta citar que aquí, nos encontraremos con un teatro que supera al Bolshoi de Moscú y que, al río Obi que bordea esta metrópoli, lo atraviesa el puente más largo del mundo.

Cómo llegar a Novosibirsk haciendo el tren Transiberiano

Para llegar a Novosibirsk desde Tiumen, tomamos un tren nocturno. Viajaremos en este tren desde pasada la medianoche y todo el día siguiente hasta las seis de la tarde.
Llevamos comida deshidratada que podemos preparar con el agua hirviente del samovar, galletas y pan. Si no fuera suficiente, en el tren venden comida y en algunas paradas largas del tren Transiberiano, como en Omsk, venden comida típica y pescados.

Llegada a la gran ciudad, dónde dormir

La estación de Novosibirsk también es enorme pero conserva un aire romántico y vintage de la época soviética. Es sólida como todo lo soviético. Al llegar, nos encandila el brillo de las arañas y, desde un rincón, alguien toca un piano de cola. Se parece más a un teatro que a una estación de paso.
Nos alojamos en la Ulitsa Lenina. Es a menos de 1 kilómetro de la estación y a menos de 1 kilómetro del centro. Un buen lugar para recorrer todo.
Elegimos un departamento ya que estaremos dos noches y así podemos prepararnos comida. Más sano y más barato.

Qué hay que ver en Novosibirsk

Novosibirsk es una ciudad de avenidas anchas y transitadas. Junto a las avenidas el barullo constante ensordece. Sin embargo no tarda en confundirse con el murmullo del agua de las fuentes y siempre hay un parque inmenso donde perderse a transitar el silencio.

Son los contrastes que se reiteran durante cada trayecto en el tren Transiberiano. La calidez en Siberia. Las flores por todas partes en un paisaje que sólo imaginamos blanco. Los espejismos modernos de los rascacielos que reflejan casas de maderas como si reflejaran una página de historia antigua.

En Novosibirsk también visitamos el Mercado Central. Varios pabellones con todo lo que a uno se le pudiera antojar comprar, incluso yerba mate aunque demasiado cara. Excesivamente.

Una de las cosas que más nos llamó la atención es la cantidad de teatros con los que tropezamos durante la caminata. Si bien en Rusia abundan las manifestaciones culturales, en Novosibirsk era casi un teatro por cuadra. Para adultos, para niños, dramático, de comedia musical, de muñecos, de ballet, de la Filarmónica. Incalculable.

Además abundan las bibliotecas y los sitios de lectura para todas las edades. Tuvimos el privilegio de obtener un pase y entrar a la biblioteca más grande de Siberia. Nos hubiéramos quedado toda la tarde! Tan interesante!

En Rusia no hay horarios

Algo infalible al hacer el tren Transiberiano es la puntualidad. Los trenes salen y llegan a la hora prevista. Ni un segundo más ni uno menos.

Nos hemos percatado que si un tren está a punto de llegar temprano, desacelera y pone cámara lenta para llegar a la hora correspondiente en punto.

Paradojicamente la mayoría de los supermercados están abiertas 24 horas. Así que, sin mucho apuro, vale la pena zigzaguear por las calles Kommuniticheskaya y Oktabriaskaya, descubriendo entre los árboles y las aceras las viejas casas tradicionales de madera. Encantadoras muestras de las páginas del tiempo.

Quinta estación: Tobolsk, una de las ciudades más lindas de Rusia

Tobolsk está catalogada como una de las ciudades más lindas de Rusia. No está sobre la línea principal del Transiberiano pero vale la pena desviarse un poco para conocerla.

Es una ciudad antigua, fundada en 1587 y fue la primera capital de Siberia.

Cómo llegar a Tobolsk

Para llegar a Tobolsk que es una de las ciudades más lindas de Rusia, podemos bajar del Transiberiano en Tiumen y tomar otro tren hasta aquí. Hay varios trenes por día y demoran poco más de dos horas.

También se puede tomar un tren nocturno desde Ekaterimburgo. Esta fue nuestra elección. Dormimos en el tren y amanecimos en Tobolsk.

La estación de trenes de Tobolsk está alejada del centro de la ciudad unos 15 km. Pasan algunos autobuses que acercan al centro histórico y taxis que cuestan 350 rublos.

Dónde dormir en Tobolsk

Como la ciudad está esparcida en distintos barrios y con desniveles entre unos y otros, es conveniente buscar un alojamiento cerca del Kremlin.

Nosotros encontramos el Hotel Yamskaya y ha sido una maravilla completa.

Está a pocas cuadras del Kremlin, rodeado de flores. Nuestra habitación tiene un ventanal que da a la mejor parte del jardín.

El personal de administración es por demás de amable, muy agradables y el desayuno, incluido en el precio es soberbio y delicioso.

Además, el precio del Yamskaya está muy bien, 3100 rublos con el desayuno.

Qué visitar en Tobolsk

Lo más llamativo y por lo que se ha honrado a Tobolsk con el título de una de las ciudades más lindas de Rusia, es su Kremlin.

Esta construcción de muros trufados y torres blancas con simpáticos techos en sus torres, será una delicia para nuestros ojos.

Para donde miremos, admiraremos las doradas cúpulas intercaladas con otras de lapislazuli, como si un manto de cielo estrellado cubriera los templos.

El interior de las iglesias es igual de suntuoso por dentro. Magníficos frescos e iconografías pueblan techos y paredes de las catedrales de Santa Sofía y de la Intersección.

Entre ambas iglesias se eleva un campanario legendario cuya campana llamó a revelarse contra el zar Boris Godunov.

Los insurrectos fueron encerrados en la prisión del Kremlin que hoy constituye un interesante museo.

Todos las calles del Kremlin, jalonadas de flores, los amplios parques que rodean las edificaciones nos invitan a detenernos a contemplar.

Una vez rodeado y recorrido este Kremlin de una de las ciudades más lindas de Rusia, podemos bajar por unas largas escaleras de madera hasta el Casco Antiguo.

En el Casco Antiguo de Tobolsk se mantienen en pie casas de madera. Algunas bien conservadas y otras desmoronándose en el suelo pantanoso del río Irtish.

Las ciudades más lindas de Rusia nos revelan más de un secreto y sorpresa. En Tobolsk nació, estudió y trabajó Mendelyev, el creador de la tabla periódica de los elementos. Un logro magnífico que desde su creación ha servido a todos los estudiantes y profesionales de la química.

Hay otros museos para visitar, de historia local y regional siberians, y palacios y mansiones.

También pasaremos por iglesias llamativas como la del Arcángel Miguel con un interior muy colorido y la de Zacarías e Isabel.

Honor a los combatientes de la Gran Guerra Patria

Cada ciudad de rusa tiene impreso el recuerdo de la Gran Guerra Patria. En todas ellas se honra a la memoria de quienes lucharon y derrotaron al fascismo.

En Tobolsk existen varios memoriales, uno de ellos, el del Regimiento Inmortal, presenta paneles con fotos de los combatientes locales en una pasarela de cientos de metros. Más adelante flamea la llama eterna y nunca faltan los claveles frescos.

Hay otros memoriales a lo largo y a lo ancho de una de las ciudades más lindas de Rusia.