No hubo vuelo charter. Por supuesto. Estuvimos en el bar a las 7 de la mañana y el petiso brillaba por su ausencia. Lo llamaron. Esa compañía, nos dijeron… había tenido un problema y no volaba ese día; además había mal tiempo. Nos devolvieron los 660 dólares sin problemas, tras esperar un pòco más de media hora “five
minutes” a que el petiso que había hecho el garabato ininteligible con birome
negra, apareciera. Apareció. No había vuelo. No había charter. Basta! Queríamos
sí o sí salir de Lukla. Nos fuimos al aeropuerto. Uno de los chicos de ese bar
nos acompañó. Pensamos en el vuelo a Phaplu en helicóptero, al menos ahí ya
podíamos tomar el jeep a Kathmandu.
Nos tuvieron como maleta de loco por el aeropuerto, entramos a la sala de embarque, salimos, volvimos a entrar. Estuvimos a punto de subir a un vuelo chárter en el que nos cobraban 150 dólares. Volvimos a pagar. Ya estábamos casi por despachar las mochilas y dos colombianos, un tipo y una mina, se quejaron porque nosotros estábamos pagando mucho menos que ellos. Hicieron bardo. A ellos les convenía de todas maneras que subiéramos, porque se les abarataba el chárter a ellos, pero
gritaban, es que no es justo, colombiana puta con voz de pito, sabes cuánto me
cobraron en el hospital? Mil dólares me cobraron! Hemos pagado 400 dólares por
este chárter! Y otro colombiano que se hacía eco. No nos subieron. Pero el mal
tiempo quiso que ellos no salieran, y nosotros sí. Como maleta de locos nos
arrastraron a las corridas rodeando el aeropuerto por una calle de tierra y
polvo hasta la parte de atrás del aeropuerto de donde salen los helicópteros.
Nos pedían 250 dólares hasta Phaplu, arreglamos por 200, el precio que sabíamos
era 150, pero ya, a esa altura, se nos venía el sí fácil con tal de salir de
Lukla. Los asientos del helicóptero estaban medios descuajeringados, y ,
además, con los asientos, no entrábamos nosotros y las mochilas, así que
sacaron los asientos y nos sentamos en el piso, arriba de las mochilas. El vuelo
en helicóptero, breve, fue genial. Nunca habíamos volado en helicóptero. Es
estable, y la vista es espectacular. Fue como una excursión a través de los
Himalayas, cumbres, valles y pueblos encaramados en las laderas. Hermoso.
Breve. Unos quince minutos quizás. El helicóptero bajó en un descampado donde
había algunas máquinas, un pastizal pelado, y polvo, siempre polvo. Eso era
Phaplu. Empezamos a caminar. Un pueblito de mierda. Miserable, pobre, sucio.
Casas desvencijadas. Todo cubierto de polvo. Nos dijeron que los jeeps salían
de Solleri, un pueblo más adelante, así que seguimos caminando. Hacía calor, un
asco el sudor con el polvo. Caminamos una media hora hasta Solleri y ahí vimos
el primer jeep. Costaba 2500 rupias hasta Kathmandu pero no salían hasta el
próximo amanecer. Era el mediodía. Caminamos más. Vimos más jeeps, hablamos con
más gente. Sacaban el teléfono, llamaban a alguien. Si queríamos salir ya de
Phaplu nos costaba entre 20000 y 22000 rupias el jeep para nosotros, pero no
querían salir de tarde porque la ruta era peligrosa para que nos agarrara la
noche. No nos queríamos quedar en esos pueblos tan precarios y feos, una noche
más y buena parte del día que faltaba, qué haríamos todo el día ahí, en Solleri
o Phaplu. No nos quedó otra. Terminamos en una pocilga donde el olor a mugre superaba nuestra maleable adaptación. Primero
estuvimos en un restaurante oscuro donde no había nada para comer, después
cruzamos a otro, ahí comimos chow mien y pensamos quedarnos a dormir, pero al
momento de comprar los tickets para el jeep nos quisieron cagar cobrándonos
3000 a cada uno, así que cazamos las mochilas y nos fuimos a la mierda.
Terminamos en esta pocilga. Le compramos los tickets a la dueña, 2500 cada uno.
Salimos a dar unas vueltas caminando con Martín, Stella seguía convaleciente.
Compramos agua y unos panes para comer. Vimos dos sedes del Partido Comunista,
entré al maoísta donde había unos camaradas hablando, al pedo, porque se ve que
hacen poco. La otra sede estaba cerrada.
Desde que volvimos a Lukla nos pasaron tantas cosas, tantos contratiempos, que Martín llegó a pensar que éramos víctimas de una joda para Videomach.
Primero llegamos al hotel donde teníamos la reserva y la reserva del vuelo y nos dicen que no hay vuelos, que hay espera por mal tiempo, que no tenemos ningún vuelo reservado, ni tampoco hotel reservado. Nos vamos a otro hotel. No conseguimos avión ni nada, buscamos un día. AL siguiente nos mudamos al hotel del primer día porque nos damos cuenta que la dueña tiene influencias en la mafia aeroportuaria de
Lukla. Nos dice que otra vez os vuelos cancelados así que nos volvemos a ir de
su hotel Paradise al Delek donde la dueña ha sido muy amable. Conseguimos los
tickets para el chárter por 220 dólares, 660 entre los tres. Salimos a las 6 y
media de la mañana, el tipo que nos vendió el chárter no está donde dijo que
nos esperaría. El chárter no existe ese día. Nos devuelven la plata. Nos dicen
que hay otro chárter. Nos cobran 150 dólares a cada uno pero aparecern los dos
colombianos imperialistas de mierda, se quejan, y no podemos abordar. Empieza
otra vez el mal tiempo. No salen más vuelos. Conseguimos un helicópetro a
Phaplu, nos cobran 50 dólares más de lo que nos habían dicho que costaba.
Llegamos a Phaplu, no hay jeeps, es un pueblo de mierda, nos dicen que salen de
Solleri, siguiente pueblo. Caminamos a Solleri, hay jeeps pero no salen hasta
mañana. Nos dicen que cuestan 2500, nos quedamos en un lugar donde al momento
de comprar los tickets nos dicen que salen 3000. Nos vamos al carajo y caemos
en la pocilga donde el ticket sale 2500. Le preguntamos a la dueña de la
pocilga si hacen comidas, nos dice que sí, más tarde, se ve que tienen una
fiesta en la casa. No entiende mucho inglés. Le decimos que si decidimos comer
le vamos a avisar; entiende mal y cuando ya estamos durmiendo nos van a golpear
la puerta, dos veces hasta que le abrimos porque dice que ya tenemos la comida.
No comemos. Ya estamos durmiendo. Poco después llega gente al cuarto de al
lado. Hablan, hacen barullo, y como las paredes son de cartón parece que los
tenemos adentro de nuestro cuarto. Las toses de los de al lado parece que están
en nuestra misma cama, y los ronquidos también. Se desata una tormenta.
Relámpagos, truenos y mucha lluvia. No sabemos si tratándose de la carretera
que se trata, el jeep podrá salir y llevarnos a Kathmandu.