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Día 3: Kabak-Alinca

 

Experiencia mayo-junio 2011.-

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Terrible caminata. Los paisajes espeluznantes, rodeada de montañas imponente, de bloques de rocas enormes que crecían como monstruos de la tierra, y entre ellas, sobre ellas, desde ellas, árboles, pinos.
No salí muy temprano de Kabak porque me quedé charlando con Murat que tiene una moto y quiere hacer un viaje en moto por América Latina, así que yo en mi salsa, me entusiasmé y él tomaba notas. También necesita a alguien que trabaje en el camping así que si alguien está interesado… el lugar es precioso y tiene buena onda. Salí calculo que a eso de las 10 de la mañana. La salida estuvo bien, Murat me indicó y bien. Primero se sigue el curso de un arroyito, después hay que cruzarlo, no me hizo falta sacarme las botas porque está angosto y playo y se puede atravesar por las piedras grandes. Después de cruzar el arroyo, el sendero siempre pequeñísimo, el día de hoy sube y no deja de subir casi nunca. Hay algunos metros llanos, sobre la montaña, pero desde el nivel del mar en que está la costa de Kabak se sube continuamente durante 3 kilómetros sin respiro y por camino escabroso. Este tercer día, para mí, fue el más cansador, pero acá estoy, en Alinca, adentro de la carpa que armé cerca de la casita de unos pobladores que me invitaron a comer.
Alinca es más chiquito de lo que imaginaba. Las casitas tienen su encanto, blancas y de techos de tejas con jardines de malvones y prados de manzanillas donde pastan rebaños de cientos de cabras.
Caminé un trecho con Leah, una chica francesa, ingeniera eólica, que trabaja en Estambul desde hace diez meses. Muy piola. Iba a paso más largo que yo pero cada tanto nos encontrábamos y estuvimos juntas al llegar a Alinca. Nos sentamos en la casa de Bayram Bay, que según el libro, internet y otras referencias, es el lugar indicado para alojarse. Leah siguió camino hacia Gey, y yo, hoy, hasta aquí. Bayram Bay no llegaba, pero vino un señor viejito, Ramazan, que me empezó a decir que todos YOK, que significa no hay, no están, no. El señor viejito agarró mis bártulos y empezó a caminar indicándome que en su ev (casa), yatak (cama), uyuyor (dormir). Menos mal que cazo más de una porque sino lo hubiera atacado con gas pimienta. No. Chiste. El hombre muy amable me guió a la casa que comparte con su hijo, su nuera Sadiqa, y sus dos nietos. Ellos me indicaron la zona donde podía armar la carpa. Primero me ofrecieron una esterilla para dormir pero les explique que yo tengo ev y yatak, VAR, que es hay o está, o tengo; y no YOK. Enseguida prepararon comida y agua caliente para el mate. Comida: yugurrr, aceitunas negras, tomate, huevos revueltos, buñuelos, pan casero. Me morfé casi todo! Menos todo el pan porque era mucho. Venía atrasado el tren de los montes Tauro.
Llegué molida. No me puedo bañar. No hay ducha. El baño es sencillo. Pero estoy bien, contenta, y disfrutando, a pesar de las eternas subidas de este tercer día, del paisaje que me rodea. De los olores a resina, del dseter baladía que prefiere Rashed en Jiftlik, aunque a mí no me gusta, me recuerda a Palestina, a ciertas familias que echan dseter en el té. Disfrutando de las mariposas, de las arañas que tejen tan diestramente esas telas enormes, del canto de los pájaros. Hoy las montañas fueron más impresionantes que otros días. Desde Alinca se ve el mar y el primero de la Yedi burun que son las Siete narices y son cabos de tierra en el mar.

Actualización enero-febrero 2018.-

El sendero tal como lo recordaba de 2011, eterna subida que ofrece vistas inmejorables.

Salimos de la parcela que generosamente noscedieron Mehmet y Okan. Se trata del camping Dionissus, cuya dueña, Kudret, por ser baja temporada, no estaba y mantiene cerrado. Allí estuvimos de maravillas. El pago fue a voluntad y dejamos 30 liras cada uno. Okan partió con nosotros en la mañana para guiarnos hasta el inicio del sendero. Tal cual, llegar al arroyo, cruzarlo -se cruza varias veces- y empezar a subir y subir. Del arroyito vamos reponiendo el agua en nuestras ánforas. Luego, por un buen trecho ya no hay agua. Pasamos Delikkaya, la enorme monumental roca con varios agujeros y uno especialmente al que debe su nombre, piedra con agujero. Antes de llegar a Alinca hay una fuente de agua.

Tardamos 3 horas en total en llegar a Alinca. El suelo es en parte de la tradicional piedra pero alterna con pinochas caídas, amables a nuestros pies. Alinca ahora cuenta con algunas construcciones más que antaño. Ya no existe la pensión de Bayran Bay pero hay familias que ofrecen alojamiento y buena comida. En principio nos parecía caro el precio. Pedían 80 liras por persona. Tiene habitaciones y baños con ducha caliente. Calefón eléctrico. Finalmente arreglamos para dormir en carpa y con desayuno y cena por 55 liras. La comida que nos dieron fue de calidad. Excelente. Rica. Elaborada y abundante.

Día 4: Alinca-Sidyma

Experiencia mayo-junio 2011.-

Un día espectacular. Aunque soy medio tortuga caminando, o medio mula por la carga un tanto pesada que llevo, vale la pena.
Estoy en Sidyma con una familia preciosa que salió a recibirme en cuando vieron a este burrito de carga trastabillando entre las piedras. Todo lo que me decían es VAR, VAR, VAR. Lugar para dormir, agua caliente, comida. No hay internet, pero este es un pueblito perdido en medio de la montaña, donde hay unas siete casas.
En este momento escribo este reporte sentada en la alfombra de la sala donde se supone que voy a dormir, una señora, Madina, charla con otra mayor que hila lana de oveja con un huso y se llama Eminah, tiene las manos y la cara tatuadas, como los beduinos, camina con un bastón y es hermosa pero no quiso que le saque fotos. El resto de la familia sí, sin problemas.
Comimos carne de oveja, vardan, pan casero, queso casero y me dieron agua para el mate y para la ducha caliente, no sé cómo, pero la ducha fue caliente y me vino riquísima después de la caminata.
El camino no fue tan complicado. Un poco temerario al principio porque era bajando por el barranco que cae al mar, entre piedras un poco sueltas y arbustos espinosos. La señalización se me perdía porque está deslucida. Casi todo el camino fue remarcado en 2009 pero esta parte, no. Lo que hacía era largar la mochila para no andar tanteando entre las piedras, buscar la marca, volver a buscar la mochila y así cada vez que me perdía, unas cuantas.
Después de dejar esa parte de descenso estrepitoso hacia la mar, sin llegar hasta la costa, encontré que el camino bordeaba toda la ladera de la montaña, viéndose ya la segunda de las narices de las Yedi burun, siete narices. El camino fue precioso, cuando no me encontraba rodeada de pinos con esa frescura y ese aroma que me place tanto, me encontraba entre olivos añejos y retorcidos, o debajo de un roble enorme al que llaman el roble sagrado. En una de esas encontré un fogón apagado y lo encendí para calentarme agua para unos mates ya que esta mañana salí muy temprano y sin desayunar. Me hice unos ricos mates y continué la caminata hasta el pueblo Bogaziçi. Se pasa por una vieja cisterna otomana y enseguida empiezan a verse campesinos trabajando dentro de sus campos.
Bogaziçi es un pueblo con dos negocios, unas diez casas y una mezquita. Una señora, Mezer, salió a recibirme con agua fresca y unas frutas amarillas de un árbol. Parecen frambuesas y se llaman tuts. También me ofreció buñuelitos recién hechos y quería que me quedara a dormir ahí pero mi intención era llegar hasta Sidyma así que le agradecí toda su amabilidad, me dio la dirección para que le envíe las fotos que nos sacamos, cargué la mochilota y seguí mi ruta.
Antes del sendero del Likya Yolu, para retomar, había una ruta de asfalto de 3 km. Encaré paso firme y sin titubear, algunos olivos bordeaban las banquinas, la sombra era escasa y sudaba la gota gorda. En eso, un hombre venía en un tractor, frenó y me hizo señas de que subiera. No lo pensé ni una vez. Revolée la mochila a un cajoncito de verduras que había atrás del tractor y me subí. Me llevó hasta donde se retoma el sendero para continuar la ruta.
Un sendero pequeño que va vadeando un arroyo que está seco hasta una cisterna, luego sube y sube más hasta una columna romana que es lo único que queda de una antigua fortificación romana. Se sigue subiendo. Y subiendo, por entre terrazas donde pastan cabras. Muchas veces que escuchaba ruido entre las plantas pensaba qué bueno, alguien para preguntarle si voy bien, pero enseguida me daba cuenta de que eran cabras. Una de ellas, bebita, empezó a caminar conmigo y la seguí porque pensé que me estaba señalando el camino, y sí, iba bien la pequeña cabrita pero me di cuenta que si la dejaba venir conmigo se iba a extraviar del resto del rebaño, así que la espanté para que volviera por donde venía.
Otra cosa loca que me pasó fue que después de subir un manantial, luego de rodear la ladera de la montaña y antes de Bogaziçi, llegué a un punto arriba del manantial donde hay un tanque y un camino de bulldozer medio derrumbado. No sabía por dónde agarrar y vi en el suelo unas piedras que formaban una flecha, seguí la flecha y alleluyah! Era el camino correcto. Genial.
Cada vez que encuentro la marca roja y blanca cuando ando medio perdida, suspiro diciendo “gracias”.
Luego de llegar a esta casa y con esta familia maravillosa, el hijo de la familia, Sefer, con dos primos, me llevaron hasta el ágora. El ágora data de tiempos lycios, allí se encontró una moneda lycia del siglo 2 antes de Cristo. Luego hay inscripciones griegas y tumbas romanas desde el reinado de Claudio en el 4 después de Cristo y bizantinas de entre el 138 y 161 después de Cristo.
Un capitel completo esta desparramado como una saliente entre las piedras, hay molduras deshechas por el piso y las tumbas, agujereadas y rotas, son usadas como escondite por los chicos del poblado para jugar. Hay restos también de los antiguos baños en una estructura interesante con arcadas que todavía se mantienen en pie. Muy interesante.
Para llegar al ágora caminamos entre campos de trigo dorado.
La gente es muy, muy amable. Estoy a gusto, contenta. No hay internet pero me siento como en casa. Esta noche no armo la carpa. Duermo en el living. Son gente muy linda. Ruji, el hombre de la casa tiene rebaño de cabras y ovejas.

Actualización mayo-junio 2018.-

Un día marcado por el reencuentro con aquellas personas con las que compartí mi jornada en el año 2011. En Bogazici, estuvimos con Mezer y su vecina. Mezer estaba tan emocionada del encuentro y de que yo llevara conmigo las fotos impresas. No querían que nos fuéramos sin beber té o comer algo. Querían darnos más y más. Tomamos unos mates en el patio de la casa de enfrente. Luego seguimos, y en Sidyma, cuando llegamos a la casa en la que había dormido en 2011, Songul bajó corriendo las escaleras gritando: -Maria! María!  Dice que cada vez que veía venir una mujer con mochila por el sendero, ella pensaba que era yo. Siete años después se cumplió el pronóstico y la promesa. Toda la familia apareció y la ronda de té no cabía en el patio. La hija, Merve, tiene ahora 21 años y está casada, y los niños, Sefer y Fatih, son hombres enormes! Ahora, si bien el internet es débil, llega, y tienen facebook!

Fue un día de intensa vivencia humana, emocionante, y un camino largo, ya que, esta vez, no nos quedamos en Sidyma sino que proseguimos a Bel.

La noche en Alinca había sido agitada. El viento sacudía mi carpa por los cuatros flanco. Yo había armado en un peñasco bastante expuesto, el resto de la troup armó en una plataforma de madera más protegida por las habitaciones de alquiler. Desayunamos muy bien. El hospedaje se llama Mazara Pansiyon. Mazara significa «vista, panorama» y el nombre le va, ya que desde esas alturas y desde el vértice voraz de ese risco, hay una vista espectacular de las montañas alrededor y, empinado abajo del acantilado, la costa y sus penínsulas.

El sendero está mucho mejor señalizado. Muy bien, porque era peligrosa la bajada con aquellas líneas diluidas. Ahora está bien marcado, bien visible por dónde y de dónde a dónde ir sorteando las piedras en bajada hacia la costa. Luego ha habido algún derrumbe, quizás debido a la construcción de una carretera, hay piedras volcadas y árboles quebrados dolorosamente. Más adelante pasamos por una casita solitaria, vistosa, pintada de verde, y varias cabañitas salteadas esporádicamente. Cerca de allí, la cisterna.

Hasta Sidyma el camino sube y sube. Primero pasamos por Bogazici donde también hay más casas que antes. Compartimos el rato con Mezer y la vecina, tomamos mates, y seguimos subiendo hacia Sidyma, pasando ese odioso tramo de asfalto donde esta vez no nos cargó ningún tractor.  Antes de llegar a la casita de Songul visitamos el ágora y las ruinas.

Llegamos a Bel cuando empezaba a llover ya neviscar. Mucho frío. En Bel nos alojamos en la casa «turuncu», naranja. La pansiyon de Fatma. Enseguida encendió la salamandra y nos ofreció una habitación grande, toda llena de mullidas alfombras, con vajilla, mesas, sillas, y camastros con colchón donde pudimos dormir con nuestras bolsas de dormir. El precio, con cena y desayuno, 40 liras.

También tiene habitaciones de alquiler y baño con agua caliente de calefón eléctrico.

Día 5: Sidyma-Gavuragili (2011)/Bel-Letoon (2018)

Experiencia mayo-junio 2011.-

Desayuné con Madinah, Ruji ya había salido con las cabras desde las 5 y media de la mañana y Songül con los dos hijos se había ido a tomar un transporte hacia Fethiye. Madinah me acompañó con el ternero, al que llevó a beber agua, hasta donde estaban las marcas de la ruta. Apenas comencé a caminar hay más restos de lo que fuera el ágora de Sidyma hace dos mil años. Estaba sacando fotos y una señora, vecina del lugar, me invitó a su casa a tomar té pero le expliqué que acababa de desayunar y quería comenzar el camino.
El camino va, en esta primera parte, vadeando un arroyo seco, o sea caminando por las piedras que antes conformaban el lecho, o bien por los costados. Sube. Sube un buen rato y luego deriva en pequeños senderos de montaña entre sombras de olivos o pinos que llevan hasta un punto en que hay que trepar por piedras desbarrancadas de la ladera hasta un camino ancho de tierra. Fue duro. La pendiente era muy empinada y resbaladiza y yo con mi mochila pesada. Mi ventaja es haber nacido laxa y de piernas fuertes, porque me permite llevar una pierna hacia adelante, cargar en ella todo el peso y levantarlo, y la otra pierna, muy estirada atrás hace contrapeso en alguna raíz o algún árbol. Así todo, laxa y piernas fuertes, trastabillé o el suelo me engañó y me fui para abajo unos metros. Respiré, tomé fuerzas y medio ladeando la pendiente, de côté, diríamos, llegué al camino. Este es un camino nuevo, ancho. Por él venía un don viejito muy simpático con su callado de pastor. Nos saludamos. La ruta continúa poco después por la ladera de enfrente donde se toma otro sendero de montaña entre el bosque que lleva a un nuevo camino ancho que termina en el pueblo de Bel.
Bel es un pueblo de unas diez casas, Sidyma eran cinco o seis. Ahora estoy Gavuraigli donde si bien hay unas cuatro o cinco casas, queda una sola familia viviendo, y acá estoy yo. Cuando me vieron llegar me gritaron Hos gelidininz! Bienvenida. Me ofrecieron pensión y comida. Acepté armar la carpa y me ofrecieron una plataforma de madera con suelo de plástico. Espero que no se vuele porque por supuesto no he clavado las estacas, pero Fatma, la señora, me dio hilo y con el peso de la mochila si esto volara sería un milagro. Estoy sobre la plataforma con la carpa montada y atada a un olivo.
Mucha gente sale al cruce del camino a ofrecer hospitalidad.
El camino que sigue de Bel a Belcegiz es también una especie de ruta de tierra. Iba caminando, la gota gorda, algunos olivos salteados en las banquinas daban respiro al solazo. En Belcegiz hay dos casas.
Esta parte transcurre en un pinar, es fácil perderse en ese bosque fresco. Es frondoso, oscuro, y es difícil seguir las marcas, pero como d’habitude, dejé la mochila y salí a buscar la marca. Luego del pinar el sendero baja hacia el mar y hacia otras dos de las siete narices, ya las últimas, porque al subir a Sidyma dejé de ver el mar ya que es montaña adentro.
Después del pinar, la ruta que baja hacia el mar, va por un camino angosto de piedras puntudas que se llama el camino militar. Llegando a una cisterna con agua muy sucia me encontré con una pareja de franceses que viene haciendo toda la ruta pero alrevés, comenzando desde Antalya. Charlamos un rato, a pico seco porque el agua estaba llena de larvas, y la lata oxidada, pero igual la enjuagamos y nos mojamos la cabeza, y luego cada cual su ruta.
Se sigue bajando al mar, hay varios desvíos, pero el paisaje lo vale, vale todo. Hay olivos añejos, pinares frondosos, alguna que otra parte con arbustos bajos y enebros y luego los campos sembrados llegando a Gavuragili.
Fueron 20 kilómetros! Ni yo me lo creo.
La comida cena con Fatma fue completísima y riquísima, verduras guisadas, ensaladas, verduras con yugur y postre. Agua para el mate y buena compañía. Naim y Fatma y ahora acaban de llegar un turco y dos alemanas que andan haciendo alguna parte de la ruta Lycia. El turco, Turgen se cayó pero le fue peor que a mí. Tiene el pie a la miseria y no sabemos si podrá continuar el camino.

Actualización enero-febrero 2018.-

Amaneció húmedo pero sin lluvia en Bel. Igual el cielo plomizo no era un buen pronóstico para caminar. Primero hasta el final del camino ancho, luego por un bosque de pinos, y luego bajar por las piedras de la costa. Antes del bosque de pinos, donde termina el camino ancho, hay que meterse un poco a la izquierda. Hay algunas construcciones semi abandonadas, precarias, corrales de animales, algunos plásticos. Las marcas están bien, y cuando el sendero se bifurca o es confuso, el sendero que no es, pone siempre una cruz roja. La bajada se hace más sencilla que antaño gracias a las marcas y a un zigzag bien delimitado y pisado por unas cuantas huellas. Es de piedra. Se pasa por la cisterna que sigue estando un poco sucia aunque creo que un poco mejor que antes, y luego de ir ya franqueando esa costa rocosa y escarpada, nos adentramos en un monte de olivos. Allí diluvió. Las copas de los árboles nos guarecían apenas, la lluvia era tupida y también cayó granizo. Corrimos un poco entre los chaparrones. Quedarse quieto bajo los árboles era inútil. Nos mojábamos más.

Con la carrera a la lluvia llegamos rapidísimo a Gavuragili. Hay un camino ancho llegando al caserío. Hay construcciones nuevas. Se ve un hotel o algo así, un edificio blanco, de varios pisos, pero todo cerrado y abandonado. En Gavuragili no había absolutamente nadie. Seguimos. Escampó y salió el sol. Pudimos caminar un poco secándonos mientras apreciábamos la belleza mediterránea de esa costa exclusiva. Poca gente llega a Gavutagili. Muchos ni siquiera lo conocen. A mí me fascina. El color del agua debajo del acantilado, en aquella playa estrecha, paradisíaca pero prácticamente inalcanzable. Hermosa.

Ahora, saliendo de Gavuragili, hay una ruta de asfalto. Por esta ruta y un poco más secos aunque aún bastante húmedos, seguimos hasta Pydnai. La fortaleza asoma extraviada en un pastizal, hundida en un pantano. Todo está inundado, incluso no pudimos acceder al restaurante cercano donde también hay pensión. El agua de la inundación nos daba arriba de las rodillas, por el culo. Los muellecitos de acceso, el puente, todo estaba bajo el agua.

Seguimos entonces por la carretera rumbo a Letoon. Llegamos a Karadere, una inundación pero de invernáculos. Nos acompañarán buena parte del recorrido lycio. Turquía enmicada. Plastificada de invernaderos. Es impresionante y horrible pero quizás necesario para el progreso y bien vivir de estas buenas gentes. Los invernaderos recortan la imagen idílica de la montaña y el mar. Quiebran. Le cortan un pedazo a la belleza y la emparchan con plástico. Se hace sentir el calor a pesar de ser invierno. Tanto plástico!

En Karadere volvió a llover con todo. Nos guarecimos en un hueco debajo de una garita. Amuchados. Llovía desde todos los wines. Todo aquí ya es asfalto y, por dicho asfalto, seguimos hacia Kumluova junto al sitio legendario de Letoon donde nacieron Apolo y Artemisa. Nos alojamos en el Apart Hotel Letoon. Muy bueno. Con todo los servicios de un hotel. Nos pudimos secar a pleno, calefacción, ducha caliente, desayuno. Todo por 60 liras.

Día 6: Gavurağılı-Xanthos y Patara (2011)/Letoon-Üzümlü (2018)

Experiencia mayo-junio 2011.-

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Este día las rutas son variadas. La modernidad no sólo ha llegado a San Pedro de los Aguados, sino que también se extiende por la antigua ruta Lycia.
Salí de Gavurağılı con rumbo a Pydnai. Pydnai es una antigua fortaleza que resguarda el cabo oeste de la amplia bahía de Patara. En Patara se encontraba el oráculo de invierno de Apolo, mientras que el de Delfos era el de verano. Se llega a al fortaleza por un camino de autos entoscado y de tierra.
Se debe entrar a la fortaleza y es difícil encontrar un punto donde lograr salir, significa que aún sigue cumpliendo en ese lugar su funciónde infranqueable. La fortaleza naval y militar de Pydaní está junto a la desembocadura del río Ölzen.
Para seguir camino, luego de lograr salir de la fortaleza, hay que cruzar la desembocadura del río por un puente colgante. Se llega muy cerca de la costa y se camina entre la arena, las dunas y algunos pinares hasta encontrar otra ruta moderna para autos.
Es caluroso andar en esta época por estos caminos modernos, asfaltados o terregales sin arboledas hasta las ruinas de Letoon.
Letoon es una serie de templos que honran la memoria de Leto, madre de Apolo y Artemisa, hijos de Zeus con esta amante repudiada. Leto, al ser abandonada por Zeus, salió a buscar un lugar seguro para dar a luz a sus gemelos y cerca de Letoon unos pastores quisieron atraparla y ella los convirtió en sapos.
En las ruinas se conserva un anfiteatro, varias columnas del templo de Artemisa, y restos de muros de los templos de Apollo y Leto. Esta construcción data de entre los siglos II y V antes de Cristo.
Luego de esta visita retomé la ruta, también moderna y calurosa que sale de Letoon hacia una ciudad de más de 10 casas que se llama Kumluova. Por allí pasa un dolmus (minibus) que me dejó en el cruce con otras ciudad de más de 10 casas que se llama Kinik. Desde Kinik caminé hacia las ruinas de Xanthos, antigua capital de Lycia.
Xanthos es mencionada por Homero en la Iliada; allí cuenta que los Lycios de Xanthos se unieron a los troyanos en su defensa contra los griegos en el 1200 antes de Cristo. Cuando los persas invadieron Xanthos en el año 545 antes de Cristo, estos lucharon y resistieron los embates hasta que al quedar completamente atrapados por los persas decidieron incendiar la ciudad, arrojar al fuego todas sus pertenencias, sus esclavos, sus hijos y sus mujeres y luego los pocos hombres que quedaban se enfrentaron a matar o morir cuerpo a curpo contra el enemigo. La ciudad fue refundada por ochenta familias que se encontraban fuera de Xanthos durante el ataque persa. En el año 42 antes de Cristo, Brutus quiso someter a Xanthos. Los Xanthienses consruyeron barricadas, se defendieron con fuego contra los invasores y los burlaron y vencieron en varias oportunidades hasta que finalmente las tropas de Brutus lograron traspasar los muros. Brutus estaba furioso ante la resistencia de los xanthienses y compensaría a cada uno de sus guerreros por cada xanthiense vivo que capturara. Solamente lograron obtener recompensa por 150 prisioneros, ya que los xanthienses volvieron a incendiar todas su pertenencias, sus esclavos, sus hijos y sus mujeres y se suicidaron.
Los restos más importantes y más bonitos de los monumentos arqueológicos de Letoon y Xanthos fueron sustraidos por exploradores ingleses, tales como el magnífico templo de las nereidas, están en exibición en los museos británicos. Sin embargo hay destacables trabajos que pueden apreciarse o intuirse, tales como la magnificencia del teatro, las imágenes esculpidas de nereidas con túnicas delgadas y sus cuerpos mitad mujer, mitad pájaro y la piedra rosetta escrita de manera bilingüe en griego y lycio.
En mi ruta Lycia de hoy, visité estos restos. El calor golpeaba y rebotaba contra el asfalto y en Xanthos no había lugar para dormir, ni pensión, ni camping.
Con el amigo turco que se rompió el pie, nos cruzamos varias veces en el día de hoy. Uno llegaba, el otro se iba. Finalmente nos encontramos en Xanthos, sin saber qué hacer, era temprano, y ahí no había lugar para quedarse. Así que decidimos partir. Justo otro chico turco que estaba trabajando se dirigía a Patara, donde se encuentra el oráculo de invierno de Apolo y que se encuentra sobre la playa. Es una de las próximas estaciones de la ruta Lycia y también el camino está atravesado por rutas pavimentadas modernas. Aceptamos viajar con el trabajador turco.
Como hacía mucho calor y habíamos caminado desde la mañana temprano desde Gavuragili, a 15 km de Xanthos, fuimos a la playa. Tras unos refrescantes baños de mar, retomé la ruta hacia las ruinas de Patara. Muy interesante y muy amplio.
El nombre deriva del hijo de Apolo y la ninfa Lycia. Ante el desastre ocurrido en Xanthos contra Brutus, la ciudad de Patara decidió abrir sus puertas y Roma la convirtió en su capital romana en Lycia.
Desde las ruinas de Patara caminé hasta la ciudad. Estoy en una pensión hermosa, Flower Pensiyon. Cuesta 35 liras con desayuno, tengo balcón e internet wifi. El agua de la ducha es un espectáculo. Cené acá y fue delicioso y abundante.
Mañana se retoma la ruta con la esperanza de que sean antiguos y frondosos caminos.

Actualización enero-febrero 2018.-

En verano fue una ruta muy calurosa y en invierno, también. Mucho asfalto. Mucho camino ancho y la creciente invasión del plástico invernadero. Turquía for export. Además de los invernáculos de tomates, pimientos, pepinos, berenjenas, se han multiplicado magistralmente las calles de pavimento, las carreteras y el tráfico. No da tanto gusto caminar algunas partes del sendero de hoy. Otras, sí, y mucho. Da gusto entrar en algunas villas y caseríos, compartir la sombra de una parra con la familia. Caminar sobre el acueducto antiguo.

Al salir del Apart Hotel fuimos a visitar las ruinas de Letoon. Es un lugar encantado por la magia: el nacimiento de Apolo y Artemisa. Leto, su madre, amante de Zeus. Artemisa y Apolo hijos de Zeus. En el tempolo de Apolo se conserva impecable una alfombra de mosaicos.

Desde Letoon a Xanthos es por pavimento y desde Xanthos otra vez, se sale por pavimento y en subida hasta Çavdir. En Çavdir hay que entrar en el cementerio, cruzarlo todo, y, al final, hay una marca un poco diluida que nos indica saltar hacia afuera por sobre la barda de piedra. No hay muchas marcas, no hay señalización. Debimos preguntar a los trabajadores que estaban cosechando aceitunas. Nos mandan para arriba, entre medio de un bosquecito. A veces aparece alguna pirca. Marcas salteadas, casi nada. Tenemos que encontrar el recorrido del acueducto y seguirlo. Caminamos sobre la cazuela pedregosa por el borde de la ladera. Entramos a Çavkoy y allí nos invitan con naranjas, pan casero, y un montón de pimientos! Volvemos a subir y retomar el acueducto, siempre bordeando la ladera de la montaña sobre nuestra izquierda.

Seguimos el manantial de Ipinar, vertiéndose generosamente y sin claudicar a través de un canal de 2000 años, luego debemos de cruzar caminando siempre sobre la línea del acueducto, por un puente. Un arco de piedras acomodadas ha veinte siglos y aún en pie y sosteniendo nuestro pasos a doscientos metros de altura. Es alucinante!!

Por todo este camino, le daremos la vuelta al manantial encajonado en un cañón y vertiéndose desde sospechosos boquetes en la roca. Por allí hay un prado donde se podría acampar. Nosotros seguimos y al finalizar el sendero volvemos a aparecer en otra carretera muy nueva y aún nos falta seguir caminando por ella hasta Üzümlü. Es un buen rato, se hace un poco largo, pero se llega.

En Üzümlü acampamos. El camping y pensión está sobre la ruta nueva y tiene un cartel de anuncio. Fue genial. Apenas llegamos dispusieron todo para nosotros. Fogón, té, comida. Todo casero.

El camping con desayuno cuesta 40 liras.

Día 7: Üzümlü-Patara (2018)

Actualización enero-febrero 2018.-

Esta etapa no la hice de esta manera en 2011. En ese momento no paré en Üzümlü  y este recorrido lo hice desde Patara, ida y vuelta, un poco perdida en el pinar.

Esta vez, 2018, también hemos perdido la marca en varias oportunidades pero no nos hemos perdido la maravilla de caminar sobre y debajo de Delikkemer. 2000 años de ingeniería. El acueducto en todo su esplendor. Enorme. Imponente.

Para arrancar desde Üzümlü hay que subir a la mezquita del poblado y enfrente empezar a subir. El camino, si bien al principio hay marcas, se pierde porque hay construcciones nuevas, calles nuevas y viviendas. Hay que ir prestando atención y buscando. En algún momento aparecerá alguna pirca o alguna marca. Hay muchas bifurcaciones y no se pueden tomar a la ligera, hay que avanzar y retroceder hasta asegurar la continuidad de la Ruta.

Llegamos a Akbel y como es poblado otra vez se complica. En la entrada de la ciudad, no muy grade, hay unos mercaditos. Hay que pasar frente a ellos y luego tratar de mirar las cruces que nos indican por dónde NO ir para saber por dónde ir. Las cruces son más orientativas, en este tramo, que las marcas.  En definitiva hay que pasar longitudinalmente, en dirección a la costa, todo el pueblo. No es muy largo. Ánimo!

Después vienen el sendero, sobre arbustos espinosos, y se camina por él siguiendo el trazado del viejo acueducto hasta llegar a la parte más impresionante donde se ven las tremendas piedras con los agujeros redondos por donde circulaba el agua desde hace veinte siglos. Se confunden un poco las marcas cuando aparece la posibilidad de pasar por arriba o por abajo del acueducto. Se puede subir, verlo desde arriba, luego bajamos, pasamos por debajo y salimos a una ruta nueva, de asfalto nuevísimo, donde está la señalización que nos da la opción de Kalkan por la costa o por Dlikkemer que es la que venimos haciendo. Desde aquí seguimos a Patara.

Alterna por caminos anchos y senderos, bosques de pinos, olivos. La marca nos señala hasta la entrada de Patara donde aparecen algunos hoteles nuevos. Nosotros seguimos hacia Flower Pansiyon que es donde me alojé antes. Nos quedamos allí y nos cobran 100 liras por los tres con desayuno. Buen precio y el lugar siempre cálido, acogedor, con gente linda.

Día 8: Patara-Kalkan

Experiencia mayo-junio 2011.-

Caminata rara pero liviana. Dejé la mochila en la Flower Pensiyon y salí. Para llegar al comienzo de la Ruta Lycia hay que subir la ladera de Patara o Gelemis, nombre real del pueblo al que comunmente se nombra como la playa, Patara. Se sube la ladera y se llega al cruce que propone un camino por Yali Burun, que rodeando la península y otro por Delikkemer que pasa por acueductos romanos que datan de hace más de 2000 años y son una obra maestra de ingeniería. Al llegar al cruce elegí la segunda opción, ya que, si bien me encanta el paisaje y la naturaleza salvaje, me interesa aprovechar y aprender de estas porciones de historia que han quedado sembradas del pasado en nuestra tierra.
Durante todo el camino vi dos marcas, señales rojiblancas, añejas, desteñidas. Casi todo el camino Lycio fue reseñalizado en 2009, esta parte, evidentemente, no. Llevaba el mapa en el morral y un poco por intuición y la dirección del horizonte costero que veía desde la cresta de la montaña, me iba guiando. A las perdidas aparecías señales esporádicas.
El camino es ancho, casi todo abierto a máquina para el paso de tractores. Los campos están sembrados de olivos ordenados, pero la caminada es al rayo del sol.
Un buen momento entra a un pinar, fresco y perfumado. Ahí empezaron a aparecer marcaciones nuevas. Seguí, era bastante plano, lleno de flores raras y entre tanto y tanto restos de ruinas o del recorrido de los antiguos acueductos.
Antes de llegar a Kalkan, hubo un cruce de caminos confusos. Dos de ellos tenían una cruz roja que es la marca que se utiliza «por acá no», «este no es», así que tomé el tercero. Había marcas y yo feliz. Era un pinar, así que más feliz.
El pinar luego se acabó y se convirtió en una ladera de matorrales y yuyales delgados más altos que yo -no hace falta mucho-, entre la maleza se veía el senderito arenoso. El senderito arenoso desembocó en un camino de tractor. Hay muchos de estos caminos nuevos, se abren como ramas en el suelo, y es porque Turquía crece, la gente construye, no hay señalización y los caminantes nos perdemos. Además hay granjas agrícolas en lugares donde quizás hasta no hace mucho tiempo era sólo vegetación autóctona y terreno agreste.
Luego de varias horas aparecí en el mismo lugar donde había comenzado.
Esto significa, que si bien pensaba llegar a Kalkan y quizás seguir un poco más y regresar a Patara en un dolmus (minibus), caminé todo, de ida 10 km, de regreso 12 km, y como iba sin peso y a pesar del sol, no se me hizo lento.
Mañana parto rumbo a Bezirgan que promete ser bonito, y luego a Gökçeören que dicen que encierra varios misterios. Creo que internet YOK, pero pronto vuelvo con todas las novedades a este blog.

Actualización enero-febrero 2018.-

Tal como antaño: sigue siendo complicado salir de Patara y no perder el rumbo a Kalka, al menos al inicio. Claro, es sitio histórico y no se puede marcar, pero habría que poner más señalización para arrancar desde las ruinas porque se hace complicado encontrar la senda.

Recorrimos las ruinas. Patara, una de las antiguas capitales de Lycia, conserva en muy buen estado y a pesar de haber transcurrido mil, dos mil años, y más, buena parte de sus antiguas construcciones, arcos, templos, teatro y tumbas. Hay restos esparcidos por doquier en un área amplia que va desde 2 km saliendo hacia el mar del pueblo, Gelemis, igual conocido como Patara, hasta el mar, y restos también remontando las laderas hasta la cima. Muchísimo y en pie.

Actualmente cobra 15 liras la entrada a sitio, pero desde la ruta Lycia, si uno llega desde arriba puede evitarse el pago y recorrer igual. Desde las ruinas a unos cientos de metros, está la playa.

Para salir desde la ruina hacia el sendero hay que buscar una marca diluida en la corteza de un árbol viejo que se mantiene en pie a la altura de los tres emblemáticos arco. Luego hay que pasar entre casas e invernáculos. Desde el árbol sobre nuestra izquierda si miramos hacia el mar. Recto y luego, entre unos arbustos bajos, tomar un senderito angosto, apenas visible entre los arbustos bajos, pero abierto. Por ese senderito se llegará a un camino ancho que sale cerca del hotel Ince por donde pasamos ayer antes de bajar a la ciudad. Allí ya comenzarán los carteles, tabela en turco.

El camino a Kalkan es más largo de lo previsto. Cuando después de muchas horas vemos la ciudad blanca de Kaljan vistiendo la costa oceánica, todavía nos faltará bastante por un camino ancho de piedras hasta salir al asfalto, y luego, desde el asfalto bastante más porque la ruta da varias curvas.

Buena parte de este día transcurre por caminos anchos. Las marcas se han perdido en muchos tramos. Nos perdemos y volvemos a buscar,

En Kalkan nos alojamos en Gul Pension, Omer, el dueño es muy amable. El hotel tiene de todo lo necesario y esperado, las habitaciones, balcones con vistas formidables al mar, está super bien ubicado y con desayuno cuesta 60 liras.

Día 9: Kalkan-Bezirgan (2011)/Kalkan-Saribelen (2018)

Experiencia mayo-junio 2011.-

Como decimos por allá, un calorón! Pero ya estoy en la montaña. El aire es fresco. No sé si habrá mosquitos. Por las dudas cerré los mosquiteros de la carpa. Acampo frente al café Dervish del señor Dervish. Caí acá, como peludo de regalo. En Bezirgan, un pueblo de menos de diez de casas de paredes blancas y techos de tejas rojas, pintorezco, acampo en el campito que rodea al café Dervish, hay agua y baños.
Esta región es de siembra de trigales y hay muchas chozas típicas, como casas de enanitos, donde se almacena el trigo para hacer harina para hacer pan.
La caminata de Kalkan a Bezirgan no es muy dura, pero el sol me mataba. La montaña es peladísima. Yo cada vez que veía un perejil me ponía a la sombra. Hay arbustos espinosos, plantas tipos calafates, pinchudos, abrojos, ortigas y cada tanto algún olivo que se las rebusca para seguir enredándose en la vida. Bebí litros de agua! No sé cuántos, por suerte hay varios pozos durante el camino. Por primera vez desde que empecé esta ruta, no crucé a nadie, sólo a las cabras y al sol. La mayor parte del tiempo el camino es en zigzag y pedregoso. A medida que se va subiendo la colina que cubre las espaldas de Kalkan la vista del mar con los cabos y las islas es más amplia y más alucinante. Cuando llegué al final de la primera colina pensé que ya estaba, que era hasta ahí, pero no. Terminada esa ladera, detrás esperaba otra. Igual, sendero de piedras que continúa por el lecho seco de un arroyo, lecho también de piedras.
Llegué a Bezirgan y seguí las indicaciones que decían Pansiyon 500 m. Se trataba de la pensiyon Owaland que ya había visto por internet, un B&B de 100 liras, a mí me duran tres días o más. La casa es preciosa, y el jardín increíble, lujurioso. Tantas flores de tantos colores, eso sí que es un vergel! Esperé un rato para preguntar. No veía que hubiera mucha onda familia o de lugares para acampar. Le pregunté a una vecina a 300 m de ahí y me dijo que no había más que una pensiyon y que era ese B&B, así que esperé un rato más y de paso descansé. Al rato aparecieron los dueños y me dijeron que no había lugar. No les creí, sobre todo porque el tipo, turco, no habló; habló la mina, una inglesa respingada. Me alegro mucho que no haya habido lugar aunque más no sea porque no les gustó mi olor a chivo.
Gracias a eso caí en el café Dervish. Primero pensaba esperar un dolmus que me llevara hasta Saribelen donde había leído que hay una pansiyon. Esperé, pero el Sr Dervish me decía problema yok, que podía acampar acá, que él cocina para la cena. Al final como se hizo tarde y el pastito era tentador, le dije que sí, que me quedaba.
La cena del Sr Devirsh fue Soberbia. Creo que es la mejor que he comido durante la ruta y eso que las del Flower Pansiyon son buenas, pero con Dervish hubo churrasco asado a la parrillita! Y me dio dos veces, pero le tuve que decir que no, que ya era mucho. Una ensalada gigante. Y de postre yugur con miel natural, un plato lleno, y melón. Me costó 20 liras y 5 el camping.
Me preguntó si quería el desayuno, pero le dije que no, porque así me levanto apenas amanezca y salgo antes de que el sol me pele el turbante.

Actualización enero-febrero 2018.-

Una pena no haber podido quedarnos en Dervicsh café. Todo estaba cerrado y mi amigo estaba en Kalkan. Por eso, este día, tuvimos que seguir a Saribel. Opción nada recomendable ya que por la construcción de carreteras y caminos nuevos, los senderos están destruidos. Las marcas desaparecen de golpe, se pierden y tuvimos que trepar casi en vertical, dos veces, para acceder a los caminos y tratar de adivinar por dónde seguir. Muy mal. Además en Saribeln caímos a dormir en lo de Kekan, kekagada; mucha comida casera, calor del fuego, música y baile, pero después nos quiso re fajar con el precio. Nos quería cobrar 80 liras!! Finalmente arreglamos a 60, con cena y desayuno. Hay otras opciones para dormir en el lugar pero no estaban disponibles en este momento y definitivamente lo mejor es quedarse en Bezirgan en Dervisch café.

Salimos de Kalkan por la ruta de asfalto. Hay dos caminos, el otro va por dentro, en la ladera de enfrente de la ruta. Nos enteramos después.

Esta parte de Ruta Lycia, desde Kalkan tomar el sendero, también es confuso. Nosotros arrancamos por la ruta hasta Ulugol, y desde ahí, cruzamos la ruta y empezamos a subir. Hay una parte de zigzag que está bien marcada, después es trepar a la que te criaste entre rocas enormes y algunos olivos. Las marcas se pierden y de vez en cuando, muy a las perdidas, hay alguna que otra pirquita. Subiendo y trepando llegamos a un descampampado amplio, aquí les dicen «ova».  Hacia la derecha había una cruz roja, marca de por ahí no. Así que giramos sobre nuestra izquierda y muy pronto vinos marcas. Las seguimos, error!! después de ma´s de una hora, después de haber pasado una cancha de tenis en medio de la nada, nos dimos cuenta que estaban caminando en reversa hacia Kalkan por la otra alternativa de la Ruta Lycia. Conclusión: faltan carteles con flechas que indiquen. Muy mal. Perdimos tiempo y desgaste de nuestras energías. Preguntamos a unas personas que estaban cosechando olivas y nos indicaron. Subimos por unos caminos anchos, también confusos y en parte de asfalto nuevo y llegamos a la carretera de arriba, donde se veía desde abajo la mezquita que nos señalaron, y donde está la antigua cisterna otomana que es un hito en esta etapa.  Costó. La última parte de la ruta en subida, por el asfalto, sin sombra, al rayo del sol y recontra empinada, es agotadora.

Después de la cisterna, enfrente, sigue el sendero. Aquí ya está bien marcado, todo el trecho hasta Bezirgan. Llegando a Bezirgan había nieve, bastante nieve. Es más alto, frío, pintoresco, apacible. Casitas esparcidas por el campo. Un llano sobre las alturas, álamos y algunos frutales. Un señor se acercó a regalarnos muchas naranjas. Ricas, pero siempre demasiadas para cargar. Luego, como no encontramos al señor Dervisch, descansamos un poco en el mercado cerca de la mezquita y proseguimos el camino. Aquí es donde llegó la peor aret y la que no recomendamos hasta tanto se aclare la Ruta Lycia y sus marcas.

Parece que hay marcas, pero de golpe y porrazo desaparecen, hay canto rodado o derrumbes de piedras enormes, uno va por donde le parece. Llegamos a un depósito de agua que parecía una casita amarilla, pero está en el medio de pilas de tierra movida por bulldozers, luego caminamos hasta el asfalto. Dese allí ya se veía Saribelen, allá abajo y a lo lejos. Llegamos casi de noche. Hacía muchísimo frío y había bastante nieve.

Si no es posible quedarse en Bezirgan y es necesario pernoctar en Saribele, también, si hay tiempo, es posible caminar una hora más hasta un lugar ideal para acampar que vimos al día siguiente, en un pastito mullido y junto a un pozo de agua en buen estado.

Día 10: Bezirgan-Gökçeören (2011)/Saribelen-Gökçeören (2018)

 

Experiencia enero-febrero 2011.-

Me levanté con el muazir de las 5. Una de las mezquitas de Bezirgan está a las espaldas del café Dervish donde dormí. Me dormí tarde porque los hombres hablaban de política en voz alta. El próximo fin de semana hay elecciones en Turquía y hay debate. Más de uno en el grupo de discusión era socialista ya que se alegraron de ver mi remera del Che y me pasaron unas ochenta veces una canción turca antiimperialista que dice “amerika gatil, gatil” -o katil- amerika mata, y según me explicó el Sr Dervish, se refiere a Iraq.
Hoy fue la primera vez, que a pesar de haber realizado una caminata larga, no me perdí. No sé cuántos kilómetros fueron porque al salir de Saribelen a 7 km de Bezirgan, el cartel marcaba: 7 km Saribelen, 13 km Gökçeören, pero al rato de haber caminado un trecho de más de media hora, aunque a paso de tortuga, el letrero ponía: 1 km Saribelen, y otra vez 13 km Gökçeören. Como mi destino era Gökçeören sentí que no había caminado un pito.
Arranqué con la fresca. No desayuné porque el Dervish abría el café a las 8 y el sol está matador, recalcitrante, así que después del muazir de las 5, acomodé las cosas adentro de la carpa, hacía fresco y daba fiaca, pero salí de la bolsa, doblé todo, me lavé la cara, un vaso de agua y a la ruta!
La ruta es LARGA y es variada, pero cada variante dura un rato largo. Por ejemplo, subiendo de Bezirgan hacia la carretera que conecta con Saribelen, es un sendero entre piedras flojas que sube vertical una ladera. Esto para empezar después de haber caminado 1 km de una mezquita a la otra de Bezirgan, que es donde inicia la ruta. Cruzando el pueblo de punta a punta me di cuenta que son más de diez de casas y, quizás, más de veinte, hecho que pude corroborar al subir la ladera.
El sendero a Saribelen, sube y baja a una margen y otra de la carretera y se cruza con esta unas tres veces. Después se cruza parte del pueblito de Saribelen hasta donde inicia el tramo a Gökçeören. El paisaje es cambiante. De a ratos son senderos angostos entre arbustos espinosos y un olor dulzón a retamas amarillas que visten los lados. Hay flores duras, rojas y violetas. Algunas rosadas parecen hortensias acorazadas, resistiendo ese calor con sus pies clavados en la roca.
Después hay zonas de pinares altísimos, con la fragancia típica y la alfombra suave de pinochas que es un bálsamo para los pies tratando de acertar entre piedra y piedra. Gracias a los pinos y las mullidas pinochas. Después el camino es una ruta de tierra agreste, ancha, que corre paralela al mar, sin un solo árbol. El paisaje es maravilloso, pero las horas pasaban y ese camino no terminaba de dar vueltas. Ya me había tomados unos tres litros de agua, en menos de tres horas. Una sola alma pastoreaba un rebaño de cabras. Su var mi? Le pregunté, que significa, hay agua? VAR. A pocos metros había un pozo tapado con unas tablas. Colgado de un árbol, al lado, el balde con la soguita. El agua era tan fresca! Bebí y llené mis ánforas. Hice una parada de descanso ahí. Hice varias más después porque el solazo apretaba.
Iba leyendo las indicaciones del libro, para saber qué vendría después, y lo que decía el libro todo bien, pero el tema es que si anunciaba rocas modeladas por el viento, con formas redondeadas y planas, con agujeros, había cientos de esas y las cruzaba, y subía y bajaba, y había más, y más y más atrás. Después decía que había que cruzar campos sembrados y ahora son trigales, pero no eran uno o dos campos, eran cincuenta, cien!
Salí a las 7 de la mañana y llegué a las 4 de la tarde. Soy lenteja y la mochila es pesada, y yo me siento muchas veces, fueron 9 horas.
En una parada, entre el pozo y los campos de trigo, se pasa por una casita de piedra, la casita del Sr Husseyin, paré a saludar, me dieron más agua y ayran, ese yugur tan fresco y suave que hacen acá. Divinos. Querían que me quede a comer, pero yo después de un té preferí seguir porque no sabía cuánto me faltaba para llegar, la familia de Husseyin me dijo entre 2 y 3 horas, y yo pensé, tratándose de mí, serán 4. Pero no, fueron 3, ya le había agarrado el tranco y así que en un rato llegué a Gökçeören a la pansiyon de otro Hussein, Yilmaz, es una edificación nueva. Son cuatro habitaciones, con muchas camas, colchones nuevos, balcón, ducha caliente. Ya me bañé. Ayer, en el café Dervish no había sido posible, así que el Che y yo no nos mirábamos ni nos soportábamos el uno al otro.
La pansiyon incluye también cena y desayuno y cuesta 40 liras, aunque pedían más, 70 y me pareció caro y regatée hasta 40 que igual es bastate.
Hoy tampoco crucé otros caminantes.

Actualización enero-febrero 2018.-

La senda entre Saribelen y Gökçeören está actualmente muy bien señalizada. Encontramos bastante nieve, pero no es un tramo complicado. A una hora y media de Saribelen o poco más, hay un sitio donde se puede acampar, luego a dos horas o dos horas y media está la casita de Hussein y su familia, siguen estando allí, siempre hay alguien de la familia, y también es un lugar donde se puede acampar. Allí nos encontramos con Sayma con quien yo había estado en la anterior oportunidad y a quien también llevaba su fotografía. Nos convidó con té, pan casero y un dulce de higos delicioso!! Tomamos su generoso,, rico, amable tentenpié sentados al solcito, un pic-nic. Luego seguimos hacia Gökçeören.

En Gökçeören sigue estando Husseyn Yilmaz. Su lugar ha cambiado y se llama Yesil Pension. Es caro. Sale a recibirnos, quiere llevarnos los bultos. La pensión está bien, limpia, decorada exageradamente, y con cena y desayuno incluidos quiere cobrar el equivalente a 20 euros o poco más por persona. Es mucho y aunque intenta negociar, es temprano como seguir andando un poco más, hace buen día, frío pero soleado, así que decidimos continuar ya que sabemos que llegaremos a un río y podremos acampar cerca de él en el bosque. A unos 6 km por la ruta que ahora es asfaltada, bordeando el arroyo, se van cruzando varios arroyitos más angostos y se llega a unos bosques de coníferas. Hay varios lugares donde se puede acampar. Fríos en la noche, pero aceptables y muy lindos. También si queremos caminar los 8 km completos hasta que termina el asfaltado y a continuación un camino ancho de tierra, se llega a un lugar mejor. También se pasarán por algunas casas, a las perdidas, pero que pueden ser buen refugio, y aún en invierno encontramos que había habitantes.

Se puede acampar en el bosque y se puede acampar donde está el siguiente cartel de Ruta Lycia, antes o después de vadear o cruzar el río. Ese es para mí el mejor lugar posible para acampar. Además así, ya estaremos un poco más cerca de Kas adonde querremos llegar sin parar a dormir en Çukurbag.

Nosotros acampamos cerca de un hilo de agua que desemboca en el arro más caudalosos que vamos bordeando. Sobre una leve colina y entre los pinos. Estuvimos a la calidez del sol hasta que éste lo permitió, luego vimos crecer la luna a través de las copas de los pinos y nos metimos a descansar al abrigo de nuestro plumones.

Día 11: Gökçöeren-Çukurbag-Kas

Experiencia mayo-junio 2011.-

Más fotos en: http://www.facebook.com/media/set/?set=a.2142564724060.128894.1244465731&l=e792dab172
Hoy fue el día que más kilómetros caminé. Hice lo que el libro de Rachel Clow propone para dos días en uno solo. Desde Gökçeören a Çukurbag y de Çukurbag hasta Kas.
Fueron unos 30 km.
Saliendo de Gökçeören son 8 km por camino ancho. Era temprano, las 7 de la mañana y algunos minutos. El sol apenas subía debilucho por las copas de los árboles y por suerte había árboles. Por ese mismo camino ancho se bordea un arroyo y dos o tres veces hay que cruzarlo por puentes, y otra vez, por el medio del agua, a través de un caminito de piedras anchas en un lugar donde el arroyo es estrecho.
La ruta es variada, hay senderos campo traviesa, siempre me pierdo en esos, porque no hay piedras con marcas, hay pocas, y en algunos casos, hay piedritas apiladas para señalar “es por acá”. Algunas quizás se han caído con el tiempo, así que durante el viaje, cuando me perdía y me reencontraba, hacía una pilita de piedras, una pequeña pirámide, para que los futuros viajeros no se pierdan.
Después de ese camino ancho de 8 km y de cruzar el arroyo, son 14 km hasta Phellos. Phellos fue un santuario, o una pequeña ciudad lycia, no se sabe bien qué, o cuán grande fue, porque está sin explorar. Afloran varias construcciones, muy interesantes, y a lo largo y a lo ancho de esa zona hay restos o piedras sospechosas de ser restos. Hay tapas de tumbas, restos de paredes, columnas, capiteles, pedazos de piedra con inscripciones lycias en bajorrelieve. Se ven durante un buen rato. Tuve la sensación de presencias fantasmales flotando entre el laberinto de piedras. Se siente hueco debajo del suelo que se hunde en pequeños lapsos, se ven agujeros entre la tierra y las piedras, quizás ventanas, o puertas.
Durante este tramo de 14 km el sendero se va invisibilizando por la maleza. Se ve que casi nadie lo camina desde hace mucho tiempo. Entre las plantas de izquierda y derecha se tejen telarañas, cuando las veía las esquivaba para no romperles las casitas a las arañas, algunas me las llevaba puesta. Yo, de turbante y velo de telarañas. La jungla que bordea el hilo del sendero es dura pero florida, y huele a dulce. Hay millones y millones de retamas amarillas florecidas, una especie de hortensia color malva, anémonas lilas y violetas. Las rosas mosquetas llenas de pimpollo. Otros arbustos similares al calafate. Mariposas y libélulas de todos los colores.
Este sendero de florida vegetación cerrada, da paso a un bosque de pinos, robles, liquidambars, arrayanes. Una hermosura caminar por ahí, levantando los ojos a los brazos acogedores de las copas, disfrutando del enredo de las ramas, del colchón de hojas caídas. Me hice amiga de un roble. Un roble muy polenta. Muy fuerte. Los brazos abiertos en un abrazo y las manos enormes. Apoyé la cara en su pecho ancho y fresco, le hablé un rato, como suelo hablar con algunos árboles, en árbol, y le dije que ojalá algún día nos volvamos a ver, entre Gökçeören y Çukurbag.
De pronto todos los senderos se acaban y el campo es un campo abierto con algunos árboles salteados de manzanas silvestres. Y ahí, otra vez a perderse y tratar de reencontrarse hasta una nueva huella.
Fueron muchas horas de caminata, más de diez horas, y eso que descansé pocas veces. Llevaba poco agua y las cisternas que encontré estaban sucias, así que fui racionando lo que me quedaba con la esperanza de que en Phellos hubiera algo más que ruinas. Pero no, eran sólo ruinas.
Desde Phellos el camino empieza a bajar por un sendero de piedras color terratoca, baja en zigzag hasta el pueblo de Çukurbag que me pareció encantador. Chiquito, diez, doce casas quizás. Cabañas de madera en las lomitas y las infaltables mezquitas con su cisterna fresca afuera y área de descanso. Es cisterna fue un regalo del cielo. Bebí con tanta satisfacción! Me lave la cara, me mojé la cabeza, y me senté a descansar en la tarima debajo de un liquidámbar impresionante.
Después vino el momento de bajar a Kas. Empieza atravesando todas la calles principal y única de Çukurbag hasta los campos, luego cruzar los campos hacia el sur, menos mal que llevo la brújula. Me re perdí en esa parte porque no había marcas, ni huellas. Terreno plano, sin sembrados, de vez en cuando, pero de forma irrisoria se veía una marca pintada en una piedra que hace mucho alguien debe haber movido de lugar, porque no llevaba a ninguna parte. Yo miraba las montañas alrededor y pensaba, por algún lugar tiene que haber un paso que dé al mar. Así que entre la brújula y la intuición, lo encontré. Cuando vi el mar me sentí tranquila, de alguna manera llegaría hasta ahí abajo.
Me patiné muchísima veces entre las piedras bajando el acantilado. Es un zigzag empinadísimo que termina en la carretera que entra a Kas y de ahí a la ciudad y a buscar el hotel.
Llegué cansada y sucia, muy transpirada, llena de abrojos, tierra y telarañas. No encontraba el hotel, la ciudad es grandecita y turística y yo veía todo pipícucú y yo con esa facha de linyera. Vi un puesto de policías y me acerqué a preguntarles, uno de los policías empezó a festejarme la estrella roja y la remera del Che, y me decía VIVA EL COMUNISMO, yo extrañadísima ante lo insólito, pero contenta. Al final los polis, uno más o menos sabía dónde era el hotel, y me trajeron al hotel en un móvil, muy divertidos.
El hotel es el Ani Motel. Cuesta 50 liras con desayuno, cena, wifi (no anda al pelete pero anda), aire acondicionado. El cuarto es lindo y tengo balcón.
Hoy paseo por Kas, ciudad portuaria de cruceros, pintoresca, linda, con casas encantadoras cuyo estilo se enlaza con el griego, paredes blancas, puertas y ventanas azules. Enfrente de Kas, dándole una mano, está la isla griega de Meis (Castellorizo) que antes fue turca.
Kas se ubica en lo que era el puerto de Antiphellos. La ruta Lycia que estoy tratando de recorrer es la misma que usaban hace dos mil quinientos años los lycios para llegar desde ciudad a puerto y viceverse. Las ruinas de Antiphellos están esparcidas y mezcladas en la ciudad de Kas, entre las casas. El puerto, en su época, perdió prestigio por los de Patara y Andriake que estaban en regiones cuyas tierras eran más prósperas. Las ruinas de Antiphellos son de los siglos IV y V antes de Cristo.
Como anécdota, esta mañana, fui al mercado de frutas y verduras que se hace todos los viernes. Conseguí yerba mate Kharta Khadra, la de Siria, pero en paquete verde. Resulta que pagué y más tarde, después de haber comido uvas sentada frente al puerto, de haber caminado por la costa, y de haber andado por las callecitas, me di cuenta que me habían dado mal el vuelto. 50 liras menos, un día de hotel. No iba a volver, pero volví. El hombre ni dudó en lo que yo le decía y en buena onda me pidió disculpas y me dio las 50 liras que faltaban, problem YOK, me dijo con una sonrisa.

Actualización enero-febrero 2018.-

Amaneció muy frío en el bosque de coníferas. Rodeados de montañas no lográbamos adivinar detrás de cuál asomaría el sol. Fue difícil desarmar el campamento, doblar todo y armar las mochilas tensas con los dedos congelados. Recién a las 11 del mediodía despuntó el alba. En invierno los días lycios son más cortos aunque sigue siendo la ruta del sol, y allá vamos.

El camino arranca con el río a nuestra derecha, seguimos el camino ancho, ahora pavimentado en buena parte de su recorrido. A medida que avanzábamos en esta primera parte veíamos que había más lugares posibles de acampe y, quizás, más lindos y más cómodos así que, de llegar con fuerzas suficientes a Gökçeören, es recomendable seguir un poco. De paso, acortar la distancia a Kas, ya que en este día hacemos dos etapas en un día.

En toda la primera eta, la del camino ancho, hay más casas que antes. Suelen aparecer caminos, como desvíos, que en realidad son entradas a esas casas. La situación es confusa porque los desvíos son igual de anchos y no hay marcas, pircas, o cruces. En los dos primeros casos en que no encontramos con esta circunstancia seguimos por nuestra izquierda. Luego viene el cruce del río, caudaloso, pero que se puede cruzar sobre algunas piedras grandes o bien vadear. A partir de aquí el sendero sube y sube hast alcanzar una cota de 1045  metros, una gran yayla, planicie verde con vistas al mar, y un poco más adelante, una casa de piedra abandonada. Pasando la primera yayla, área verde, un poquito más adelante sobre nuestra derecha y debajo de unas piedras hay un manantial. Más adelante hay otra construcción cerrada con cosas guardadas adentro, botellas de plástico y naranjas.

Dese esta parte hasta las ruinas de Phellos son tres horas. Es fácil perderse otra vez porque otra vez hay pocas marcas y nuevos caminos. Sobre todo hay un tramo que las marcas desaparecen por completo entre parvas de ranas y troncos. Ha habido deforestación y hay un montón de árboles cortados y ramerío y es muy difícil pasar y saber si uno va bien, pero hay que intentar por un lado y por otro, abrirse paso entre el ramerío hasta que, detrás de alguna de estas parvas vuelve a abrirse el sendero.

Lo más maravilloso de esta etapa es ver, tras atravesar bosques, saludar al enorme roble de antaño, pasar entre los arbustos, llevarse puesta una telaraña, lo más maravilloso es ver emerger por sorpresa y cuando menos parece adivinarse, las siluetas del cuerpo de Phellos. Ahora lo primero que vemos abrirse mágicamente ante nuestros ojos es un piso de mosaiquería intacto. Este piso no estaba aún abierto, descubierto, en 2011. Ahora está ahí. Una locura. Mosaiquitos minúsculos que forman hojas y arabescos de colores de otoño, desde hace más de dos mil años ahí, en ese suelo. Increíble. Luego están los templos o tumbas, igual que hace milenios también, fantasmagóricos, piedras con inscripciones tiradas por doquier, pisoteadas por el tiempo y las huellas del peregrino, esperando para seguir develando secretos lentamente. Difícil llegar hasta ahí pero único y de la única manera: a pie.

a hora más y llegamos a Çukurbag. Nos sacia la sed la fuente de la primera mezquita. Para continuar debemos cruzar toda la calle principal o carretera, donde ahora hay muchas más casas, hasta la segunda mezquita y desde allí bajar de manera abrupta a Kas. En esta parte vuelve a ser probable, muy probable, perder el rumbo, a pesar de verse el mar. La bajada es empinadísima, de piedras sueltas y tierra. No vale mucho la pena por lo que quizás es aconsejable tomar un dolmus o hacer dedo a Kas.

En Kas esta vez nos quedamos en el hotel Kayahan, está muy bien ubicado, con balcones y vistas al mar. Está a pocos minutos del centro y el servicio es completo y bueno. Con desayuno cuesta 50 liras por persona.

Día 12: Kas-Liman Agzi (y un poco más allá) (2011)/Kas-Fakdere (2018)

Experiencia mayo-junio 2011.-

Más fotos en: http://www.facebook.com/media/set/?set=a.2142564724060.128894.1244465731&l=e792dab172

La caminata de hoy, hablando mal y pronto, fue una poronguita. Me refiero a la distancia recorrida, al tiempo que me llevó. El paisaje Bellísimo. Los precipicios, vertiginosos.
La ruta Lycia, en este tramo, camina encaramada a la verticalidad del acantilado. Por los lugares donde uno accede a lo que fueron construcciones, casas, tumbas o almacenes, se nota que antes, hace dos mil quinienos años, el mar estaba más lejos.
Verán en alguna foto que tomé de una de esas casas incrustadas en la piedra, que no tuve más margen hacia atrás para tomarla más amplia. Un paso atrás y era un paso en el aire.
Hice el camino dos veces. Fui por el de la costa, el del precipicio. En un tramo hay que bajar colgándose de unas de sogas. En la mayor parte es como bajar una escalera estrecha sin baranda. Abajo, el mar; hoy que está ventoso, era una furia o una fiesta de turquesas y verdes con guirnaldas de espuma. Una maravilla. Como digo siempre, ALUCINANTE.
El camino empieza saliendo de Kas por el puerto y subiendo una ladera, luego el camino se subdivide en dos, uno para los que quieren ir por tierra adentro y otro para los que se cuelgan de la soguita. Como iba sin más peso que la cámara y una botella de agua en el morral, me mandé por la soguita.
A medida que se avanza hacia arriba en la ladera, la ciudad de Kas va quedando atrás como una postal de casitas amontonadas en la bahía. Enfrente se ve la isla Castellorizo o Meis, isla griega. Algunos barcos van y vienen plácidamente. Se pasa por un par de playas y por varias tumbas lycias, sarcófagos y entradas en la montaña, luego, aparece entre aguas transparentes y azules, Liman Agazi, con su playa exclusiva y silenciosa metida entre los riscos. Me senté un rato, ya saben. Para no perder la costumbre.
Como se me hizo rápido y poco, y el tiempo acompañaba porque no hacía calor, seguí. Encaré la ruta Lycia para lo que vendrá y que tendré que rebuscarme para hacer de otra manera además de caminando -volando, nadando…
El sendero se mete tierra adentro, primero entre espinos y ortigas insoportables e ineludibles. Después se hace más ancho y llega a una cisterna abandonada. Siguiendo se pasa por varias playas recónditas. Al cabo de un rato pegué la vuelta y regresé a Kas por el otro sendero, el que va por adentro. Por éste, se pasa por otras ruinas, en medio de la arboleda, y a las que como si nada, algún descocado, les mandó graffiti colorado. Hay varias piedras con formas simétricas esparcidas entre la maleza y entre los árboles.
Lo que vendrá: me pierdo entre los puertos. A partir de mañana el rumbo me lleva por donde no hay más ruta que la ruta Lycia o la de los barcos. He leído que hay sitios en los que sólo podría caminar si fuera con alguien más -además de con el hombre invisible- alguien que pasara primero, al que alcanzarle la mochila, para pasar después.
Cuando se me ocurrió la idea de hacer la ruta Lycia me pregunté si podría hacerla sin compañía de otro humano, justo encontré la respuesta, no recuerdo si en el libro de Kate Clow o en la web, decía SÍ, PUEDE HACERSE SOLO. Sin embargo, luego, leyendo cada capítulo, recomienda algunas veces: no caminar este tramo solo -como el de hoy, el de la soguita-, o dice: si se va en grupo pasar las mochilas
Que nadie crea que voy a desconcertarme por eso. Yo sigo adelante. Y a partir de mañana, cuando no me alcancen las piernas, ni las manos para agarrarme de las paredes, o de la soguita, le voy a hacer dedo al primer barco que pase.

Actualización enero-febrero 2018.-

Dejamos Kas subiendo la pendiente y bordeando la costa. Desde el hotel con su vista al mar y los barcos, subimos por esa misma calle y luego más cerca de la vera del mar. A pocos kilómetros las marcas se dividen. No hay cartel. Las marcas más notorias van hacia nuestra izquierda, el sendero que se adentra y las menos notorias van bordeando la costa. Este último es el que elegimos, el de la soguita en la cornisa.

La cornisa se ha desgastado por lo que exige más precacuión cruzar esta parte. Es alucinante. Vamos agarrados de una soga como si fuera una tirolesa pero por único arnés, nuestros brazos. A nuestra derecha, el precipicio que abruptamente cae en picada hacia el fondo verde del mar. A la izquierda donde pegamos nuestro lateral, tumbas empotradas en la roca, excavadas en la ladera de la montaña.

Todo el camino de hoy está bien marcado. Llegamos pronto a Liman Agazi, en menos de dos horas, pero no entramos. El sendero desemboca en una seguidilla de balnearios, spots de descanso, tapancos de yoga. Uno pegado al otro y apenas damos el último paso al sendero antes de llegar a su bonita playa. Seguimos  y tras cruzar una parte expuesta de coralina petrificadas donde más de un caminante elucubró abandonar la ruta, pero claro, volver atrás también significada volver a colgar de la soguita…  con la adrenalina en alto llegamos a Cobaj Plaji, a cuarenta minutos desde Liman Agazi.

Cobak Plaji es un lugar ideal para darse un chapuzón. La playa es un paraíso a no ser por la basura que trae el viente. Se amontonan plásticos, una pena. Algunas cabras pastan detrás de la playa entre los arbusto. Además de las cabras y nosotros y a no ser algún pez vivito y coleando, no hay más ser vivo en la bahía. El agua calma, resguardada por dos penínsulas, es cristalina y cálida. Una delicia.

Tras un reparador y placentero descanso continuamos el sendero hasta Fakdere o Ufakdere. Allí decidimos acampar. En este lugar hay algunas construcciones convertidas en spots o balnearios, es un rincón muy exclusivo ya que prácticamente sólo puede llegarse a pie o en barco. Aquí, en 1980, retiraron del agua un barco de la edad de bronce que permanecía hundido, completo, con todo su arsenal de mobiliario, vajilla, tesoros. El buque fue trasladado al museo de Bodrum donde hoy día es la figura estrella. Las escasas edificaciones que hay en la bahía son el producto de las viviendas, laboratorios, galpones que utilizaron los investigadores y demás trabajadores, cuando fondearon el buque. Hay una persona encargada del lugar, nadie más. Nos cobran 25 liras con desayuno.

El lugar, el atardecer, son impagables. El clima nos acompaña.