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Playas de Albania, Ksamil: entre el Adriático y el Jónico

Dejamos Gjirokastër con la satisfacción de haber colmado un deseo que si bien se había gestado de una novela, no resultaba ser pura ficción. El relato por más fantástico que pudiera resultar a un lector realista, traduce la magia de una ciudad increíble. Partimos entonces buscando el mar, las playas de Albania. Siempre buscamos el mar para aliviar el calor o las emociones demasiado fuertes. El mar es siempre una promesa infinita.

Salimos hacia Sarandë, ciudad frente a la cual se encuentra la isla griega de Corfu. Para ir a Sarandë tomamos un bus y luego, allí, cerca de la oficina de turismo, otro bus que hace el recorrido hasta las ruinas de Butrinto.

Como teníamos tiempo, al llegar a Sarandë, comimos algo, dimos unas vueltas, fuimos hasta el mar.

Sarandë es una ciudad concurrida. De allí salen y vienen los ferrys a Grecia todo el tiempo. Es fácil hacer una visita de uno o un par de días a la isla.

El bus hacia Butrint tiene varias paradas en los accesos a playas de agua turquesa y arenas claras. No nos deja en la mera costa sino que hay que caminar un poco y bajar alguna ladera por un camino sinuoso y más o menos largos según las playas de Albania que elijamos visitar.

En Ksamil las playas están cerca. Es una población turística veraniega.

Nos alojamos en un estudio súper confortable a dos cuadras del centro y cuatro cuadras del mar.  Allí teníamos refrigerador, cocineta, aire acondicionado, una mesa en una pequeña terraza con jardín. Fue muy cómodo y barato.

Estuvimos dos noches. Recorrimos las playas cercanas. Se puede ir tomando el autobús y bajarse en Pulebardha, y después caminar un poco hasta otra playa o tomar el autobús otra vez. No son muchos kilómetros pero hace calor, los caminos no son llanos sino que suben colinas que separan las diferentes bahías. Se pueden visitar también Shpella e Pullebabe, Kalami, Isolle Gemelle y hay muchas más.

Las playas son parte de un Parque Natural y Reserva. Son de aspecto paradisíaco pero demasiado atiborradas de reposeras y sombrillas de alquiler. Casi no queda hueco libre para tirarse en la arena. Aunque siempre logramos encontrar un lugar.

También hicimos dedo para bajar hasta la playa y por supuesto nos llevaron. Caminamos bastante entre playa y encontramos un montón de búnkers y túneles con inscripciones extrañas que se conservan desde la segunda guerra mundial.

Desde Ksamil y con el mismo bus que hace el recorrido desde Sarandë, visitamos las ruinas de Butrint, pero eso es otro capítulo de este viaje.

Viajar a Albania: Gjirokastër o Ciudad Piedra según Ismail Kadaré

Desde hace mucho tiempo quería viajar a Albania, enamorada -entre otras cosas- de este párrafo de «Crónica de la ciudad de Piedra» o simplemente «Crónica de Piedra»:

«Era una ciudad sorprendente que, como un ser prehistórico, parecía haber surgido bruscamente en el valle en una noche de invierno para escalar penosamente la falda de la montaña. Todo en ella era viejo y pétreo, desde las calles y las fuentes hasta los tejados de sus soberbias casas seculares, cubiertos de losas de piedra gris semejantes a escamas gigantescas. Resultaba difícil creer que bajo aquella formidable coraza subsistiera y se renovara la carne tierna de la vida.

El viajero que la veía por primera vez sentía el impulso de establecer una comparación, pero pronto comprendía que era una trampa, pues la ciudad las rechazaba todas; no se parecía a nada. Soportaba tan mal las comparaciones como las lluvias, como el granizo, como el arco iris o las multicolores banderas extranjeras que desaparecían de sus tejados del mismo modo que llegaban, tan efímeras e irreales como perdurable y concreta era ella. Era una ciudad empinada, quizá la más empinada del mundo, que había desafiado todas las leyes arquitectónicas y urbanísticas. La viga del tejado de una casa rozaba, a veces, los cimientos de la siguiente y sin duda se trataba del único lugar en el mundo donde, si uno se caía a un lado del camino, podía aparecer sobre el tejado de una mansión elevada. Esto lo sabían mejor que nadie los borrachos. 

Era ciertamente una ciudad asombrosa. Se podía ir caminando y, de desearlo, alargar un poco la mano y colgar el sombrero de la aguja de un minarete. Muchas cosas eran aquí increíbles y muchas otras como salidas de un sueño.
Si la ciudad albergaba a duras penas la vida humana en sus miembros y bajo su caparazón de piedra, tampoco evitaba causarle incontables dolores, arañazos y heridas a esa vida, y era algo natural pues se trataba de una ciudad de piedra y todo contacto con ella era áspero y frío.
No resultaba fácil ser niño en esta ciudad.»  (Ismail Kadaré)
 
Tanta fatalidad me sedujo sin remedio; finalmente logré llegar a ella y la vivencia superó a todas las elucubraciones de mi imaginación.
Al fin estoy aquí, donde la realidad de la ciudad dura y vertical supera la exactitud máxima del texto de Ismail.
Para llegar a Gjirokastër salimos desde Berat donde caminamos un par de kilómetros por la ancha avenida hasta la gasolinera donde el día anterior nos dejó el minibús. No hay muchos transportes hacia Gjirokastër pero al menos dos o tres por día. Salimos apenas pasado el mediodía. El minibús iba completo, incluso con banquetas en el pasillo.
En Gjirokastër nos quedamos en la casa de una familia maravillosa. Tiene apartamentos tipo estudio, con una habitación amplia con cocineta, jarra eléctrica, nevera. En el exterior, varias terrazas escalonadas y jalonadas de parras y otros frutales, ofrecen vistas completas de la ciudad y la fortaleza.
Esta fortaleza a la que subimos poco después de llegar, se eleva estratégicamente sobre una colina. Las primeras piedras han sido fechadas en el siglo XI. Luego la construcción fue ocupada por bastiones de distintos dominios, sobre todo en 1812 bajo las órdenes del gobernante Ali Pasha.
El casco antiguo y el bazar, constituyen un ramillete de callejuelas adoquinadas coloridas. El encanto contrasta con la dureza de la piedra. Las sonrisas amables de la gente completan lo paradójico. Lo vivo se hace más blando en la ciudad de piedra.
Visitamos mansiones otomanas como la casa Skenduli y Zekte en el barrio Dunavat. Estas antiguas residencias tradicionales son unas de las maravillas que nos vamos a llevar en la memoria al viajar a Albania. Las viviendas conservan sus dependencias originales tal y como eran hace cientos de años.

Nos dejamos llevar una y otra vez por las pendientes empinadas y disfrutamos cada metro. Las vistas nos sorprenden con edificios que parecen inalcanzables, sin embargo, tras trepar embarulladamente uno o dos callejones, ya estamos donde no habíamos creído llegar.

Gjirokastër es así de increíble y mágica. Andando por allí me sentí cercana, hermana de Ismail Kadaré. Una sincera bendición haber vivido este día tal y como ha sido.

Viajar a Albania y estar en Gjirokastër es un sueño más hecho realidad.

Ojo Azul, una fresca laguna escondida entre montañas

Ojo Azul, “Syri i kaltër”, a menudo denominado Blue Eye en inglés. Se trata de una laguna profundamente azul cuya visita no podemos dejar de lado. A pesar de encontrarse un tanto aislada, viajar a Albania no es peligroso y siempre encontrarás personas dispuestas a explicarte el mejor camino para llegar. Aunque no hablemos el extraño idioma albanés, nos entenderemos igual.

Esta laguna se encuentra junto al pequeño poblado Ndërlysa. Si hemos llegado de Valbona a Theth, definitivamente debemos caminar hasta allí. El camino para llegar es pedregoso y no esta muy preparado para los caminantes. La señalización es poca y confusa, pero preguntando se llega igual.

Saliendo de Theth y pasando cerca de su emblemática iglesia debemos encontrar el río y cruzarlo por alguna parte. Vadearlo quizás. No está indicado. Sin embargo hay que cruzarlo y del otro lado del río encontraremos el camino hacia el Ojo Azul. Se puede llegar en vehículo por una ruta de escabroso ripio hasta Ndërlysa; luego hay que caminar todavía más por un sendero angosto y sinuoso que sube y baja.

El Ojo Azul es un pozón de agua transparente y muy fresca. El color es de un espléndido turquesa con un brillo especial por las rocas ocres del fondo y de los alrededores. La caminata, bajo un sol calcinante sobre las piedras, ameritan seguramente un chapuzón gratificante.

Lamentablemente, como la laguna y cascada son tan bonitas, llega mucha gente, y como el espacio alrededor del pozón es reducido, no se suele encontrar un sitio tranquilo. Es conveniente salir muy temprano, por el calor, ya que son más de dos horas de caminata y para aprovechar el lugar antes de que llegue el resto de la multitud.

Regresando entramos a un cañón con varias cascadas y pozones por donde también es gratificante a los sentidos dar una vuelta. En esta oportunidad también hicimos dedo y nos llevaron en una combi que iba repleta pero nos llevaron igual y como había una guitarra, cantamos un rato para los albaneses.

En el bar de abajo, donde se encuentra la aldea, contactamos con al chofer que Mama Rosa había tenido la gentileza de llamar. Esto sucede a menudo cuando uno viaja a Albania. Si bien no entendemos nada de su lengua, siempre se las arreglan para ayudarnos.

El chofer y su furgón nos estaba esperando y pusimos rumbo de retorno a Shkodër.

La carretera, salvo el primer tramo, está pavimentada recientemente. Es una seguidilla de curvas cerradas. Sin embargo dejarse llevar y viajar en Albania no resulta peligroso, es seguro porque los conductores son tranquilos y respetuosos, además de conocer muy bien los caminos.

Al llegar a Shkodër y como ya no había lugar en My hostel de Bruno, fuimos al Taraboush donde fueron muy amables y nos cocinamos un arroz con brócoli. El viaje desde Blue Eye a Shkodër nos costó 10 euros. El hotel fueron 20 euros y estuvo muy bien, muy cómodo y muy buena gente.

Prokletije, las montañas malditas: Valbona a Teth y los fiordos del Koman

Nosotros y la inmensidad, a través del lago Koman hacia más montañas y más allá

Se prevé un día largo. Aún no lo sabemos aún pero la belleza será deslumbrante y el desafío casi nos deja sin aliento. Hacer trekking en Albania es un deber. Dónde hacer trekking, en los Alpes albaneses, las montañas malditas o «Prokletije».

Aunque hemos leído que hacer la caminata de Valbona a Teth o viceversa, es la travesía más popular donde hacer trekking en Albania, en nuestro andar no nos cruzaremos tantos caminantes.

Encarar este sendero implica varios movimientos previos. Ir a Shkodër y desde allí tomar un minibús hasta el Lago Koman, luego cruzar este lago enorme que fluye entre las escarpadas montañas y sinuosas costas y, a continuación, tomar otro transporte hasta Valbona. Se precisan varias horas para hacer todo esto y aunque no estaría mal pasar una noche en Valbona, hemos decidido caminar el mismo día.

Nos levantamos antes del amanecer. El muhazir de las 5 de la mañana nos despierta con su seductor llamado. A las 6.30 salen los furgones hacia Koman donde tomaremos el ferry. Los furgones tardan 2 horas y cuestan 6 euros. El camino no es de un buen pavimento pero es de una terracería estable y se pasa bien. Al llegar a Koman hay un par de ferries esperando. Cuesta entre 5 a 6 euros el viaje. Son 3 horas de navegación entre montañas. El lago es inmenso y las vistas sorprenden y nos maravillan por todos los costados. El paisaje no da tregua durante las tres horas que dura el viaje. Tan sólo hacer la navegación por el Lago Koman, vale la pena.

Cuando llegamos a Fierze, final de recorrido por el lago, desembarcamos y nos tomamos un taxi colectivo a Valbona. Los taxis colectivos estarán esperando allí. Son otros 6 euros.
Ya en Valbona y siete horas después de haber arrancado de Shkodër, buscamos el sendero de trek para cruzar las montañas, altas, hacia Teth.

La caminata es otra parte alucinante de la jornada. No tiene desperdicio. El sendero arranca a un kilómetro de la Oficina de Turismo de Valbona. Caminamos por la carretera buscando el sendero y esa puede ser la única parte densa de la caminata, porque va por el asfalto; sin embargo, las vistas de las Prokletije en todo su esplendor nos seducen a cada paso. Avanzamos de frente hacia ellas con una mezcla de emoción, alegría y temor. ¿Llegaremos? ¡Son tan altas! ¡Tanta roca!

Malditas, ¡allá vamos!

A las 14.15 estamos junto al primer cartel del camino: Teth, 12 km. Estimamos por lo tanto llegar ya entrado el anochecer.

Los primeros 4 kilómetros son por el lecho pedregoso de un río seco. No podemos avanzar ágilmente por la pesada viscosidad de tanta piedra amontonada y floja. Piedras blancas que se extienden hacia los costados. Poca vegetación alrededor, mucha piedra blanca y las siluetas impresionantes de los Alpes albaneses. Empinados y escarpados. Verticales, grises, salpicados de manchones de bosque verde. Sorteamos estos primeros y engorrosos 4 kilómetros mientras yo me quejo con Martín que no doy más. Y aún no hemos comenzado.

A las 15.15, una hora después, llegamos al segundo cartel a las 15.15: Thet, 9 km, 6hs 40.  Enfrente se elevan las montañas. Son un muro compacto. Tratamos de adivinar por dónde será el paso. Imposible descifrarlo. ¿Habrá que subir todo eso? ¿Tanto y tan empinado? La única respuesta es seguir el camino. Siempre subiendo pasamos por algunas casas y una casa de té. La dueña nos invita a quedarnos y nos señala en el reloj que es muy tarde para caminar a Teth pero no titubeamos. ¡Allá vamos!

El sendero no deja de subir. No tiene mucho sombra de este lado pero ayuda que esté nublado. Hacemos una sola parada de 10 minutos durante la subida en punto que resulta un buen mirador natural. Pasamos por una casa de té donde cargamos agua riquísima y sin detenernos más, a las 17 hs alcanzamos el paso.

Es el momento espectacular. La conquista del collado. El sabor de la gloria. El encuentro de los vientos donde sucumben las alturas. Está fresco, sopla ese aire gélido y familiar que tienen los aires puros y vírgenes de las cumbres.  Nos quedamos un poco disfrutando del paso de Valbona, y comenzamos el descenso que para mí es siempre lo más duro.

Al principio ayuda que sea por un hermoso bosque de hayas. Tras una hora de descenso por el bosque el camino se vuelve más pedregoso y menos amable pero no nos podemos detener porque la noche se nos vendrá encima. A las 19 ya estamos llegando a Thet pero aún falta un buen tirón hasta la «guesthouse» donde descansaremos. Seguimos caminando en dirección al centro de Teth.

Antes de la travesía, buscando dónde hacer trekking en Albania, intenté mirar cuáles eran las posadas más cercanas a la llegada del sendero, sin embargo no es fácil preverlo antes de estar ahí. Nuestra posada está en el mero centro y para llegar faltan aún un par de kilómetros. Se hace de noche y antes de llegar al centro le hago señas a una camioneta y nos para y nos lleva. Son un chico y una chica que tienen una casa de té, creo que la última del camino. Los vimos al pasar. La casa está justo en una curva y junto a un arroyo donde nosotros paramos a tomar agua. Más adelante ese mismo chico y la chica bajaron con una mula y pasaron delante nuestro. Luego fueron los que venían en la camioneta.

Ya en el centro de Teth, sin alumbrado público, dimos varias vueltas hasta dar con la entrada de la guesthouse donde nos quedamos. Llegamos de noche. Mama Rosa, la anfitriona de la posada, nos obligó a comer algo y me dio un calentador para el agua para el mate. Nos duchamos y ya estábamos reconstituidos al 100 cien por ciento tras una jornada intensamente bella.

Valbona y Teth son los dos enclaves donde hacer trekking en Albania, se puede comenzar desde ambos y, los dos lugares están rodeados de otros rincones paradisíacos adonde se puede caminar. Nosotros, desde Teth, visitaremos la laguna y cascada Ojo Azul.

Shkodër, la puerta a los fiordos y a los Alpes albaneses

Shkodër: rumbo a las montañas malditas

Vamos a recorrer parte de las montañas Prokletije, palabra que significa «maldito» y a la que encuentro familiaridad con la palabra rusa «proklinat», maldecir. Nada que deba asustar, si hay una conclusión que sacamos de este viaje, es que viajar a Albania es seguro, además de hermoso en muchos aspectos.

Para iniciar esta caminata salimos desde Tirana hacia Shkodër. La travesía es un verdadero trajín con sabor a aventura y paisajes increíbles. Desde Tirana a Shkodër salimos de la Terminal capitalina del Norte. Para llegar hasta allí tomamos el bus número 5, desde el centro de Tirana, en dirección Institut. Nos bajamos a pocos metros de la Terminal.

El bus a Shkodër demora normalmente dos horas pero con tráfico, que es normal, tomará al menos media hora más. Llegamos a Shkodër y buscamos un lugar para quedarnos y organizar la salida a las montañas. Las salidas hacia el Lago Koman y los ferries sólo parten temprano por lo que, a nuestra llegada a Shkodër, no nos queda más remedio que quedarnos a recorrer esta ciudad que tiene una simpática peatonal y un camino de 4 kilómetros hasta una fortaleza.

Todo se puede recorrer en bicicleta. Alquilan en varios lugares y es un lugar donde el hábito de pedalear está muy arraigado. Además viajar a Albania es tan seguro que ni siquiera se necesita candado.

Las vistas desde la Fortaleza están muy buenas. Hay que subir un trecho hasta allí pero vale la pena. Las bicicletas se pueden dejar sobre las veredas y sin candado. Al parecer la gente es muy honesta.

Para dormir en Shkodër conseguimos el «My hostel». Nos resultó barato, 15 euros para dos, muy cómodo ya que tiene varias salas de estar bien ventiladas, una buena cocina, refrigerador, lavarropas en un baño y la vista desde nuestra habitación que es enorme, abarca todo lo más colorido de la peatonal. El muhazir de la mezquita le da un toque musical a la tarde.

Tirana, una capital amigable y cientos de miles de búnkers

Cómo llegar a Tirana capital de Albania

Esta vez nos dirigimos a descubrir un país insólito, sorprendente y que resultó maravilloso: Albania. Para ir ir a Albania, desde la Península Ibérica, lo que se necesita es tomar un vuelo desde cualquier ciudad con aeropuerto hacia Tirana que es la capital de Albania.

Los vuelos no son caros. Los más baratos suelen salir desde Barcelona o desde Santander a través de Vueling -evitando Ryanair que siempre es un dolor de cabeza- y combinando después. Nosotros tomamos Santander a Bologna y desde allí  hasta Tirana.  De regreso hicimos escala en Bérgamo, ciudad que pudimos recorrer ya que el trayecto es accesible y sencillo desde el aeropuerto y Bérgamo valió la pena una visita.

Ya en Albania nos alojamos en Tirana Traditional Home que reservamos previamente por booking.com sin pagar nada. El lugar es una casa bien preparada. Amplia, con sala, cocina, comedor, refrigerador. Todo lo necesario, limpio y cuyos anfitriones son muy buena onda. Muy amables nos esperaban con un té y una galletita aunque nuestra llegada fue casi medianoche. Hay dos habitaciones. En una habitación hay dos camas individuales y en la otra una cama grande, placar, sillón. Está cerca del centro y la puerta de entrada se deja sin llave.

Cómo llegar desde el aeropuerto de Tirana al centro de la ciudad?

Para llegar desde el aeropuerto al centro de Tirana tomamos el bus Luna, 100 lek que es la moneda de Albania, equivalen a 1 euro. El bus Luna se puede pagar con euros. La combi es visible a la salida del aeropuerto. Hay a cada hora hasta las 23. Llegamos justo.
Lo que se necesita para ir a Albania, sin importar las circunstancias y restricciones que imperen en la actualidad internacional, es sólo pasaporte en vigor. Aún en tiempos de pandemia, y no se exige uso de mascarilla.
Desde el alojamiento recorrimos toda la ciudad a pie. El centro neurálgico y los parques. El centrocentro es la plaza (shisha) Skanderbërg. Todo gira alrededor. Se trata de un centro lleno de vida. Calles peatonales, bares, música en vivo, edificios modernos y mezquitas antiguas.

La gente es amable todo el tiempo. No se molestan si uno no les entiende y hacen un simpático esfuerzo para explicarnos mejor.

Albania, de principio a fin se ha destacado durante nuestro viaje por la honestidad y cordialidad de su gente. Es un país seguro, más que otros, y los albaneses son solícitos y generosos sin abusar del viajero sino todo lo contrario.

Cientos de miles de bunkers

Puede resultar exagerado pero es la pura verdad. Durante la guerra fría a lo largo y a lo ancho de Albania se construyeron más de 173mil y pico de bunkers. El proyecto inicial era de más de 242mil. Los hay en todo el subsuelo del país. Cuando recorrimos la costa, en la región que rodea las playas de Ksamil, caminando y sin buscarlo, caímos en varios de estas redes subterráneas.
Fuimos a visitar uno de los más grandes, 3 hectáreas de construcciones subterráneas que albergan desde oficinas, habitaciones hasta un teatro que no tiene nada que envidiar a las salas urbanas.
Para llegar al BunkArt -así le llaman- tomamos un bus a Linzë desde la plaza del centro. Le preguntamos al chofer «Linzë, Bunkart?» y nos responde «po» que significa «sí». Si dijera «io» que se escribe «jo», es «no».
Desde donde nos dejó el bus ascendimos unos 10 minutos y nos metemos en un extenso túnel que es el acceso al búnker.
Los autobuses urbanos en Tirana cuestan 40 lek. La entrada a BunkArt cuesta 500.
Dentro de las habitaciones del búnker se ha constituido un museo histórico enorme y con muchísima información. Imposible leer y grabar en la memoria tantos datos.
La exposición está muy bien, muy completa y muy bien montada.

Finalizada la visita al búnker que en este momento está abierto hasta las 16 hs, se puede subir un poco más y tomar el Dajti Express, el funicular que sube a más de 1600 metros en 15 minutos. Arriba hay un merendero, parrillas y senderos que se adentran en el bosque.
El funicular cuesta 800 lek ida y vuelta y el horario de funcionamiento cambia según la temporada. Suele acabar entre las 16 y las 19.

Los albaneses, un pueblo amigable

Bajando a tomar el bus para regresar a Tirana, entramos a una verdulería a comprar tomate y aguacate y en mí afán de preguntar cómo se dice, nos regalaron unos tomatitos cherry deliciosos y dos tipos de rúcula espectacular.
Todas las personas que nos vamos topando son amables, agradables, simpáticas y generosas.
También son alegres y se ve que les gusta leer porque hay multitud de ventas de libros de segunda mano, muchos libros y muy interesantes. Música en la calle todo el tiempo y gente bailando también.
Anduvimos callejeando hasta cerca de la medianoche. Cenamos kebab, döner, abundante y sabroso, con cerveza kosovar y albanesa.
La noche es tranquila y segura en las avenidas y callejones de la capital.

Bulgaria, una promesa

Todo empezó un año antes, cuando Bulgaria se interpuso en nuestro camino.
Íbamos desde Turquía hacia Rumania, por tierra. Stellete, Martín y yo.
Bulgaria estaba ahí, en medio, y decidimos darle una oportunidad. El recorrido fue tan breve como sorpresivo y encantador. En la pestaña Bulgaria podrán enterarse de más detalles acerca del descubrimiento. Nos impactó y yo me prometí regresar al año siguiente, sobre todo para recorrer las Rila.
Volví a Bulgaria. Interesada en las montañas Rila pero también interesada en su gente y su cultura que habían despertado mi curiosidad. «Casualmente» cuando recorríamos los Himalayas algunos meses antes, nos habíamos cruzado bajo la bruma de una tupida tempestad de aguanieve con una chica búlgara. Contra viento y tormenta nos dio su teléfono que yo guardaba húmedo y desteñido entre mis cosas. Teodora Hadzhivosheva.
Llegué a Sofía y me alojé en un hostal. Luego llamé a Teodora, Teo, y en dos días estaba viviendo en su casa. Un departamento antiguo, lleno de bibliotecas y libros, dos gatas y un piano y cuyas ventanas y balcones daban a un parque enorme. Era perfecto.


Teodora me comenzó a conectar con gente. Yo quería recorrer las Rila pero para conocer más acerca de la cultura, el idioma, la historia y lo cotidiana, nada mejor que hacer un voluntariado.

Yavor, una aldea con cuatro habitantes y montañas violetas

El primero que encontré fue a través de un amigo de Teodora que lidera una organización ecologista y un tanto mística Learning for change . En general los búlgaros son bastante místicos. Este chico, Ognian, me contacto con Nadezhda Maximova que fue mi primer lugar de voluntariado en Bulgaria.
El voluntariado fue en una aldea llamada Yavor, a 7 kilómetros de la pintoresca ciudad de Triavna. En Yavor vivían cuatro personas contándome a mí. Uno solo de ellos tenía vehículo. Los otros tres nos movilizábamos de a pie hasta el cruce con una carretera principal y desde allí, caminando o a dedo hasta Triavna. Para regresar había un autobús que pasaba por Gabrovo y daba una vuelta por otra ruta pero que llegaba hasta la misma intersección.
Mi trabajo en este lugar fue en parte reemplazar a Nadezhda, Nadia, debido a que durante el verano ella se ocupaba de actividades de limpieza de las playas con la organización ecologista.
Yo tenía que limpiar los huertos, quitar las malas hierbas, cosechar el trigo, desgranarlo, cosechar manzanilla y tilo, secarlo y preparar sobres de té para la venta y algunas tareas más como lijar un cerco para repintarlo después. Vale decir tareas de campo, producción y de mantenimiento. Otra de las tareas era cargar estiércol en una carretilla y llevarla a un corral donde se compostaba, y otra cosechar frutos rojos cuando estaban a punto, para hacer dulce.
A cambio tenía una casita preciosa donde vivir, en un lugar hermoso, y comida.


En este lugar aprendí mucho acerca de cómo se trabaja la tierra en esa zona fresca y entre montañas. Aprendí a reconocer malas hierbas y rescatar otras que parecen insignificantes pero sirven para muchas cosas. Tuve contacto con los pocos vecinos que sólo hablaban búlgaro, así que no me quedó más remedio que hablar como ellos o callar para siempre. También incorporé las tradiciones de la región y me sumé a los rituales estacionales.
Estuve un par de meses allí donde tanto el lugar como la vida me resultaron muy inspiradores.

La vida es una oportunidad que merecemos todos

Mi segundo voluntariado en Bulgaria fue en una Casa de Oportunidades. Muy diferente a una casa de «oportunistas». Encontré el anuncio en internet y fui a una entrevista.
Fue en una ONG llamada Foundation for Social Change and Inclusion en inglés. Esta organización ha ido creciendo muchísimo con el correr de los años. Lo que hacen es ofrecer un lugar para vivir a los jóvenes huérfanos que, cumplidos los 18 años, quedan fuera de los orfanatos, en la calle y sin medios para salir adelante.
Llegar a una Casa de Oportunidades es opcional. Los jóvenes corren la voz entre ellos y llegan a ver si hay lugar. Al principio, cuando yo llegué a la Fundación tenían sólo dos casas. Actualmente hay muchas más.
Desde la Fundación se busca motivar a los jóvenes, ayudarlos a buscar una salida laboral. Ellos mismos han creado una fábrica de jabones «Hope sope», los jabones de la esperanza y tienen al menos un café restaurante en Sofia.
Mi tarea en este lugar era desde la nada, porque había pocos recursos y pocos materiales, inspirar a los jóvenes a hacer cosas. Guiarlos a administrar el dinero que se nos daba por semana. Una suma mínima, como un salario mínimo. Con es dinero había que sobrevivir y yo lo hacía junto a ellos como una especia de ejemplo organizado.
La Casa estaba en Skravena, un pueblo rural cerca de Botevgrad. Allí crecían ciruelos en las calles por lo que una de las tareas que invité a hacer fue la de cocinar dulce de ciruelas. También les enseñé a hacer pizzas y pan ya que en le Casa había un horno eléctrico. Hicimos cerámica gracias a que la tierra del lugar era plástica y arcillosa. Hicimos huerta. Y así lo que se iba ocurriendo y en lo que yo podía, algunos se entusiasmaron aprendiendo griego o inglés, otros quisieron hacer macramé y en esos días, además, arrancamos con la fábrica de jabones. Aprendiendo todos, yo también.


Yo aprendí búlgaro, aprendí de la región y su gente, aprendí a cocinar algunas tortas que me enseñó una señora que iba una vez por semana a la Casa de Oportunidades.
Me daban una casa pequeña donde vivía sola. Tenía todo lo necesario. Y me daban la misma cantidad de dinero que a los jóvenes para administrarnos juntos.
Además también yo era una guía en cuanto a manejar horarios normales, tener voluntad de levantarse en las mañanas a hacer cosas y adoptar hábitos saludables de higiene.
Fue una experiencia genial y enriquecedora para todos.

Hacer voluntariado en Bulgaria es una opción ideal para conocer más de este país y su gente. Una sociedad sana e inocente dentro de un paisaje encantador y lleno de sorpresas.
Para llegar la puerta de entrada es Sofia, pero también se puede llegar a través de las fronteras terrestres. En Sofia la estación de trenes y de autobuses están una junto a la otra y es bastante fácil manejarse. Además, el pueblo búlgaro es acogedor y estarán a gusto de indicar y ayudar al viajero.

Sueño de Solentiname

Solentiname es un archipiélago de treinta y seis islas que salpican el enorme lago de Nicaragua que es tan enorme que puede tener tantas olas como el mar.
El nombre de Solentiname está teñido con un aura mágica de color y poesía. El color de los animales de madera pintados con gracia, los cuadros típicos de estilo naïf de la cultura ancestral, y la poesía de Ernesto Cardenal que eligió este lugar encantado para morar.
Desde su ventana o desde el porch de su casa de madera, se tiene una imagen idílica e inspiradora del lago y del paisaje.
Me dejé tentar por la posibilidad de irme a Nicaragua a hacer un voluntariado y, atraída por toda esta leyenda de color y poesía, busqué un voluntariado en Solentiname.
El primer trabajo que encontré resultó un fraude.
Estaba en Chiapas. Desde allí me fui a Guatemala y desde allí hacia Nicaragua en bus. Ver el maltrato hacia los latinoamericanos que viajan tantas horas y días en esos autobuses de cuarta, es denigrante. No importa la edad de los pasajeros, el calor, la humedad pegajosa, la mugre. No importa si hay bebés o niños. Las comodidades son nulas. El maltrato y la humillación se acentúan en cada frontera terrestre, obligando a bajar todos los bártulos, abriéndolo todo, decomisando mercadería según le venga bien a los oficiales de turno, es una asquerosidad.

América Central en autobús

De ida, desde México a Nicaragua, viajé en un autobús barato lleno de locales. A la vuelta, cuando luego de estar tres meses en Solentiname y más allá, regresé hacia Chiapas, tomé un autobús más caro, el Ticabus, unos 80 a 100 euros, con turistas. Es otro cantar. Hasta aire acondicionado tenía y pasamos por las fronteras como si nada. Un vergüenza que para los locales el trato sea tan denigrante y para los gringos de tanta categoría.
Los viajes, tanto de ida como de regreso, suelen hacer una parada y noche en San Salvador donde hay que pagar un hotel. Ellos sugieren uno y está muy bien.
Volviendo al fraude del voluntariado. Lo encontré por internet y consistía en trabajar con una Fundación de un yanqui que había abierto un instituto para homologar el nivel de los alumnos de Solentiname hacia el nivel que se les requiere luego para ingresar a la Universidad fuera de las islas. La idea es muy buena porque el nivel educativo en las islas, si bien hay escuelas accesibles a todos, lanchas que recogen y despachan a los alumnos, buenos maestros e inclusive clases los sábados para el nivel secundario con profesores que llegan desde San Carlos, los chicos de las islas van un poco desfasados respecto de los contenidos que se dan en las ciudades. Por eso, la idea de la Fundación era buena.
Tras un par de días de viaje llegué a Managua. Allí me encontré con el yanqui responsable de esta Fundación, Jim, con quien me había estado comunicando por email. Él estaba haciendo un tratamiento médico y necesitaba comprar algunas cosas en Managua. Nos alojamos en una hacienda en las afueras, Finca Portón Verde. Era de un extranjero también. Unas tierras maravillosas, fértiles y exuberantes entre las sierras calurosas. Espectacular. Lleno de plantas y frutos tropicales.

Luego de una noche allí salimos hacia Solentiname. Se pasa por la ciudad de San Carlos donde existen todos los servicios y un nutrido mercado y allí se toma la panga: la lancha colectivo o la lancha rápida que salen cerca del mediodía.

Un voluntario fallido y otro en el camino

Al llegar a la casa de Jim en la isla principal de Solentiname, Mancarrón, el humor del tipo empezó a cambiar. No tenía nada organizado. Me dijo que busque un lugar por ahí para montar la carpa. El terreno no era muy apto. Las comodidades nulas. Y el hombre se notaba molesto. Alrededor de él giraba un harem familiar. Maricela, la madre de Maricela, el esposo de Maricela, el hijo, todos se ocupaban de Jim como si fuera un rey convaleciente. Jim se relajaba en la hamaca paraguaya. La panza obesa rebosaba sobre la camisa desprendida. No lo abanicaban literalmente con hojas de palma, pero ese detalle gráfico era lo único que le faltaba a la postal.


Un día después Jim me envió a la Fundación. Yo no sabía ni dónde quedaba pero pregunté y llegué. Era una casa en cuya parte principal se había instalado una familia a vivir. En otra habitación que estaba con llave se veían mesas, computadoras, libros apilados. La llave no la tenía nadie. La Fundación estaba cerrada. No funcionaba.
La familia que vivía allí que también eran parientes de Maricela -todos son parientes allí- me explicó que tras la muerte de la esposa de Jim, éste había quedado triste y tocado y que desde que murió ella que era la que se ocupaba de organizar las clases, la Fundación ya no funcionaba.
Jim estaba de mal humor casi todo el tiempo. Bipolar negativo diría yo sin respaldo profesional. Con algún rasgo esporádico de euforia y entusiasmo pero en general, bajón total. A mi proyecto de hacer voluntariado allí le veía pocas perspectivas así que empecé a pensar en pegarme la vuelta.
En la isla de Mancarrón hay una biblioteca que fundó Ernesto Cardenal. Es magnífica. Hay libros de la historia de Nicaragua de los que sólo allí pueden encontrarse ejemplares. Además hay internet, televisión, DVD, películas. La gente de la isla puede usar el lugar que es cómodo y lindo desde para conectarse y usar las redes sociales, leer, o ir a ver películas. Los fines de semana se deja abierto o se le da la llave a alguien para que no quede limitado el acceso.
El lugar está cuidado y limpio.
Me instalé allí. A leer, a conectarme. Allí conocí a las chicas que lideraban otra Fundación voluntaria: Huelva con Solentiname. Les vino bien contar con una maestra voluntaria para ir de isla en isla. Organicé clases de inglés y francés y empecé a trabajar con ellas.

Abandoné a Jim sin explicaciones. Me mudé al hostal Buen Amigo donde sólo me cobrarían algunos gastos ya que estaría como voluntaria. El hostal el Buen Amigo es de un hermano de Maricela que está casado con Andrea, la madre de Pedro que a su vez es el esposo de Maricela. Así de enredados se tejen los parentescos. O sea que Andrea es a su vez la cuñada y la suegra de Maricela y, el Buen Amigo, es a su vez el padrastro y cuñado de Pedro. Los hijos de Maricela y Pedro son los sobrinos del Buen Amigo pero los nietos de Andrea que es su esposa, y Ever que es hijo de Andrea y el Buen Amigo es sobrino de Maricela pero hermanastro de Pedro que es el esposo de Maricela. Macondo, un poroto.
Me quedé con Huelva con Solentiname con Nieves y Al Zahra, dos chicas andaluzas que llevaban bastante bien organizadas una serie de actividades en el Archipiélago. Actividades que iban desde llevar clases a todos los isleños a mejorar el cuidado de los recursos naturales, sobre todo el agua.


El Lago de Nicaragua sufre el vertido de deshechos industriales desde Nicaragua y también desde Costa Rica. Está cada vez más contaminado por minerales pesados. Normalmente se bebe de las aguas del lago, se lava allí la ropa y la gente tira al lago la basura. Es un desastre actualmente. En potencia, ni hablar.
De la mano de las chicas de Huelva por Solentiname y en la pamga conducida por Ever, conocedor de cada rincón de l inmenso lago, viajé de isla en isla, conocí todas las comunidades y el quehacer de su gente. Iba a La Venada, San Fernando, Mancarroncito, Santa Rosa o la Atravesada. Los fines de semana daba clases también en la biblioteca tanto de idiomas como ayudando en el manejo de las computadoras y los programas digitales.

Fue un buen tiempo. Aprendí mucho de Solentiname y de su gente. Disfruté su ambiente caluroso y sofocante. El aroma de los sacuanjoches enredados desde los pies hasta las trenzas. Los tamarindos del enorme árbol que hay cerca de la biblioteca. El canto y el vuelo de las oropéndolas. La amistad de Belkis, del maestro Juan y de todas las personas tan sencillas como grandes y maravillosas que conocí en las islas.
Solentiname es un lugar para conocerlo así. Quedándose un tiempo. En general todos los lugares es mejor vivirlos y convivirlos de esta manera.
Estuve allí tres meses. Luego emprendí el regreso a Chiapas.
Jim murió poco después.

¡Palestina Inshallah! Ser voluntario en Palestina, un grano de arena vale oro.

¿Por qué Palestina?

Entre el año 2008 y 2009 hicimos un periplo con mis hijos que iba desde Egipto hacia Jordania, Siria y Turquía. Ida y vuelta. Los tres vivíamos en diferentes partes del mundo y el encuentro se efectuó en el Cairo.
Cuando cruzamos el golfo desde Nuweibaa hacia Áqaba y tomamos un taxi desde el puerto hacia el centro de la ciudad, el taxista frenó un momento y nos señaló una escena escalofriante. En la margen de enfrente, donde se ubica la ciudad de Eilat, los israelíes festejaban con vítores, brindis, aplausos, cada bomba de fósforo blanco que cual un ornamental fuego de artificio caía sobre el pueblo palestino.
Los aviones sobrevolaban Gaza cerca de Eilat y las bombas destellaban en el cielo. A cada explosión una ovación. Debajo de la colina, los palestinos de Gaza, correrían de un lado a otro. Heridos o llevando en andas a otros heridos o muertos. Esa masacre se conoció con el nombre de la Operación Plomo Fundido.
El taxista, al igual que la mayor parte de la población de Jordania, era palestino. Él nos contó lo que estaba sucediendo. Nosotros, si bien sabíamos de la existencia de un conflicto en la región, desconocíamos los detalles. A partir de ese momento nuestro periplo viajero cambió un poco de tenor. Además del recorrido cultural y geográfico, se sumó a nuestro andar el involucrarnos con la causa palestina. Buscar información, transmitir por los medios a nuestro alcance lo que estaba sucediendo y participar de las marchas sumándonos en la medida de lo posible a la resistencia palestina.
Además abrimos un blog: palestinainshallah y allí metíamos notas del día a día en castellano, inglés y francés. Estando en Siria incluso nos entrevistaron para un programa de televisión mientras acompañábamos una marcha pro-Palestina.
El viaje continuó y al regresar a casa cada uno siguió divulgando lo que sucedía en la Palestina ocupada.
Me interioricé e involucré más, contacté personas a través de internet y sin sentirme satisfecha, con la necesidad de hacer algo más, busqué una organización donde ir a trabajar como voluntaria. Hay muchas y la primera que me respondió favorablemente fue el Palestine Solidarity Project, de raíces comunitarias y con sede en Beit Ummar. Luego fui conectando y trabajé con otras organizaciones.

El viaje a Palestina

Palestina no tiene control de sus propias fronteras por lo que, para llegar hasta allí sí o sí hay que cruzar algún borde israelí, jordano o bien ir desde Egipto a Gaza.
La primera vez entré por Israel. El boleto era a Tel Aviv y ya sabía que había unas combis que iban desde Tel Aviv a Jerusalem y que para estar cerca del sector oriental, donde viven los palestinos y cada vez menos porque los van empujando poco a poco, tenía que bajarme en la Puerta de Damasco.
La entrada a Palestina por Israel es sencilla. Preguntan mucho. Sobre todo si uno va con un pasaje de tres meses, lo que ya hace sospechar de algo raro. El territorio que ocupa Israel constituye un país que no es demasiado grande y tres meses sobran para recorrer lo más turístico si uno fuera realmente a hacer turismo. Hay que inventar. Que voy a hacer trekking alrededor del Mar de Galilea… que tengo un novio o un amigo… En lo posible llevar el número telefónico de algún israelí ayudará bastante.
El interrogatorio de un oficial israelí es siempre intimidatorio; para eso está preparado. Sin embargo lo peor es la salida.
La primera noche me quedé en un hostal de unos palestinos cerca de la Puerta de Damasco y me dediqué a recorrer Jerusalem o, en árabe Al Quds, la capital histórica y legítima de Palestina.

Palestine Solidarity Project, Beit Ummar

Al día siguiente, muy cerca del hostal, tomé una combi a Ramallah y, desde allí, otra combi a Beit Ummar. Las combis con palestinos salen todo el tiempo. Son reconocibles, aparcadas cerca de la Puerta de Damasco con sus carteles escritos en árabe.
Durante el trayecto la gente con la que viajé en las combis fue muy amable. Están acostumbrados a ver extranjeros que nos acercamos a las distintas poblaciones palestinas de Cisjordania a hacer trabajo voluntario. Me comunicaba en un árabe básico que había estudiado previamente y que había tenido oportunidad de practicar durante el viaje con mis hijos por Oriente Medio.
Llegué a Beit Ummar y ubiqué enseguida la casa de Mousa Abu Maria que es uno de los fundadores del Palestine Solidarity Project.
Una vez en la casa y cuando aún no había apoyado la mochila en el suelo, ya urgió salir a cubrir un hecho de violencia de Israel contra Palestina. Estaban talando un monte de olivos en plena producción del campo de una familia palestina.
La dueña de la finca se abrazaba a un tronco mutilado y lloraba desconsoladamente.
Filmé, hablamos con la gente, tratamos de hacer una barricada contra los taladores que avanzaban con la motosierra. Éramos pocos. Mousa, su hermano, un vecino, yo y algunos palestinos más que se acercaron.
A partir de ese primer día todos los días fueron igual. Un llamado o varios y salir corriendo a cubrir un evento de abuso contra palestinos de la zona.
Además, el Palestine Solidarity Project cuenta con un espacio que se llama Center for Freedom and Justice y allí yo di clases de castellano a un grupo de jóvenes interesados. También asistí al jardín de infantes donde hacía manualidades y enseñaba canciones y bailes a los chicos.
Vivía en la casa de Mousa. Cuando uno va de voluntario a estas organizaciones se suele proveer el alojamiento y la comida. Las casas están bien construidas, son fuertes y muy bonitas por dentro y con todos los servicios.
Conocí y compartí la vida con todo el barrio y los vecinos de Beit Ummar. Me hice habitué del mercado, ya me conocían en los negocios y hablaba con mucha gente de todas las edades. Todos los fines de semana marchábamos hasta la colonia ocupante y todos los fines de semana éramos reprimidos con dureza.
Algunas noches también invadieron las casas y en cuanto a otras agresiones hubo de todo, negocios y carreteras destruidas, demoliciones, detenciones arbitrarias en cualquier momento, destrucción de los pozos de agua o de los generadores de energía solar o eólica. Y mucho más. Cada día durante un mes y medio se cometió al menos un acto de violencia de Israel contra los palestinos.
Al cabo de un mes y medio fui a Jerusalem para quedarme unos días junto a las personas que hacen el Alternative Information Center.

Alternative Information Center, Al Quds (Jerusalem) y Beit Sahour

Alternative Information Center es un medio alternativo organizado, dirigido y donde trabajan israelíes que están en contra de la ocupación ilegal de Palestina. En este medio se hacen programas de radio en distintos idiomas y se elaboran ediciones graficas. Allí conocí gente muy valiosa, entre ellos argentinos, Sergio, Germán, Meir Margalit, que me ayudaron a volver en posteriores viajes a Palestinas y con los que compartí experiencias, trabajo y momentos maravillosos.
Estuve colaborando en el Alternative Information Center en los intermedios de mis viajes. La sede está en Jerusalem, Al Quds y tienen también un sede en Beit Sahour, cerca de de Belem. Visitando estos lugares conocí más acerca de la colonización de los territorios palestinos y pude compartir el día a día con palestinos de todas las edades y convivir con sus familias.

Jordan Valley Solidarity, Tubas y Valle del Jordán

Jordan Valley Solidarity tiene sus raíces en Tubas y trabaja en toda la zona del Valle del Jordán que corresponde a Zona C según los acuerdos de Oslo. Esto significa que es un territorio, habitado por palestinos y palestino por derecho propio pero bajo la ocupación y el control administrativo y militar de Israel.
El Valle del Jordán es el lugar donde elegí regresar en siguientes viajes de voluntariado a Palestina. Fue así porque esta organización además de reportar los hechos de violencia, trata de crear inmediatamente las condiciones mínimas necesarias para que no se produzcan los desplazamientos. Para que, tras perderlo todo, o a pesar de no tener nada, los palestinos resistan y se queden en su tierra.
En el Jordan Valley Solidarity donde regresé varias veces, conviví y conocí tanta gente que sería imposible nombrarlos a todos, especialmente a la familia de Sirene, a sus padres, hermanos, sobrinos; a Fathi y Amané, a todas las familias del Valle como Abu Seqer y Rabiha, y a todos los chicos que fueron mis alumnos en las escuelas beduinas y sus familias, o al maestro Ibrahim dueño de tanta mansedumbre y nobleza.
El lema allí es «Existir es Resistir». Resistir es la única manera que tienen de existir. Sólo pueden hacerlo con la fuerza de la paciencia y la resignación. Pacíficamente pero sin transigir ni darse por vencidos. Lo importante es continuar, repite Sirene. No importa morir, sino continuar.
Ellos tienen que pasar innumerables check points todos los días para dirigirse de un lado a otro. Es inevitable. Viven en ghetos controlados por Israel. La destrucción de sus casas, escuelas, pozos de agua, recursos naturales, la imposibilidad de hacer mejoras, la humillación constante, las detenciones y asesinatos indiscriminados por parte de Israel, son sucesos de todos los días.

La presencia de activistas internacionales es indispensable para hacer visible lo que ocurre allí y para que, con nuestra presencia, pongamos un mínimo freno a la caradurez de los israelitas que violan los derechos humanos de los palestinos, y les roban y destruyen todo los días. No es mucho lo que podemos hacer pero es algo y si somos más, haremos mucho más.
Convivir con los palestinos es una vivencia enriquecedora. Se aprende mucho de ellos, pero no sólo de su cultura sino que se aprende a vivir y a aceptar y luchar en las peores circunstancias. Se aprende además a ser mejor persona. La generosidad de los palestinos no tiene límites.

Si quieres ir a Palestina puedes contactar las organizaciones antes mencionadas. En internet encontrarás muchas más. Si no quieres ir pero apoyas la causa palestina, puedes enterarte de lo que allí sucede y multiplicar. Cada granito de arena vale oro.
Cualquier duda o inquietud puedes escribirme tus dudas y en cuanto pueda te responderé.
¡Viva Palestina Libre!