Antes de partir estuvimos en la puerta del Caribbean hotel, que resultó ser muy bueno, conversando con Juan Carlos Valeriano. Hablamos del viaje y de política. Honduras ha despertado. Recuerdo cuando estuve con la resistencia en el año 2009 y me fui con la premonición amarga de que no se llegaría a ninguna parte porque la gente estaba atontada por el show mediático y la telenovela. Un buen grupo de estudiantes resistía a conciencia pero el común de la gente, los más humildes y depositarios de las políticas sociales, repetían las consignas golpistas de la oposición:
‘a ese vago ya lo sacamos’, demonizando al ALBA y a los gobiernos progresistas de la región. Zelaya se enfrentó a los más poderosos, al narcotráfico, a las corporaciones multinacionales, a la industria farmacéutica, a los militares, y a los Estados Unidos ya que convertiría la base militar yanqui de Palmerola, a pocos kilómetros de la capital, en un aeropuerto civil. Como consecuencia de todos estos atrevimientos de soberanía, Zelaya fue secuestrado de su casa antes del amanecer, se fraguó su firma en una renuncia falsa, y se hizo un golpe de estado disfrazándolo como una sucesión legal institucional, y se reprimió ferozmente, torturando y asesinando a todo aquel que opusiera resistencia. En ese entonces muchos internacionalistas comunistas nos sumamos a hacer un trabajo de hormigas. Hablar con cada uno de los habitantes de cada familia de todos los poblados a lo largo y a lo ancho de Honduras. Yo andaba ‘de turista’ y preguntaba una dirección a un policía o en un negocio. La charla se encauzaba por el tema de la seguridad:
-casi suspendo el viaje porque me dijeron que estaba peligroso…
-eso ya está controlado, es que nos querían convertir en Cuba, si hasta venían médicos y maestros cubanos. A mi casa iban a enseñarle a leer y escribir a mi mamá y la querían operar de los ojos a mi abuela que está ciega
-¿gratis?
-sí, pero eso está mal porque nos querían hacer comunistas.
-pero entonces ahora tu mamá no va a seguir con las clases… ¿o el maestro cubano va a seguir? ¿y tu abuela entonces ya no va a volver a ver? qué lástima…
– y sí… al final era bueno Mel…
Había faltado lo mismo que faltó en casi todos los países del ALBA, la formación ideológica.
Cuando tuve la grata oportunidad de conversar con Juan Carlos Valeriano en la puerta del Caribbean hotel, me di cuenta de que están despiertos. Saben que a Xiomara Castro le robaron la elección, saben lo que le hacen los gobiernos neoliberales al país y al pueblo, las leyes de flexibilización laboral, el libre mercado, la injerencia del imperialismo y sus corporaciones económicas, el narcotráfico. Juan Carlos Valeriano nos invitó a desayunar pero como le dijimos que no, nos dio 100 lempiras que aceptamos condición sine qua non, fuera para la compra de este libro. Juan Carlos Valeriano es de un barrio marginal de San Pedro Sula. No tiene dirección postal y no lo encontramos en facebook. Aún no sabemos cómo haremos para enviarle su libro. Sólo podemos dejar escrito aquí que él es parte de nuestra vida y de nuestra historia y que lo seguiremos buscando por todos los medios para darle su ejemplar, aún si esto significa que tengamos que volver pedaleando a la vereda del Caribbean hotel donde nos despedimos aquella mañana calurosísima de abril.
Salimos tarde. Con 44 grados de temperatura ambiente y un poco más de sensación térmica.
-Exagerado- repetía la señora de una pulpería donde compramos unas cuantas bolsas de agua a 2 lempiras cada una.
El calor era agobiante. A dos horas de pedalear sin parar, empecé a tener una sensación contradictoria y nueva. Estaba tiritando. Se me erizaba la piel, pero en vez de ser de frío, era de calor. El agua de la botella estaba más caliente que una ducha. Por suerte hay sombra al borde de la ruta.
En Tegucigalpa había un temporal. La gente nos contaba que la ciudad capital estaba inundada, que la tormenta había sido tan fuerte que había derribado unos carteles luminosos y se había provocado un incendio. El calor había originado otros incendios en las montañas que gracias a esta lluvia se estaba combatiendo. Por nuestro rumbo el sol nos seguía rajando el casco y, por el momento, el cielo azul profundo no pintaba llover ni una nubecita.
En un puesto de frutas variadas compramos piñas y estuvimos con Denis que viajaba con su familia. Faltaba poco para nuestro desvío, Denis nos explicó y nos convidó un coco a cada uno. El coco es reconfortante. Tiene las sales necesarias para equilibrar el desgaste del sudor del cuerpo, es un hidratante perfecto, nos calma la sed, es sabroso, y nos da energía para seguir.
En este viaje aprendimos cómo cosechar cocos silvestres y abrirlos sin machete ni cuchillo. Los mejores son los medianos. Para abrirlos es un golpe seco de perfil en la corteza misma del cocotero. Si no funciona, intente nuevamente.
Tomamos el desvío a Peña Blanca y llegamos exhaustos. Paramos a comer un plato de comida por 50 lempiras y ya con el sol más bajo y relajado encaramos los kilómetros restantes hacia Los Naranjos, al “D&D brewery” donde yo estuve en 2009 y donde hacen cervezas artesanales riquísimas, de frutas, rashberry, blueberry, apricot, y otras más. ¡Deliciosas! Las venden a 47 lempiras.
Para llegar a este lugar hay que encaminarse hacia Yojoa, doblar a la derecha en el desvío de La Guama, tomar hacia Peña Blanca, 14 kilómetros bordeando la laguna. En Peña Blanca hay que buscar la calle que sale hacia Las Vegas, Santa Bárbara, y por esa calle son 4 kilómetros hasta el cartel que indica dónde hay que girar 300 metros hasta D&D.
Acampamos aquí, el lugar es fenomenal. Lleno de vegetación tropical, caminitos de piedra, alberca con agua helada, cabañas, dormitorios. Ha cambiado. Cuando estuve en 2009 sólo estaba Bob, dueño y quien hacía todo. Ahora hay varios empleados, Bob no está, y el dueño se llama Bobby. La máquina de cerveza es la misma de antes y las cervezas no pueden ni podían ser mejores. También ha cambiado el barrio. Antes no había nada en esta calle, sólo este lugar. Ahora hay casas, gente, y algunas pulperías y restaurantes.
“San Pedro Sula -ayer con 44 grados centígrados- se conoce por ser una ciudad muuuy peligrosa, y a pesar de que no nos pasó nada, dar una vuelta nocturna por el centro basta para ver que los negocios optan por cerrar temprano, que hay una vasta cantidad de indigentes dormidos en el parque central y en las puertas de los negocios, gente prostituyendose y ofreciéndote crack entre otras cosas. De día parece que la noche no existió y se transforma en una ciudad movida y repleta de gente humilde y amable. Tanto las rutas que entran como las que salen de esta comercial ciudad están repletas de tráfico y trailers que traen y llevan cantidad y variedad de productos. Y ahora, a los alrededores del lago de Yojoa nos deleitamos con una deliciosa artesanal ¡draft beer raspberry rigiosa ale!” (Martín Murzone)
Descansamos en Los Naranjos un día más. El jardín es exuberante. Hay flores exóticas que existen solamente en este rincón del mundo, como unas matas carnosas con flores llamadas argaritas o mahonias, las petravenias de color rojo carmín, orquídeas y un árbol de frescos mangostines. La laguna de Yojoa es también un paraíso de aves únicas y plantas acuáticas.
Aprovechamos la pileta y el internet y salimos a caminar hacia el río y a buscar restaurantes más económicos que en la fi nca para ajustarnos un poco a nuestro magro presupuesto. En el restaurante Martín hizo amigos del equipo local de fútbol infantil; se sentaron con él y pasaron un rato estudiando la cancha. Más tarde nos tomamos unas cuantas cervezas de D&D; Martín estuvo trabajando con Rafa que es quien las elabora y de paso aprendiendo algunos secretos. Rafa nos invitó a cenar pescado a su casa. Ahí estuvo también Walter, guía de D&D quien nos aconsejó no ir en bicicleta por las montañas de Santa Bárbara ya que los barrancos son muy empinados, piedra floja y precipicio. El pescado estaba muy rico. En la noche y como en casi toda la Honduras, empezó a llover.
Datos técnicos: San Pedro Sula-Los Naranjos (Peña Blanca-Lago de Yojoa) 80.3 km
7.45.45 hs
Total: 2777.25 km