Archivo de la etiqueta: México

Querétaro, broche de oro para completar un viaje demasiado bueno

El viaje a México va tocando fin. Todo salió bien en tiempos en los que viajar se presenta como algo complicado. Quizás es lo que intentan, que nos quedemos en casa, que nos sintamos acorralados y culpables. Viajar a México fue perfecto y, además de haber recorrido lugares conocidos, rincones familiares, lugares entrañables por el afecto, por su belleza, por su historia, fue un viaje también de nuevos descubrimientos y que alimentó aún más la curiosidad para desear volver y seguir mirando, respirando y probando los inagotables sabores mexicanos.

Como si fuera poco hice el recorrido con Martín, mi «poputchik» según los rusos que tienen esa palabra en su vocabulario para designar al «compañero de viaje». No puede ser mejor, o sí. Sí, aún había más para mi alegría y para conmover mi existencia. Porque además de viajar con Martín, cerrando este recorrido sorprendente por México, me reencontré con los Maluta de Froloff, hija y nietos de Michel mi gran amor. Un reencuentro emotivo y que alimenta el afecto y la conexión eterna entre nosotros. Broche de oro para un viaje ideal inolvidable.

Querétaro tiene su encanto colonial y es lindo para pasar un par de días, caminar por sus calles jalonadas de fachadas altísimas, coloridas. Su jardín verde, sus iglesias monumentales.

Otro ingrediente de lujo fue escuchar a un trío de jazz que sonaba super bien en una terraza con unas vistas maravillosas y una noche de impresionante luna llena. Todo grandilocuente y sublime.

Qué más se podría pedir, sólo que tanto bienestar, amor y belleza no nos llene de demasiada nostalgia. Eso es difícil. Después de tanto. La nostalgia será el deseo y la ilusión de volver. México siempre será una puerta abierta.

Cabo Pulmo, Baja California, paraíso paisajístico y santuario marino

Este sí que es un lugar para descubrir. No es sencillo llegar en transporte público. Lo mejor es alquilar un coche. Igual en transporte público se puede. Nosotros lo hicimos así.

Desde La Paz se toma un autobús hasta Las Cuevas. Poco antes de este paraje hay un cruce, frente al Campamento, desde donde sale la ruta para ir a Pulmo. Hicimos dedo, «de raid» le dicen en México, y nos levantaron enseguida. Nos llevaron hasta un cruce, en Ribera y desde allí, a la sombra de un árbol escuálido pero suficiente, que nos protegía del atosigante calor, volvimos a hacer dedo y pasó Ubaldo.

Ubaldo nos midió con la mirada, pasó dos veces por delante nuestro y se acercó para llevarnos. A mí en principio se me hizo sospechoso, pero al final los sospechosos éramos nosotros para él. Nos dijo que él se da cuenta cuando se trata de buena gente. No iba para Pulmo, así que nos cobró algo por la gasolina y nos llevó.

Buena parte del camino es de tierra. Está alejado del mundo. Es un rincón realmente sagrado. Un tesoro que se hizo popular cuando Jacques Coustou lo catalogó como uno de los paraísos submarinos más sublimes, espectaculares y únicos que subsisten en el planeta.

En Cabo Pulmo alquilamos una de las cabañas de Pedro, yerno de Alicia. Cabañas de Pedro o Alicia es lo mismo. Están muy bien equipadas. Son seguras, la nuestra ni siquiera tenía llave… la cama muy cómoda, el porch ideal para descansar a la sombra del techo de palma. Todo muy bien.

Y tratándose como se trata de un santuario del universo submarino, valía la pena bucear, así que Martín tuvo ese privilegio y la suerte de nadar a quince metros de profundidad con tiburones toros, cardúmenes impresionantes de jureles y mantarrayas móbulas. Dicen que fue una jornada especial y muy rica en el fondo. No siempre se ve tanto. Valió la pena, re valió la re pena.

Nos quedamos dos noches en Cabo Pulmo. La belleza del paisaje está para donde se mire. Los atardeceres son espectaculares.

Además de mar, arena blanca, dunas, disfrutamos de un trekking dándole la vuelta a todo el cabo por la serranía desértica que lo rodea. Andrea, una amiga residente en el lugar, nos guio amistosamente en este recorrido. Está muy bueno. El sendero está bien marcado. Recomendable hacerlo a partir de las 18 con la caída del sol.

También es recomendable llevarse la comida ya que en Pulmo hay sólo un par de tiendas y todo es más caro. En la tienda comprar un botellón de agua, hará falta. Y para regresar hasta Las Cuevas, salir de raid otra vez, esperando abajo del pino. Es clásico. Ahí paran los que te llevan para salir del Cabo de regreso a la civilización.

 

 

 

 

Un descubrimiento sorprendente: Baja California Sur

No estaba en nuestros planes pero así salen las cosas.

Desde el DF pensábamos con Martín tomar un vuelo a Vallarta para ir a San Pancho. Yo daba vueltas y vueltas y no concretaba la compra de ese vuelo. Es que lo había visto a un precio y tanto insistir… los algoritmos fueron subiendo el costo, me empaqué y no lo compré. Entonces Martín, el promotor de las oportunas sugerencias me comentó que siempre había querido ir a Baja California pero que quizás era muy caro…

Busco a Los Cabos y sí, era muy caro. Probá a La Paz me sugirió el hijo y ¡hecho! La Paz lo cachamos barato así que al toque compramos boletos a La Paz.

La ciudad nos encantó. La Paz tiene todo para pasarla bien junto al mar. El malecón recorre la costa y debajo la arena blanca con sombrillas de palma invitan a parar y contemplar el paisaje. El agua es transparente incluso en la ciudad. Desde los muelles se ven cardúmenes impresionantes.

Frente al malecón una seguidilla de bares y restaurantes. Pintoresco. Caro para nosotros, pero no importa porque justo elegimos quedarnos en un hotel tipo pensión con cocina y vajilla y el supermercado tiene precios accesibles.

El hotel en cuestión se llama Baja Paradise, ultra limpio y con unas camas kingsize espectaculares. Colchones nuevos, confortables. Nevera, jarra para calentar agua, aire acondicionado. Además facilitan toallas extras para llevar a la playa. Está muy bien, a cien metros del mar, excelente precio. Bueno, bonito, barato.

Desde la ciudad de La Paz,  frente al malecón y en la zona céntrica salen los autobuses turísticos hacia las playas más alejadas de La Balandra y el Tecolote. ¡Son un paraíso!

También se puede y es conveniente alquilar un coche. Hay muchos recorridos que se pueden hacer desde La Paz. Nosotros, además de recorrer la ciudad, disfrutar de sus playas urbanas pero lindas e ir hacia las playas más alejadas, decidimos también pasar dos noche en la reserva de Cabo Pulmo. Pero eso, es otro post. ¡Imperdible!

México DF, Distrito Federal

Hay quienes le llaman «monster city». Es el espectáculo desde el aire es uno de los más impresionantes que he visto en mi vida. Sobre todo si se aterriza de noche. Las luces de la ciudad se extienden infinitamente. La mirada eclipsada sin remedio a través de la ventanilla del avión. Serán muchos minutos de pasar ese salpicón de luces y más luces de nunca acabar.

Esta vez llegamos de día. El espectáculo es igual llamativo y vale la pena no perdérselo.

México es una ciudad cuya nombre y fama asustan. Sin embargo es una ciudad grande, sí, enorme, monstruosa, pero en la que, al menos yo, siempre me he sentido segura.

Es como una seguidilla de barrios en realidad. Cada barrio, llamado Colonia, conforma como un pequeño poblado, con su propia identidad, callejones coloridos, mercados típicos y atracciones arquitectónicas y delicias lugareñas.

A mí me encanta andar por México, a pesar de las avenidas ruidosas, del movimiento constante y de la dificultad respiratoria que puede causar la contaminación del aire y la altura. Me encanta porque apenas se dejan una cuadra atrás las avenidas, uno se puede encontrar en barrios tranquilos, de calles empedradas, llenos de parque y fachadas coloniales, art déco, art noveau.

Me encanta porque todo se consigue, porque hay millones de lugares donde parar a comer rico y barato y porque la gente es amable y sonríe.

No siento stress en esta ciudad monstruo. Ni cuando la visito como ahora, para pasear, dejarme llevar por mis pasos y encontrarme con amigos, ni cuando he estado viviendo allí y trabajando aunque tuviera que viajar horas en transporte público para llegar de un lugar a otro. No me da dolor de cabeza como otras ciudades grandes y movidas, y el tiempo me alcanza siempre para todo y nada de lo que quiera ver o necesite no lo encuentro en el camino. Todo está ahí.

En México me muevo en metro o en trolebús. También hay pequeñas combis, los «peceros», pero como no conozco tanto las paradas y los recorridos, me sigo manejando bien en el metro, en el trole o de a pie. El metro puede ir tranquilo o atiborrado dependiendo de las horas pico. Nunca he tenido más precaución que en otros lugares del mundo. Viajar en metro en México DF está bien, es muy barato, 5 pesos hoy día. El trolebus es más lindo todavía, están bien equipados, un poco más lentos pero muy agradables para cruzar toda la ciudad en un extenso paseo turístico por el módico precio de 4 pesos mexicanos. Digno de ser aprovechado.

En ciudad de México hay muchísimo para ver y visitar. Se requieren varios días para llevarse una postal completa.

Recorrer los barrios y colonias y calles de Coyoacán, uno de mis barrios favoritos del mundo, más de una vez. Ir a la Casa Azul de Frida Kahlo, al museo Trotski, y pasear por todos los parques y jardines de Coyoacán sin olvidar la encantadora y breve Plaza de la Conchita.

También hay que ir al Zócalo y pasear un buen rato por allí. Visitar el Palacio Nacional con los murales de Diego Rivera y dar muchas vueltas por ese barrio donde confluyen el pasado y la actualidad con danzas típicas, mercados, y restaurantes y comercios de todo tipo, para todos los precios y todos los gustos.

Cerca del Zócalo hay que ir a Bellas Artes. También hay que ir a la Alameda, a la Plaza del Ángel. Otro día caminar por el barrio La Condesa, con sus típicos ventanales art nouveau, darse una vuelta por la Roma también está bien y alejándonos un poco del centro, ir a Xochimilco un día y otro día ir a las ruinas de Teotihuacán en transporte público desde Observatorio o también desde la Central del Norte.

El DF por supuesto es inagotable. Cada barrio vale la pena, cada museo también. El Museo de Antroplogía merece ser visitado una vez en la vida y el Castillo y los Bosques de Chapultepec, también.

Lo mejor es ir con tiempo. Dejarnos llevar un por nuestros pasos. Viajar en transporte público y, definitivamente, probar todos los sabores de la calle. Nada peor que la tradicional maldición de Moctezuma nos pasará. En ese caso, las vendedoras de hierbas de los mercados saben mejor que nadie con qué hacer un hervido sanador.

Para terminar este post, recomendar que los vuelos internos en México de Volaris y Vivaaerobus, están económicos y que, desde el aeropuerto, se puede salir en metro hacia cualquier punto de la ciudad. Una cosilla más, el transporte terrestre en México es de los mejores del mundo. Con todas las comodidades y lujos que superan las expectativas.

Lagunas de Chacahua, Oaxaca

 

Las Lagunas de Chacahua resultan otro de esos paraísos tropicales a descubrir. Se trata de una seguidilla de tres lagunas de aguas claras, Chacahua, Pastoría y Salinas, que confluyen en el Pacífico.

Es impresionante el contraste entre el oleaje enorme del mar y la mansedumbre de las lagunas y, al mismo tiempo, es maravilloso tener en el mismo lugar la opción de estar en la playa marítima, extensa y ancha, o descansar a la sombra de los mangos junto a la laguna.

Las lagunas son ideales para el baño. El agua es cristalina y el agua refrescante en un clima donde el calor se hace notar.

Llegar a Chacahua es sencillo desde Puerto Escondido. Se toman combis que salen todo el tiempo hasta Zapotalito desde donde se puede llegar a Chacahua en lancha. O bien, podemos ir en la combi hasta Río Grande y desde allí subirnos a un taxi colectivo hasta Chacahua. Esta segunda opción es más barata y es aconsejable para ir, pero sí o sí, no hay que perderse el viaje en lancha a través de los manglares.

Nosotros hicimos la ida toda en combi desde Puerto Escondido y, desde Río Grande, en taxi colectivo. Una vez en Chacahua cruzamos la laguna por su parte angosta para quedarnos en la otra margen que nos habían comentado tenía más encanto y más posibilidades de recorrido. Las dos están bien, aunque enfrente encontraremos una playa más larga con muchos chiringuitos llenos de encanto tanto de día como de noche con su armoniosa iluminación.

De este lado, por las noches, se hacen fogatas.

Para dormir se puede colgar una hamaca o armar una carpa en cualquiera de los chiringuitos de la playa. Cobran algo para hacerlo. No es mucho.

Alquilar una cabaña decente y no todas lo son, arranca desde los 500 pesos mexicanos (mayo 2021).

Lo que notamos en Chacahua y no nos cayó bien, es que se está volviendo muy comercial muy rápido. Cobran mucho y el servicio es deficiente. En general. Todo es caro y deja mucho que desear, además hay basura por todas partes y esto resta mucho a un lugar cuya naturaleza es tan bonita y debería recibir más cariño y protección.

En Chacahua hay un faro al que merece la pena subir. Sobre todo a ver el atardecer. L9a subida es muy breve y sencilla. Está del lago de la laguna al que llegamos, quiere decir que, desde donde nos quedamos hay que cruzar. Las lanchas hacen el cruce todo el tiempo, cobrando un precio que se acuerda con el lanchero.

La población de Chacahua al igual que la de buena parte de la costa oaxaqueña se destaca por su gente morena, descendientes casi todos ellos de los náufragos que eran trasladados en un barco de esclavos. Si bien es tradicional hablar de la influencia afro en Veracruz, las estadísticas dan cuenta que la población negra es mayor en la llamada Costa Chica en Oaxaca. En el aire y en la música, se respira y se siente su típica cadencia y sus tradicionales sabores como las empanadillas de plátano o piña, los ostiones y variedad de pescados y jugos de frutas.

 

El regreso a Zapotalito lo hacemos en lancha. La red de manglares es embriagante. Un laberinto de caminos de agua que se bifurca aquí y allá entre las matas selváticas. Los pájaros pescan y nos escoltan. El aire se respira fresco. Es parte del viaje y se vive como una excursión placentera en medio de la naturaleza salvaje.

En medio se pasan y vislumbran entre las matas pequeños y escasos caseríos de lugareños. Hacer este recorrido en lancha vale mucho la pena.

¡Volver a México! Mayo de 2021-Puerto Escondido

Volver a México. México siempre es una puerta abierta. Cuando todo el mundo ha decidido vivir en un perpetuo velorio, recluir a cada quien en su propia tumba, no importa si es en la misma completa soledad, en un espacio de cuatro paredes sin ventanas o, para los más afortunados en su hogar dulce hogar con patio y jardín. No importa. Cuando nos han querido aislar por todos los medios, México rebelde nos vuelve a abrir sus puertas y los corazones de sus gentes.
Escapé. Harta de las restricciones y los anuncios de más restricciones. Basta. Necesito aire. Necesito libertad. Y sobre todo, dejar de pensar en lo que vendrá. Dejar de mirar las noticias para enterarme hasta dónde puedo ir en bicicleta sin tener que hacer papeles para justificar la salida.
Volé a México con un boleto que me pareció tan barato que hasta último momento dudé de si me llevarían o no. Todo fluyó increíblemente bien.
El vuelo: Madrid-Cancún con una escala en Lisboa. Vuelo de TAP de Portugal. El precio, aún me pongo colorada, 249 euros -ida y vuelta, aclaro por las dudas.

Y esta vez se me ha dado por volar por México. Los precios de Volaris y Vivaaerobus son menores o iguales que los precios de los autobuses.

Volé desde Cancún a Puerto Escondido con una escala en Distrito Federal. Volver a México me emociona. La última vez que estuve por aquí fue en 2014 y 2015, antes de salir a pedalear desde México hasta Argentina. Antes había estado hasta el 2011 viviendo en Guanajuato. Esta vez planeo regresar a esa ciudad. Diez años después de haber dejado el pago. Más vieja por lógica y evidencia. Con muchas más arrugas, curtida por la intemperie y las andanzas sin protección solar.
Bienvenidos a México lindo y querido, rico y sabroso y esta vez, libre y luminoso.
Puerto Escondido no conocía. El Pacífico, con sus olas no tan pacíficas. Dicen que hay «mar de fondo». Las olas son monumentales. Las playas de Bachoco y El Carrizalillo, el paraíso ese que se ve en las fotos de bahías de aguas azules, arena dorada a blanca, y palmeras. Con un entorno de montañas que le  otorga el marco ideal.

Caminamos con Martín que me esperaba en un airbnb que encontramos entre el centro y la playa. El anfitrión se llama Andrey, muy buena onda.

Quedarnos en Puerto es una buena opción para hacer algunas compras que me faltan para iniciar nuestro periplo. Encontramos todo en una mañana, chip mexicano para el teléfono, adaptador eléctrico del europeo al local, calentador eléctrico para el agua del mate y hasta yerba a granel.

Disfrutamos plenamente nuestra jornada en Puerto Escondido. Caminamos por todas las playas del centro donde se junta más gente y mucho más allá. El día fue completo, con un atardecer espectacular como suelen ser los atardeceres del Pacífico. Un espectáculo que no deberíamos perdernos ni un solo día y menos, al estar en estas latitudes.

 

Año Nuevo en el Nevado de Toluca

El Nevado de Toluca o Xinantécatl, que significa «Señor Des­nudo»en náhuatl, se encuentra a 43 kilómetros al suroeste de Toluca y a unas dos horas de la Ciudad de México, es un volcán activo y la cuarta montaña más alta de México. En su cráter hay dos lagunas, la del Sol y la de la Luna.

Este volcán está contiguo al Parque Nacional de los Venados,  entre los municipios de Calimaya, Zinacantepec, Tenango del Valle y Villa Guerrero.

Para llegar al Nevado hay distintas maneras, dependiendo del lugar donde uno se encuentre. Como nos movilizamos normalmente en transporte público, y en nuestro caso, arrancamos del DF, fuimos en dirección Toluca y luego tomamos un bus, Toluca-Sultepec, hasta el desvío hacia Zinacantepec, desde allí teníamos que ir hasta el poblado Raíces, hicimos dedo y nos cargó una camioneta para llegar hasta el Parque de los Venados y comenzar a caminar.

Atravesamos algunos bosques y luego fue todo camino de roca  con abundante presencia de nieve.

Aquí, video de la travesía:

https://www.youtube.com/watch?v=oVNeeYknNQc

Este sendero lo realizamos entre el 31 de diciembre de 2014 y el 1 de enero de 2015. Acampamos en la base del Volcán para rodearlo al día siguiente y hacer un circuito con el que pudiéramos de manera metafórica, abrazar al volcán con nuestras huellas impresas en la nieve.

Desde la cumbre se puede ver el legendario Popocatepetl.

En la base hay dos construcciones que estaban cerradas a cal y canto. Los tinacos de agua estaban vacíos, pero afortunadamente pudimos descongelar nieve para tomar mates y cocinar, quemando todo lo combustible que encontramos a nuestro paso, ramas secas, palos de trapeadores y escobas viejas que había allí abandonadas en un galponcito, y algunas maderas.

Cuando no hay nieve, un camino ancho de autos permite acercarse en vehículo hasta  pocos metros antes del campo base, sin embargo, la experiencia de subir todo a pie, atravesando el bosque y las laderas, es maravillosa y muy recomendable.

ENCUENTRO EN PANAMÁ-Con la vida en un carro

Cual caracoles que llevan su casa a cuestas estas dos mujeres argentinas que de casualidad se reunieron en Panamá en su recorrido por América, viajan para aprender y enseñar
DARMA L. ZAMBRANA
dzambrana@laestrella.com.pa

Sus casas las llevan a ellas, un poco como el caracol pero a la inversa. Sus carros, en los que recorren kilómetro tras kilómetro en la superficie inmensa de esta América, son sus casas. Allí tienen de todo. Sus recuerdos más preciados, las fotos de sus hijos, sus enseres de cocina, su ropa, un mapa, quizás una carpa, un GPS que no funciona y una de ellas hasta un rottweiller de miedo.

Con el pelo castaño muy corto, el flequillo casi blanco en la frente y cuentas de colores en uno que otro mechón de cabello, Zulema sorprende a quien la conoce por su nueva ocupación: jubilada viajera. Pero no porque viaje o porque esté jubilada, sino porque a sus 61 años viaja sola por los extensos caminos del continente sin más compañía que Pelé, su robusto rottweiler de 7 años, que la protege celosamente día y noche.

Zulema que afirma que es del mundo, nació en una casa de viajeros, pues sus padres le dieron la vuelta al mundo varias veces, se jubiló el 1 de julio de 2008 y el 15 de ese mismo mes dejó la casa donde vivía en El Calafate, muy cerca del glaciar Perito Moreno en la Patagonia argentina y empezó su periplo por el continente. A bordo de una Toyota Four Runner 2001 de color rojo que tiene la bandera argentina en todas partes, con el asiento del copiloto ocupado por Pelé, se incorporó a un grupo de vehículos doble tracción que desde Iguazú hace todos los años un recorrido por la Amazonia.

Manejó por 20 días entre Brasilia, Belem, las Guyanas, Manaos y otras poblaciones sin un peso en el bolsillo esperando que le llegara la primera remesa de su jubilación. Así llegó a Venezuela, estuvo en Colombia y Panamá antes de llegar a Costa Rica donde permaneció 40 días para regresar aquí y continuar su recorrido hasta Alaska que es su destino. No tiene apuro, quiere disfrutar de todos los lugares por los que pasa, quedarse y partir cuando le plazca.

“Tengo fecha libre hasta junio de 2010”, cuenta, “porque estoy anotada en una caravana que parte desde el norte hasta Chile para celebrar el bicentenario de ese país”, agrega y después Zulema seguirá viajando hasta “que el cuerpo me deje”. Para ella viajar y conocer gente es una experiencia única, una forma de crecer y madurar. Y empezó muy joven, a sus 17 años formó parte, junto a su madre y dos hermanas, del equipo argentino de hockey femenino y estuvo en Alemania y España representando a su país.

Maestra de Educación Física hasta su jubilación, Zulema no le teme a nada, salvo a perder el coche porque eso significa “perder la vida”. Confiesa que la inseguridad le preocupa un poco, “no me da miedo”, dice, “la gente me ayuda mucho y ya tengo mi vida hecha, no me importa si me pasa algo y me muero en el camino, solo me preocupa mi perro”. Divertida comenta que su hijo, que la apoya en todo lo que hace, le ha pedido que “no te vayas a morir muy lejos, de repente tengo que ir a buscarte”.

Esta mujer de pequeña estatura, bronceada por los soles de muchas jornadas al aire libre se topó en Panamá sin pensarlo con otra, 18 años más joven, también argentina que hace el viaje en sentido inverso pero al igual que ella con su casa a cuestas. María, que ha viajado mucho con sus dos hijos y que desde octubre pasado, hace una travesía por primera vez en su vida sola, sin ellos conoció a Zulema cuando ambas tomaron contacto con Tea otra compatriota residente en Panamá que las ayudó en los trámites de traslado de los vehículos.

Después de vivir 6 años y medio en Guanajuato, el tiempo más largo en alguna parte, María cuenta sonriendo y entrecerrando sus pequeños ojos verdes que “seleccioné de mi casa lo que tenía algún significado para mí y lo metí en mi auto. Primero los adornos, los barquitos de diferentes países, las muñecas de coco, las balsitas de Bolivia, los sombreritos de Turquía, las castañuelas de mi abuela que era gitana, la bandera de Argentina y me marché”. Su automóvil un Matis Pontiac 2007 color rojo fuego se ha convertido en su casa mientras llegue a San Clemente del Tuyú, al sur de la Provincia de Buenos Aires, donde piensa recalar después de recorrer Centro y Sur América.

Menuda, musculosa, también bronceada y con el cabello negro recogido en dos trenzas, María ha hecho de todo para sobrevivir y puede intentarlo todo si es necesario. Tiene en el Matis una valija de disfraces y una máquina de escribir Olivetti, donde ya ha escrito cuatro novelas de ficción con elementos de todas las personas que va conociendo en el camino. Ha trabajado como actriz, cantante, periodista, patinadora en hielo, acróbata y es maestra de profesión.

Desde que nacieron sus hijos ha hecho infinidad de viajes con ellos. Cuando llegaban a un nuevo lugar si les gustaba se quedaban y si era por una larga estancia María les buscaba escuela y ella trabajo para partir de nuevo cuando tuviesen ganas. Así estuvieron en diferentes países de Europa y América. Hoy ambos hijos, de 19 y 21 años, ya han empezado a hacer su propio viaje, es decir su vida y por eso ahora ella emprendió este recorrido sola con el propósito de encontrar un lugar donde vivir y trabajar “y dedicar el resto de mi vida a mejorar las condiciones de vida de otras personas y aportar a los procesos sociales en Latinoamérica”, dice María.

Ahora mismo le interesa trabajar en Venezuela, Bolivia o Nicaragua. Tiene en perspectiva un proyecto comunitario como voluntaria en Palestina por un par de meses y después un tiempo en América Latina. “Siempre es por un tiempo y nunca sé cuánto”, dice María que a lo único que le teme es a la idea de “instalarse” en alguna parte, “mi vida es andando” agrega pensativa, mientras sorbe un poco de mate “el auto es mi vida, es lo que me lleva y me trae, todo lo que me interesa está en él, ahí está mi pasado”, agrega.

“Cuando empecé a viajar, tenía pronóstico de melancolía” recuerda María, pero aclara a continuación que felizmente aún no la ha experimentado. Nunca se ha sentido sola y por eso no siente la necesidad de viajar con nadie y, por el momento, tampoco le hace falta una pareja. “Me basto a mí misma”, asegura, “solamente estaría con alguien como el Comandante Marcos, con quien comparta los mismos principios de lucha, de otro modo no”, dice haciendo referencia al guerrillero zapatista.

Y en eso coincide con Zulema que mientras sigue cebando mate, opina que no quiere que nadie le cambie el rumbo y por eso prefiere viajar sola.

“Los argentinos somos todos inquietos” dice María reflexionando sobre el viaje de ella y de Zulema, dos mujeres fuertes, decididas y valientes, que por encima de todo han comprobado y demostrado que se tienen a sí mismas.

http://www.laestrella.com.pa/mensual/2010/01/03/contenido/187545.asp