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En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 2: Zouraïde-Saint Palais (Iparralde)

Pedaleamos desde Souraïde a Saint Palais por caminos vecinales de montaña, a los pies de los Pirineos, desde ayer veníamos viendo el La Rhune, hoy ya lo dejamos atrás.

Vamos en dirección Espelette y luego Cambo les Bains donde hay un pintoresco y concurrido complejo de aguas termales. Cruzamos el ríos Nive y vamos hacia Hasparren, Bonloc y Saint Esteban. Vamos parando y visitando estos pueblos, a partir de Meharin, hay un desvío y tomamos hacia Saint Palais. Saint Palais, es etapa del Camino de Peregrinos a Santiago de Compostela, así que como ya no hay camping en el lugar, vamos a dormir en el Refugio de Peregrinos que está muy bien instalado, limpio, cómodo. Tiene habitaciones dobles y cocina que se puede utilizar, Con desayuno incluido, cuesta 14 euros. Es cómodo, hay internet wi-fi y está muy cerca del centro. La gente es amable. En este albergue encontramos varios viajeros en bicicleta, una mujer de 60 años, sola, y una familia con cinco hijos pequeños. Todos en bicicleta!

Pedaleo en una bicicleta Orbea de carretera, rutera. La he comprado de segunda mano y si bien sus componentes son excelentes (cambios Campagnolo, ruedas Mavic-Michellin y ORBEA) está bastante baqueteada y descuidada y quizás por haberle cargado peso indebidamente, ya que no es una bicicleta de viaje, algo está dañado, o viejo ya por el uso normal, y el desviador trasero empezó a hacer un ruido como una matraca.

En Saint Palais fui a la única persona que oficia de bicicletero aunque en realidad vende máquinas cortadoras de pasto. El tipo no pudo descubrir de dónde o por qué venía ese ruido de matraca, pero se dio cuenta que aflojando la cadena, el ruido desaparecía, así que de una me cambió la cadena sin medir las consecuencias que trae cambiar la cadena a una bicicleta usada como esta, con las estrellas ya desgastadas por el uso. Consecuencia, hizo un mal arreglo. La cadena se le rompió al ponerla y dejó un eslabón atravesado, una chapuza y bricolage que ni yo, sin ser mecánica, hubiera hecho. Un desastre. Al pedalear la cadena se zafa, es casi imposible meter un cambio. Tras eso, el asiento se viene moviendo, y el supuesto bicicletero de Saint Palais, con mucha clientela y pocos ayudantes, se negó a arreglarme. Aconsejo seriamente aguantar cualquier desperfecto de una bicicleta hasta llegar a Lourdes ya que allí sí hay mecánicos de verdad. 

En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 1: Irún-Zouraïde (Iparralde)

De mar a mar y de montaña a montaña. Esta travesía nos lleva desde el Mar Cantábrico en la costa vasca, hasta la costa Mediterránea en Francia y luego en Italia, y desde los Pirineos en Iparralde y luego en Francia, hasta los Apeninos en Italia. Un viaje de 26 días, 24 pedaleando 1560 kilómetros, 2 días de descanso y casi una semana para regresar en trenes.

Como en estos tiempos vivo en Bilbao, decidimos arrancar desde allí. Para regresar, de todos los trenes urbanos disponibles el Euskotren es el mejor. La línea de ferrocarril del País Vasco permite el traslado de bicicletas, sin miramientos, ni límites, ni mala onda como sucede a veces en otras líneas tales como Renfe o SNCF. Los vagones de Euskotren tienen un espacio señalado para ubicar las bicicletas, y aunque suele suceder que la cantidad de bicicletas supera los huecos para posicionarlas, nadie se queja ni objeta y todos nos acomodamos. Además, trasladar la bicicleta en Euskotren es gratuito. 

En Irún pedaleamos con rumbo al río Bidasoa para seguir sus riberas y bidegorri -pistas ciclables, literalmente “camino rojo”. Cerca de Behobia, apenas unos metros después de pasar por la Isla de los Faisanes, cruzamos un puente sobre el río y continuamos por bidegorri pero por la otra margen del Bidasoa. Tomamos el camino de Kurleku y luego el de Biriatou, hasta un desvío por otro camino que es el de Tomasenea. Luego tomamos el de Kixoenekoborda que sube empinado a un collado del mismo nombre. Son senderos angostos, de montaña, algunos con una delgada capa asfáltica, suben y bajan de los collados. Este recorrido lo hemos elegido y marcado previamente mirando en google maps, es el itinerario que el buscador sugiere para hacer el camino a pie. Son caminos muy tranquilos, en muchos casos con piedras, o de tierra, cruzando bosques tupidos y helechales. No usamos el GPS, sólo hemos visto y tomado nota con antelación de la red de caminos y senderos que podemos ir hilando. Desde Kixoenekoborda enganchamos un tramo de carretera denominada D4 hasta encontrar el camino de La Fontaine y luego nos desviamos por el camino Akaldegia pero este se cortó, quizás por falta de actualización, se convirtió en un callejón sin salida que terminaba en una especie de plaza de cemento circundada por casas, sin ninguna posibilidad de camino a no ser que fuera atravesando el patio de alguna de esas casas. Allí volvimos atrás, y por Karrika Zaharra llegamos hasta una ruta ancha, tipo autopista, la D918 que nos sacó a San Peé sur Nivelle y por la misma carretera, D918, llegamos a Souraïde donde en el centro del pueblo señala que hay un camping. 

Dicho camping no está a pocos pasos sino colina arriba, poco más de tres kilómetros. Hay que pasar todo el golf de considerables hectáreas y casi llegando a lo alto de otra carretera, la ruta de las Crestas, encontraremos el camping. Por supuesto desde esa altura las vistas son impresionantemente bellas. El anfitrión del camping Urlo Gaina Epherra, Monsieur Chapellet, es de lo mejor. Amable, simpático, y además solícito y generoso. Apenas llegamos, como no tiene proveeduría ni ningún tipo de alimento para vender, nos obsequió un paté de canard preparado por él mismo y una baguette de pan integral con semillas. El camping, además de la hospitalidad de Monsieur Chapellet y las vistas inmejorables, cuenta con ducha caliente, luz, electricidad, lavadoras, refrigerador. No hay piscina ni internet. 

 

Ruta de los dos mares: Canal de Garonne-Canal du Midi

La Ruta de los dos mares es una ruta que se puede hacer en bicicleta a través de Francia. Arranca sobre el Atlántico francés y baja, siguiendo el curso del Canal de Garonne hasta Toulouse, desde allí continúa por las márgenes del Canal du Midi hasta la costa del Mediterráneo.

Me uní a esta ruta que estaba haciendo un amigo en Agen. Para llegar a Agen desde Bilbao, tomé trenes con la bici equipada y lista para pedalear, sin desmontar.

Salí de Bilbao con el Euskotren rumbo a Amara Donostia, luego, desde allí a Hendaya.

En Hendaya tomé el tren regional donde se puede llevar la bici sin desmontar y gratis, al igual que en Euskotren, hacia Bordeaux, y luego otro tren regional (TER), hasta Agen donde me esperaba mi amigo.

El canal de Garonne es un espacio muy verde, rodeado de bosques y altos plataneros que dan sombra al camino. Se van superando las esclusas y ver el espectáculo de cómo se nivela el canal para dar paso a los barcos, es asombroso e interesante.

El trazado de todo el recorrido es plano, sereno, bien señalizado y asfaltado, liso, hasta Toulouse. Es muy cómodo de pedalear.

Cerca de las paradas que fuimos haciendo encontramos campings muy acogedores, muchos de ellos los municipales, con todos los servicios y algo más. Todos tienen piscina, acceso a internet en casi todos en el área de recepción o zona común. Mesas de pic-nic. Duchas cómodas y algunos taquillas con electricidad donde cargar nuestros aparato electrónicos.

Los precios de los campings oscilaron entre 6 hasta 12 euros el más caro.

Durante nuestro recorrido hicimos un desvío para visitar amigos en Raux, Penne. Desde Montech tomamos el Canal de Montech, de trazado cómodo para la bici hasta Montauban que vale la pena visitar un poco. Desde Montauban por carreteras rurales se puede ir hasta los pueblos de Midi Pyrenées donde abundan los castillos y callejones medievales y hay que salvar alguna que otra colina. Las vistas son muy buenas, las paz increíbles, los pueblos de los alrededores llenos de encanto.

Desde Toulouse, tomando el Canal du Midi, deja de ser cómodo para pedalear. Es desparejo, sendero muy angosto en algunos tramos. Lleno de baches, raíces que sobresalen, rocas, piedras, gravilla. No apto para mi bici rutera. Mucho sangoloteo.

En mi caso, es preferible tomar caminos rurales. No hay muchos porque hay mucha ruta y autopista pero se encuentran caminos adecuados para pedalear con tranquilidad dando algunas volteretas. Así, esquivando los senderos de baches, el Canal du Midi desparejo, y algunos senderos cerrados,  avanzamos desde Rustique, pasando Trèbes (donde el camping Anton ya no existe más) hasta Narbonne donde culminó esta experiencia.

Desde Narbonna regresé a Bilbao en Flixbus, con la bici envuelta en papel film. Sólo desmonté la rueda delantera. Envolví todo. Metí la tienda en una de las alforjas, y no pagué ningún extra ni me pusieron ninguna pega. Fue muy fácil. Había pensado hacer este trayecto de regreso en Alsa, pero Alsa no lleva la bici envuelta en film en trayectos internacionales por lo que es mejor hacerlo en Flixbus, cuyos choferes son accesibles. El Flixbus sale de la parada de buses en Narbonna al lado de la estación de tren.

Algunos de los campings en los que paramos fueron:

Le Moulin de Bidounet, pasando Moissac, La Giraille en Castenaudary, La Commanderie en Rustique, Le Floralys en Narbonna. Todos recomendables.

Si quieren más información o detalles de esta ruta, no duden en preguntarme marialaqueviaja@gmail.com

Vélodyssée, una de las mejores rutas en bicicleta

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El Camino del Cid-de Vivar del Cid (Burgos) a Valencia

Arranqué este camino desde Bilbao donde vivo. La ruta comienza en Vivar del Cid, antes de llegar a Burgos.
Yo hice un par de paradas antes de llegar allí. Desde Bercedo fui hacia el camping de Trespaderne, junto al río Nela y luego de dormir allí arranqué a Vivar. No es parte del camino del Cid, así que fui más o menos por las rutas que seguí en Google Maps.

Día 1-Vivar del Cid-Burgos

En Vivar del Cid estuve en todo los puntos emblemáticos de la pequeña villa. La Legua 0 donde se inicia oficialmente el camino, la estatua en la fuente, el Molino del Cid en cuyo centro alberga una especie de sala de museo muy interesante. Allí hay una espada réplica de la Tizona, la espada del Cid, que ciñó espada como bien repite varias veces el romance. Del antiguo molino salió un señor muy simpático y por demás de amable llamado Javier. Él me dio mi Salvoconducto con el sello de la Legua 0 e insistió en que debía hacerme varias fotos para documentar el legendario momento. Fue agradable y divertido. Javier me mostró varios documentos originales que hay ahí enmarcados, de puño y letra firmados por el Cid y su esposa cónyuge y resaltó en señalarme que siempre firmaba en nombre de los dos, algo que al parecer era inconcebible en la Edad Media. Desde Vivar del Cid fui a Burgos por la carretera Nacional, que no está muy bien pedalear porque hay mucho tráfico y los burgaleses son bastante estresados para conducir. Lo mismo al entrar a la ciudad, un quilombo. Era día de semana, y serían las 5 o 6 de la tarde, quizás era hora pico… no lo sé. Me costó llegar al camping.

Día 2-Burgos-Covarrubias

Buena ruta. Lo primero que hice al asalir de Burgos fue enfilar oir Cardeñajimeno hacia el Monasterio San Pedro Cardeña que es donde el Cid dejó a su esposa Jimena y a sus hijas Sol y Elvira, seudónimos de Cristina y María. Después me fui por Carcedo de Burgos a Modubar de San Cibrián y a Los Ausines. Todos los pueblos son encantadores. Paro en todos, a ver sus calles adoquinadas y las casas de piedra. La fuente en la plaza, y las iglesias con sus torres. Todo conservando el estilo medieval. Muros originales, antiguas construcciones, renovadas algunas pero manteniendo todo el estilo de la postal. Infinidad de rosales florecidos con rosas que perfuman el aire de colores. La rutas, tranquilísimas. Caminos rurales, asfaltados y en buen estado. En algunas anda algo de gente pero muy poca. En Revilla del Campo está la Fuente de la Salud donde es imprescindible beber y remojarse un poco por todos lados para mantener el buene estado físico. Y apenas saliendo de la aldea, hay un camino que lleva a las nacientes del río Ausines que fue donde el Cid acampó con todos sus seguidores ya que nadie le quería dar posada bajo amaneza del rey. A continuación pasé a los poblados de los Lara, Paúles de Lara, Campolara, Membrillas de Lara. Finalmente Hortigüela y por una carretera general pero muchísimo más tranquila que la que entra a Burgos, llegué al camping de Covarrubias con su piscina habilitada ideal para el chapuzón. Los chicos de este camping de Covarrubias son lo más. Muy amable todo el plantel, como costaba agarrar el wifi hasta me ofrecieron sus datos ilimitados. No acepté, pude con los míos. También me prestaron la gorra para entrar en la piscina ya que al parecer en España es obligatorio y yo no llevo gorra de nadar, pero ya estuve pensando para la próxima vez, me las ingeniaré con el calzón rojo que está tan estirado que podré hacerme una gorra de nadar con moño.

Día 3-Covarrubias-Quintanarraya

Este día me quedé en Quintanarraya porque sabía que allí existe una Casa del Peregrino. Buenísima decisión quedarse allí. La casa es muy cómoda y acogedora. El cuarto tiene cinco camas indivuales y un colchón, pero es un espacio amplio, y de juntarse más gente hasta podrían dormir en el suelo. El baño está impecable, hay agua caliente, dos mesas y algo de vajilla. Se pide un donativo de cinco euros. A cargo suele estar el dueño del Bar, sin embargo cuando llegué no estaba. El Bar, cerrado. Pregunté me indicaron que buscara a Gerasio. Encontré la casa de Gerasio y su esposa Manoli y ellos, muy lindos, solícitos, me dieron la llave de la casa. En Quintanarraya casi no hay señal móvil. Durante la pedaleada pasé por Santibañez del Val y Santo Domingo de Silos que me sorprendió por su muralla apenas entrar a la ciudad. Luego hay un monasterio monumental. La plaza central, elevada entre muraos de piedra, con una fuente, árboles, y coronada por edificios e iglesia de corte medieval. Saliendo de Santo Domingo me fui por el La Yecla, un parque natural muy lindo. Entre montañas, olor a pinos, y un desfiladero. El camino sube, obviamente, pero es sabroso pedalear y respirar ese aire perfumado y puro. Subí a Peñacoba y a Mamolar y luego fui a Quintanarraya.

Día 4-Quintanarraya-Berlanga de Duero

Fue un largo camino ya que, la etapa anterior no terminaba en Quintanarraya sino en Langa de Duero. Pero avancé. En la mañana pasé por los poblados de Hinojar del Rey de donde salen dos caminos que en principio son de piedra, sin asfaltar; sin embargo, el de la izquierda, luego de un repecho por piedrecitas grises, está más firme. Una especie de precario asfaltado pero se pedalea bien. En Langa de Duero, ya en tierras de Soria, paré a hacer una breve visita adonde se encuentra la enorme prensa vitivinícola. Luego, frente a la casa Constitucional observé el enorme nido de cigüeña. Langa de Duero es una ciudad regularmente grande. Más grande que las que venía pasando, con más movimiento de gente y coches. Desde Langa de Duero, toda zona de viñedos, llegué a San Esteban de Gormaz. Una ciudad más o menos grande también, con varias iglesias antiguas y un castillo. Allí, desde el puente sobre el río Duero, puente romano, de piedra, se encaramado en la colino un barrio de casas vacías. Parece una maqueta. Luego le metí pata y pasé por Burgo de Osma pero a mil. Quería llegar a Berlanga donde hay albergue y camping. En buenahora. Dormí en el albergue porque el cuarto está muy bien y acepté la cena que prepara la esposa senegalesa de Andrés, el encargado del camping y albergue municipal. Una cena que me vino al pelete ya que fue lo primero consistente que comí en estos días durante los que venía acabando con todas las pastas, sopas, y comida disecada que había quedado de los viajes del año pasado. La cena, económica, suculenta y muy sabrosa. Ellos muy simpáticos e interesantes.

Día 5-Berlanga de Duero-Medinaceli

Como llegué haciendo etapa y media el día anterior no había visitado la ciudadela así que este día, en el albergue, me levanté y me fui caminando, menos de dos kilómetros a visitar el casco medieval. Anduve por callejuelas y arcos y regresé al albergue. El camino hasta Medinaceli pasé por La Riba del Escalote donde había una invasión de golondrinas y peces de colores en la fuente. Luego hubo más golondrinas en
todos los pueblos. En Medinaceli dormí en el hotel Bavieca, un lujo a excelente precio y con una atención impagable. Hay una panadería con repostería muy bien elaborada. Caminar por Medinaceli es todo un placer y un viaje al pasado. La parte del Casco Antiguo es toda de piedra, con montones de parras que brotan desde un hueco junto a cada casona. Plazas de piedra también y arbolado. Abajo de la ciudadela, está el poblado más comercial. No es muy grande y está por la misma carretera, pero algunos kilómetros abajo. Quedarse en la parte antigua es altamente recomendable. Bello.

Día 6-Medinaceli-Molina de Aragón

Terminado el Camino del Destierro e iniciando el conjunto de etapas que se da en llamar Las Tres Taifas. Cambia la fisonomía de los edificios y el color de la piedra. Las montañas y sierras se vuelven más rojizas y las construcciones más mudejar. Se hace notar en pórticos, ventanas, y molduras, el sello árabe. Entré en Layna donde descansé junto a la fuente y tomé la carretera general para pasar por Maranchón, grande también y bastante peculiar. Distinto a lo visto hasta ahora. Colores diferentes, diferente disposición de las calles y casas. No todo es piedra y es más moderno aunque o digamos mejor, que ya no es medieval pero virreynal. Lo mismo en Molina de Aragón donde las construcciones del CAsco Histórico son en su mayoría del siglo XVI o XVII, salvo la judería y los edificios moros sobre la colina que son de la época del dominio árabe. Todo de piedra rojiza. Molina de Aragón es una ciudad un poco más movida. Aproveché a ir al supermercado a comprar algunas vituallas ya que me venía quedando sin sopas, ni galletitas ni nada. Me quedé en el Hotel San Francisco, buen precio con desayuno incluido, en la plaza de San Francisco.

Día 7-Molina de Aragón-Orea

Un paisaje espectacular todo el camino. Subir u cruzar collados. Bajar un poco y volver a subir más. Estoy transitando la ruta del Alto Tajo, paraje y reserva natural. Montañas, pinos, aire de las alturas y sobre el final el río que corre cerca de mi ruta. Entré en Terzaga y descansé junto a su fuente. Dicen que el camino es rompepiernas pero si uno lo toma con calam se sube mansamente y yo llegué entera.
Pasé por las salinas, por Pinilla de Molina, vi Chequilla desde abajo, tan coqueta sobre una ladera entre piedras enormes de un color marrón cobrizo muy raro y pasé por Checa donde volví a hacer un descanso. Una subida más y hasta Orea. Ahí paré otro poco porque quería llegar a domir al camping que está a seis kilómetros del poblado de Orea y hacia arriba otra vez. El camping está en un bosque de pinos. No hay señal de nada. Estoy inmersa en la naturaleza. Cerca hay un refugio de montaña.

Día 8-de Orea a Albarracín

Levanté campamento del bosque y la ruta de hoy, con un poco de lluvia y amenaza de tormentas va pasando pueblos de montaña. Pueblos encaramados en las laderas. Más frescos que lo visto anteriormente. Uno de los primeros es Orihuela del Tremedal. Es hermoso. Piedra sobre piedra. Las casas más encimadas una con la otra. Las calles más angostas. Aprovechando al máximo cualquier lasitud de las laderas. Llovía cuando pasé por allí. Seguí a Bronchales y Noguera de Albarracín. Es un día de pedaleada en el que hay que sortear varios pasos de montaña. El camino es tranquilo. Sin muchos vehículos. Casi nada. Y rodeado de mucha vegetación. Las bajadas son precipitosas. Pasé Tramacastilla y Torres de Albarracín y la entrada en Albarracín es de lo más alucinante. Va la pared de la montaña color naranja sobre nuestra izquierda. La ruta serpenteando. Angosta. Y a la derecha corre un río de aguas claras sobre piedras y con las márgenes tapizadas de helechos y flores. Es un espectáculo. Lo mismo Albarracín. Llegar y ver la ciudad arriba d ela colina. Con todas su construcciones naranjas, terracotas, rojas. Llovió de a ratos. De a ratos salió el sol. Y se levantó un viento terrible. Se volaba todo. Acampé en el camping municipal de Albarracín y salí a caminar por el pueblo con otra cicloviajera llamada también María.

Día 9-Albarracín a Teruel

Saliendo de Albarracín, repecho y con lluvia. Otra vez hay que remontar y sortear algún paso, pero es un camino alucinante a pesar de los repechos, la lluvias, los collados. Se transita bordeando el pinar de Rodeno y es algo maravilloso, por mí nunca visto antes. Entre enormes moles de piedra. Enormes, gigantes rocas, brotan esos pinares tan bellos. Deja sin palabras, además del sin aliento del camino. Es hermoso. Obliga a parar a varias veces, a detenerse a grabar en la memoria ese paisaje único, respirar. Y luego la bajada, precipitadamente. Después de pasar Gea de Albarracín y el poblado de Caudé tomá la Vía Verde Ojos Negros que en esta parte está bastante fea. Llena de desniveles, irregularidades, mal señalizada, sucia, abandona, con aguas estancadas que huelen mal y yuyales. Vale la pena llegando a Teruel la parte que pasa por los campos de lavanda. Por allí, si alguien no me dice que tengo que abandonar la Vía para salir a Teruel quién sabe hasta cuándo seguía. No hay buena señalización en absoluto. Salí a las autopistas, con lluvia, horrible llegar a Teruel, buscar el hotel, ni con GPS. Luego de alojarme salí a caminar y me volví aperder andando en la ciudad, con GPS y todo. Muy rebuscado todo. No le tomé el gusto a Teruel. Me cansé de buscar el camino. Después de una mañana tan bella a pesar de la lluvia. De tanto pino.

Día 10: Teruel a Barracas

Saliendo de Teruel busqué la vía Verde que supuestamente está por un parque llamadao Dinópolis pero no la encontré así que viajé todo por ruta. Tuve la intención de desviarme para ir a Montanejos adonde estaban otros cicloviajeros y donde hay unas aguas termales, pero no di con el desvío. Pasé por Sarrión, Abentosa. Llegue a Ventas del Aire que es donde hay cruces de caminos y no di con el que me llevaría a Montanejos así que seguí a Barracas. Un pueblo de una sola calle con vecinos muy simpáticos, sobre todo los niños. Hay un camping, pero no está señalizado y no sé si funciona, en lo que fue la estación Palancar. Por aquí va la vía Verde pero es toda de piedras aún, tierra, pozos. En Barracas me quedé en el hotel del pueblo. Muy bien. Barato y cómodo. Habitaciones grandes con gran baño y abajo un restaurante y mercado donde hay de todo. Mucho movimiento todo el tiempo de gente que pasa por la carretera y hace un alto en este punto del camino.

Día 11: Barracas a Altura (Navajas)

Todo el día por la Vía Verde Ojos Negros. Este tramo está bien. Menos la salida de Barracas que no existe nada de señalización. Imprescindible preguntar porque no hay ningún cartel que la señale. Sale cerca de la antigua estación de tren Barracas. Muy mal marcado. La vía verde en este caso es linda, el trazado cómodo. Un paseo. Pasa por algunos pueblos que merecen una parada como Caudiel y Jerica. Fui hasta Altura, pasando por antiguas estaciones. El camping de Altura estaba cerrado. La Vía Verde llega bien hasta Navajas, allí también hay un camping, así que regresé sobre mi rodada para alojarme en Navajas.

Día 12: Navajas/Altura a Valencia

La Vía Verde es un desastre. Llena de pozos, de tierra, sin marcar nada. Al llegar a Algimia de Alfara la vía verde se termina y nada indica para qué lado agarrar. Encontré las marcas del Camino del Cid peatonal, y con eso y el GPS salí por Torres Torres, pero de nada sirvió. Perdí todas las señales y fui por caminos rurales y carretera general hasta Sagunto y desde allí, por la ruta 315 hasta el centro de Valencia. El Camino del Cid, llamado en este tramo Las Tres Taifas -luego comenzaría la Conquista de Valencia- va por otros caminos pero yo no los encontré y llegué por acá y con lluvia. Luego de alojarme en una pensión salí a caminar entre cielo plomizo, sol y llovizna y un incipiente arco iris por los carrer valencianos. Camino del Cid concretado y, en general, superadas todas las expectativas y muy recomendable.

Video compilado con todas las etapas del Camino del Cid https://www.youtube.com/watch?v=Pr_2jHorIFk

Escalas rumbo a los Cárpatos: Bucarest

Cruzar los Cárpatos a pie, «pe jos» como dicen en rumano. Caminar las laderas escarpadas de la Transilvania profunda. Deambular de cresta en cresta como en la idea de la alternancia sin fin de las fuerzas contrarias por las regiones valacas, donde se cree que el vampiro cierra el círculo eterno entre la vida y la muerte. Desentrañar paso a paso los bosques umbríos de secretos, la cruz que se interpone en el sendero, trasunto simbólico del árbol sagrado, la cruz enhiesta triple nexo entre dioses, hombres, y árboles.

La motivación nos abundaba, la curiosidad era enorme desde todo punto de vista, no sólo orográfico o de altura, sino también: misterio.

Este viaje arrancó desde Kuşadası, Turquía, donde yo terminaba de trabajar una temporada veraniega más en el Liman Hotel. Allí llegaron mi amiga Stellete, y mi hijo Martín, dos fieles compañeros de aventura, y desde Kuşadası arrancamos atraídos como por un imán poderoso rumbo a esta aventura. Como siempre, poco a poco, explorando cada rincón del camino hacia ese lugar. Primero unos días de por Estambul y por Kuşadası y sus alrededores, las ruinas de Efesos, las playas, el Milli Park, los pueblos viejos cercanos como Sirince o las ciudades antiguas como Izmir, Esmirna.

Partimos algunos días después desde el puerto de Kuşadası hacia la isla griega de Samos, en ferry, ferry que en verano hace dos viajes diarios, trayecto de 45 minutos que no es muy barato quizás por su carcater internacional ya que combina Turquía-Grecia y viceversa. Un par de días en Samos para recorrer de igual manera, palmo a palmo, Vathi y Pitagorio, y un nuevo ferry hacia Lesvos para de igual manera, en un par de día echar un vistazo a los pueblos viejos y su encanto tradicional y un poco de sol en las costas de Mithilene. De allí a la Grecia continental, de allí a Bulgaria que se nos interponía en el medio como un obstáculo y resultó ser una sorpresa tan agradable que le dedicamos más días y posteriores viajes y estancias. Este párrafo merece otros posts. Fueron varios días de viaje, ferries entre Kuşadası-Samos-Lesvos-Tesalónica, auto alquilado para recorrer Lesvos, autobús, tren y dedo entre Grecia, Bulgaria, y llegamos a Bucarest, capital de Rumania. Romania. Romanía.

Bucarest

En rumano București, la raíz Bucur, de origen dacio, significa «alegría». Bucarest viste las orillas del río Dâmbovița con su arquitectura ecléctica que mezcla los estilos neoclásico, de entreguerras (Bauhaus y Art Deco), comunista y moderno. En el periodo de entreguerras su sofisticación le valió el apodo de «Pequeña París» (Micul Paris), sin embargo su edificación lujosa y monumental nos impacta; nada tiene de pequeña.

El Palacio del Parlamento, construido en la década de Ceaușescu, es el edificio administrativo más grande de Europa y el segundo más grande del mundo. El Arcul de Triumf, el Ateneo, la catedral de San Marcos, el palacio la Centella y la Universidad, una de las más concurridas de Europa del Este. La opulencia, el mármol y los jardines con pilares y pérgolas y fuentes por doquier, nos enceguecen. En el mismo centro de la ciudad hay un lago artificial, el Cismigiu, rodeado por los jardines Cișmigiu, y allí, como salidos de las páginas de un libro o de las pinturas de un museo, poetas y escritores persiguen la inspiración.

Dimos vuelta la ciudad al derecho y al revés, visitando museos, teatros y más jardines, entrando en la piel de la cultura a través del arte y sus vestigios, de su historia, de su música, de la tradicional mămăligă, polenta original, sin dejar de mencionar entre plato y postre, que en esta ciudad tuvo una de sus residencias el príncipe de Valaquia, Vlad Tepes.

Para emprender el recorrido desde la capital rumana viajamos en tren. Aquí el enlace de ferrocarriles rumanos

Sinaia

¡Nos vamos a Transilvania! Una de las regiones más bonitas del mundo por sus paisajes, más interesante por su rico devenir histórico ya que por allí pasaron y se quedaron durante años romanos, eslavos, mongoles, sajones, tártaros, hunos y magiares de Hungría. Una región impregnada de magia y misterios que se desarrolló vertiginosamente durante la Edad Media. Para viajar dentro de Rumania hemos elegido mayormente el ferrocarril rumano aunque también hemos hecho dedo y con estupendos resultados.

Desde Bucarest a Sinaia tenemos 140 km y dos horas de viaje en tren. Al llegar a Sinaia lo primero que visitamos casi sin querer es la maravillosa estación. Data de 1913 y se mantiene intacta. En su día fue una estación real que sólo recibía la llegada de nobles y líderes políticos que se alojaban de mayo a noviembre en el castillo de Peles en esta ciudad. En el exterior de la estación hay una locomotora a vapor y un coche con ruedas ferroviarias mientras que, en el interior, veremos una exposición de maquetas con trenes en miniatura.

La ciudad no es muy grande, se pueden recorrer a pie los vaivenes de sus calles que suben y bajan ya que está enclavada en las montañas. En el centro hay relajante parque con una fuente central rodeada de verdes jardines y bancas para descansar.

Monasterio de Sinaia

Alrededor de este monasterio se construyó la ciudad. El nombre, Sinaia, se debe a que un noble, Mihail Cantacuzino, peregrinó al Sinaí y prometió fundar un monasterio en honor a la virgen cuando regresara a casa. Eso fue lo que hizo entonces en 1645. La visita es breve y a un precio simbólico. Además de ver el monasterio que no se tarda más de treinta minutos, se pueden visitar el museo eclesiástico, un campanario y dos monasterios ortodoxos de estilo Bizantino y Brâncovenesc.

Castillo de Peles y Pelisor

Es la joya de esta ciudad y una de las más preciadas del país. Fue construido entre los años de 1873 a 1914 como vivienda de verano para la familia real rumana, comenzando con el rey Carlos I que se enamoró de la región y decidió construirlo. Fue la primera construcción en Europa con su propia central eléctrica, ascensor, teléfono, calefacción y agua caliente. Tiene 160 habitaciones y 34 baños.

Dentro del castillo de Peles hay una biblioteca cuyos libros están forrado con cuero y oro. Desde la biblioteca, un pasadizo secreto comunica con otra habitación. Estos pasadizos de incógnito son una característica recurrente en los castillos transilvanos. Hay una sala de música, un salón de conciertos y un teatro.

Para llegar al castillo, a 6 km del centro de la ciudad, la mayoría de los visitantes va en transporte, sin embargo, caminarlo, es un paseo imperdible. El camino va entre árboles y a la vera de un río y luego, subiendo un poco más, encontraremos el castillo de Pelisor, construido por orden de Carlos I para su heredero y sobrino, Fernando, casado con la querida María de Rumanía. En Pelisor, el hijo de Peles, descansa el corazón dentro de un cofre de oro. Este castillo, de 99 habitaciones art nouveau, también merece una visita.

Retomando el rumbo hacia Peles, nos encontramos primero con sus magníficos jardines, combinación perfecta de arte y naturaleza, y luego con el espléndido castillo.

Desde Sinaia nuestro camino nos llevará a Busteni, a tan sólo 10 km, para iniciar la travesía de montaña por los montes Buçegi.

Busteni, hacia los montes Bucegi-Vârful Omu

A 10 km de Sinaia está Busteni, un simpático pueblo de montaña muy popular en invierno porque es sede de práctica de ski. Desde las faldas del pueblo podemos tomar un funicular de otra época que nos ayuda a salvar un desnivel de 1200 metros antes de iniciar nuestra travesía en la que cruzaremos los montes Bucegi, parte de los Cárpatos, hacia Bran, donde se encuentra el legendario castillo del conde Vlad (Drácula).

Al llegar a la cima de Busteni hay una formaciones gigantes de una roca que no se condice con la roca base de la montaña: Babele y la Esfinge, entre otras formaciones geológicas. Desde estas enormes piedras esculpidas por el viento y el agua o por la mano de gigantes según otra versión en discusión, ubicadas a más de dos mil metros de altura, seguimos el sendero hacia el norte hacia Omul, la cima más alta de los Bucegi y en cuya cumbre, a 2507 metros, hay una acogedora cabaña.

El camino es de una amplitud espeluznante y sobrecogedora. Las distancias de las planicies, los vacíos entre escarpadas crestas azuladas. El camino está señalizado. Hay varias rutas que se cruzan y hay carteles. La mayoría de los visitantes sólo suben el teleférico de Busteni para merodear por allí, visitar las enigmáticas piedras y contemplar las vistas. A medida que nos alejamos, la paz y el silencio son más conmovedores.

Tras una buena trepada, llegamos con tranquilidad a Cabana Vârful Omu y tras dejar nuestras cosas en el cálido refugio salimos a caminar por los alrededores. Trepamos un poco más por una roca cercana, a una altitud de 2514 metros. Y, luego bajamos por un risco angosto y espectacular hasta el pico Bucosiu a 2492 metros. Cerca de Ormul pasamos por una edificación aparentemente abandonada y cercada con alambre. Un cartel advertía «prohibida la entrada». Nos llamó en parte la atención, aunque no preponderantemente, porque en ese momento nuestra preocupación principal era encontrar agua.

Algunos meses después, ya lejos de Vârful Omul, nos enteramos que las fauces de estas montañas esconden un misterio a todas luces muy revelador en cuanto a los orígenes y destino de la humanidad y por eso mismo, oculto por las fuerzas de poder en el mundo.

En el año 2003 fueron descubiertos justo en ese lugar y bajo nuestros pies cuatro túneles principales y más túneles que conducen a lugares subterráneos profundos. En estos los túneles hay enormes, con grandes mesas y sillas de piedra para gente mucho, mucho más alta que nosotros. Se encontró una sala de proyección que contiene toda nuestra historia y se puede reproducir visualmente y una tabla donde se pueden realizar experimentos holográficos con el ADN, mezclar y combinar cualquier cosa que se desee y ver cuáles serían los resultados. Según los estudios esas habitaciones se construyeron hace al menos 50.000 años y cada una está conectada a la otra, protegidas por una fuente de energía que se activa automáticamente. La fuente de energía antes de entrar a las habitaciones que no todos puede pasar sin morir. Tres personas que lo intentaron cuando esto se descubrió fueron fulminadas por una descarga energética. Evidentemente no hay mucha información acerca de todo esto y lo que se difundió en su momento fue acallado inmediatamente. Aquí un enlace con todo lo que se sabe: https://codigooculto.com/2016/03/la-gran-galeria-bajo-los-montes-bucegi-esconderia-los-mayores-secretos-de-la-humanidad/

En aquella noche, que coincidió con el cumpleaños de Martín, no éramos conscientes de nada de esto. Fue una noche fría con un halo extraño. Un atardecer alucinante con un amanecer nos menos sorprendente. Las luces que desde la nada poblaban la noche, como así también las luces del día se esparcían con un aura inexplicable. Nuestra intuición natural se dejaba llevar por la percepción certera de que no todo lo que estaba presente era visible.

 

Montes Bucegi, de Vârful Omu a Bran

En la cabana Omu y en la mayoría de las cabanas, refugios de Rumania, sirven platos calientes de comida y desayunos. Vârful Omu u Omul, es el pico más alto de los Bucegi. El último tramo de subida hasta allí es exigente y no da respiro aunque se sube sobre un trazado sencillo, sin precipicios. Ya después de llegar y dejar nuestros bártulos hay tiempo para crestear por los alrededores y apreciar los acantilados apocalípticos.

Tras pasar una noche tranquila y al cobijo de la cabaña, amanecimos temprano, desayunamos, y seguimos nuestras travesía. La ruta está catalogada como de dificultad media a difícil, sobre todo por la bajada. Bajaremos un desnivel de 1600 metros y hay que tener precaución con las rodillas y darles el descanso que supliquen. La bajada es empinada pero cruza un paisaje magnífico que por momentos nos hace olvidar del esfuerzo que resienten las articulaciones. Los senderos discurren entre bosques de hayas, abetos, arces. Recolectaremos frutos rojos, maduros, cuantas veces queramos. Bordearemos el río Poarta y podremos beber de sus aguas.

No sería raro cruzarnos con un oso. En esta región, el oso es el animal que más abunda. Hay que estar preparado para saber cómo hacerle frente sin alterarlo. Hacerse grande es lo que más los intimida, abrir los brazos, juntarse si son varias personas. El oso teme sólo a aquello que considera de mayor tamaño que sí mismo. También podríamos cruzarnos con corzos, jabalíes, venados y rebecos, y sino los topamos de hecho, seguro que veremos algunas de sus huellas.

Después de la primera bajada empinada, antes de adentrarnos en el bosque, cruzaremos las meseta del pico Scara y seguiremos bajando por una especie de escalera natural de piedra escabrosa hasta Muchia Ciubotea, más abajo veremos un refugio de pastores y luego cruzaremos varias morrenas glaciares, seguimos descendiendo hasta un largo prado que nos deposita en la base de Salvamont Ciubotea. Este valle nos va a llevar hasta el encantador pueblo de Poarta que augura nuestra inminente llegada a Bran. El camino está bien señalizado, con flechas cada tanto y símbolos de colores diferentes que indican las distintas vertientes.

El paso Bran separa las cordilleras de Piatra Craiului y Leaota, marca la frontera entre Valaquia y Transilvania. Esta frontera era defendida por el castillo de Bran, famoso porque allí vivió, aunque no por mucho tiempo, Vlad Tepes, el empalador, personaje en el que el escritor Bram Stocker se inspiró para Drácula, Conde Dracul, del dragón.

El castillo de Bran fue construido como fortaleza por los caballeros de la Orden Teutónica alrededor de 1212, cuando volvieron de Palestina, derrotados por los árabes, y fueron recibidos por Hungría. Fue atacado por los tártaros, reconstruido sin perder detalle original, y por su posición estratégica era un bastión de defensa transilvana contra valaquia. Finalmente pasó a Rumania como toda la región y fue la residencia de verano de la reina María de Rumania.

El diseño del castillo es único. Con rasgos estoicos y góticos y un mobiliario sencillo. Tiene sesenta habitaciones que pueden recorrerse a través de escaleras angostas y pasadizos ocultos, algunos subterráneos.  Se exponen obras de arte, armaduras, y objetos que fueron de los Habsburgo, entre ellos destacan la corona, el cetro y el puñal de plata del rey Ferdinand.

A modo de curiosidad, en el patio del castillo de Bran podemos ver un pozo que tiene una profundidad de 50 metros y que está cavado en la roca. Además, una de las habitaciones está dedicada a Bram Stoker donde se hace mención a Vlad Tepes y la leyenda de Drácula.

 

Bran a Braşov

¡Seguimos en Transilvania! Desde Bran, a dedo, llegamos a Braşov, una de las ciudades más pintorescas de Rumania. Envuelta en los Cárpatos, con plazas coloridas y callejuelas desparejas .

Entre lo más característico de esta ciudad está la iglesia negra, Biserica Neagra, es una de las catedrales góticas más grandes del mundo. Fue construida en el siglo XIV y ha recibido el nombre de iglesia negra tras un incendio acontecido en 1689 que arrasó casi todo el centro de Braşov y oscureció sus paredes. En el interior hay tapices y alfombras orientales que los comerciantes regalaron a la ciudad.

En el centro de Braşov da gusto sentarse en la plaza Sfatului, plaza principal de Braşov y el lugar dónde históricamente se celebraba el mercado. Es una plaza de grandes dimensiones en la que siempre hay mucho ambiente. Es el centro neurálgico del casco antiguo. Allí mismo veremos la Casa del Consejo, del siglo XIII (1420), hoy es un museo y antes fue la sede del ayuntamiento. Hay una torre de la edad media llamada la torre vigía, se dice que es la torre del flautista de Hamelin. Muy cerca de este casco están las murallas que protegían Braşov.

La plaza está rodeada por un bonito conjunto de edificios de colores pastel (siglos XVIII y XIX). Edificios preciosos entre los que se destacan la Casa Negustorilor, sede de los mercaderes, y la casa Muresenilr, donde funcionó el primer periódico publicado en rumano, la Gazeta Transilvaneiei, en 1838. Entre otros edificios hay una sinagoga, un par de museos y, en el otro extremo, la iglesia Negra. Todo bajo la atenta mirada del monte Tampa de 960 metros de altura. Si elevas la vista verás un cartel en la colina. Hasta allí se puede subir en funicular o caminando por un sendero. Desde arriba las vistas son impresionantes sobre todo a la luz del atardecer. En los senderos del monte Tampa podrás toparte con osos y zorros o, minimamente, verás sus huellas.

En Braşov da gusto caminar entre sus calles con el frondoso bosque de las laderas de Tampa como telón de fondo. La strada Sfori es una callejuela llamativa, con poco más de un metro de estrechez. Entre pasadizo y callejuela y dejéndote llevar de torre en torre, llegarás seguramente al barrio Schei, del lado opuesto al monte Tampa. Verás la Poarta Encaterinei, una antigua puerta con cuatro torrecillas. Esta puerta, conocida como «la puerta de los valacos», era la antigua entrada a Braşov. Pasando por delante de ella, siguiendo de frente y girando un poco a la izquierda, ya junto al monte, te encuentras con un riachuelo y la continuación de la muralla. Puedes subir a una de las torres que veías desde el otro lado, la Negra y la Blanca, que están un poco encaramadas en esa colina.