El camping “Elementos Naturales” al igual que otros, está dentro del Parque Arqueológico. La entrada al Parque se paga, pero si uno llega después de las cuatro de la tarde, ya no cobran. El área es paradisíaca. La jungla verde frondosa, sombría, con el chillido permanente de las chicharras y los sonidos misteriosos invisibles entre las matas. Siempre parece que hay pasos en la selva o en el bosque. Una rama que se quiebra, las hojas que se caen y resucitan en el aire, el murmullo de las plantas carnívoras, los pasos de un faisán salvaje, el zumbido del abejorro. La música de la naturaleza. Además de este entorno natural paradisíacio, Palenque es el escenario de un conjunto de templos. Allí se encontró la lápida de Pakal que revolucionó la versión absolutista de la historia del mundo. A lo largo de los siglos los colonizadores se han visto sumergidos en un intríngulis tratando de descifrar los enigmas de civilizaciones prehispánicas. Todavía se preguntan cómo los mayas podían prever la llegada de fenómenos tales como terremotos antes de que sucedieran, con qué instrumentos, cómo lograron cronometrar el tiempo en un calendario ajustadísimo y calcular exactamente que el 13 de noviembre de 2012 iba a haber un eclipse que se iba a ver completo a medianoche en la Isla Robinson, y aún más, la incógnita más oscura: dónde están los mayas, donde fueron a parar sus cuerpos o sus huesos. En Mesoamérica se han encontrado -y se siguen encontrando- cientos de ciudades y centros ceremoniales, cientos de edificios monumentales que albergarían a millones de personas, pero no hay ni un rastro físico de todas esas personas. Se fueron sin dejar más huella que su creación. ¿Dónde están?
Desde el camping fuimos en bicicleta hasta las ruinas. Son 9 kilómetros y es todo subida. La entrada al sitio cuesta 64 pesos. Las volvimos a visitar. Fuimos afortunados hace años en poder ascender al Templo de las Inscripciones y ver la lápida de Pakal. Ya no lo permiten. Algunos nos dijeron que es porque un extranjero turista se cayó y se lastimó y otros que porque por remodelación ¡desde hace más de 15 años! y otros que porque el sudor de los visitantes estaba destiñendo los glifos. Nosotros sabemos que el verdadero porque es que prefieren no ahondar más en la búsqueda de la verdad. Una verdad que asusta. Que cambiaría la concepción de todas las teorías aceptadas de la génesis del universo y la vida en nuestro planeta. La lápida de Pakal revela verdades que el poderoso mundo occidental no aceparía jamás. El sarcófago y la lápida, ambos monolíticos, la lápida de cinco toneladas de peso y al sarcófago de veinte toneladas, fueron encontrados entre estalagtitas y estalagmitas. Pero las estalagtitas y estalagmitas requieren de procesos lentos y minuciosos para formarse, y ese tiempo no se condice con la edad estimada de Pakal según su período de reinado, ochenta años, y esta edad tampoco se condice con el estado de su osamenta que pertenece a un hombre de cuarenta años, robusto, muy robusto, y esto, a su vez, no se condice con la contextura media de los mayas de la época de no más de un metro cincuenta de estatura. Más y más detalles contribuyen a la teoría de que Pakal no era de este mundo. Su cráneo no estaba deformado como se usaba en los funcionarios de alcurnia o prestigio pero paradójicamente se le dio status de dios al construir una pirámide sobre su cripta y los mayas no endiosaban a la gente común. ¿Era Pakal, Kukulkán? ¿El mismo que Quetzalcoatl? ¿Venido del cielo? ¿Regresando al cielo en una nave espacial? Si bien los arqueológos explican que la lápida grafica a Pakal bajando al inframundo o sufriendo una transformación de hombre a dios maíz, la versión de que viaja en una nave espacial fue cobrando resonancia de cara a evidentes referencias: un casco en la cabeza conectado con mangueras a una bola de oxígeno cerca de la boca, los pies en los pedales, las manos en los controles, cinturón de seguridad, ropa distinta a la clásica de los mayas.
Visitamos el Palacio, la tumba de la reina roja, cruzamos el acueducto, vamos al Templo del Sol. Desde toda perspectiva tramamos cómo subir de incógnito al Templo de las Inscripciones. La lápida de Pakal es inevitable. Martín es capaz de cualquier cosa. Siempre entra adonde está prohibido y esta vez no fue la excepción.