Archivo de la categoría: Bicicleta

En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 6: Lourdes-Boulogne sur Gesse

Con las bicis recién aceitadas y nuestras piernas descansadas encaramos les Hautes Pyrénées coincidiendo en buena parte de nuestro camino con el trazado y el paso del Tour de France. La ruta a seguir sin rigidez, sino flexible a las veces que nos perdemos y no son pocas, la buscamos inicialmente en google maps y en un antiguo mapa de papel, o mejor dicho un pedazo de un mapa, que encontramos en el albergue de Saint Palais y que nos acompañará el resto del viaje. Un mapa de paPel, por experiencia, es siempre La  herramienta de orientación más útil en cualquier recodo del camino.

Este día pasamos por Lanne, emblemático punto para el ciclismo ya que desde aquí se inician los tradicionales ascensos del Tour de France y es puerta al ascenso mítico del Tourmalet. Se considera una de las etapas más difíciles del Tour de France ya que se ascienden y descienden siete puertos. Con mucha más tranquilidad que los competidores, mirando el paisaje y sacando fotos, nosotras también pedaleamos bastante este día.

Desde Lanne atravesamos los encantadores pueblos de Louey, Momères, Barbazan Debat, Bordes, Goudon, Bonnefont, Sentous y llegamos a Castelnau Magnoac donde pensábamos dormir. Dejamos atrás la Aquitania y entramos en Occitania. Esta ciudad: Castèthnau de Manhoac, en occitano gascón se encuentra en Midi Pyrénées, es la que tienen mayor población del cantón pero el único camping posible está alejado y es nudista. Todo bien, pero no tuvimos ganas de andar de carpa en carpa y de calentador y sopita en bolas, así que decidimos pedalear unoS kilómetros más hasta Boulogne sur Gesse, en occitano Bolonha de Gessa, también en el Midi Pyrénées.

Llegamos tarde a Boulgne y ya no encontramos lugar para comer comida, pero por suerte siempre llevamos unas sopitas salvadoras. El camping que encontramos es muy grande, con mucho espacio y arboleda y muy barato. El encargado fue muy atento, y también la gente que se estaba quedando allí. Nos trataron con amabilidad y generosidad, un acampante de caravana, nos facilitó el martillo ya que el suelo era duro para clavar estacas. Otro vecino, que estaba en un acabaña nos ofreció su calentador a gas porque nos vio en el super intentando comprar una garrafa y las que habían no sirven para la conección de nuestro calentador.

Stella durmió muy bien. Yo más o menos porque llovía mucho y cuando me levanté para ir al baño vi que la bici de Stellete no estaba. Pensé que se la habían robado. No me podía dormir, y cuando le fui a contar me dijo que ella la había cambiado de lugar para que no se le moje…

En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 5: Lourdes

Día de reparaciones. En Lourdes, ciudad muy visitada por su iglesia y virgen con fama de milagrosa, existe una bicicletería, les Clycles Arbes de Lourdes que hace milagros visibles, tangibles y comprobables. Si alguien pedalea por esta zona y anda con inconvenientes técnicos le conviene llegarse hasta aquí. La Cycles Arbes se encuentra en la carretera que sale de Lourdes hacia Tarbes sobre mano derecha y luego de pasar el supermercado Lidl.

Nuestras bicicletas, especialmente la mía, deberían pasar en ese hospital mecánico unas cuantas horas, más de la mitad del día, así que no nos quedó otro remedio que pasear por la ciudad.

Si bien la ciudad de Lourdes es ahora un santuario muy visitado, hasta 1858 era apenas una pequeña aldea con casas humildes, como así también sus habitantes, que en un ochenta por ciento eran analfabetos. Esta comarca se encuentra en el inicio del sistema montañoso de los Pirineos y tiene hacia el oeste un promontorio rocoso conocido con el nombre de Massabielle (Rocas Viejas). Al pie de éste corre el río Gave que se forma con las aguas que descienden de las montañas. A un lado de los muros de rocas seminegruzcas la naturaleza abrió una pronunciada gruta. En el suelo de esta gruta solitaria, árido y seco, crecían rosales silvestres, que eran las flores de la zona. Allí fue donde se le presentó a Bernadette Soubirous la virgen. Actualmente junto a esa gruta llamada Gruta de las revelaciones se alza un santuario que es lugar de peregrinación.

Paseamos todos el día por esta ciudad turística. Comimos pollo al spiedo con las manos sentadas en una plaza, postres de chocolate sin cucharitas y aprovechamos también a solucionar el problema del teléfono de Stellete que venía sin conexión a internet. Finalmente conectó y nos comunicamos con todo el mundo hacia todas las latitudes posibles.

Ya de tardecita recogimos nuestros móviles y bártulos. Las bicis salieron con mejoras imposibles para semejantes modelos antiguos, sin equipamiento profesional. Con todas estas diligencias realizadas buscamos otro camping para dormir dejando Lourdes atrás. Paramos a  en el Moulin de Monge. Este camping también está muy bien. Tiene un linda piscina, sauna, y una proveeduría muy bien provista y con precios muy accesibles.

 

En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 4: Oloron Sainte Marie-Poueyferré (Iparralde a Francia)

Desde Oloron Sainte Marie tomamos otra vez una ruta tranquila que nos llevó por los pueblos de Précilhon, Escout, Herrere, Buziet, Buzy, Bescat, Servignacq Meyracq y Rebenacq o Rebenako que nos impactó y sorprendió gratamente con su encanto. Descansamos sobre el puente del río Neez y luego remontamos la empinada calle de este pueblo de cuento.

Por más caminos rurales y con desnivel pasamos por Arros de Nay y luego fuimos a Nay. En Nay había bastante movimiento, ya no era un pueblito tranquilo sino una ciudad con tráfico, y se notaba que los ánimos estaban exaltados, quizás por la cercanía del Tour de France o alguna fiesta local ya que colgaban banderines a través de la plaza y las recovas y galerías del centro.

En muchas de las rutas, caminos, por los que vamos circulando, hay carteles que anuncian que en estas fechas cerrarán a determinados horarios dichas vías porque pasará por allí el tradicional tour de France. Esto ocurría a mediados de julio.

Desde Nay fuimos a Pontaq Lamarque donde pensábamos acampar, pero no había camping ni lugar con agua donde pudiéramos armar nuestras tiendas, así que seguimos un poco más hasta Poueyferré. Fue providencial ya que, aunque llegamos de tardecita y con el estómago que crujía, nos encontramos en el camping con la dedicada y deliciosa elaboración de las pizzas de Bea. Las pizzas resultaron suculentas y a buen precio, entre 5 y 6 euros. El camping costó 11.

El desviador delantero de mi bicicleta no funcionaba, quise repararlo y corté el alambre así que nos fuimos a dormir pensando que al día siguiente nos tocaría una jornada de apoyo mecánico en Lourdes, a pocos kilómetros de Poueyferré.

Continúa en Francia…

 

En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 3: Saint Palais-Oleron Sainte Marie (Iparralde)

Desde hace años quería conocer Maule o Mauleon Licharre, capital de la provincia de Zuberoa o Xiberua. Al fin llegué hasta allí, en bicicleta.

Me encantó con su castillo y sus amplias plazas rodeadas de otros edificios como la Mairie y plazas o simpáticos bares y restaurantes con gente cordial disfrutando el mediodía y los sabores vascos.

Seguimos por los caminos angostos, rurales, cruzando los pueblos pequeños y encantadores de Iparralde por su calle principal, de entrada a salida. Este día atravesamos Etcharry, Charrite de Bas, luego entramos a Maule. Cruzamos al otro lado del río por un antiguo puente y seguimos por más pueblos pequeños y rutas angostas hasta L’Hôpital Sainte Blaise y cerca de la autopista principal pero sin poner ni una rueda sobre ella, seguimos la agradable secuencia de Gueüs d’Oloron, Saint Goin y Orin hasta Oloron Sainte Marie.

En Oloron Sainte Marie acampamos en el camping municipal. Todos los campings están bien, tienen ducha de agua caliente, garantizado; internet en casi todos. En algunos campings hay lavadoras de ropa, y en la mayoría hay piletas para el lavado de vajilla con agua caliente. El precio ronda hasta ahora entre 9 y 12 euros el más caro.

En este camping de Oloron Sainte Marie encontramos a una pareja de Bélgica que viajan en bici con su pequeños de menos de dos años. Lo llevan en un carrito extra conectado detrás de la bici del papá.

Llovió durante la madrugada y parte de la mañana. El camping está provisto con quinchos techados con mesa, bancas, electricidad, pileta y microondas, así que desayunamos al cobijo de este lugar y luego bajo nubes espesas retomamos la ruta.

Continúa en Francia…

En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 2: Zouraïde-Saint Palais (Iparralde)

Pedaleamos desde Souraïde a Saint Palais por caminos vecinales de montaña, a los pies de los Pirineos, desde ayer veníamos viendo el La Rhune, hoy ya lo dejamos atrás.

Vamos en dirección Espelette y luego Cambo les Bains donde hay un pintoresco y concurrido complejo de aguas termales. Cruzamos el ríos Nive y vamos hacia Hasparren, Bonloc y Saint Esteban. Vamos parando y visitando estos pueblos, a partir de Meharin, hay un desvío y tomamos hacia Saint Palais. Saint Palais, es etapa del Camino de Peregrinos a Santiago de Compostela, así que como ya no hay camping en el lugar, vamos a dormir en el Refugio de Peregrinos que está muy bien instalado, limpio, cómodo. Tiene habitaciones dobles y cocina que se puede utilizar, Con desayuno incluido, cuesta 14 euros. Es cómodo, hay internet wi-fi y está muy cerca del centro. La gente es amable. En este albergue encontramos varios viajeros en bicicleta, una mujer de 60 años, sola, y una familia con cinco hijos pequeños. Todos en bicicleta!

Pedaleo en una bicicleta Orbea de carretera, rutera. La he comprado de segunda mano y si bien sus componentes son excelentes (cambios Campagnolo, ruedas Mavic-Michellin y ORBEA) está bastante baqueteada y descuidada y quizás por haberle cargado peso indebidamente, ya que no es una bicicleta de viaje, algo está dañado, o viejo ya por el uso normal, y el desviador trasero empezó a hacer un ruido como una matraca.

En Saint Palais fui a la única persona que oficia de bicicletero aunque en realidad vende máquinas cortadoras de pasto. El tipo no pudo descubrir de dónde o por qué venía ese ruido de matraca, pero se dio cuenta que aflojando la cadena, el ruido desaparecía, así que de una me cambió la cadena sin medir las consecuencias que trae cambiar la cadena a una bicicleta usada como esta, con las estrellas ya desgastadas por el uso. Consecuencia, hizo un mal arreglo. La cadena se le rompió al ponerla y dejó un eslabón atravesado, una chapuza y bricolage que ni yo, sin ser mecánica, hubiera hecho. Un desastre. Al pedalear la cadena se zafa, es casi imposible meter un cambio. Tras eso, el asiento se viene moviendo, y el supuesto bicicletero de Saint Palais, con mucha clientela y pocos ayudantes, se negó a arreglarme. Aconsejo seriamente aguantar cualquier desperfecto de una bicicleta hasta llegar a Lourdes ya que allí sí hay mecánicos de verdad. 

En Bicicleta de los Pirineos a los Apeninos-Día 1: Irún-Zouraïde (Iparralde)

De mar a mar y de montaña a montaña. Esta travesía nos lleva desde el Mar Cantábrico en la costa vasca, hasta la costa Mediterránea en Francia y luego en Italia, y desde los Pirineos en Iparralde y luego en Francia, hasta los Apeninos en Italia. Un viaje de 26 días, 24 pedaleando 1560 kilómetros, 2 días de descanso y casi una semana para regresar en trenes.

Como en estos tiempos vivo en Bilbao, decidimos arrancar desde allí. Para regresar, de todos los trenes urbanos disponibles el Euskotren es el mejor. La línea de ferrocarril del País Vasco permite el traslado de bicicletas, sin miramientos, ni límites, ni mala onda como sucede a veces en otras líneas tales como Renfe o SNCF. Los vagones de Euskotren tienen un espacio señalado para ubicar las bicicletas, y aunque suele suceder que la cantidad de bicicletas supera los huecos para posicionarlas, nadie se queja ni objeta y todos nos acomodamos. Además, trasladar la bicicleta en Euskotren es gratuito. 

En Irún pedaleamos con rumbo al río Bidasoa para seguir sus riberas y bidegorri -pistas ciclables, literalmente “camino rojo”. Cerca de Behobia, apenas unos metros después de pasar por la Isla de los Faisanes, cruzamos un puente sobre el río y continuamos por bidegorri pero por la otra margen del Bidasoa. Tomamos el camino de Kurleku y luego el de Biriatou, hasta un desvío por otro camino que es el de Tomasenea. Luego tomamos el de Kixoenekoborda que sube empinado a un collado del mismo nombre. Son senderos angostos, de montaña, algunos con una delgada capa asfáltica, suben y bajan de los collados. Este recorrido lo hemos elegido y marcado previamente mirando en google maps, es el itinerario que el buscador sugiere para hacer el camino a pie. Son caminos muy tranquilos, en muchos casos con piedras, o de tierra, cruzando bosques tupidos y helechales. No usamos el GPS, sólo hemos visto y tomado nota con antelación de la red de caminos y senderos que podemos ir hilando. Desde Kixoenekoborda enganchamos un tramo de carretera denominada D4 hasta encontrar el camino de La Fontaine y luego nos desviamos por el camino Akaldegia pero este se cortó, quizás por falta de actualización, se convirtió en un callejón sin salida que terminaba en una especie de plaza de cemento circundada por casas, sin ninguna posibilidad de camino a no ser que fuera atravesando el patio de alguna de esas casas. Allí volvimos atrás, y por Karrika Zaharra llegamos hasta una ruta ancha, tipo autopista, la D918 que nos sacó a San Peé sur Nivelle y por la misma carretera, D918, llegamos a Souraïde donde en el centro del pueblo señala que hay un camping. 

Dicho camping no está a pocos pasos sino colina arriba, poco más de tres kilómetros. Hay que pasar todo el golf de considerables hectáreas y casi llegando a lo alto de otra carretera, la ruta de las Crestas, encontraremos el camping. Por supuesto desde esa altura las vistas son impresionantemente bellas. El anfitrión del camping Urlo Gaina Epherra, Monsieur Chapellet, es de lo mejor. Amable, simpático, y además solícito y generoso. Apenas llegamos, como no tiene proveeduría ni ningún tipo de alimento para vender, nos obsequió un paté de canard preparado por él mismo y una baguette de pan integral con semillas. El camping, además de la hospitalidad de Monsieur Chapellet y las vistas inmejorables, cuenta con ducha caliente, luz, electricidad, lavadoras, refrigerador. No hay piscina ni internet. 

 

Ruta de los dos mares: Canal de Garonne-Canal du Midi

La Ruta de los dos mares es una ruta que se puede hacer en bicicleta a través de Francia. Arranca sobre el Atlántico francés y baja, siguiendo el curso del Canal de Garonne hasta Toulouse, desde allí continúa por las márgenes del Canal du Midi hasta la costa del Mediterráneo.

Me uní a esta ruta que estaba haciendo un amigo en Agen. Para llegar a Agen desde Bilbao, tomé trenes con la bici equipada y lista para pedalear, sin desmontar.

Salí de Bilbao con el Euskotren rumbo a Amara Donostia, luego, desde allí a Hendaya.

En Hendaya tomé el tren regional donde se puede llevar la bici sin desmontar y gratis, al igual que en Euskotren, hacia Bordeaux, y luego otro tren regional (TER), hasta Agen donde me esperaba mi amigo.

El canal de Garonne es un espacio muy verde, rodeado de bosques y altos plataneros que dan sombra al camino. Se van superando las esclusas y ver el espectáculo de cómo se nivela el canal para dar paso a los barcos, es asombroso e interesante.

El trazado de todo el recorrido es plano, sereno, bien señalizado y asfaltado, liso, hasta Toulouse. Es muy cómodo de pedalear.

Cerca de las paradas que fuimos haciendo encontramos campings muy acogedores, muchos de ellos los municipales, con todos los servicios y algo más. Todos tienen piscina, acceso a internet en casi todos en el área de recepción o zona común. Mesas de pic-nic. Duchas cómodas y algunos taquillas con electricidad donde cargar nuestros aparato electrónicos.

Los precios de los campings oscilaron entre 6 hasta 12 euros el más caro.

Durante nuestro recorrido hicimos un desvío para visitar amigos en Raux, Penne. Desde Montech tomamos el Canal de Montech, de trazado cómodo para la bici hasta Montauban que vale la pena visitar un poco. Desde Montauban por carreteras rurales se puede ir hasta los pueblos de Midi Pyrenées donde abundan los castillos y callejones medievales y hay que salvar alguna que otra colina. Las vistas son muy buenas, las paz increíbles, los pueblos de los alrededores llenos de encanto.

Desde Toulouse, tomando el Canal du Midi, deja de ser cómodo para pedalear. Es desparejo, sendero muy angosto en algunos tramos. Lleno de baches, raíces que sobresalen, rocas, piedras, gravilla. No apto para mi bici rutera. Mucho sangoloteo.

En mi caso, es preferible tomar caminos rurales. No hay muchos porque hay mucha ruta y autopista pero se encuentran caminos adecuados para pedalear con tranquilidad dando algunas volteretas. Así, esquivando los senderos de baches, el Canal du Midi desparejo, y algunos senderos cerrados,  avanzamos desde Rustique, pasando Trèbes (donde el camping Anton ya no existe más) hasta Narbonne donde culminó esta experiencia.

Desde Narbonna regresé a Bilbao en Flixbus, con la bici envuelta en papel film. Sólo desmonté la rueda delantera. Envolví todo. Metí la tienda en una de las alforjas, y no pagué ningún extra ni me pusieron ninguna pega. Fue muy fácil. Había pensado hacer este trayecto de regreso en Alsa, pero Alsa no lleva la bici envuelta en film en trayectos internacionales por lo que es mejor hacerlo en Flixbus, cuyos choferes son accesibles. El Flixbus sale de la parada de buses en Narbonna al lado de la estación de tren.

Algunos de los campings en los que paramos fueron:

Le Moulin de Bidounet, pasando Moissac, La Giraille en Castenaudary, La Commanderie en Rustique, Le Floralys en Narbonna. Todos recomendables.

Si quieren más información o detalles de esta ruta, no duden en preguntarme marialaqueviaja@gmail.com

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El Camino del Cid-de Vivar del Cid (Burgos) a Valencia

Arranqué este camino desde Bilbao donde vivo. La ruta comienza en Vivar del Cid, antes de llegar a Burgos.
Yo hice un par de paradas antes de llegar allí. Desde Bercedo fui hacia el camping de Trespaderne, junto al río Nela y luego de dormir allí arranqué a Vivar. No es parte del camino del Cid, así que fui más o menos por las rutas que seguí en Google Maps.

Día 1-Vivar del Cid-Burgos

En Vivar del Cid estuve en todo los puntos emblemáticos de la pequeña villa. La Legua 0 donde se inicia oficialmente el camino, la estatua en la fuente, el Molino del Cid en cuyo centro alberga una especie de sala de museo muy interesante. Allí hay una espada réplica de la Tizona, la espada del Cid, que ciñó espada como bien repite varias veces el romance. Del antiguo molino salió un señor muy simpático y por demás de amable llamado Javier. Él me dio mi Salvoconducto con el sello de la Legua 0 e insistió en que debía hacerme varias fotos para documentar el legendario momento. Fue agradable y divertido. Javier me mostró varios documentos originales que hay ahí enmarcados, de puño y letra firmados por el Cid y su esposa cónyuge y resaltó en señalarme que siempre firmaba en nombre de los dos, algo que al parecer era inconcebible en la Edad Media. Desde Vivar del Cid fui a Burgos por la carretera Nacional, que no está muy bien pedalear porque hay mucho tráfico y los burgaleses son bastante estresados para conducir. Lo mismo al entrar a la ciudad, un quilombo. Era día de semana, y serían las 5 o 6 de la tarde, quizás era hora pico… no lo sé. Me costó llegar al camping.

Día 2-Burgos-Covarrubias

Buena ruta. Lo primero que hice al asalir de Burgos fue enfilar oir Cardeñajimeno hacia el Monasterio San Pedro Cardeña que es donde el Cid dejó a su esposa Jimena y a sus hijas Sol y Elvira, seudónimos de Cristina y María. Después me fui por Carcedo de Burgos a Modubar de San Cibrián y a Los Ausines. Todos los pueblos son encantadores. Paro en todos, a ver sus calles adoquinadas y las casas de piedra. La fuente en la plaza, y las iglesias con sus torres. Todo conservando el estilo medieval. Muros originales, antiguas construcciones, renovadas algunas pero manteniendo todo el estilo de la postal. Infinidad de rosales florecidos con rosas que perfuman el aire de colores. La rutas, tranquilísimas. Caminos rurales, asfaltados y en buen estado. En algunas anda algo de gente pero muy poca. En Revilla del Campo está la Fuente de la Salud donde es imprescindible beber y remojarse un poco por todos lados para mantener el buene estado físico. Y apenas saliendo de la aldea, hay un camino que lleva a las nacientes del río Ausines que fue donde el Cid acampó con todos sus seguidores ya que nadie le quería dar posada bajo amaneza del rey. A continuación pasé a los poblados de los Lara, Paúles de Lara, Campolara, Membrillas de Lara. Finalmente Hortigüela y por una carretera general pero muchísimo más tranquila que la que entra a Burgos, llegué al camping de Covarrubias con su piscina habilitada ideal para el chapuzón. Los chicos de este camping de Covarrubias son lo más. Muy amable todo el plantel, como costaba agarrar el wifi hasta me ofrecieron sus datos ilimitados. No acepté, pude con los míos. También me prestaron la gorra para entrar en la piscina ya que al parecer en España es obligatorio y yo no llevo gorra de nadar, pero ya estuve pensando para la próxima vez, me las ingeniaré con el calzón rojo que está tan estirado que podré hacerme una gorra de nadar con moño.

Día 3-Covarrubias-Quintanarraya

Este día me quedé en Quintanarraya porque sabía que allí existe una Casa del Peregrino. Buenísima decisión quedarse allí. La casa es muy cómoda y acogedora. El cuarto tiene cinco camas indivuales y un colchón, pero es un espacio amplio, y de juntarse más gente hasta podrían dormir en el suelo. El baño está impecable, hay agua caliente, dos mesas y algo de vajilla. Se pide un donativo de cinco euros. A cargo suele estar el dueño del Bar, sin embargo cuando llegué no estaba. El Bar, cerrado. Pregunté me indicaron que buscara a Gerasio. Encontré la casa de Gerasio y su esposa Manoli y ellos, muy lindos, solícitos, me dieron la llave de la casa. En Quintanarraya casi no hay señal móvil. Durante la pedaleada pasé por Santibañez del Val y Santo Domingo de Silos que me sorprendió por su muralla apenas entrar a la ciudad. Luego hay un monasterio monumental. La plaza central, elevada entre muraos de piedra, con una fuente, árboles, y coronada por edificios e iglesia de corte medieval. Saliendo de Santo Domingo me fui por el La Yecla, un parque natural muy lindo. Entre montañas, olor a pinos, y un desfiladero. El camino sube, obviamente, pero es sabroso pedalear y respirar ese aire perfumado y puro. Subí a Peñacoba y a Mamolar y luego fui a Quintanarraya.

Día 4-Quintanarraya-Berlanga de Duero

Fue un largo camino ya que, la etapa anterior no terminaba en Quintanarraya sino en Langa de Duero. Pero avancé. En la mañana pasé por los poblados de Hinojar del Rey de donde salen dos caminos que en principio son de piedra, sin asfaltar; sin embargo, el de la izquierda, luego de un repecho por piedrecitas grises, está más firme. Una especie de precario asfaltado pero se pedalea bien. En Langa de Duero, ya en tierras de Soria, paré a hacer una breve visita adonde se encuentra la enorme prensa vitivinícola. Luego, frente a la casa Constitucional observé el enorme nido de cigüeña. Langa de Duero es una ciudad regularmente grande. Más grande que las que venía pasando, con más movimiento de gente y coches. Desde Langa de Duero, toda zona de viñedos, llegué a San Esteban de Gormaz. Una ciudad más o menos grande también, con varias iglesias antiguas y un castillo. Allí, desde el puente sobre el río Duero, puente romano, de piedra, se encaramado en la colino un barrio de casas vacías. Parece una maqueta. Luego le metí pata y pasé por Burgo de Osma pero a mil. Quería llegar a Berlanga donde hay albergue y camping. En buenahora. Dormí en el albergue porque el cuarto está muy bien y acepté la cena que prepara la esposa senegalesa de Andrés, el encargado del camping y albergue municipal. Una cena que me vino al pelete ya que fue lo primero consistente que comí en estos días durante los que venía acabando con todas las pastas, sopas, y comida disecada que había quedado de los viajes del año pasado. La cena, económica, suculenta y muy sabrosa. Ellos muy simpáticos e interesantes.

Día 5-Berlanga de Duero-Medinaceli

Como llegué haciendo etapa y media el día anterior no había visitado la ciudadela así que este día, en el albergue, me levanté y me fui caminando, menos de dos kilómetros a visitar el casco medieval. Anduve por callejuelas y arcos y regresé al albergue. El camino hasta Medinaceli pasé por La Riba del Escalote donde había una invasión de golondrinas y peces de colores en la fuente. Luego hubo más golondrinas en
todos los pueblos. En Medinaceli dormí en el hotel Bavieca, un lujo a excelente precio y con una atención impagable. Hay una panadería con repostería muy bien elaborada. Caminar por Medinaceli es todo un placer y un viaje al pasado. La parte del Casco Antiguo es toda de piedra, con montones de parras que brotan desde un hueco junto a cada casona. Plazas de piedra también y arbolado. Abajo de la ciudadela, está el poblado más comercial. No es muy grande y está por la misma carretera, pero algunos kilómetros abajo. Quedarse en la parte antigua es altamente recomendable. Bello.

Día 6-Medinaceli-Molina de Aragón

Terminado el Camino del Destierro e iniciando el conjunto de etapas que se da en llamar Las Tres Taifas. Cambia la fisonomía de los edificios y el color de la piedra. Las montañas y sierras se vuelven más rojizas y las construcciones más mudejar. Se hace notar en pórticos, ventanas, y molduras, el sello árabe. Entré en Layna donde descansé junto a la fuente y tomé la carretera general para pasar por Maranchón, grande también y bastante peculiar. Distinto a lo visto hasta ahora. Colores diferentes, diferente disposición de las calles y casas. No todo es piedra y es más moderno aunque o digamos mejor, que ya no es medieval pero virreynal. Lo mismo en Molina de Aragón donde las construcciones del CAsco Histórico son en su mayoría del siglo XVI o XVII, salvo la judería y los edificios moros sobre la colina que son de la época del dominio árabe. Todo de piedra rojiza. Molina de Aragón es una ciudad un poco más movida. Aproveché a ir al supermercado a comprar algunas vituallas ya que me venía quedando sin sopas, ni galletitas ni nada. Me quedé en el Hotel San Francisco, buen precio con desayuno incluido, en la plaza de San Francisco.

Día 7-Molina de Aragón-Orea

Un paisaje espectacular todo el camino. Subir u cruzar collados. Bajar un poco y volver a subir más. Estoy transitando la ruta del Alto Tajo, paraje y reserva natural. Montañas, pinos, aire de las alturas y sobre el final el río que corre cerca de mi ruta. Entré en Terzaga y descansé junto a su fuente. Dicen que el camino es rompepiernas pero si uno lo toma con calam se sube mansamente y yo llegué entera.
Pasé por las salinas, por Pinilla de Molina, vi Chequilla desde abajo, tan coqueta sobre una ladera entre piedras enormes de un color marrón cobrizo muy raro y pasé por Checa donde volví a hacer un descanso. Una subida más y hasta Orea. Ahí paré otro poco porque quería llegar a domir al camping que está a seis kilómetros del poblado de Orea y hacia arriba otra vez. El camping está en un bosque de pinos. No hay señal de nada. Estoy inmersa en la naturaleza. Cerca hay un refugio de montaña.

Día 8-de Orea a Albarracín

Levanté campamento del bosque y la ruta de hoy, con un poco de lluvia y amenaza de tormentas va pasando pueblos de montaña. Pueblos encaramados en las laderas. Más frescos que lo visto anteriormente. Uno de los primeros es Orihuela del Tremedal. Es hermoso. Piedra sobre piedra. Las casas más encimadas una con la otra. Las calles más angostas. Aprovechando al máximo cualquier lasitud de las laderas. Llovía cuando pasé por allí. Seguí a Bronchales y Noguera de Albarracín. Es un día de pedaleada en el que hay que sortear varios pasos de montaña. El camino es tranquilo. Sin muchos vehículos. Casi nada. Y rodeado de mucha vegetación. Las bajadas son precipitosas. Pasé Tramacastilla y Torres de Albarracín y la entrada en Albarracín es de lo más alucinante. Va la pared de la montaña color naranja sobre nuestra izquierda. La ruta serpenteando. Angosta. Y a la derecha corre un río de aguas claras sobre piedras y con las márgenes tapizadas de helechos y flores. Es un espectáculo. Lo mismo Albarracín. Llegar y ver la ciudad arriba d ela colina. Con todas su construcciones naranjas, terracotas, rojas. Llovió de a ratos. De a ratos salió el sol. Y se levantó un viento terrible. Se volaba todo. Acampé en el camping municipal de Albarracín y salí a caminar por el pueblo con otra cicloviajera llamada también María.

Día 9-Albarracín a Teruel

Saliendo de Albarracín, repecho y con lluvia. Otra vez hay que remontar y sortear algún paso, pero es un camino alucinante a pesar de los repechos, la lluvias, los collados. Se transita bordeando el pinar de Rodeno y es algo maravilloso, por mí nunca visto antes. Entre enormes moles de piedra. Enormes, gigantes rocas, brotan esos pinares tan bellos. Deja sin palabras, además del sin aliento del camino. Es hermoso. Obliga a parar a varias veces, a detenerse a grabar en la memoria ese paisaje único, respirar. Y luego la bajada, precipitadamente. Después de pasar Gea de Albarracín y el poblado de Caudé tomá la Vía Verde Ojos Negros que en esta parte está bastante fea. Llena de desniveles, irregularidades, mal señalizada, sucia, abandona, con aguas estancadas que huelen mal y yuyales. Vale la pena llegando a Teruel la parte que pasa por los campos de lavanda. Por allí, si alguien no me dice que tengo que abandonar la Vía para salir a Teruel quién sabe hasta cuándo seguía. No hay buena señalización en absoluto. Salí a las autopistas, con lluvia, horrible llegar a Teruel, buscar el hotel, ni con GPS. Luego de alojarme salí a caminar y me volví aperder andando en la ciudad, con GPS y todo. Muy rebuscado todo. No le tomé el gusto a Teruel. Me cansé de buscar el camino. Después de una mañana tan bella a pesar de la lluvia. De tanto pino.

Día 10: Teruel a Barracas

Saliendo de Teruel busqué la vía Verde que supuestamente está por un parque llamadao Dinópolis pero no la encontré así que viajé todo por ruta. Tuve la intención de desviarme para ir a Montanejos adonde estaban otros cicloviajeros y donde hay unas aguas termales, pero no di con el desvío. Pasé por Sarrión, Abentosa. Llegue a Ventas del Aire que es donde hay cruces de caminos y no di con el que me llevaría a Montanejos así que seguí a Barracas. Un pueblo de una sola calle con vecinos muy simpáticos, sobre todo los niños. Hay un camping, pero no está señalizado y no sé si funciona, en lo que fue la estación Palancar. Por aquí va la vía Verde pero es toda de piedras aún, tierra, pozos. En Barracas me quedé en el hotel del pueblo. Muy bien. Barato y cómodo. Habitaciones grandes con gran baño y abajo un restaurante y mercado donde hay de todo. Mucho movimiento todo el tiempo de gente que pasa por la carretera y hace un alto en este punto del camino.

Día 11: Barracas a Altura (Navajas)

Todo el día por la Vía Verde Ojos Negros. Este tramo está bien. Menos la salida de Barracas que no existe nada de señalización. Imprescindible preguntar porque no hay ningún cartel que la señale. Sale cerca de la antigua estación de tren Barracas. Muy mal marcado. La vía verde en este caso es linda, el trazado cómodo. Un paseo. Pasa por algunos pueblos que merecen una parada como Caudiel y Jerica. Fui hasta Altura, pasando por antiguas estaciones. El camping de Altura estaba cerrado. La Vía Verde llega bien hasta Navajas, allí también hay un camping, así que regresé sobre mi rodada para alojarme en Navajas.

Día 12: Navajas/Altura a Valencia

La Vía Verde es un desastre. Llena de pozos, de tierra, sin marcar nada. Al llegar a Algimia de Alfara la vía verde se termina y nada indica para qué lado agarrar. Encontré las marcas del Camino del Cid peatonal, y con eso y el GPS salí por Torres Torres, pero de nada sirvió. Perdí todas las señales y fui por caminos rurales y carretera general hasta Sagunto y desde allí, por la ruta 315 hasta el centro de Valencia. El Camino del Cid, llamado en este tramo Las Tres Taifas -luego comenzaría la Conquista de Valencia- va por otros caminos pero yo no los encontré y llegué por acá y con lluvia. Luego de alojarme en una pensión salí a caminar entre cielo plomizo, sol y llovizna y un incipiente arco iris por los carrer valencianos. Camino del Cid concretado y, en general, superadas todas las expectativas y muy recomendable.

Video compilado con todas las etapas del Camino del Cid https://www.youtube.com/watch?v=Pr_2jHorIFk

Introducción de un viaje de 15mil kilómetros, 235 días y miles de historias. De México a Argentina en bicicleta.

Vamos. La palabra nos traslada. Enseguida se nos viene a la mente una imagen: un camino y nosotros en el camino. Vamos puede implicar la realización de un sueño acuñado o el hartazgo ante una situación agotada. Un lugar aprendido de memoria, la rutina, o el simple deseo de andar o de volver. Cuando uno dice “vamos”, la palabra puede enredarse en una ilusión cuya madeja es interminable, entonces el enredo es más grande y dados a la tarea de dejar todo acomodado, no nos vamos nunca. No arrancamos. Una forma de apaciguar la cobardía. El miedo a lo desconocido. Este no es nuestro primer viaje. Sí es el primer viaje largo en bicicleta. Ya habíamos recorrido los mil templos de Angkor en Camboya y el Valle de los Reyes en Egipto pedaleando de la mañana a la noche unos cuantos kilómetros, pero lo que se dice viajeviaje en bicicleta, no teníamos nada de experiencia. Sin embargo Martín tiró la idea y yo, María, dije la palabra transportadora, “vamos”. Sin cobardía y sin miedo a lo desconocido porque ya desde hace muchos años mis hijos y yo venimos recorriendo el mundo. Viajando de manera sencilla pero intensa. Con poco dinero pero involucrándonos hasta el caracú con la historia y la actualidad de los pueblos y sin dejar de apreciar lo más destacado de la naturaleza. Seguramente desde otro punto de vista del que muestran las fotografías de un tour organizado. El lado salvaje. El lado oscuro. El lado agreste que obliga a marcar la huella por caminos que no están parquizados para el turismo. La naturaleza virgen, las ruinas cuyas columnas apenas se asoman entre los escombros. Lo menos visitado y, a veces, por otra entrada, por donde sólo saben y van los lugareños, acceder gratuitamente a lo que está privatizado y maquetado bonito para el turista convencional. Se puede llegar a todas partes y así me lo ratificaba Martín cuando nos hacíamos preguntas acerca de tal o cuál ruta para este viaje, nada es intransitable. Los otros muchos viajes que hicimos son parte de otras muchas historias, la mayoría de ellas sin publicar aunque escritas en borrador en nuestra memoria. A pesar de las andanzas anteriores este es el primer libro con que nos atrevemos. Lo escribimos para ustedes. Para los que se animan a dejar la madeja en banda y cumplir con los sueños y para los que prefieren quedarse desmadejando detrás de la ventana. Para los que echan raíces y son como los árboles que nos miran pasar y para los que, como nosotros, prefieren aprender el idioma de todos los árboles del mundo, el idioma de los pájaros, el aullido de los monos, y el grito o el silencio de la gente y el ruido o la música de las diferentes culturas del planeta.

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Poner fecha es primordial, aunque sea una fecha tentativa, una fecha marginal, entre tal y tal día, entre tal y tal mes, es mejor no alargar el objetivo a “entre tal y tal año” sino corremos el riesgo de que el sueño se desvanezca en la espera o naufrague en lo inesperado de un incierto futuro. Mejor ver más cerca y ver más claro.

Era noviembre de 2014, Martín cumplía doce años de vivir en México con ciertas interrupciones: viajes, siempre viajes y alguna que otra mudanza temporal a otro país. En definitiva, para él, México era el lugar de retorno durante esos doce años. Yo me había ido en 2010 y había vuelto a principios de ese mismo año, 2014. El camino me llevó de Chiapas a Nicaragua ida y vuelta y, a la vuelta, quedé empantanada en las quebraditas sinuosas de la Realidad entre los surcos de sandía y pepino que había sembrado con esperanza. Me fui a la Ciudad de México donde estaba Martín y alquilé una cabaña en la cima del Ajusco. Lo más lejos posible de la realidad. Sin proyectos. Trabajando. Viviendo. Sin mucha idea de qué vendría después. Cuál viaje, cuál camino. En medio de esa incertidumbre Martín me hizo la mejor propuesta del año: -¿y si nos vamos a la mierda?- una forma de decir. Un impulso que para los dos significaba que era hora de salir y dar un portazo. Vamos a Argentina en bicicleta. Él se planteaba la idea con calma, quizás en agosto, o septiembre del año siguiente; yo redoblé la apuesta de manera terminante: entre febrero y marzo, salimos. Ni siquiera tenía bicicleta. Martín, sí; hacía casi un año que se movilizaba raudamente a través de los barrios del Distrito Federal -barrios que son como pequeños pueblo vecinos-, en una bicicleta italiana bastante buena. Un rodado 29, de aluminio, con freno a disco en la rueda delantera y 24 tiempos. Yo no sólo no tenía bicicleta sino que, además, no tenía ni la más pálida idea de todas estas especificaciones que ahora describo con total discernimiento. En enero fui a la calle San Pablo del Distrito Federal donde están todas las bicicleterías baratas y me compré eso, una bicicleta barata. Una segunda marca mexicana, rodado 27 y medio, una novedosa rareza, de aluminio, sin freno a disco, con frenos llamados V-brake, de gomitas, y 21 tiempos.

En México, salvo las casas de marcas caras y reconocidas internacionalmente, en este barrio de la calle San Pablo, la venta de bicicletas es netamente comercial, minorista y mayorista. Si bien los mexicanos suelen ser dedicados al cliente, en este lugar no me dieron ni pelota. Nadie me midió o sugirió qué talla o tipo de bicicleta era conveniente para un viaje de tal envergadura. Compré esa bici sin que me dieran mayores detalles ni garantía, sólo un ticket en papel de fax que en menos de una semana ya se había borrado. Me subí a la bici y cuando llegué a la esquina me di cuenta de que los cambios de la mano izquierda -reitero que yo no tenía ni la más pálida idea de nada- no funcionaban. Volví a la bicicletería a quejarme y me indicaron que la palanca de esos cambios iba debajo del manubrio. Algo obvio, pero yo era la primera vez en mi vida que me montaba en una bici con cambios. El barrio de la calle San Pablo se encuentra a 11 kilómetros de Coyoacán donde yo me había mudado a una habitación con la finalidad de abaratar mi costo de vida y ahorrar. Llegué sana y salva aunque transpirando, más que por la pedaleada, por el estrés de las calles del Distrito Federal y el temor a equivocarme y salir a cualquier parte. Perderme, aunque soy viajera, es un suceso cotidiano.

Era enero y aunque ya teníamos lo primordial, un plan y las bicicletas, nos faltaba todo lo demás para concretarlo. Equipamiento básico, repuestos, y ¡dinero! La fecha tentativa de salida era entre el 28 de febrero y el 25 de marzo así que apuramos el trámite. Hicimos varias ‘ventas de garaje’ sacándonos de encima todo lo que no podríamos cargar en las bicis, todo lo que no nos haría falta por un buen tiempo; vendimos cosas nuestras y cosas que no eran de nadie, cosas que habían quedado arrumbadas en el departamento que Martín, a través de sus años en México, supo compartir con otros. Ahorramos y empezamos a promocionar este libro, idea que se nos ocurrió como parte del financiamiento necesario del viaje que pronosticábamos nos demandaría alrededor de un año. Un año durante el que andaríamos por ahí. Trabajando a veces si se daba la oportunidad y cobrando casi nunca ya que la idea era hacer trabajos voluntarios a cambio de comida en comunidades y pueblitos. Conocer lo auténtico, el mundo real latinoamericano. Conseguimos algunos mapas de carretera, muy poco, y analizamos las rutas de google maps y los sitios interesantes a los que podíamos llegar sin desviar demasiado el rumbo y aunque hiciéramos un poco de zigzag. Al mismo tiempo frecuentábamos la calle San Pablo para equipar las bicis. Fue complicado. No se conseguían los aditamentos porque los rodados 29 y 27 y medio son rodados nuevos para cuyas medidas aún no existen muchos accesorios. Hicimos adaptaciones, portaequipajes rudimentarios de rodado 26 con abrazadera al asiento, las alforjas fueron alforjas de rutina, de las que se usan en la ciudad para llevar lo cotidiano de la casa al trabajo. No eran impermeables ni tenían gran capacidad ni ganchos para agarrarse a los portaequipajes, ni buenas hebillas, ni bolsillos extras. Todo muy rudimentario y bastante barato. Portaequipajes de un equivalente de 3 dólares y alforjas de menos de 15. Además incorporamos repuestos, cámaras, cadena, zapatas o pastillas de frenos, y herramientas básicas. Guantes, algunas calzas con badana que estaban en oferta, y tela impermeable de paraguas con la que fabricamos dos cubre-equipajes.

Fijamos la fecha inamovible, 21 de marzo. Mi entrenamiento se redujo a tres paseos por las calles del DF cerradas para ciclistas en fin de semana. Un circuito dominguero de casi 50 kilómetros que no me pesó en absoluto y que me llenó de optimismo, si podía hacer los 50 kilómetros en menos de tres horas y sin ninguna molestia, avanzar en la ruta no sería imposible.

Dos días antes de le fecha prevista, hicimos un servicio completo a las bicicletas. Fuimos a la Bicicletería Albatros, a la vuelta del departamentito de Martín, por Delfín Madrigal y Escuinapa. Sus dueños, Juvenal Illescas y Arturo Illescas, nos atendieron con entusiasmo y nos regalaron consejos y una cajita con parches y herramientas. Juvenal auguró con una sonrisa un buen desempeño de la bicicleta italiana de Martín. Yo esperaba mi diagnóstico junto al cordón de la vereda y apoyaba la ansiedad en el cuadro demasiado alto de la mía. Juvenal me miró y no dijo nada. Cerró la boca y alargó un dudoso mmmm.

Mmmmm. Y así nos fuimos.

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